La vuelta a clases presenciales: “La calidad educativa no es directamente proporcional al tiempo de concurrencia”
El 17 de febrero se inició el «Plan Primero la Escuela», una medida dispuesta por el Gobierno porteño para la vuelta a las aulas en el contexto de la pandemia de coronavirus. “Podríamos haber esperado a minimizar todo riesgo de contagio del Covid-19”, expresa la directora de la Escuela Pública Petronila Rodríguez, en la siguiente nota de opinión escrita para ParqueChasWeb.
Por Lelis Adriana Paladino
(directora de la Escuela Pública Petronila Rodríguez)
Sigo pensando cuál es la necesidad y urgencia del comienzo del ciclo lectivo en el mes de febrero.
Me parece que fue ayer y no puedo evitar recordar la compulsión y presión del Ministerio de Educación de la Ciudad para que organicemos, de la noche a la mañana, pequeños grupos de alumnos en lo que pasó a denominarse “burbujas a cielo abierto”. Las mismas tendrían una duración de una hora y media en los patios de la escuela, en grupos de nueve alumnos, al rayo del sol según el horario que les hubiese tocado en la urgente y apretada organización que tuvimos que realizar. (ver nota relacionada «La valoración es una adaptación a la realidad frente a esta pandemia»)
Por supuesto, si llovía, se suspendían las burbujas y las familias debían sostener la frustración y sensación de engaño que sufrirían los alumnos y alumnas. Y de hecho nos pasó con los alumnos de segundo grado. Por la fecha en que decidieron realizarlas (octubre 2020 en adelante) no había hueco posible de reponer espacios perdidos por mal tiempo a ningún grupo ya que los 300 alumnos de nuestra escuela debían pisar suelo Petronilo —como decidí bautizarlo— como si de eso dependiera la aprobación del año en términos pedagógicos.
Conclusión: Los alumnos, muchos no pudieron venir por los horarios, otros no los mandaron las familias por temor al contagio y los pocos que asistieron no se integraron y/o reencontraron con todos sus compañeros/ras como declamó la Ministra ya que las burbujas eran de 9 integrantes y no de 27 que conforman el grado.
Por supuesto, toda la información el gobierno de la Ciudad primero se la enviaba vía mail a las familias y a posteriori nos llegaba a las Conducciones de las escuelas, generándonos pérdida de tiempo en responder mail, mensajes y llamados a las familias que recibían una información a medias y las confundían más de lo que ya estaban en medio de la pandemia.
Cambiamos toda la agenda educativa, terminamos el 16 de diciembre, sin tiempo de sentarnos a evaluar con tranquilidad todo lo transcurrido durante el arduo 2020 a nivel social y a nivel comunidad de la Petro.
Ya en enero del 2021, comenzaron los rumores del comienzo del ciclo 2021 en febrero. Mi cabeza ya en enero, aproximadamente el 15, comenzó a pensar en cómo organizaría a 300 alumnos en burbujas, de manera tal, que todos los niños y niñas puedan asistir y compartir con su docente. Y conseguir —y no fue un detalle menor— auxiliares de limpieza ya que con dos (2) no es posible garantizar la sanitización del edificio. Mis vacaciones mentales fueron muy cortas.
Pude organizar, a partir de una sugerencia de una mamá del cole, después de tirar y romper millones de borradores. Nuestra escuela tiene ciertas ventajas que no tienen la mayoría de los establecimientos educativos dependientes del Gobierno de la ciudad, a saber: dos patios hermosos rodeados de árboles en todo su perímetro, cuatro entradas que permiten dividir la entrada de 150 alumnos por la mañana y 150 por la tarde respetando el distanciamiento y aulas muy ventiladas en su mayoría.
Me comuniqué en enero con la comisión de Cooperadora para encargar los bidones de alcohol, los pulverizadores —uno para cada docente— y los bidones de amonio cuaternario para la sanitización correspondiente, dado que la experiencia del año anterior con respecto a los materiales enviados por el Ministerio de Educación fue patética y de dudosa procedencia; además de ser extremadamente escasa.
De los cuatro termómetros que nuestra escuela tiene en la actualidad uno (1) lo compró la Asociación Cooperadora, dos (2) fueron donados por dos familias y UNO (1) el que aportó el Ministerio.
Me pregunto si no obteníamos la colaboración de las familias y de la Asociación Cooperadora, ¿cuánto tiempo demoraríamos en tomar a 150 alumnos la temperatura, anotarlos en la planilla correspondiente con un sólo termómetro? ¿Llegaría la fila de padres y alumnos manteniendo la distancia correspondiente de Andonaegui a varias cuadras de la escuela? ¿Y cuánto tiempo después de todo eso, le podríamos dedicar a lo netamente pedagógico que creo es lo que nos compete?
Parecería que los directores y directoras debemos cubrir todos los huecos que la Ministra no tiene en cuenta. Toda la logística es responsabilidad de la dirección de la escuela, si sale bien es mérito de Ministerio de Educación y si sale mal es responsabilidad única del directivo a cargo.
Las fotos nunca fueron favorables para nosotros. Sí, son de suma importancia para el Gobierno de la Ciudad y la Ministra. ¿Qué necesidad de arriesgar a todo el personal docente sin vacunar y a la comunidad entera por una ventaja política? ¿Por qué no comenzar el ciclo manteniendo las plataformas virtuales como medio seguro por uno o dos meses más hasta estar todos vacunados?
Cabe aclarar que los alumnos concurren en el turno mañana de 8.15 a 11.15 y deben ser retirados. Si no pueden los padres porque trabajan, deben dejar a algún adulto a cargo. Desde las 11.15 hasta las 13.15 se realiza la sanitización de aulas, baños y entradas y de 13.15 a 16.15 ingresan los alumnos de la tarde.
¿Qué pasa con los alumnos que no son retirados a tiempo? ¿En qué lugar se los ubica? ¿De quién es la responsabilidad si se contagian esperando a ser retirados o si simplemente se dobla un pie?
¿Debe quedarse el docente cuidando al o los alumnos que quedan, postergando y acortando su horario de almuerzo? ¿A quiénes van a responsabilizar las familias en los casos mencionados? ¿Al Ministerio, a la ministra??? ¿O a los directores/ directoras de las escuelas?
Creo que todos estos posibles riesgos innecesarios bien podrían haberse evitado o mejor dicho reducido, comenzando virtualmente como se trabajó durante todo el año pasado.
Ya existen noticias de varios docentes contagiados a los pocos días de presentarse en las escuelas sin chicos. Un docente curricular que asiste a varios grados, (ejemplo plástica, música, etc.) si participa de una burbuja que presenta contagio, puede transmitir sin saberlo al resto de los grados el virus y lo mismo con el docente de grado que tiene una burbuja a la mañana y otra a la tarde. Estamos librados a la suerte de no contagiarnos.
Tantos docentes, como alumnos y sus familias, todos, tenemos integrantes de riesgo que no han sido tenidos en cuenta al momento de lanzar livianamente el anuncio del comienzo del ciclo lectivo en febrero.
A riesgo de estar equivocada, después de treinta años de servicio y de once como directora en la Petro, sigo convencida que la Calidad Educativa no es directamente proporcional al tiempo de concurrencia y por ende podríamos haber esperado a minimizar todo riesgo de contagio del Covid-19.