Parque Chas rescató su historia, a través del recuerdo de sus vecinos.
El Taller de historia oral funcionó en la Escuela Petronila Rodriguez, coordinado por la arquitecta Magdalena Eggers, y fueron sus integrantes: Roberto Barreiro, Carlos Barsanti, Domingo Intelisano, Luis Lazarelli, Héctor Mango, Nélida Orsetto, Ernesto Piaggio, Angel Sanchez, Antonio Spinelli, Nelly Todaro, Miguel Torandell y Esther Touriñan. (HISTORIAS DE BUENOS AIRES Nº 15 – noviembre de 1990).
PARQUE CHAS: Un barrio joven
A pesar de ser un barrio joven, el origen de estas tierras data del siglo XVIII: antigua merced de los jesuitas, la suerte que nos ocupa terminaba en Pampa y el «Fondo de la Legua», hoy Constituyentes. Integro la Colonia de Vacaciones del Colegio San Carlos, cuando se la denomino «La Chacarita de los Colegiales», quedando luego en manos de don Castro Munita, notable vecino del partido de Belgrano.
La familia Chas heredó los terrenos, y mientras esperaba que la basura rellenara esas tierras inundables en medio del campo, dejaba que el tiempo solo valorizara su propiedad, al rodearse de edificación y de medios de comunicación con el centro.
Cuando en 1925 se aprobó la ordenanza que autorizaba a Dr. Vicente Chas a modificar el trazado de calles que debía realizarse en su quinta, próxima a Villa Urquiza, los vecinos de esos alfalfares ni imaginaban que en pocos años se transformaría en un barrio de inmigrantes progresistas, con características urbanas que hoy conserva. Fueron años de grandes loteos, de canchas de fútbol en los numerosos terrenos baldíos, y de muchos sacrificios para poder tener una pieza, cocina y baño.
Esto es lo que reflejan los integrantes del taller a lo largo de las charlas – que se desarrollaron durante los años 1989 y 1990 en la escuela Petronia Rodríguez- acompañadas de travesuras, vivencias familiares y personales.
LOS GRANDES REMATES
Los loteos, que se realizaban cada 2 ó 3 meses, eran una verdadera fiesta. Una fanfarria iba anunciando por las calles el evento , acompañada por llamativos anuncios en los diario, y folletos explicativos muy completos, que muchos de los vecinos todavía conservan. Se instalaban grandes carpas en las proximidades de los terrenos a rematar. Se ofrecían con numerosas facilidades y hasta se financiaban los materiales de constricción, con el objeto de que se construyera rápidamente.
Mientras tanto, los chicos, afuera, cuidaban los autos por 10 ctvs. Para evitar pinchaduras de gomas por parte de bromistas, que eran ellos mismos si el dueño del auto no contrataba el servicio.
«Cuando Gerónimo Grosso remató estos terrenos, donde está la plazoleta «Exodo Jujeño» se ponía una carpa. Los domingos había remates y venía Grosso, un hombre muy elegante, con su bastón blanco y su sombrero, muy político, buen vendedor. Yo acompañado por un montón de chicos, íbamos a mirar, porque los remates nos llamaban la atención, y cuando venían matrimonios decíamos- no compre señora, que este barrio se inunda todo- para que no nos dejaran sin canchas de fútbol.
Las señoras les decían a los maridos:- vámonos, porque si lo dicen los chicos es cierto. Llegó a los oídos del administrador de las ventas, que nos reunió para ofrecernos una sorpresa, a cambio de que no apareciéramos mas por ahí: nos regaló un equipo de camisetas y una pelota. Fue nuestro primer equipo de fútbol». (Ernesto Piaggio)
A pesar del reducido tamaño de los lotes, siempre se hacía un lugar para tener un gallinero, una planta de frutas y a veces una pequeña huerta. Y cuando las posibilidades económicas eran escasas, se alquilaba una pieza, aunque más no fuera para pagar la cuota del terreno, que se financiaba a 10 años.
«Yo nací en la casa en la que actualmente vivo; claro que en aquel entonces era una construcción tipo chorizo con piezas en un costado del lote, galería, baño al fondo del terreno, gallinero y una higuera en la parte de adelante». (Héctor Mango)
«En esa época era muy común alquilar una de las habitaciones. Nosotros teníamos siempre inquilinos. Se hacía con ellos una relación de familia. Se pedía el trocito de carbón encendido u otras cosas que faltaran para cocinar. Recuerdo cuando en una casa una de las inquilinas, Pichona, tuvo su bebida asistida por una partera».(Nélida Orsetto) «Los dos terrenos linderos no estaban edificados. Entonces mi padre los sembraba todos. Sembraba tomates, verdura. Y como era muy buena gente, cosechaba y regalaba a todo el barrio. (Luis Lazarelli)
EL ARROYO BALLIVIAN
El arroyo Ballivián, que se desembocaba en la laguna de Triunvirato y Pampa , y que en un principio servía para regar las huertas arrendadas, cuando el barrio se fue poblando, causó numerosos problemas con sus inundaciones. Las casas de la zona están en su mayoría sobreelevadas en mas de un metro, y a pesar de que fue la calle Ballivián una de las primeras en asfaltarse, aún cuando llueve fuerte los vecinos ven resurgir por momentos el viejo arroyo.
«Cuando empezaba a llover los vecinos movían los puentes giratorios, para poder pasar después sobre el arroyo. Pero nosotros los abríamos, así cuando la gente quería cruzar, por la módica suma de 5 ctvs. nos metíamos en el agua a cerrarlos. Un cliente seguro era el marido de la directora de la escuela Petronila Rodriguez. Pero un día para no tener que pagarnos, saltó al otro lado con tan mala suerte que se cayó en el arroyo y se mojó el traje.(Ernesto Piaggio)
EL CLUB ALMAGRO
El club Almagro, que alquiló el terreno en la quinta del Dr. Chas en el año 1927, es decir antes de que comenzaran los loteos, atraía los domingos gente de todas partes; aunque también eran famosos sus bailes de carnaval. El terreno abarcaba varias manzanas, y como era necesario abrir las calles, se trasladó el club a la Avda. de los Incas y Andonaegui en 1937, pero ese mismo año, por razones de espacio, se mudó a Fraga y Estomba.-
«Cuando yo tenía diez años, vino a instalarse el Club Almagro. Sucedió que como éramos humildes y no podíamos pagar la entrada para ver los partidos, con mis amigos en la semana hacíamos un agujero en la alambrada perimetral de la cancha que daba sobre la calle Londres, y luego la ocultábamos con pasto para colarnos el domingo. Pero muchas veces nos pescaba el cuidador y nos corría con los perros. Una vez , mucho tiempo después, estando a cargo de una obra, vino el cuidador a pedirme trabajo. Yo le contesté que para él no había. Asombrado me preguntó porqué; y yo le referí lo de losa perros. Finalmente, luego de haberlo asustado como él lo había hecho conmigo, lo tomé.(Domingo Intelisano)
«Todo el barrio era hincha de Almagro. Cenían a jugar los equipós grandes: Boca, River, Independiente, Racing y otros. Gamarle a uno de estos grandes era el acontecimiento deportivo más importante. Por sus filas pasaron jugadores famosos; Humberto Recanattini, B. Lanzavechia, Oro, De Nicola y otros. Lamentablemente la Municipalidad pidió su desalojo porque tenía que abrir calles. Era un club grande, con 3 canchas de tenis, pelota paleta, juegos de salón e infantiles. Su secretaría, en la calle Ginebra, tipo chalét, todavía se conserva disimulada por una casa baja al frente».(Carlos Barsanti)
«Yo la ví hacerse a la cancha de Almagro. Tenía la entrada principal por la calle Berna, y la entrada a las populares por la calle Gándara. Los bailes de Carnaval se hacían en la cancha de tenis, cubierta por una lona blanca». (Angel Sanchez)
LA FABRICA DE LADRILLOS
La fábrica de ladrillos que montó en 1927 el Dr. Chas es recordada por todos los niños de entonces ya que las montañas de tierra que usaban de materia prima era el lugar de juegos favorito para ellos. Tuvo que trasladarse debido a la insistencia de los vecinos, ya que por un lado impedía el progreso de la zona al no poder abrirse las calles que atravesaba, no permitiendo inclusive el acceso a la escuela que se había erigido enfrente; y por el otro el feo olor de la materia prima empleada no permitía al público disfrutar los numerosos partidos de fútbol que se desarrollaban en las cercanías de los terrenos próximos a la Agronomía. Por fin en 1937 se inició el loteo de esa zona.
«El horno de ladrillos de Luchetti, Fontana y Mazzola -no comunes, eran ladrillos de máquina-.
En los primeros remates del Parque Chas, por una cláusula de compra, había que dejar 3 metros de Tierra al frente en cada edificacíon; a tales eféctos regalaban a los compradores una cantidad de esos ladrillos cerámicos decorativos. Con dicha característica quedean algunas casa en las calles Tréveris, Masella, La Haya y Ginebra. El horno tenía sus peculiaridades. No era de cocimiento en parvas de aire; el proceso se hacía bajo tierra. Había una chimenea, un molino de agua a motor yt una inmensa montaña de tierra de aproximadamente 4 metros de altura, desde donde nos tirábamos con unos guardabarros viejos (práctica de deslizamiento)».(Miguel Angel Torandell)
«Muchos vecinos de la zona se hicieron su linda pieza, cocina y baño a costillas del horno.Porque de noche, cuando uno dormía se sentía el ruido de las carretillas que pasaban y se llevaban ladrillos de máquina». (Ernesto Piaggio)
LA AVENIDA TRIUNVIRATO
La avenida Triunvirato era el lugar obligado para hacer compras, ya que dentro del barrio prácticamente no había negocios. También era la vía rápida de comunicación con el centro, a través del tranvía Lacroze; y era la que los llevaba a Villa Urquiza, de la que dependían comercialmente. Estas características se mantienen aunque el factor poblacional haya cambiado.
«En la Avda. Triunvirato, desde Pampa hasta Monroe, después de las 5 de la tarde, y sobre todo el domingo, a pesar de que las veredas eran mucho más anchas que ahora , no se podía caminar de la cantiada de gente que había. Era llamada vuelta del perro». (Luis Lazarelli)
«Durante los primeros años de la década del 30 era curioso ver circular por la Avda. Triunvirato, en especial el Día de los Muertos y de los Santos los tranvías Lacroze arrastrando un acoplado llamado «Jardinera», abierto en sus laterales y con un largo estribo a lo largo del coche. Como novedad que era, la gente que viajaba hasta Chacarita trataba de hacerlo en estos acloplados. Hasta fines de los años ´50, estas «jardineras» se guardaban en la estación que se hallaba en Triunvirato y Estomba, donde aún en la vereda de la esquina podemos ver parte de los rieles tranviarios». (Roberto Barreiro)
«En el silencio de la noche era una hermosura cómo se sentía el ruido del tranvía que pasaba por Triunvirato, estando a muchas cuadras de distancia». (Luis Lazarelli)
LA ESCUELA
La escuela del barrio se fundó en 1933 sobre una manzana donada por el Dr. Chas al Concejo Nacional de Educación. Se inauguró en 1934 , con el nombre de Petronila Rodriguez, y era mixta en los grados inferiores, ya que en los grados superiores era únicamente de mujeres. La mayoría de los varones iba a la escuela de Ballivián casi Donato Alvarez o a la de Andonaegui al 1200.
«Los chicos que durante los años 1930/35 concurríamos a la escuela de la calle Ballivián y los días de lluvia debíamos bordear la cancha de Almagro a lo largo de la calle Gándara, que aún no había sido pavimentada, debíamos entonces ponernos unos viejos zapatos para llegar hasta Triunvirato y Donato Alvarez, allí en un viejo «boliche», los dejábamos debajo del mostrador, todos embarrados, para ponernos otros limpios y poder llegar hasta el colegio. Al regreso, el procedimiento era a la inversa. Los zapatos buenos hasta el «boliche», y allí a ponernos los que estaban embarrados y volver a casa hasta la próxima aventura».
«En las fechas en que se celebran las efemérides patrias luego de realizarse los actos en las escuelas, siempre por las mañanas y luego de la clásica distribución de chocolatines y golosinas, todos los alumnos de las escuelas cercanas, salíamos corriendo hacia el Cine Parque Chas para tomar una buena ubicación, pues la empresa de Marcelo Chainian (propietario entonces del cine) ofrecía funciones gratuitas para los alumnos de la zona». (Roberto Barreiro)
«Que importante era actuar para las fiestas patrias, y más ser abanderada. En una oportunidad yo iba a llevar la bandera de la Escuela (Donato Alvarez 3234) al Cine Parque Chas Mi madre me había comprado zapatos blancos para que estrenara. Como el día del acto llovió no me los dejaron poner, y al verme la maestra con los zapatos embarrados, le hizo llevar la bandera a una compañera».(Nélida Orsetto)
LOS VENDEDORES AMBULANTES
Los vendedores ambulantes constituyeron parte importante de la historia de nuestros barrios, en épocas en que no había heladeras y os animales se conservaban vivos hasta el momento de comerlos, o el pan y la leche se repartían a domicilio.
«Como no hablar de mi padre, el vendedor de mimbre. Carro y caballo, aún hoy no alcanzo a comprender cómo lograba ubicar tantas cosas en ese carro sin que se le cayera nada. El corralón donde lo guardaba quedaba en la calle Palpa, y para mí era una fiesta que papá me llevara los domingos para darle de comer a su caballo». (Nélida Orsetto)
«De mis primeros años, recuerdo como en sueños a distintos vendedores que además de los habituales: panaderos, hieleros, pasaban por el barrio, por ejemplo el vendedor de liebres, de pajaritos para hacer polenta, pavos para las fiestas, leche al pie de la vaca con Miguelito, a quien los pibes para hacerlo enojar le gritábamos «vaca putrita», de ovejas, En una oportunidad mis padres compraron una para Navidad, que de noche estaba en la casa y de día pastaba en la calle. Me acuerdo porque yo la tenía que cuidar».(Héctor Mango)
«En las décadas del 30 y 40 era común ver a los vendedores ambulantes y repartidores a domicilio. El famoso carrito colorado de la Panificación Argentina, los carros de los verduleros y fruteros que ofrecían «ciruelas a 40 ctvs el ciento», el hielero, el pescador con sus dos canastas colgadas de una caña de bambú que llevaba apoyada sobre sus hombros, los llamados «turcos» también con sus canastas ofreciendo artículos de mercería al grito de «Tudoa beinte», el «pecoraro»que iba acompañado por dos cabras y ofrecía la leche recién ordeñada, el repartidor de sifones que aún hoy podemos ver en la ciudad. Pero es lindo también recordar a aquél que iba por las calles arreando una tropilla de pavos y pavitas, quien, a pedido del interesado que le señalaba determinada ave, con un largo alambre que tenía un gancho en la punta, sujetaba a la presa solicitada. Recordamos también al «barquillero» que con su viejo cilindro de metal y con una ruleta sobre la tapa, ofrecía por 10 ctvs. la posibilidad de hacer girar la misma y lograr así obtener el premio que consistía en uno, dos o tres barquillos o cucuruchos. El heladero también fue un personaje de esas épocas. Con su heladera colgada de sus espaldas o en su triciclo nos ofrecía por 10 ctvs. un cucurucho o un sandwich de deliciosas cremas realizadas en forma artesanal. Pero toda esta nostalgia desapareció al haberse prohibido en la ciudad el uso de carros y tracción animal y la venta ambulante de ciertos productos alimenticios.» (Roberto Barreiro)
EL CINE
El «Cine Familiar Parque Chas» se construyó en 1929 y pasó a ser la atracción obligada de los chicos que los días lunes se amontonaban en la puerta para ver unas cuantas películas por solo 20 ctvs. Ya no dependían tanto de los cines de Villa Urquiza, como el «Tachito» o el «25 de Mayo», aunque en este último no se perdían nunca los desfiles de comparsas en Carnaval, aunque sea desde la calle.
«El acomodador nos daba los volantes de propaganda para repartir por el barrio, y a cambio nos dejaba entrar gratis al cine. Nos vigilaba para que no tiráramos mas de un volante por casa. Cuando llegábamos al cine, la función empezaba y él no estaba. A veces teníamos que esperar una hora hasta que aparecía y nos dejaba entrar». (Ernesto Piaggio)
«Recuerdo que en el año 1934, en el cine «25 de Mayo» en la sección Vermouth (que así se la denomiinaba entonces) cantó Gardel. Fue tanto el público que asistió, que al finalizar la función, subido en un coche, cantó para la gente que no pudo entrar por estar colmada su capacidad». (Roberto Barreiro)
LA SOCIEDAD DE FOMENTO
«Nosotros vinimos al barrio en el año ´31, cuando todo esto era poco menos que el desierto, en la avenida Dr. Vicente Chas, frente a la famosa montaña de tierra del horno de ladrillos, lugar de aventuras y correrías de nuestra niñez. La Sociedad de Fomento, fue fundada en 1929 por caracterizados vecinos, que empezaron a tomar parte en actos y festejos y a ocuparse de las necesidades del barrio, comocolocación de luces, puentes para poder cruzar las calles cuando llovía, y fueron muchas las veces que invitaban a funcionarios de la Municipalidad o a Concejales para que vieran las necesidades del barrio. En ese entonces se reunían en casa, ya que papá había cedido una habitación que funcionaba como Secretaría de la Sociedad de Fomento. Mas tarde construyó ésta su cede propia, sobre la calle Bauness, donde aún funciona». (Nelly Todaro)
UN POCO DE MUSICA
«En la Avda. de los Incas al 4600 -que aún no estaba pavimentada- donde actualmente está el Correo, todavía se puede ver una glorieta o mirador. La mandó construír el propietario de la casa, Sr. Fuselli, que era un próspero fabricante de boquillas de ámbar. Esta familia era aficionada al «bel canto» y yo como era pianista tenía amistad con ellos. En aquellos años venía para actuar en el Teatro Colón el famoso tenor Beniamino Gigli, y cada temporada que venía hacía una visita a un club de residentes italianos de su pueblo, entre los que se encontraba el Sr. Fuselli, quien lo invito a su casa. Así fue que una vez se presentó el famoso Beniamino Gigli, con su secretario, su pianista, y varios marinos de un buque escuela de Italia que visitaba nuestro puerto. La Avda. de los Incas ese día desbordó de vecinos. Los marinos se trepaban por la glorieta haciendo gimnasia, entonando una canción «Mamma», que estaba muy de moda, y que Gigli interpretaba en una película que entonces se exhibía. Al retirarse, Gigli estampó su firma en una pared del patio, y el dueño de casa sobre la misma puso un marquito con un vidrio, como un vivo recuerdo».(Miguel Angel Torandell)
JUEGO DE NIÑOS
Por último, no se puede dejar de mencionar los juegos y travesuras de los otrora niños, que con pocos elementos y mucha imaginación mataban el tiempo que en aquella época la televisión no robaba.
«Los juegos que practicábamos en nuestra infancia se regían por un ciclo no establecido pero que todos lo respetábamos. Remontar barriletes, la billarda, el trompo, las bolitas, partidos de fútbol, etc. Estos juegos se realizaban con elementos caseros y realizados por nosotros mismos. Otro motivo de entretenimiento era cuando venía un camión de la Municipalidad y en la esquina de Gándara, Avalos y Benjamin Victorica desplegaban una pantalla y sobre la misma proyectaban películas. Y en Carnaval, ¿ quién de nosotros no soñaba con disfrazarse?. El deseo mayor era poder organizar una «murga» e ir a cantar por las casa vecina las canciones tradicionales y otras «non sanctas» y tratar de obtener unas monedas por esa actuación». (Roberto Barreiro)
«Recuerdo la calesita, al lado de mi casa, en Berlín y Gándara frente a la placita , estuvo por años con su caballo acompañado por el ayudante del calesitero. Yo vivía todo el día en la calesita y ni siquiera pagaba los 5 centavos que costaba la vuelta; ¡y qué felíz era cuando sacaba la sortija¡». (Roberto Barreiro)
«Todavía en el año 1926 era todo descampado, con pastos que llegaban a 1 metro de altura. Desde el lado de la Saavedra pasaban en vuelo gran cantidad de pajaritos. Cinco ó seis chicos nos levantábamos en primavera o verano a las 4 ó 5 de la mañana. Preparábamos una red, un palo y unos 50 metros de piolín. Elegíamos el lugar donde los pastos estaban mas raleados. Colocábamos bajo la red un poco de alpiste y cuando las bandadas de pájaros se acercaban a comer, tirábamos del piolín y quedaban atrapados. Aeso de las 9 volvíamos a casa. Colocábamos a los pajaritos en jaulas, y ya nos preparábamos para ir al colegio. A la salida tomábamos la leche, y salíamos a jugar con la pelota de goma que costaba 20 centavos. Jugábamos hasta la hora de cenar, y después salíamos otra vez a jugar bajo los focos de luz de la esquina, hasta que sentíamos el ruido de los caballos de la policía que salían de vigilancia. Eran las diez de la noche. Por eso yo digo que el fútbol nocturno no lo inventaron ni Boca ni River, lo inventamos los chocos». (Carlos Barsanti)
«Para el festejo popular de San Pedro y San Pablo, junto a otros vecinos, sacábamos maderas de los hornos de ladrillos. En una ocasión se armó un muñeco sobre una pirámide de apróximadamente 5 metros de alto. Pero antes de prenderlo, por aviso de lo vecinos, llegó la policía y nos impidió hacerlo, dejando solamente una pequeña parte, para que no constituyera peligro para los cables de alumbrado público». (Domingo Intelisano)
Nuestros juegos, además del fútbol que lo hacíamos con pelota de trapo o las de «veinte» de goma, eran la escondida, el rango y mida, la billarda que tiene un parentesco con el béisbol, el hoyo pelota, el dinenti, el balero con latas de conserva o con el de madera adornado con las chinches que le sacábamos a las monturas de los caballos de los carros de los lecheros, el yo-yo, que hacíamos con botones. También íbamos a la única placita que tenía juegos (la de Gándara y Bauness) que en aquel entonces estaba alambrada y cuyo cuidador don Juan la cerraba a dewterminada hora con su clásico «Tutti cuanti fora». Fabricábamos barriletes, desde el mas modesto con una simple hoja de papel, hasta los sofisticados aviones de don Francisco. También hacíamos monopatines con ruedas de rulemanes e íbamos a tirarnos en la bajada de Bucarelli y Pampa. Otro entretenimiento era el de llenar los álbumes con las figuritas que venían dentro de los chocolatines. Recuerdo por último las «razias» que hacíamos para robar de los árboles, en las casas que conocíamos de memoria, mandarinas, naranjas, duraznos, o cualquier otro fruto, que aunque no estuvieran maduros, para nosotros tenían un sabor muy dulce». (Héctor Mango).