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«Belgrano tenía un proyecto de igualdad, de industrialización y de distribución de la tierra»

 

 

«Cada 20 de junio renuevo el compromiso de multiplicar seguidores y seguidoras de Manuel Belgrano que sueñen con concretar el proyecto que tenía para la patria», señala a ParqueChasWeb Jessica Belgrano, chozna de Pedro Rosas y Belgrano, hijo del abogado y militar revolucionario, creador de la bandera y protagonista clave de nuestras guerras de la independencia.

 

 

 

Por Fernando Belvedere

 

El sábado 20 de junio, se cumplió el 200º aniversario del fallecimiento de Manuel Belgrano. Famoso pero desconocido: para gran parte de los argentinos, su verdadero proyecto político aún se ignora o hay quienes prefieren obviar su aspecto más revolucionario. «La historia oficial se ha encargado de seleccionar qué ideas y qué acciones de Belgrano trascenderían a la posteridad y cuáles no», dice Jessica Belgrano, en conversación con ParqueChasWeb.

 

Nuestra entrevistada es chozna de Pedro Rosas y Belgrano, hijo que el vocal de la Revolución de Mayo tuvo con María Josefa Ezcurra, que fue criado por Juan Manuel de Rosas y su esposa Encarnación, la otra Ezcurra.

 

Jessica cuenta que cada vez que menciona su nombre —de chica y también de grande— ha recibido como respuesta: «¡qué honor llamarse Belgrano! y ¡qué orgullo!».

 

Como a la mayoría de nosotros, en la escuela le habían enseñado que Belgrano creó la bandera, que había ganado y perdido batallas y que había muerto pobre y no entendía por qué eso era un honor. A la vez, a Jessica algo no le cerraba; se preguntaba cómo desde el ser más conservador hasta el más revolucionario sentían a la vez admiración por Manuel Belgrano ¿Cómo un político tan comprometido con la fundación de la Patria había logrado caerle bien a todo el mundo? “Entonces entendí que la historia oficial se había encargado de seleccionar qué ideas y qué acciones de Belgrano trascenderían a la posteridad y cuáles no. Descubrí que no me habían enseñado que detrás de la bandera había un proyecto de país: ideas de igualdad, de inclusión, de unidad continental, de industrialización y de distribución de la tierra. Desde el día que entendí que Belgrano era mucho más que la bandera, comencé a sentirme orgullosa de mi apellido”, afirma su descendiente.

 

Es que la obra de Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús (su nombre completo) va mucho más allá de la creación de la bandera. Su pensamiento político y económico trasciende su historia y todo pensamiento político republicano.

 

Pilar fundamental en los hechos que condujeron a la independencia del país, Manuel Belgrano había nacido en Buenos Aires un 3 de junio de 1770. Estudió en el Colegio de San Carlos y luego en las Universidades de Salamanca y Valladolid en España. Más tarde, en 1793 se recibió de abogado y ese mismo año, ya en Buenos Aires, fue designado a los 23 años como primer secretario del Consulado.

 

Desde ese lugar, sus primeras acciones giraron en fomentar la educación y capacitar a la gente para que aprendiera oficios y pudiera aplicarlos en beneficio del país. Creó escuelas de Dibujo, de Matemáticas y Náutica. En 1806 durante las invasiones inglesas, se incorporó a las milicias criollas para defender la ciudad. Ese será el punto de partida para que Manuel Belgrano comience a compartir su pasión por la política y la economía (donde se sentía más útil) con una carrera militar en la que no se sentía muy cómodo.

 

Los revisionistas de la historia sudamericana, van a coincidir en considerar a Belgrano como el primer economista argentino. Sus propuestas serán profundas reflexiones a lo largo de su actuación política. A través de ella, presentará: un programa de desarrollo económico, integración de regiones, complementación de actividades económicas (agricultura, industria, comercio interno y externo, generación y transferencia de tecnologías, promoción de actividades económicas, promoción de la educación productiva, sustitución de importaciones, y otras). Por lo tanto, haberlo estudiado más en profundidad, permitió llegar a la conclusión de que estas iniciativas ubicaban a Manuel Belgrano como el precursor del Pensamiento Económico Nacional.

 

Para hablar sobre estas consideraciones, recurrimos a la opinión de Jessica Belgrano, que cada 20 de junio se propone reivindicar los pensamientos económicos y políticos del líder militar que comandó el Éxodo Jujeño.

 

PCHW: Jessica, para alguien que lleva en su sangre el apellido de uno de los mejores revolucionarios que tuvo nuestra historia ¿qué significado tiene para vos este Bicentenario?

JB: Toda la vida fue un peso llevar el apellido Belgrano: de chica fue un padecimiento, nadie me creía que era descendiente de él, entre otras cosas porque no se había casado. Ya de grande, tuve que enfrentar la ambivalencia de que cada persona que se enteraba de mi nombre, fuera conservador o revolucionario, me expresara su admiración por él. Con el tiempo pude entender que la historia oficial se había encargado de seleccionar las ideas y acciones que pasarían a la historia para ser aprendidas, admiradas y repetidas por la sociedad, y cuáles había sido más prudente dejar pasar. Así, generaciones y generaciones de argentinos y argentinas aprendieron en la escuela que Manuel Belgrano creó la bandera, que ganó dos batallas y perdió otras dos y que murió pobre. También fue muy repetido el hecho de que tuvo que pagarle al médico con su reloj. Ese fue el Belgrano que se enseñó a lo largo de doscientos años. Ese es el Belgrano que admiran quienes no estarían nada de acuerdo con aquellas ideas que no nos enseñaron: ideas de educación popular, de igualdad, de inclusión, de unidad continental, de industrialización, de defensa de la producción nacional y de distribución de la tierra. Cada 20 de junio renuevo el compromiso de multiplicar seguidores y seguidoras de Belgrano que sueñen con concretar el proyecto que tenía para la patria.

 

PCHW: En esta fecha que se recuerda el paso a la inmortalidad de Manuel Belgrano ¿Cuál es la reparación histórica que el país (o la clase política) todavía le debe a su figura?

JB: La reparación histórica de la clase política la inició Cristina Fernández de Kirchner cuando lo puso en escena como una figura fundamental para la emancipación. La entonces presidenta destacó su capacidad estratégica en el aspecto militar y su lucidez política y económica. Ella se metió con el padre de la patria adorado por la derecha, hecho que desató gran cantidad de repudios y hasta la relectura de su figura, como ocurrió con el historiador Tulio Halperín Donghi, quien poco antes de morir escribiera una versión de Belgrano que deja al prócer bastante mal parado.

Creo que la mejor reparación histórica que podemos hacerle a Manuel es bajarlo del pedestal marmóreo en el que lo colocó la historia oficial y enseñarlo en su verdadera dimensión. Ya que vamos a enseñarlo para siempre, formemos sujetos que puedan ver en sus ideas la posibilidad de mejorar la patria, formemos sujetos que sientan la obligación de combatir las injusticias y las desigualdades. Detrás de la bandera había un proyecto de país, devolvamos a la bandera ese significado.

 

PCHW: Si hoy tuvieras la posibilidad de tener una charla de café con Manuel Belgrano, ¿cómo imaginás ese encuentro, qué cosas le preguntarías, qué le contarías de esta época?

JB: Sería maravilloso, aunque creo que lo volvería loco saber que doscientos años después seguimos enfrentando las mismas mezquindades que le hacían hervir la sangre; los mismos egoísmos de los que lo tienen todo y pueden ver morir a un compatriota de hambre sin sentirse interpelados; las mismas ambiciones de las y los políticos que llegan al poder y en lugar de perseguir el bien común favorecen a sus familiares y amigos. Imagino que le entristecería saber que el enfrentamiento entre oligarquía y pueblo recrudeció a lo largo de la historia y que el pueblo siempre lleva las de perder. Le aconsejaría que se cuide mucho porque lo necesitamos, porque cincuenta años de Belgrano no fueron suficientes para hacer de esta patria que soñó un país mejor para todos y todas.

 

 

 

 

 

 

 

Principales ideas de su pensamiento económico

 

El 3 de marzo de 1810, Manuel Belgrano, inicia la publicación de un periódico titulado Correo de Comercio, que se seguirá distribuyendo aun después de la Revolución de Mayo.
Es desde este órgano de difusión, donde Don Manuel expondrá sus ideas acerca de la política económica que considera necesario adoptar, para asegurar el progreso y la prosperidad en el Río de la Plata: «la riqueza real de un Estado es el más grande grado de independencia en que está de los otros, para sus necesidades y el mayor sobrante que tiene para exportar», escribirá y meses más tarde explicará los principios básicos que habían forjado en ese tiempo la riqueza de Gran Bretaña.  Dice Manuel Belgrano: «Yo expondré nueve principios que los ingleses, es decir, el pueblo más sabio en el comercio, proponen en sus libros para juzgar la utilidad o la desventaja de las operaciones de comercio»

 

  • La exportación de lo superfluo es la ganancia más clara que puede hacer una nación.
  • El modo más ventajoso de exportar las producciones superfluas de la tierra, es ponerlas antes en obra, o manufacturarlas.
  • La importación de las materias extranjeras para emplearse en manufacturas, en lugar de sacarlas manufacturadas de sus países, ahorra mucho dinero y proporciona la ventaja que produce a las manos que se emplean en darles una nueva forma.
  • El cambio de mercancías contra mercancías, es ventajoso en general, fuera de los casos en que es contrario a esos mismos principios.
  • La importación de mercancías que impiden el consumo de las del país, o que perjudican al progreso de sus manufacturas y de su cultivo, lleva tras de sí, necesariamente,  la ruina de una nación.
  • La importación de las mercaderías extranjeras de puro lujo, en cambio de dinero, cuando éste no es un fruto del país como es el nuestro, es una verdadera pérdida para el Estado.
  • La importación de las cosas de absoluta necesidad, no puede estimarse un mal, pero no deja de ser un motivo de empobrecimiento para una nación.
  • La importación de mercaderías extranjeras para volverlas a exportar en seguida, produce un beneficio real.
  • Es un comercio ventajoso dar sus bajeles a flete a las otras naciones”.

 

En relación a este último ítem, Manuel Belgrano dice que es primordial crear una marina mercante propia: «toda nación que deja hacer por otras una navegación que podría emprender ella misma, disminuye sus fuerzas reales y relativas en favor de sus rivales».

 

Lo fundamentaba diciendo que de nada valdrá que un país cuente con una amplia riqueza exportable, si, al mismo tiempo, no dispone de barcos propios para transportarla a los mercados extranjeros, porque, en caso  contrario «dependerá absolutamente de los pueblos navegantes». En el Río de la Plata los barcos británicos ejercían un monopolio del rubro transportes. Por consiguiente, se impedía el ejercicio del ‘libre comercio’ por ellos tan declamado, y esa libertad valía sólo se comerciaba «libremente con Gran Bretaña». Viveza pirata.

 

 

 

 

 

 

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