Norma Castillo, personalidad destacada en el ámbito de los Derechos Humanos
El acto se realizará el viernes 29 a las 18 horas en el Salón San Martín de la Legislatura de la CABA. El proyecto pertenece a lxs legisladorxs Anibal Ibarra, Edgardo Adrian Form, Pablo Ferreyra y Virginia Gonzalez Gass.
Norma Castillo nació en Goya, Corrientes, perteneciendo a una familia de “clase media poderosa, que estaba surgiendo en la época de Perón”, según recuerda. Luego de terminar el secundario, previo paso por una primaria en una escuela de monjas, se trasladó a La Plata para estudiar en la Facultad de Ciencias Naturales.
Norma Castillo y Ramona “Cachita” Arévalo, su esposa, son conocidas como militantes de los derechos de la comunidad Lgbt; siendo mujeres mayores que viven su amor, su relación de pareja desde hace más de treinta años, ambas de 67 años de edad, se casaron en un registro civil porteño y se convirtieron en la primera pareja de lesbianas que contrajeron matrimonio en Argentina, tras dos bodas ya celebradas entre varones en el país.
Norma y Ramona, que son pareja desde hace 30 años, pudieron contraer matrimonio en la Ciudad de Buenos Aires después de presentar recursos ante la Justicia para que se reconociera su unión.
“No quería desaparecer de esta vida sin que se reconozca este amor que lleva más de 30 años“, dijo Norma.
Durante una conferencia de prensa que ofreció la pareja en la sede de la Asociación de Abogados de Buenos Aires, Norma no pudo evitar su emoción cuando, con la libreta de matrimonio en la mano, preguntó: “¿Por qué hay quienes tienen que pasar toda una vida tapando lo que más quieren que es su amor?”, y aludió a los obstáculos “de toda clase” que deben superar las parejas del mismo sexo.
La mujer recordó que “hubo muchos que se murieron sin poder decir a cielo abierto: te amo.”
Ramona recordó que durante la última dictadura militar la pareja debió exiliarse, pero volvió a la Argentina a “saldar cuentas pendientes“.
Para lograr que le concedieran la autorización de matrimonio en un registro civil porteño, la pareja presentó un amparo en el marco de la campaña: “Los mismos derechos con los mismos nombres” de la Federación Argentina de Lesbianas, Gay, Bisexuales y Trans (FALGBT).
Norma es la presidenta del Centro de Jubilados Puerta Abierta a la Diversidad. Es un proyecto que concretaron con las psicólogas Graciela Palestra y Silvina Tealdi.
“Norma y Cachita (Ramona) son un ejemplo de lucha para las nuevas generaciones. Estuvieron en el exilio durante la dictadura militar y hoy pueden casarse en el país”.
El casamiento de las mujeres fue el tercero celebrado entre personas del mismo sexo en el país y constituyó un hito importantísimo para la posterior aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario.
Sobre esta Ley, Norma Castillo expresó a ParqueChasWeb en julio de 2010: “Desde el 15 de julio a las cuatro y media de la madrugada, cuando cantaron los guarismos votantes y Argentina tenía una nueva Ley que abría paso nada más ni nada menos que a la JUSTICIA, empezamos a comprender a sentir y a vivir todo el enorme significado de un acto que ponía fin a 2010 años de desigualdades, oscuridad, represiones, segregación, estigmatización y descalificación para miles de seres humanos. Significa el comienzo de una etapa, por la cual tenemos que seguir luchando, pero sabiendo que justo el 14 de julio conseguimos la igualdad jurídica y habiendo tomado como bandera la libertad de poder ser nosotros mismos, vamos a comenzar a construir la fraternidad para completar la trilogía base de los derechos fundamentales de la vida humana. Significa que ahora podemos pensar en una democracia real, una democracia más justa, que no cercena derechos a parte de sus individuos. Hago mías las palabras de la presidenta cuando dice, hoy me desperté sintiendo que en mí no había cambiado nada, ya tenía mis derechos, pero hoy miles de personas que no los tenían, ahora los tienen. Significa un avance enorme, un hito histórico, un ejemplo de madurez y raciocinio hacia una sociedad más justa, más real, sin dobles discursos y sin hipocresías. Significa que ahora tenemos que trabajar y colaborar para que esto se cumpla, porque hay muchas improntas marcadas a fuego que impiden ver las cosas de modo diferente o con claridad pero confiamos en así será. Significa que por primera vez en mucho tiempo se dejó lugar al amor, característica y rasgo tan especial de nuestra especie, y de otras también, para que ocupe el lugar que le corresponde. A partir de ahora muchos somos los que sentimos que la vida es digna de ser vivida, hombres, mujeres y niños amparados por una jurisprudencia realmente igual para todos. Porque todos somos iguales ante la ley y para los que creen en una fe son todos iguales ante los ojos de dios”.
Son queribles y despliegan ternura. Su lucha se identifica con la lucha por el amor. Dos mujeres mayores que se atreven a vivir abiertamente una relación que ha sido estigmatizada en muchos casos. Tanto por ser lesbianas, como porque la sexualidad entre las personas mayores es difícil de aceptar para el “sentido común hegemónico” que condena a lxs adultxs mayores a la condición de “abuelos/as”.
Lo que tal vez se conozca menos es la historia de militancia política de Norma. Su secuestro y tortura durante la Dictadura, que motivaron su posterior exilio.
Ella ubica su primer acto militante en el momento en que le plantea a su madre, terminando la primaria, que si no la sacaba del colegio de monjas no seguía estudiando. Dice Norma que le hizo un piquete a su mamá y tuvo éxito.
Cuando estaba en tercer año de la secundaria, se dio la pelea de “laica o libre”. Y ahí estuvo entre lxs que tomaron el colegio, para pelear, para que saquen la religión de la escuela.
Cuando terminó la secundaria, se fue a La Plata.
Cursó sus estudios en el Museo de Ciencias Naturales, donde fundó con otrxs compañerxs la Florentino Ameghino. Militante de izquierda, adhiere a la revolución que llevan adelante Fidel Castro y el Che Guevara.
Luego se integra a Montoneros y en 1976 es secuestrada, salvajemente torturada y luego liberada.
Después de este terrible suceso considera que no están dadas las garantías para vivir en Argentina y se marcha hacia el exilio en Colombia (estaba casada con un colombiano). Allí inicia su relación con Cachita.
Ambas retornan a la Argentina en 2001.
Norma prefiere no hablar mucho sobre su secuestro.
Afirma en un reportaje que “en marzo del ‘76 todo empeoró y, luego de un año de sucesos indescriptibles, tuvimos que exiliarnos a Colombia.” Indescriptible parecería referirse a lo que ni puede nombrarse.
Dice Norma: “En aquella época, yo trabajaba como colaboradora en el Hospital de Niños y, desde que empezó la dictadura de Videla, el panorama comenzó a tornarse caótico y terrorífico. Todos los días nos enterábamos de la desaparición de un compañero y los allanamientos nunca faltaban; la pasábamos muy mal. Tuve que irme porque no me quedó otra y no tenía margen para elegir. Si hubiese existido la opción, sin dudas me hubiese quedado a luchar por mi país, pero me detuvieron y, luego de apretarme, me torturaron hasta el cansancio. Las alternativas eran dos: me iba a Colombia con mi marido o me mataban”.
Agrega que le resulta muy difícil hablar del tema porque la enfrenta a un pasado de mucho dolor y resalta que lo que le pasó, tanto a ella como a muchxs de sus amigxs fue terrible y, aún hoy, le siguen doliendo los muertos.
En los fundamentos se concluye que Norma Arévalo merece la distinción de Personalidad destacada en el ámbito de los Derechos Humanos como militante de muchas luchas: la lucha revolucionaria de los 60/70, la lucha por los derechos de la comunidad LGBT, la lucha por el Matrimonio igualitario, la lucha por los derechos de lxs adultxs mayores.
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