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Ni un pibe menos, desde el cine un manifiesto en contra de la violencia institucional


Hace cinco años, en el barrio Zavaleta de la zona sur de nuestra ciudad, una bala perdida que salió de un enfrentamiento entre bandas narcos, mató a Kevin Molina de nueve años.  ParqueChasWeb conversó con Antonio Manco, el director de cine de origen napolitano que a través del documental “Ni un pibe menos” retrató los sucesos posteriores de aquel día fatal.

 

 

Por Fernando Belvedere

 

El 7 septiembre de 2013, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a pocos metros de dos destacamentos de las fuerzas de seguridad, en el humilde barrio de Zavaleta, dos bandas de narcotraficantes se disputan una boca de expendio de drogas. La zona estaba liberada. Se disparan 105 proyectiles durante tres horas de tiroteo. Una de esas balas mata a Kevin Molina, de nueve años. Su familia y su comunidad reaccionan unidas. Los vecinxs, nucleados en una organización horizontal, La Poderosa, van encontrando un sentido que trasciende las reivindicaciones inmediatas. Allá donde se sufren las consecuencias de un Estado ausente, la cámara descubre una humanidad presente.

 

En el mes de julio de este año, el Colectivo Barrial Parque Chas, organizó la proyección del documental Ni un pibe menos, el testimonio fílmico de los días posteriores al asesinato de Kevin que dirigió Antonio Manco en coproducción con Mascaró Cine. Además del director, ese día estuvieron presentes los padres Kevin, quienes participaron de la instalación de un mural fotográfico con su rostro en una pared de Parque Chas. Al finalizar aquella actividad, los que estuvimos presentes escuchamos enmudecidos y entre lágrimas el crudo y amoroso relato de Roxana Benega, mamá de Kevin. Muchos salimos con la sensación de que aquellas palabras atravesaron nuestras vidas sin sobresaltos. Que la empatía nos puede convertir en mejores personas.

 

Antonio Manco hablando de Ni un pibe menos. Foto Laura Taiko

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A cinco años de la bala que mató a Kevin Molina, ParqueChasWeb conversó con Antonio Manco, el documentalista napolitano que dirigió Ni un pibe menos, cuya vida quedó atrapada por la militancia de los que hacen La Garganta Poderosa y la esperanza en el corazón de esa madre y su familia para ver justicia.

 

Antonio Manco, llegó a Buenos Aires en agosto de 2013, para participar en el Festival de Cine y Derechos Humanos de Buenos Aires donde presentó un documental de su autoría. Durante aquellas jornadas tomó contacto con La Poderosa, que era conocida en Italia por su revista de cultura villera: La Garganta Poderosa.

 

La semana anterior al asesinato de Kevin, Antonio estuvo en la Villa Zavaleta grabandolo con vida juntos a sus amiguitos, sin sospechar, ni siquiera imaginar, que uno de estos pibes que estaba filmando, que sonreía a su profe de música con ojos de maravilla y con toda una vida por venir; una semana después sería una víctima fatal de un tiroteo entre bandas armadas externas al barrio. Un tiroteo que duró tres horas, a espaldas de las fuerza de seguridad que tiene dos destacamentos a cincuenta y a cien metros de donde ocurrió. Un tiroteo en donde detonaron 105 balas de Uzi y de Fal, que son armas de guerra. Ese día hubo nueve llamados registrados al 911, la falta de respuesta a ellos evidenció la complicidad de los gendarmes que este día decidieron liberar la zona.

 

“Cuando su madre, Roxana Benega, me relató lo que pasó aquel 7 de septiembre de 2013, yo no le creía. Mejor dicho, no conseguía creer lo que ella me contaba y de la manera en lo que me lo contaba. De hecho,  este trágico día no terminó en la muerte de un pibe de nueve años, sino que después de haber dejado el cuerpo sin vida de su hijo en el hospital, la madre volvió a su casa y se encontró con que la policía que, no contenta de lo que había causado, allanó su casa. Y como si nada , le robaron dos teléfonos celulares y doscientos pesos que tenia escondidos bajo la almohada de su cama”, narró Antonio Manco.

 

Lo que más impactó al director de Ni un pibe menos y cambió para siempre su mirada europea, fue la manera en que Roxana le contó los hechos aquel día: “Normal”.

 

“Todo lo que me relataba me lo relataba como si fuera normal. Por esto me costaba entenderlo. No podía entender, que en Argentina, la policía actuara así habitualmente, pisoteando la vida de aquellos que habitan las villas argentinas. Llevándose la vida de pibes inocentes, a veces amedrentándolos y obligándolos a robar para ellos y como pasó con Luciano Arruga, que lo desaparecieron. Un caso también mencionado en el documental. Así conocí El mundo patas arriba de Galeano, sin haber leído todavía una página de ese libro. Así que para contestarte bien, no llegué a la historia de Kevin, sino que me atravesó como atraviesa un cielo terso un trueno improviso, para sacudirme de una vez por todas de la tranquilidad de mi sueño, o mejor dicho de mi incociencia”, expresó Manco en el prólogo de la entrevista.

 

Antonio, ¿Cómo decidiste quedarte en Argentina?

Tenía pensado quedarme como mucho tres meses y, sin darme cuenta terminé quedandome tres años. Al principio pensaba, solo desarrollar una investigación fílmica para armar un proyecto cinematográfico y en un segundo momento volver cuando hubiera conseguido los recursos económicos necesarios para realizarlo. Recursos que nunca lamentablemente llegaron y solo gracias a la solidaridad de organizaciones como las ‘Asambleas del Pueblo’ que en Buenos Aires me dió su apoyo y sostén, pude quedarme para producir esta película autogestiva e independiente, que contó también con el apoyo incondicional de quienes me acompañaron en este proceso. En definitiva, la urgencia de aquellxs que militaban en la villa por un lado y la esperanza en el corazón de esta madre y su familia para ver justicia me terminaron atrapando.

Y cuando digo justicia, no me refiero solo a la justicia legal, sino también a la justicia mediática que tardó ocho días en sacar al aire el caso de Kevin. Ocho días de espera y desesperación de esta familia que se sentía más abandonada que nunca. Y en los peores momentos ésta madre, las hermanitas, los hermanos de Kevin, depositaban en mí la esperanza de por lo menos visibilizar el caso. Una responsabilidad a la que no supe tirarme atràs. Fueron tres años de anonimato, a la par de los militantes anónimos que trabajan a diario en estos barrios, con esperanza y obstinación de transformar esas realidades.

 

En lo personal, ¿qué marcas dejó en tu vida el caso de Kevin?

Sin duda me marcó para siempre, y si bien  me entristeció mucho conocer las condiciones de vida a causa del abandono estatal que se vive allá, en lo personal me hizo un ser humano mejor, sin duda. La familia de Kevin se volvió mi familia compartiendome el pan, los llantos, el mate y la alegría de cada dia. Y los que hacen La Garganta Poderosa se volvieron amigos, hermanos y mejor dicho compañeros de viaje a los que mirar y admirar por el trabajo diario de denuncia y de costrucción social.

Mi cámara ‘primermundista’ se desenfocó muchas veces y no fue por un juego de lentes, sino por las lágrimas que demasiadas veces me mojaron la mirada, limpiándola de condicionamientos y sobre estructuras, y se volvió menos mecánica, más crítica  y más humana. Esta mirada que espero se vea reflejada en la película.

 

Mural de Kevin Molina en Parque Chas. Foto Laura Taiko

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Te tocó vivir algún caso similar al de Kevin en tu Nápoles natal? ¿Qué similitudes encontrás en casos de violencia de las fuerzas de seguridad entre Nápoles (u otra ciudad que conozcas) y Buenos Aires?

En Nápoles vivimos situaciones parecidas de pobreza, de faltas y de abandono estatal, sobretodo por la presencia de barrios carenciados y marginados por una política históricamente corrupta que parece encontrar terreno fértil en un pueblo desesperanzados que registra el número más alto de migración de jóvenes de Europa quitando fuerza al futuro, cada dia màs.

De hecho la idea surge desde el Festival de Cine y Derechos Humanos de Nápoles, para descubrir aquellos ejemplos de empoderamiento popular en Latinoamérica capaces de mostrar la fuerza de un grupo de vecinos organizados para cambiar su propia realidad y poderla traer en Nápoles, e inspirar asì nuestro desamparado territorio, en donde si bien hay violencia y pobreza no hay gargantas poderosas para gritar el dolor y transformarlo en canción.

Buscaba un ejemplo de belleza social para traerlo en nuestros barrios carenciados, en donde lamentablemente la esperanza de cambio es solo un ideal de aquellos que sueñan lo imposible.

La muerte de Kevin me llevó donde yo no pensaba, ni siquiera imaginaba… y si bien se conocen varios casos de balas perdidas en medio de la violencia en Nápoles, ninguna me tocó tan de cerca, ninguna me miró en los ojos interpelandome personalmente como esta en Zavaleta.

Respecto a los casos de violencia institucional en los barrios periféricos de Nápoles, así como de todo el territorio italiano, hay varios casos emblemáticos e inclusive de muerte por tortura en manos de la policía. Pero estos, a pesar de doler un montón, no llegan ni a los tobillos respecto a los casos innumerables y continuos de la violencia que a diario se vive en Argentina, y que lamentablemente hoy parecen recrudecer. Se transforma así el sentido de protección, que sí tenemos en Italia, en miedo hacia las propias Fuerzas de Seguridad.

 

¿Estás trabajando en algún otro proyecto documental en Argentina?

Después de la realización de Ni un pibe menos, ya atrapado por la realidad de Argentina, pude recuperar la idea inicial de un documental que tratase el trabajo de los tantos vecinos que forman esta organización poderosa y latinoamericana. Desde la Garganta y más allá estoy trabajando en un nuevo proyecto independiente juntos con Mascaró Cine para realizar una película que pueda resumir y valorar un proceso largo cinco años, un viaje personal y colectivo, en donde no solo hay casos de violencia institucional que fui conociendo en todo el pais sino también una esperanza continental… el título de la película es Un viaje poderoso,  viaje que me ha llevado a seguir las hazañas y los desafíos de esta organización popular, que desde Argentina va viajando sin parar, pasando por el primer foro latinoamericano en Cuba hasta Brasil, donde tuve la suerte de participar y compartir este segundo foro y en donde es ya visible el crecimiento de estos jóvenes que son una esperanza de humanidad nueva no solo para latinoamerica.

 

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