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TANGUANGO: Punteo sobre la raíz afro del tango I


 

El objetivo del siguiente artículo será probar algunos puntos de abordaje sociológicos para tratar la problemática alrededor del origen del tango. Lo que llamamos el “retrato canónico” de este estilo musical se funda a partir de lo que intentaremos demostrar a lo largo del trabajo: la invisibilización de su rastro afro-porteño, su raíz negra. Esta es la primera parte.

 

Por Agustín Jofré
(UBA/FSOC)

“Pibe, para tocar tangos tenés que tener un tambor en la cabeza y el arrabal en el cuore, ¡de zurda!” [Aníbal Troilo]


Presentación

El objetivo del siguiente artículo será probar algunos puntos de abordaje sociológicos con el fin de tratar la problemática alrededor del origen del tango. Lo que llamamos el “retrato canónico” de este estilo musical se funda a partir de lo que intentaremos demostrar a lo largo del trabajo: la invisibilización de su rastro afro-porteño, su raíz negra.

Reflexionar entorno a la invisibilización de la cultura afrodescendiente del Rio de la Plata y la manera en que operó este mecanismo -a la vez eliminación física y negación cultural- nos lleva a ordenar las preguntas en torno a su marco continental.

Partimos de la certeza, como demuestran los teóricos del pensamiento crítico latinoamericano, los procesos de racialización y identificación racial son una premisa básica de la conformación originaria de nuestras sociedades. A lo que agregamos, la economía de las colonias americanas se estructuró en base a la división racial del trabajo.No sólo como forma capitalista de organización de la producción sino además como mecanismo de control colonial del trabajo, a partir de la jerarquización racial de las poblaciones (Quijano: 1991).

Centraremos el análisis territorialmente en la ciudad de Buenos Aires, uno de los principales epicentros de la gestación del tango como género musical. Será a la vez una historia-testimonio de la desaparición física de las poblaciones forzosamente arribadas de África y la subalternización de sus manifestaciones culturales en el plano nacional. Fenómeno que bajo formas específicas locales, es paralelo a la racialización y subalternización de la cultura afroamericana en toda América latina.

Breve musicología del tango primitivo

Así como Cristian Espinoza propone el concepto de canon discursivo para definir “el repertorio escrito de textos que ha representado literariamente los rasgos coreográficos, musicales y poético-literarios”[1] de la zamacueca en Chile, podemos pensar que el Tango tanto en su traducción académica como en la gestación como imaginario social se nos presenta como el resultado de un proceso de disputa y contradicciones.

La identificación de un discurso hegemónico de un género musical que tenga carácter « nacional » nos permite no sólo alcanzar un análisis histórico del desarrollo de la música en sí, sino, analizar tanto la producción de significados que están en juego como la relación que hay entre el fenómeno artístico y los procesos de formación de una cultura local.

“Las narrativas históricas sobre los orígines de los géneros musicales que identifican a la Argentina es evidente que son producto de más de un siglo de retóricas sobre la ascendencia europea de la cultura nacional y su consecuente racionalización como blanca.” [2]

Desde esa hibris del surgimiento del tango podemos revisar las capas de  innovaciones, conocimientos y contenidos particulares que se han fijado a la largo del tiempo con fin de definir jerarquicamente. La música hispano-cubana, la milonga de los gauchos, el candombe urbano de los negros de Montevideo y Buenos Aires y el folflore popular europeo de finales del Siglo XIX será la genealogía musical del tango[3]. La música africana de Américan, la clave negra, el fundamento rítmico del tango.

“Nuestro “tango” nació, probablemente en la década de 1860, como una manera distinta de bailar las danzas entonces populares (…) Esa manera consistía principalmente en dos cosas: el carácter procaz que se imprimía a la danza y en cierta manera la imitación de los quiebres propios de la coreografía del candombe.” [4]

Si bien la aparición del tango es oficializada a partir de principios del Siglo XX con las primeras grabaciones discográficas efectuadas por la denominada “Guardia Vieja”, hacia 1870 ya se hablaba de Tango. Contraponiendo las tesis filológicas de Blas Matamoro, Ricardo Rodríguez Molas y José Gobelo, podemos decir que todas remiten a una misma referencia: la africanía de la voz “tango”. El tango es rastreado en zonas cercanas donde se desarrolla el comercio esclavista (zonas Congo, Golfo Guinea, Sudán Meridional). Esta voz implica para los autores “lugar cerrado”, “circulo”, “coto” y todo espacio reservado con aparente derecho de admisión, vinculado en su significado al plano religioso y hermético.“Lugar de concentración de Africanos”,tanto para la compra como para la venta de esclavos, sería otro de los posibles significados.

La Habanera cubana ya habría alcanzado popularidad relevante para las décadas previas a la época en que situamos la imbricación originaria, 1870. A lo largo de la década de 1850 se produce en Buenos Aires el arraigo de este género musical Antillano. Se difunde en los ambientes cercanos a la rivera, sitios de marineros que trabajan la ruta comercial entre Las Antillas y el Rio de la Plata. Si bien hay una discusión aún presente sobre la posible transformación gradual de la habanera en milonga, diremos que ya hacia 1880, e independientemente de sus raíces e hibridaciones, la milonga[5] es un género destacado y popular. Su baile era la burla de los compadritos a la danza de los negros en sus “sitios”, aquellos barrios del sur de la ciudad donde éstos mayoritariamente habitaban. Tenemos entonces hacía 1880 la presencia de la « milonga bailada » (zandunguera), « milonga cantada » difundida a través de los payadores, y la « milonga-espectáculo », representada en los comienzos del circo criollo.

Los personajes sociales que le dieron cuño al tango fueron milicos licenciados, trabajadores de mataderos, marineros, artesanos, cuarteadores, carreros, peones, rufianes y hombres de arrabal que interactuaban socialmente en los conventillos del barrio sur, los quilombos, las academias de baile, los cuartos de chinas, reñideros, la rivera del riachuelo y los boliches de cuarteadores[6] . En estos ámbitos, la música irá cobrando su potencia y groove en un itinerario trashumante, cosmopolita en sus imbricaciones originarias, dejándose fluir en el devenir de este particular circuito espacio-temporal. El tango nacerá como banda sonora de la mala vida porteña.

Resulta clara la etnicidad del tango si ejecutamos un rastreo a fin de visibilizar las influencias divergentes que conviven en la realidad postcolonial americana. Considerando además su espacio geo-social de gestación en el que se entrelazan estas influencias[7]. Influencias que no son sólo propiamente americanas:
“Si bien la Argentina recibió mucho menos inmigrantes que los Estados Unidos, la proporción que los inmigrantes ocuparon en la estructura socio-demográfica argentina hacia 1914 era del orden del 30%”.[8]

Lo cierto es que en el conventillo, hervidero de nacionalidades en las que predomina el italiano, alternan el gallego, el criollo y hasta el turco se sucederán una vecindad de canciones que se amalgaman en ese colorido infierno de la pobreza. Maneras y temas que imprimirán al tango un carácter que perdurará todo un siglo. La danza irá remodelándose con el pasar de las décadas pero sin olvidar el arraigo más primitivo del que nace. Su contenido erótico y explícito era una ofensa para la época, de cercanía a ese componente criollo estigmatizado que luego será hilvanado con la persecución al inmigrante. El Estado reprimirá en el momento que con más esfuerzo intenta higienizar a la población y forjar esa “Nueva Argentina” moderna de los comienzos del siglo XX.

Punteo sobre la matriz socio-demográfica argentina.
Mediados S. XIX

Los efectos de La Conquista sobre territorio argentino representaron un retroceso en términos absolutos de los pobladores originarios que marcará el signo que acarrea la futura composición de la sociedad. La población de origen africana en Buenos Aires puede rastrearse desde su fundación hacia 1580; la ciudad puerto será territorio ocupado por poblaciones de diversa etnicidad siendo además un epicentro esclavista principal del territorio colonial. Si bien ya entrado el Siglo XIX la “Asamblea del año XIII” establece el principio jurídico de la libertad de vientres, la abolición de la esclavitud se concretará hacia 1853 con la declaración de la Constitución Nacional que se efectivizará en Buenos Aires recién hacia 1861.

Para el caso de la ciudad de Buenos Aires respecto a las poblaciones trasplantadas puede calcularse según los datos censales relevados en unos 12.000 los habitantes hacia 1810 (reconstrucción de Ravignani, citado en Mario Boleda). Para 1838, esta cifra asciende a 15.000. Respectivamente, equivale al 20 y 24% de la población total afincada en la ciudad. A partir de este punto comienza el estrepitoso descenso: Binayán Carmona declara un 20% en 1854, 15% en 1858, y el 9% ya para 1868. Finalmente, la curva descendente llega a su punto más bajo, 1.8% en 1887, un total de 8.000 entre africanos y afro-argentinos.

Hacia finales del S. XIX estas poblaciones vivieron mayoritariamente en los barrios del sur de la ciudad: Monserrat, San Telmo y San Cristobal[9]. Las causas del descenso demográfico y su consecuente reducción a minoría cuantitativa, según los datos recopilados son:

Factores demográficos generales: la reproducción inter-étnica.
Mortalidad: pico de fiebre amarilla, que coincide con el período del descenso estrepitoso de la población.
Exposición a la participación en acciones bélicas y campañas militares.

De todas formas, Otero indica que se debe considerar los problemas de captación estadística que involucran a estos censos. Los tres primeros Censos Nacionales, marco en el cual podemos delimitar el recorte histórico de nuestra investigación, omitieron dimensiones fundamentales del análisis demográfico en lo que nos compete: la captación de la población no blanca, las poblaciones indígenas y las generaciones que separaban a la población argentina de los ancestros no nativos. Esto representa no sólo una metodología de medición sino un determinado dispositivo politico. No podemos desligar la conformación de la matriz demográfica sin ver que este hecho esconde otro fundamental: el exterminio de las etnias vencidas.

Siguiendo a Natalio Botana[10] sobre la formación del Estado Nación en la Argentina, podemos decir que este proceso histórico se basa en tres presupuestos fundamentales: integridad territorial,régimen político y formación de una identidad nacional. La primera se afirmará con la imposición de un régimen coercitivo a nivel nacional, control de los ejércitos regionales y la adquisición de los territorios ocupados por los pobladores originarios para integrarlos al circuito económico capitalista mundial. Proceso que será ordenado por el ideal de identidad nacional basado en un modelo de civilización acuñado por el bloque de clases dominantes. Se crearán las bases institucionales y administrativas de un aparato burocrático-profesional que se integrará al régimen político de manera estable. De esta forma se funda hacia 1880, en sus palabras, el “Orden Conservador”.

Será posible sólo posteriormente de esta política de creación del Estado-Nación que se puede entrever un proyecto de estado por el cual Argentina se incorpora, conflictivamente, al mercado capitalista mundial.

“El proceso de independencia de los Estados de América Latina sin la descolonización de la sociedad no pude ser, no fue, un proceso hacia el desarrollo de los Estados-Nación modernos, sino una rearticulación de la colonialidad del poder sobre nuevas bases institucionales.” [11]

El fundamento político-ideológico de la nación argentina fundada por el bloque de clases dominantes que construye el aparato estatal a fines del S.XIX se define por:
“Un país blanco de origen europeo, con débiles colectivos indígenas en vías de desaparición, una población negra irrelevante incluso de ser mencionada, y una sociedad caracterizada por la rápida integración de todos sus componentes”.[12]

En este punto nos es necesario mostrar cómo el caso argentino se inscribe en una historia política continental, en la cual la ideología “positivista”[13] se desenvuelve con papel hegemónico en la interpretación de las realidades nacionales latinoamericanas y su articulación con la construcción del Estado. Empezaremos con una conceptualización esquemática de aportes de diversos autores latinoamericanos que nos permiten repensar la constitución de las culturas nacionales. Este proceso acompañan indefectiblemente la homogeneización de las estructuras sociales en todo este período, como una tensión entre el debate de “homogeneidad-heterogeneidad”.

Santiago Castro Gómez esboza la noción “Proyecto de Modernidad” [14] que nos es fundamental para cruzar el análisis en su sentido global. La Modernidad, podemos decir a partir de su lectura, se basa en el discurso de la razón científico-técnica. La instrumentalización del discurso se acciona desde el Estado, hegemonizado en nuestro continente por una elite criolla. Para el caso que nos compete la creación de la noción de raza, como muestra Aníbal Quijano, se fundamenta como identidad, jerarquía y rol a ocupar en la estructura social que surgirá en 1492 con la Conquista. Se funda como diferencia social pero fundamentalmente biológica entre conquistadores y colonizados. A partir de la clasificación de los rasgos fenotípicos, específicamente el color de la piel, serán creadas las razas (blanco, negro, indio) englobando hacia adentro de cada compartimento culturas disímiles. Será el más eficaz naturalizador de relaciones sociales de explotación y el reforzamiento de diferencias, que se entrecruza con el análisis de “clase social” y fija las relaciones coloniales de dominación. Hecho que moldeará a su vez el desarrollo de la división del trabajo en su forma  colonial, esto es, división racial del trabajo, como elementos estructuralmente asociados y reforzados mutuamente.

“Esta nueva identidad era racial, colonial y negativa. Así también sucedió con las gentes traídas forzadamente desde la futura África como esclavas: ashantis, yorubas, zulús, congos, bacongos, etc. En el lapso de trescientos años, todos ellos no eran sino negros.” [15]
Esta homogenización forzosa, afirma:
a) La naturalización de las diferencias sociales entre grupos humanos por medio de su codificación, el concepto moderno de raza.
b) la distorsionada re-ubicación temporal de todas esas diferencias, de modo que todo lo « no-europeo » es percibido como primitivo.[16]

[1]Espinoza, C. “Apología del mestizaje, exaltación de la nacionalidad El papel del canon discursivo en la discusión sobre la autenticidad y etnicidad de la (zama)cueca chilena” en Biblioteca Virtual SIBE (Sociedad de Etnomusicología).
[2]Puyol, S. (1999) “Historia del baile, de la milonga a la disco” Buenos Aires, Emecé.
[3]Cáceres, J. “Tango Negro”. Buenos Aires, Planeta.
[4] Gobelo, J: “Tango, vocablo controvertido”. Buenos Aires, Corregidor.
[5]El origen etimológico, según menciona el autor sería “bantú”, “Bunda”, Quimbunda (origen angolés). La primitiva Academia Argentina, predecesora de la Academia de Letras, que fuera fundada en 1873 incluso dice en su dictado sobre el argentinismo “milonga”: “baile que se usaba solamente entre gente de baja esfera”.
[6]Estos lugares, en el raconto de los historiadores del tango, guardan su nombre propio: “El Almacén de la Milonga”, “El Edén”, “Restaurant Americano”, “El Caburé”, “Café Royal”.
[7]Incluso, el tango se nos filtra hasta en los carnavales. Pujol lo posiciona como uno de los entretenimientos más populares junto con la batucada.
[8]Torrado, S. (Comp.) (2007). “Una historia social del siglo XX” Tomos I y II. Buenos Aires, Edhasa.
[9]Cifras rescatadas de los estudios demográficos compilados en: Torrado, S. (Comp.) (2007). “Una historia social del siglo XX” Tomos I y II. Buenos Aires, Edhasa.
[10] Botana, N. (1986) “El Orden Conservador”. Buenos Aires, Hispamérica,
[11]Quijano, A. “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina” Perú, en Lander, E. (Comp.) “La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas” Buenos Aires, CLACSO.
[12]En Torrado, S. (Comp.) (2007). “Una historia social del siglo XX” Tomos I y II. Buenos Aires, Edhasa.
[13]Terán, O. (1987) : “Positivismo y nación en la Argentina”. Buenos Aires, Punto Sur.
[14]Castro Gómez, S: “Ciencias sociales, violencia epistémica y el problema de la invención del otro” en “La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas” Buenos Aires, CLACSO.
[15]Quijano, Aníbal: “Colonialidad del poder, eurocentrismo y ciencias sociales” en E. Lander (comp.) “la colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas”.(2003), CLACSO, Buenos Aires.
[16]Idem.

Ilustra este artículo, El tango (óleo s/cartón) – 33x40cm- Autor: Pedro Figarin)

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