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Casa Pringles ATR: El Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad se presentó en el expediente por el desalojo

 

 

 

 

 

 

La cartera también puso a disposición “las políticas y herramientas del Ministerio para garantizar un acompañamiento integral”. El 17 de junio, un grupo de mujeres con sus hijos e hijas en situación de vulnerabilidad fueron desalojados del inmueble que ocupaban desde hace un año en el barrio de Almagro por orden del Juzgado en lo Penal, Contravencional y de Faltas N°25 de la Ciudad, en el marco de un operativo que incluyó represión contra legisladores y manifestantes y la detención de seis personas que fueron liberadas anoche.

 

El inmueble conocido como “Casa Pringles ATR (Autónoma, Territorial y Reparadora)” está ubicado en la calle Pringles 340/42 de la Ciudad de Buenos Aires y muchas de las mujeres que allí vivían con sus niños y niñas “habían atravesado recientemente situaciones de violencia por motivos de género”, explicaron en el comunicado.

Tras resistir el desalojo por más de ocho horas, las mujeres accedieron ayer a retirarse de la vivienda con el compromiso de la administración porteña de brindarles un lugar de alojamiento por 30 días en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires y encarar una instancia de diálogo para acercar una solución de fondo frente a la situación de vulnerabilidad en que se encuentran.

“La Casa Pringles funcionaba hasta el sábado como hogar para esas mujeres con sus niños y niñas, y además como un espacio de crianza colectiva para las infancias, en donde se les proveía comida, educación y cuidados”, señalaron a Télam.

0″La orden de desalojo, emitida de manera intempestiva, se hizo por fuera de las conversaciones con el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que se había comprometido a no llevar adelante el desalojo de las familias, sin antes prever las condiciones materiales para asegurar una vivienda digna”, agregaron.

El despliegue policial había comenzado a las 7 de la mañana del 17 de junio para dar cumplimiento a una orden judicial derivada de una denuncia de la Dirección General de Administración de Bienes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

El inmueble pertenece al Gobierno porteño, que en siete ocasiones intentó subastarlo sin lograrlo debido a la falta de oferentes, hasta que hace un año aproximadamente fue ocupado por un grupo de al menos diez mujeres que quedaron en la calle tras escapar de situaciones de violencia de género, según relataron a Télam.

“Patearon la puerta y entraron por la fuerza”, dijo Eva, una de las mujeres de Casa Pringles y explicó que el operativo las tomó por sorpresa ya que hace tres semanas mantuvieron una reunión con funcionarios del área de Bienes de la Ciudad.

Durante las ocho horas de resistencia, organizaciones sociales y políticas se congregaron en el lugar para llevar adelante una manifestación que fue reprimida por efectivos de la Policía de la Ciudad con el saldo de seis personas detenidas, entre ellas el presidente de Nuevo Encuentro de la Ciudad de Buenos Aires y director de Gestión política y social de ACUMAR, Antolín Magallanes.

Al constatar esta situación, ayer se hizo presente en el lugar la Coordinadora del Programa Acercar Derechos (PAD) de esta cartera, “a fin de ponerse a disposición y acompañar a las mujeres” que vivían en el inmueble, lo que no pudo concretarse porque “el ingreso no fue autorizado”.

“En consecuencia, presentamos un escrito en el marco de la causa a fin de expresar preocupación por los hechos ocurridos y aportar herramientas legales para garantizar los derechos fundamentales de mujeres y niños/as, como el derecho a la vivienda, principalmente cuando se trata de mujeres que atraviesan situaciones de violencia por motivos de género”, dijeron.

También se hicieron presentes en el lugar para denunciar la ilegalidad del desalojo los diputados nacionales del Frente de Todos Mónica Macha y Natalia Zaracho; las legisladoras porteñas María Bielli, Ofelia Fernández, Berenice Iáñez y Cecilia Segura, así como el Auditor de la Ciudad de Buenos Aires, Lisandro Teszkiewicz, y referentes de distintas organizaciones sociales y políticas.

El presidente de Nuevo Encuentro y titular de Acumar Martín Sabbatella informó hoy que las seis personas que habían sido detenidas fueron liberadas en las últimas horas, al tiempo que exhortó al Gobierno porteño a “dar explicaciones por su accionar antidemocrático”, en relación no sólo con “los desalojos de Casa Pringles” sino también con “la brutal represión que llevó adelante contra los manifestantes que se acercaron a reclamar pacíficamente”.

 

Comunicado después del desalojo

Casa Cultural Pringles ATR – Autonomía Territorial Reparadora

Nuestros sueños colectivos no se desalojan

Esta foto fue sacada el pasado sábado en medio del desalojo violento (que tuvimos que resistir durante más de 12 horas) por parte del Gobierno de la Ciudad sobre nuestra casa: Casa Cultural Pringles A-T-R (Autonomía Territorial Reparadora). Casa que recuperamos hace un año y medio del abandono y del desuso, y en la que construimos un refugio afectivo y político para nosotras, nuestrxs hijes y la comunidad.

 

 

Nos desalojaron, en medio de un proceso de diálogo y negociación abierta con Matías Vitale -director general de Administración de Bienes GCBA- con quien acordamos la búsqueda de presupuestos para resolver la vivienda de cada una, tarea en la que estábamos inmersas. Sin importarles este acuerdo, y con un procedimiento lleno de irregularidades, firmado por el juez Alejandro Gabriel Villanueva, ordenado por la Fiscal Lorena San Marco y pedido por Carolina Barone (directora general de la Mujer de CABA) y Maria Migliore (ministra de Desarrollo Humano y Hábitat) y el mismo Vitale, nos desalojaron. Dicen que el objetivo es destinar la casa a la ampliación de un hogar de mujeres. Pero eso es lo que ya estábamos haciendo nosotras, concretando un espacio albergue, sin financiamiento público. Lo sabían. Lo habíamos informado en el proceso de diálogo y nos desalojaron por la fuerza.

Decimos que fue un procedimiento irregular porque no se notificó a las defensorías ni a lxs abogadxs del desalojo. Nuestrxs abogadxs enviaron el pedido de nulidad el sábado mismo, en medio del desconcierto y sin recibir respuesta, pero nada fue suficiente para frenar el desalojo, porque la decisión estaba tomada. El despliegue represivo y la espectacularidad del operativo comenzó de madrugada con un vallado que intentó aislarnos del barrio y de nuestras articulaciones políticas y afectivas. El desalojo ya estaba decidido como parte de una campaña política. El objetivo fue alimentar el ideal de “seguridad ciudadana”, dar otro ejemplo de mano dura y resguardar los negocios inmobiliarios que caracterizan la actual gestión del Gobierno de la Ciudad.

Montaron un operativo represivo jamás visto, desmesurado. Con más de 300 efectivos de la policía, sitiaron el barrio de Almagro para desalojar a un grupo de mujeres y niñxs, y mucho más que eso: porque tienen muy claro que somos mucho más que las buenas víctimas que acostumbran a tratar. Su accionar, lejos de callarnos y amedrentarnos, como pretende, nos fortalece y nos impulsa a seguir construyendo las vidas que queremos vivir.

El desalojo fue un ataque a un proyecto autónomo y a un proceso de reparación colectiva que ni la justicia ni la cúpula del PRO con toda su policía van a lograr interrumpir.  No se nos pasa por alto que la orden de reprimir con palos y pertrechos antimotines a quienes estaban del otro lado de las vallas acompañándonos fue en el mismo momento en que la negociación había llegado a un punto de destrabe, cuando colectivamente decidimos aceptar ir a hoteles de CABA. ¿Otra manera de intentar aislarnos de nuestros vínculos? ¿O es que el Gobierno de la Ciudad también quiere (igual que el gobierno jujeño) la foto de su policía lista para desalojar cueste lo que cueste? Producto de la represión, se llevaron 6 personas detenidas a las que liberaron recién a la media noche.

Mientras la policía sacaba nuestras cosas a la calle, un grupo de trabajadores del BAP (Buenos Aires Presente) dijeron a viva voz: “a estas hay que sacarlas con un tiro en la cabeza”. Escuchar esta amenaza no nos sorprende, porque esa es la línea de este Gobierno. Seguir construyendo una ciudad higiénica, una ciudad que solo pueda ser habitada por algunas corporalidades, y que excluya, castigue y estigmatice a otras.

Luego de que todas nuestras cosas fueran trasladadas en camiones como si fueran descarte, María Migliore (ministra de Desarrollo Humano y Hábitat de CABA) se sacaba una selfie con la policía en la puerta de Casa Cultural Pringles. Abrazada con las fuerzas de seguridad, festejaba su botín.

A nosotres nos llevaron a los hoteles prometidos: lugares diminutos y distantes en los que convivir es hacinarse y donde faltan elementos básicos como el agua caliente. En el caso de nuestro compañero trans, pretendieron alojarlo en una habitación junto a tres varones cis.

Aunque, para lamento de Larreta, Barone, Migliori, Vitale, Villanueva, San Marco, la Policía de la Ciudad, el BAP y todo el séquito de trabajadores estatales que ayer, de manera obediente, se pusieron al servicio de dejarnos una vez más en la calle, les contamos que ayer y desde siempre  tuvimos mucho apoyo de amigxs, organizaciones, activistas, artistas y referentes políticos que se acercaron a segundearnos y acompañarnos, y a quienes queremos agradecerles porque sin ellxs, resistir no hubiera sido posible.

Como modo de reparación, y esto va tanto para las autoridades de la Ciudad como para las Nacionales, exigimos un nuevo espacio para habitar juntas. Que quede claro: para nosotrxs la reparación es seguir construyendo una vivienda colectiva.

Nos quieren víctimas, nos quieren destruidas, quieren que nos contentemos con las migajas que nos tiran, pero somos pibxs politizadxs, marronxs, sabemos lo que queremos, lo que nos corresponde y además no les tenemos miedo. Quieren descartarnos, pero nosotrxs somos plaga. Esto recién empieza, porque no solamente queremos una casa para vivir colectivamente, sostenemos otras formas de vivir, otras formas de habitar esta ciudad en la que somos muchxs lxs que combatimos el fascismo.

Nosotras no tenemos un techo todavía, pero sabemos que construir una casa también necesita nutrirse de afectos, de redes, de proyectos y de sueños, y de todo eso sí tenemos mucho. Como dijo el fiscal, “organizadxs son peligrosxs”. Estamos furiosxs porque una vez más la historia nos intenta callar y hacer creer que el botín siempre se lo llevan los mismos, pero no, nosotras vamos a seguir porque todo lo que este tiempo nos permitió construir, es nuestro, es colectivo. Y sigue vivo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Redacción

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