EL Tango volvió al Barrio
El sábado 7 de agosto, el Bar El Faro se volvió a iluminar en momentos que está celebrando su 90º aniversario. Hernán Cucuza Castiello y El Trío Inestable se presentó después de una larga ausencia producto de la pandemia mundial que paralizó gran parte de las actividades culturales. Para conocer de primera mano lo que sucedió en la jornada inaugural del regreso Farolero, ParqueChasweb reproduce la crónica del cantor que desde hace 14 años programa el ciclo “E.T.v.a.B” en la esquina de Constituyentes y La Pampa, donde se besan cuatro barrios.
Por Cucuza Castiello
Dios es tanguero sin dudas! hablo del Dios con más publicidad o del Dios que puntualmente maneja el clima, Zeus ponele, el trompa del clima digamos. Como sea, el sábado, el de la vuelta después de año y pico largo, el de los 14 años de «El TANGO vuelve al Barrio…!», ese mesmo! El del 7 de agosto, fue PRIMAVERA…!
Ya desde un par de semanas atrás, más o menos 35, 36 semanas atrás, me había empezado a laburar el marote, la ansiedad toda me ocupó por entero; la ansiedad tomaba forma de preparación de la fecha (hacer afichito, ver repertorio, invitados e invitadas, difundir, etc. miles…) o de recuerdos que volvían, o de presentes intrigantes; la ansiedad por suerte tenía fecha y hora de vencimiento: SÁBADO 7 DE AGOSTO A LAS 4 DE LA TARDE, EN «EL FARO» (más bien!) para la ansiedad mía, la hora era las 5 de la tarde; y de esa fecha y hora voy a escribir, pero voy a empezar incluso desde un poco antes, tipo 2 de la tarde, a esa hora cae a casa Roberto Oneto, el legendario, el cantor, el amigo, el que conoce todas las calles y mucho de fútbol y de tango, de la vida toda bah… «El Rober» así se escribe, así lo juno y así lo quiero, «El Rober»: el de fierro! al toque cae Kike y al toque Araque, el último en llegar fue, nada menos, el que traía el morfi («Sushi Azuleño» según él) «El Cachafaz» o Miguel Peñalba; o sea, «la previa» ya se había armado.
No sé bien cuando empezó la (in)sana costumbre de «la previa», pero sí sé que cuando empezó ya no paró, tampoco se bien porqué empezó y esa es una de las preguntas que menos me importa responder, porque lo importante es que empezó, que tuvimos una excusa más para juntarnos; y claro, nos juntamos hasta que la pandemia ya no lo quiso, y si bien al principio las juntadas eran por celulares y por computadoras, las juntadas postas, las que ocurrían primero en mi casa para desembocar irremediablemente en «El Faro», en las noches que se hacen día, en las noches de «tango no a reglamento», las noches de «ETvaB..!!!/Cucuza y El Faro…», esas juntadas no estaban pasando; si, por suerte hubo algunas en otra parrillita que juna Kike, y hace poco también nos juntamos en El Faro a almorzar, esa aproximación, confieso, ya había sido emocionante. Y bué, como venía contando, este sábado 7, de tardecita, volvió «la previa» y al rato volvería, como le dicen algunos, “El Ritual», «La Misa», denominaciones que recibo con orgullo, esas denominaciones tan ligadas al «Rock» sobre lo que pasa cuando canto en el Bar, en el Barrio…
A diferencia de siempre, esta vez le dije a los muchachos que vayan solos, solemos ir juntos de casa hasta el Bar, pero esta vez, en parte porque quería llegar a «El Faro» y que ellos estén sentados, como público, como los conocí, siendo parte del asunto así como así, y también es porque quería estar solo ya que había pensado en «entrar» cantando un fragmento de «De tardecita», tango cantado por Gardel (cuál no cantó Gardel..??!!!) y también por Cardei, tango que dice: «Volvé de tardecita al barrio lindo que te vio…», y quería repasar la letra antes de llegar al Bar, ese fue el otro motivo que tuve para mandarlos solari a los muchachos; y así fue que saludé a los en la puerta de casa, y al rato, después de repasar la letra y de terminarme de enderezar el nudo de la corbata, muy, muy nervioso enfilé a caminar las dos cuadras que me separan, que me unen mejor dicho, a «El Faro»; el querido músico/filmador Gonzalo Sánchez vino registrar los cuatro sábados de festejo por los 14 años, va a tratar de documentar, de mostrar lo que se puede entender más a través de los ojos que de las palabras, y con él filmando el trayecto, salí de casa, muy nervioso repito; es común que me sienta así cada vez que canto en el Bar, pero casi nunca estuve tan así de nervioso y los motivos podían ser los de siempre sumado el año largo sin cantar ahí, sumado las caras que no iban a estar, las que sí iban a estar, sumado a que sería en el Bar pero no era dentro del Bar, sumado a que era de tarde y no de noche, que no habría «recalada», sumado al «Coronavirus», un detalle…
Entonces caminé bien rápido, incluso con los timbos puestos, quería llegar rápido, quería sacarme la duda aun teniendo ciertas certezas que los 14 años de estar cantando ahí, los 14 años desde que empecé a hacer ese recorrido de casa al «trabajo» (vale decir «trabajo sin horario muy fijo, más bien muy móvil, je) la certeza que me estaban esperando y que me quieren, y eso es mucho más que casi cualquier duda o cagazo… Juan Serén en uno de sus temas escribió: «Lo mismo no es igual», siempre me gustó esa frase, y lo mismo puede que no sea igual y eso puede estar bien o puede estar mal; en lo que tiene que ver con esta vuelta, «lo mismo no es igual«, terminó, empezó siendo bueno…
Costó empezar, la parte mala del «lo mismo no es igual«, las ausencias, me entrecortaron la voz cuando quise hablar, me hicieron llorar casi, pero soy cantor y estaba ahí para cantar, para cantarle a los vivos y a los muertos, y todos estaban ahí juntos, eso fue así, tan místico como real.
A esta altura capaz estén podridos de leer, y es lógico, es porque escribo mucho y es también porque a veces las cosas con letras no se pueden entender, y tendría que renunciar a tratar de explicar lo que es parte casi exclusiva de los sentires, del estar en el lugar, de ser parte, de lo vivo del vivo…
«Lo mismo no es igual«, porque la nueva normalidad dicta algunas reglas, reglas acatadas en pos de la tranquilidad, de preservar la salud, como el hacerlo afuera, al aire libre, nomás bajo el toldo del Bar, en la ochava, o el que haya menos cantidad de gente, la separación entre los concurrentes, el aforo, o las ventanas y puertas del Bar abiertas para las pocas mesas, sillas y personas que estaban ubicadas dentro, donde siempre, donde siempre ocurrió, «lo mismo no es igual«.
La nueva normalidad dictaba sí, pero los y las que ahí estuvimos el sábado de alguna manera no escribíamos lo que la realidad nos dictaba. Hubo una cierta inmunidad dada por una vacuna hecha en Argentina, muy probablemente «porteña», la vacuna está hecha de ciertas costumbres («costumbres argentinas, y dice así…». Tangueros a Googlear, Rockeros a sentirse cómplices, je…) llamale Tango, llamale Barrio, Bar, llamale amistad, llamale la «buena argentinidad al palo», esa misma que nos hizo inmunes por unas horas, inmunes a la cosa fulera que nos rodea, que por momentos nos logra rodear y que por momentos, como los vividos el sábado de la vuelta, no lo logra…
Caras amigas, queridas, caras primerizas, caras notables para la gran mayoría, caras notables para unos pocos y pocas. Hubo matices, todos los matices que tiene el Tango y esos matices llegaron a los momentos, a las cosas que fueron pasando: la euforia, la alegría, la tristeza, la melancolía, a veces una antes que otra, a veces la otra antes que la una, la verdad, lo cierto, lo supuesto, las certezas, las sorpresas, todo iba pasando, iba ocurriendo. Como en el Tango, nada fue todo el tiempo lo mismo, o «lo mismo no es igual«.
Para mi suerte, uno de mis miedos, era lo diurno, y lo diurno ya me había hecho dudar sobre la pilcha a usar, algo así como que hace un tipo con corbata, con camisa y lienzo negros (los botines tanto no me preocupaban) a plena luz del día..?, debo reconocer que la gente, los vecinos, los autos que pasaban, en el trayecto de casa al Bar, un poco raro me miraban… el miedo con lo diurno influía hasta en el repertorio: cómo voy a cantar «Mensaje» a las 5.25 de la tarde..???; por suerte la opinión de los amigos ayudaron a disipar algunas dudas de ese «lo mismo no es igual» maldito por momentos, los amigos y la realidad, el tiempo que corría y hacía que tenga que empilcharme, que tenga que pasarle la lista de temas a el «Trío Inestable» también conocido como Sinkunas, Perrone y Mateo; y que trío me eché..!!! Hablando de todo un poco… Pero bueno, me fui para atrás un poco en el tiempo, supuestamente ya estoy cantando, ya vi las caras, ya habíamos empezado a pasear por todos los lugares del tango, de la tarde y otro miedo decía se disipó, en un momento se hizo de noche… Digamos que ya había habido un esmero por parte de Romina, de Marisa y de El Vasco (tras mi suplica claro) de, como diría «El Bambino», «ponerle un toldo al día«, de hacer que la tarde sea lo menos tardecita, lo más noche posible… Y si bien en mucho «lo mismo no es igual» si fue de noche, de noche de verdad y eso hizo que pudiese cantar algunos Tangos que no se pueden cantar de día, otro día, u otra noche mejor, charlamos sobre cuáles son esos Tangos en cuestión, aunque seguro se los puedan imaginar.
«Lo mismo no es igual» (si, ya sé, los tengo podrido con eso, y bué…) porque ya había cantado mil veces «Que me van a hablar de amor», «Después», ya había tomado alguna que otra vez algún «pediátrico«, ya los «Faroleros» y algunos civiles habían coreado «Fueron tres años», ya habían venido Víctor Hugo Morales, el Beto Asurey no era la primera vez que estaba en «El Faro», Roberto Goyeneche (h) tampoco, Lidia Borda y Dani Godfrid ya habían cantado y tocado más de una vez, también más de dos y de tres, pero déjenme decir que cuando cantó Lidia «No necesito nada más» fue como si todos y todas la hubiésemos escuchado por vez primera; «lo mismo no es igual», puede que sea por los 17 meses que pasaron desde la última vez que nos juntamos en el Bar.? Puede ser, si… puede ser porque siempre es un poco así independientemente de la pandemia..?, eso es seguro, esa es una de mis otras certezas: «lo mismo (por suerte) no es igual» y a veces, y una de esas veces fue el Sábado que pasó, por lo bueno que fue, va a tardar en pasar, va a tardar en ser parte del recuerdo, va a ser presente en mí y ojalá en quienes estuvieron, por un buen rato… La vuelta, los 14 años del ciclo, ciclo cíclico y no predecible del todo, porque, ya saben creo, no sé si lo dije, como dijo Serén alguna vez: «LO MISMO NO ES IGUAL«…
El sábado que viene (14/08) va a ser la segunda vuelta, canto con Mateo y con su viola, puede que invite a algún otro violero, puede que sea Mariano Heler y puede que los tres le demos una sorpresa a alguien que va a estar presente; vienen a bailar Bruno Tombari y Rocío Lequio y otra vez ninguno de los invitados son ajenos al talento ni a «ETvaB..!!!», Mariano, Rocío y Bruno (como el sábado pasado lo fue Analía Sirio, gran cantora y amiga.!) vendrían a ser los invitados sorpresa» o informales o no sé bien como llamarlos, y si digo esto quiero decir que habrá un invitado principal, de lujo, y lo de principal y de lujo créanme que le escapa con creces al lugar común de ciertas presentaciones, porque digo esto..?, porque digo OSVALDO PEREDO..!!! Necesito agregar, decir algo más sobre Osvaldo? Capaz que sí, pero al cuete, vengan y escúchenlo cantar y escúchenlo contar y mírenle las manos y los ojos y como se para, cuando escuchen y vean eso, cuando estén ante «El cantor escuela» van a aprender a entender y los que ya lo saben, los que ya lo vieron y escucharon, seguro se van a volver a equivocar, a sorprender…
ABRAZO GRAN… SE AGRADECE TANTO Y DE CUORE A USTEDES, A MI VIDA DE CANTOR, ESE MÁS DE LO MISMO QUE NO ES IGUAL.
El Tango Vuelve al Barrio en palabras de un Farolero
Por Diego Joy
Desde hace 14 años lo hace de la mano de Cucuza Hernán Castiello. Cómo lo definió la gran Lidia Borda, epítome del artista popular. Constructor de espacios, de climas y -quizás lo más importante- de identidad colectiva que conversa de tú a tú con los monstruos sagrados del universo tanguero. También lo dijo Lidia: aquellos artistas también surgieron a fuerza de cantar y tocar en el barrio, en los cafés, en los clubes y forjaron el rostro cultural que nos identifica en el mundo.
Encima QQ se las arregla para generar un espacio amistoso donde todos jugamos y donde todos nos volvemos compinches de todos.
En lo personal, este fue el lugar donde mi viejo encontró el último lugar de pertenencia que supo darse. Conoció a Cucuza y El Faro con 83 u 84 años y encontró un rincón que lo hizo feliz en un tiempo en que le resultaba imperioso. Entonces, también gracias por semejante regalo para el viejo y para mí.
Hoy fuimos con mis amadas compañera e hija. Ojalá que haya servido para convidarle a Sofi -especialmente- un poquito de la magia tanguera y farolera y que se vaya enamorando de nuestra música.
Gracias QQ, Trío Inestable e invitadas. Un recuerdo imborrable más para mi entrañable colección.