“Siento que en el aire de cada una de esas calles redondas también está mi vida”
ParqueChasweb entrevistó al periodista Horacio Embón, que vivió parte de su infancia en Parque Chas. Aquel período de su vida lo marcó para siempre y hoy dice que el barrio «es su inolvidable e irrepetible vida de la primera manera de mirar».
Por Fernando Belvedere
Horacio Embón accedió sin dudarlo a nuestro requerimiento de poder conocer de primera mano sus recuerdos en Parque Chas, donde vivió parte de su infancia.
Embón comenzó su labor periodística hace más de 40 años. A los 18 años, una de sus primeras experiencias fue radio Atlántica de Mar del Plata, ciudad a la que se había mudado su familia. Desde ese momento, no dejó de trabajar en distintos medios televisivos y radiales: movilero de Magdalena Ruiz Guiñazú en Continental (en 1981) redactor del noticiero del antiguo Canal 11 (Teleonce) -hoy Telefé- o conductor de los noticieros del Canal América.
En los 90 fue sacado del aire del Canal que por entonces dirigía Eduardo Eurnekian, por no estar de acuerdo con lo que pasaba en el país y hacer pública su opinión. Horacio Embón siempre estuvo muy comprometido con los derechos humanos. Alguna vez expresó: “Pude haber negociado miles de cosas, sobre todo guita, pero elegí ser honesto conmigo mismo y no estoy arrepentido», explica.
Actualmente conduce la primera mañana de Radio Nacional Folclórica, en el programa que va de 7 a 9 hs. Además, para la emisora marplatense Brisas conduce «Embón Registrado», los domingos de 9 a 11.
-Horacio, ¿Cómo llega tu familia al barrio? ¿En qué calle vivieron?
-Llegue al barrio a los 4 años (1956), y coincide con el nacimiento de mi hermana Ana. Mis viejos, Ismael y Raquel alquilaban en Benjamín Victorica y Av. de los Incas el depto. Del primer piso y terraza a Doña Rosa, quien había enviudado joven y criaba a su hija Rosita, quien aún vive en esa casa. Mi viejo entrerriano, viajante de comercio y mamá compañera inclaudicable de papá, fueron los grandes protagonistas de esa inolvidable infancia.
El pequeño Horacio Embón, alumno de «La Petronila», (al frente de todo)
– ¿Cuáles son los recuerdos más gratos que tenés del barrio? ¿Qué juegos, lugar o rincón de Parque Chas eran tus preferidos?
– Los primeros juegos en la plaza de Gándara y Bauness, los partidos de baby fútbol y la calesita de la calle Triunvirato.
Las fogatas de San Pedro y San Pablo, el olor a aserrín de la carpintería y mueblería de Diserio donde en la vidriera vi por primera vez a Piluso, Olmedo, el primer programa de televisión en blanco y negro. Y el kiosco de Doña Teresa donde compré mi primera pelota Pulpito. En la terraza de esa casa, con un tablero pensado y armado con cajoncito viajé con la imaginación al espacio con el perrito Laika y con Yury Gagarin , el primer hombre en pegar la vuelta al espacio. En esa casa aprendí a leer y escribir y en el barrio hice los deberes escuchando programas de radio como la “Revista Dislocada” o “Calle Corrientes” los sábados al mediodía, imaginando como era ese universo de paisajes humanos. Los años pasaron maravillosamente.
Desde el último escalón de esa casa que hoy sé que no era ni tan alta ni tan grande, esperábamos a papá llegar de sus viajes por algún camino lejos, y bajar las escaleras rápido para el abrazo grande.
Por las ventanas de esa casa los fines de semana de verano llegaba la música de los bailes en el Club El Trébol, imposible de olvidar el cumpleaños de Rosita en ese lugar en medio de vecinos que en el patio adornado celebraban la vida.
Claro, después el cole, el primer inferior en el Petronila, solo mixto ese año. ¿Qué raro no?, pero no puedo dejar de pensar en la señorita Angelita y los compañeros.
Después vino primero superior y segundo grado. Un amigo cercano, Pascual que vivía a la vuelta de casa, su papá sastre. Cosía en el fondo de un jardín donde nosotros corríamos y nos disfrazábamos con los personajes que nos hacían volar a otros mundos más lejanos o cerca.
-¿Sos de volver al barrio?
-Claro que vuelvo a Parque Chas, pero en bici, me demoro en cada pedaleo, porque siento que en el aire de cada una de esas calles redondas también está mi vida. Mi inolvidable y tal vez si me das a elegir, la irrepetible vida de la primera manera de mirar.
Gracias barrio. Gracias Parque Chas