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El cemento no absorbe


 

Desde el cambio climático hasta el proceso de urbanización, que reduce las superficies absorbentes y la falta de un plan integral de gestión urbana, fueron factores que incidieron en la inundación. Pero todos los caminos conducen a un mismo sitio: el COU.

 

 

Por Florencia Abelleira*

 

La lluvia del 2 de abril de 2013 fue extraordinaria. Fue una lluvia sin gotas. En su reemplazo, el cielo descargaba baldazos de agua que llenaban rápidamente cualquier superficie. Las calles se volvieron ríos, los autos se apilaron en las esquinas, la gente empezó a gritar porque muchos, se estaban ahogando. El agua se infiltró por debajo de las puertas y alcanzó, en cuestión de minutos, el metro ochenta en miles de casas. En pocas horas llovió 392 milímetros y La Plata quedó bajo agua.

 

Luego de distintos informes y estudios que se hicieron luego del 2 de abril, se llegó a la conclusión de que las razones fueron variadas: el cambio climático; el diseño urbano de la ciudad que está ubicado sobre una llanura con escasas pendientes; el proceso de urbanización, que reduce las superficies absorbentes; y la falta de un plan integral de gestión urbana. Pero todos los caminos conducen a Roma.

 

En el año 2007 el informe “Estudios Hidrológicos/Hidráulicos/Ambientales en la Cuenca del Arroyo del Gato” presentado en foros y reuniones vecinales, advirtió sobre el riesgo hídrico que corría la región de La Plata.

 

En el 2008, como consecuencia de la tormenta del 28 de febrero, que registró 240 milímetros llovidos en el día, se redactó el decreto 486/08, en cuyo marco la Dirección Provincial de Saneamiento y Obras Hidráulicas encargó a cuatro consultoras la realización de proyectos ejecutivos o licitatorios para las cuencas Maldonado, del Gato, Rodríguez y Carnaval. Esas obras nunca siquiera se comenzaron antes del la tragedia del 2 de abril.

 

En el 2010, se aprobó el nuevo Código de Ordenamiento Urbano (COU) que le hace el juego a las grandes constructoras profundizando los riesgos de inundación en la ciudad. Entre algunos rasgos se destacan:

 

-Las “zonas de arroyos y bañados” se las define como “conjunto de parcelas anegables”. A pesar de que tienen limitaciones en cuanto al uso, parcelamiento y volumen edilicio, se permite, en gran medida, su relleno. Esto permite construcción de taludes, superficies impermeables y muros de contención, impidiendo el libre escurrimiento del agua.

 

-En los niveles de edificación permitidos, hay un incremento que va de 1 a 6 niveles dependiendo la zona y los premios.

 

-Los premios, también introducidos por esta ordenanza, son pisos en altura que se les regala a las constructoras por edificar hacia abajo. Por ejemplo: si un edificio está previsto para ser de 6 pisos, por hacer una o dos cocheras subterráneas, se les permite agregarle uno o dos pisos de altura.

 

-Las zonas que presentan aumento de niveles se expanden unos 12 Km2 respecto a la normativa anterior, alcanzando a ocupar el 50% de la superficie del casco urbano.

 

Según la Asociación Civil Defendamos La Plata, “a lo largo de todas estas concesiones el COU alienta la reducción de espacios verdes o libres de edificación, aumentan también las alturas de los edificios y se cementan gran parte de las veredas y corazones de manzana y ramblas en varias avenidas. Esto se traduce en una mayor concentración de contaminación del aire, conservación del calor y reducción exponencial de los suelos absorbentes”.

 

Paradójicamente, el 19% de estos departamentos están deshabitados, dejando en claro que la supuesta demanda habitacional no es tal, sino que se especula con los inmuebles como reserva de valor. Según Luciano Scatolini, Director de la Cátedra Libre de Hábitat Popular de la UNLP, “esto implica que haya una capacidad de alojamiento muy importante no satisfecha hacia los sectores que verdaderamente necesitan un lugar para vivir. Entonces hay una fuerte polarización en la sociedad entre un sector que es el menos beneficiado con el crecimiento habitacional en la informalidad y en situación de degradación ambiental y con riesgos para su vida, y un sector de la población minúsculo que concentra una cantidad importante de inmueble como reserva de valor, avalado por un Estado que no regula”.

 

En la última década se construyeron un promedio de 1.602 departamentos por año. Tal como afirma Defendamos La Plata, “a excepción de Ciudad Autónoma de Buenos Aires, La Plata fue el distrito que más superficie permisada para construir otorgó en toda la RMBA: 1.650.000 m2  entre los años 2003 y 2008. Pero entre 2010 y 2012 se ha construido incluso más: 1 millón de metros cuadrados, según el Colegio de Arquitectos de La Plata Distrito I.  A esto debería sumarse las construcciones  de ingenieros, maestros mayores de obras, y edificaciones menores a 4 pisos”.

 

También hay otro dato significativo: según el censo del 2010, en La Plata reside el 4,2 por ciento de la población de la provincia de Buenos Aires. A los 649.613 habitantes que había en 2001, se le sumaron 75.244 personas más, lo que representa un crecimiento de 13,1% en 10 años. ¿Pero qué población crece? ¿La que puede pagar un alquiler que tiene un 30% de aumento anual y cuesta lo mismo que lo que un trabajador gana por mes? “En un estudio reciente cercano a la inundación, la organización Techo hizo un relevamiento de villas y asentamientos y registró 136 asentamientos”, explica la arquitecta Soledad del Cueto. Y agrega: “esto significa que crece la construcción de los edificios con un claro sesgo especulativo, porque si los departamentos están vacíos no se están construyendo para vivienda familiares”.

 

Lo que no se ve

 

El COU no fue acompañado de obras de infraestructura destinadas a sostener este modelo siniestro de ciudad basado en el liberalismo y el mercado. El informe que hizo la Facultad de Ingeniería de La Plata luego del 2 de abril de 2013, recomendó “la realización, en forma urgente, de un Plan Maestro de Desagües Urbanos (PMDU)”. En ese estudio, indicaban que ese plan “deberá contemplar, de modo armónico, medidas estructurales y no estructurales a fin de superar las carencias observadas”.

 

“Había recomendaciones e informes que hacía más de diez años que determinaban la necesidad de hacerse las obras. Había obras estructurales que son las que están haciendo ahora y obras de mantenimiento que tampoco se hicieron adecuadamente”, cuenta Scatolini.

 

El informe por otro lado remarcó que la ciudad se hubiera inundado igual por más que se hubiesen hecho las obras previstas. “En el Informe que hicimos los docentes del Departamento de Hidráulica quedó claramente expresado que, si bien debieron hacerse obras que estaban proyectadas para aumentar la capacidad de desagüe de sistema de drenaje urbano, el hacer estas obras no hubiera tenido un impacto significativo frente a un evento de características extraordinarias como el del 2 de abril de 2013″, explica Cecilia Lucino.

 

Por su parte, Isabel López, Directora del Centro de Investigaciones Urbanas y Territoriales de la Facultad de Arquitectura de la UNLP, opina que “siempre se cree que todo se soluciona con obras, y no siempre es así. Se soluciona con más espacios verdes, con más espacios absorbentes, haciendo casas con tanques y depósitos de agua. Además el clima ha ido cambiando por la aglomeración de la ciudades que hacen de infecto invernadero: a mayor urbanización, más efecto invernadero y más lluvia”.

 

Horacio Martino, Director de Asuntos Municipales de la UNLP está de acuerdo con el informe pero también sostiene: “El COU determinó que haya un intenso proceso de urbanización y de densificación, (de incrementarse las alturas de los edificios aumenta la densidad de población), y por otro de ensanchamiento de la mancha urbana. Eso determinó una reducción de las superficies absorbentes que determinaron que el suelo no pueda absorber el agua. Es un proceso de muchos años, un proceso de crecimiento urbano de nuestra región que es excluyente e insustentable y eso repercute obviamente en lo que paso el 2 de abril”.

 

“Si eso el Estado municipal o provincial no toma cartas en el asunto y no planea nuevas propuestas de planificación territorial sostenible en el tiempo y un plan territorial ambiental, lo que va a generar es mas desigualdad social y va a producir situaciones de segregación e injusticia urbana”, opina Del Cueto. En la misma línea, Martino sostiene que “en nuestra ciudad durante décadas se debe un plan urbano que responda a estos nuevos momentos y a estos nuevos eventos que en parte tienen que ver con el cambio climático. La ciudad no responde con un plan de mediano y largo plazo sino que va respondiendo a posteriori a partir de lo que sucede en este tipo de eventos.”

 

Un modelo de ciudad como el que alienta el COU, que se opone a los planes integrales y sustentables de urbanización, que fomenta la especulación inmobiliaria, que no piensa en el cuidado del medio ambiente ni en los habitantes de su ciudad, que agranda la gran mancha urbana que ocupa el área metropolitana, que a su vez hace de efecto invernadero propiciando lluvias inesperadas, acaso no incide en los 392 milímetros, en los 190.000 afectados y las 6.600 hectáreas inundadas? El cambio climático, el COU, y la falta de normativas municipales, sin duda se encuentran en Roma.

*Nota original publicada en Diario Contexto (abr 2, 2015)

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