Un superhéroe en el bar
Linda noche en Parque Chas. Las ventanas del bar abiertas de par en par dejaban entrar una brisa fresca y a eso de las diez, el pelado se disponía a cerrar.
Trancó la puerta y cuando caminaba para la cocina a preparar la cena lo vio. Sentado en una mesa, el tipo estaba vestido con una especie de malla azul, unas botitas ajustadas y una capa roja.
Sorprendido, el gallego se quedó mudo.
El extraño visitante se presentó: «Soy Superman y vengo del planeta Krypton. Mi padre se llama Jor el y trabajo como reportero en el diario El Planeta de la ciudad de Metrópolis». Bajando la voz y en tono de secreto le dijo «Allí me visto como un humano más y mi nombre ficticio es Clark Kent».
Macedo no podía articular palabra y solo atinó a sentarse y escuchar.
Después de un largo silencio, el gallego se animó «¿Le gustaría tomar un café, una cañita…? lo que usted diga don Superman».
El grandote no le contestó y simplemente le preguntó si no había venido por aquí el pelado Luthor.
«No que yo sepa» contestó el gallego.
«¿Dónde estoy? ¿Qué ciudad es esta?» dijo el tipo.
«Esto es Parque Chas, en la ciudad de Buenos Aires»
«¿Brasil?» preguntó
«No señor. Está en la República Argentina» afirmó el gaita.
El tipo de la capa se paró y el gallego quedó petrificado ya que este Superman medía como dos metros de puro músculo.
«Le voy a pedir que abra la ventana»
Así lo hizo el pelado y en un santiamén el grandote salió volando como un avión.
Asomado a la calle, vio como remontaba vuelo. Como hipnotizado se quedó mirando el cielo estrellado donde el tipo de la capa roja ya había desaparecido.
Cerró la ventana en el momento en que Primitivo bajaba las escaleras.
«¿Que has preparado para cenar Pepe?» tronó la bestia.
«Todavía nada tío. Es que estuve hablando con el señor Superman. Un tipo que entró volando con una capa roja»
Primitivo lo miró pasmado.
«¿Te sientes bien Pepe?»
«Si tío. ¿No ha visto por aquí al pelado Luthor?»
Primitivo es un hombre rústico pero rara vez usa un lenguaje soez o inapropiado. Pero anoche se ve que estaba en vena.
«A ese lutor no lo vi, pero al pelado lo vi hace un rato cuando fui a mear al baño»
El gallego Macedo se fue para la cocina envuelto en hondas cavilaciones.
Autor: Leonardo Killian