Ariel Prat

Mario, el colorado…


 

Semblanza de Ariel Prat, dedicada a un personaje del barrio, que luego se convertiría en la persona que lo acercó a la música: «Desde aquella vez y sin saberlo nadie, me acercaba con su pulso la clave que fue más que una de sol, una llave al misterio del canto y su destino y que a pesar de que aparentemente la vida me reservaba un futuro de fútbol y esquina en barra, todo se torcería impensada pero maravillosamente en otros rumbos.», recuerda el Juglar.

 

 

Tenía yo por entonces catorce años. Todavía, además de tener pelo, me peinaba para atrás y jugaba en la novena de Chaca. Iba escapándome de al lado de mi viejo, a parar al medio de la tribuna de River con la «Brava» y si bien no entraba con ellos ni paraba, tenía amigotes del barrio que me esperaban y hacíamos aguante, en algunos partidos salíamos en la periferia del núcleo de los pibes y a lo que venga. Mi ángel de la guarda era un toro vestido de pájaro intuitivo como una rata. Abrazado de miedos pero no dudaba en nada.

 

Acudía de mañana al Reconquista de Villa Urquiza, cuando me venía bien entrar, porque me la pasaba de rata en rata y ranchábamos en un bar que se llamaba Jamaica, pegadito a la vía del Mitre en Monroe y Bucarelli.

 

Salvo los días, martes y jueves, que se entrenaba en el complejo “Champañat” de San Martín, laburaba desde las 16 y hasta las 20 en una verdulería por Triunvirato al 3900, a la vuelta de casa en la calle Ginebra. Hacía de repositor y atendía también. Los sábados en que no se jugaba, también laburaba. Pegadita a la verdulería, estaba la agencia de Prode y Lotería de la familia Russo y en ella, mi viejo amigo Anselmo hijo, que era desde pendejo tan fana de River. Cuando me tocaba salir temprano, porque la mayoría de las veces salía tipo a las ocho y media de la noche, me quedaba en el kiosco de diarios de los Morugo, Gándara y Triunvirato, en el cual se citaban personajes del barrio a discutir amigablemente o no de fútbol por sobre todo, aunque en otros horarios el tema era la política. Un par de años atrás, yo le compraba ahí «El Descamisado» a mi viejo y lo llevaba al colegio de Ballivian en el portafolio, «por seguridad» me decía mi viejo. Me lo leía todo yo.

 

Pero cuando se hacía tarde, me tocaba sacar la basura antes de irme y en una de esas estaba cuando vi a pocos metros de la verdulería, sentado en un Peugeot azul semidestartalado al pibe que laburaba en la casa de vaqueros. En realidad, él pibe siempre estaba a esa hora sentado ahí mirando para adentro del negocio (luego supe que lo ponía ahí el dueño, para vigilar si entraban a robar y dar el alerta a la hora del cierre), pero esta vez me saludó con una mano pálida y flaca amistosamente por vez primera. Yo le devolví el saludo. Un poco por curiosidad y menos de ganas de amistad debo reconocer, esa noche me acerqué al coche luego de cambiarme y salir a la calle. Todavía estaba ahí el atento vigía pelirrojo.

 

Vestido siempre de camisa y pantalón vaqueros gastados, calzado con Topper negras, Mario, que así se llamaba, me tendió su mano amistosa desde aquella vez y sin saberlo nadie, me acercaba con su pulso la clave que fue más que una de sol, una llave al misterio del canto y su destino y que a pesar de que aparentemente la vida me reservaba un futuro de fútbol y esquina en barra, todo se torcería impensada pero maravillosamente en otros rumbos.

 

Tuve, al principio de nuestra amistad, que defenderla. No solo porque los del barrio y mis compinches no lo entendieran ni como se vestía ni los discos que llevaba siempre bajo el brazo (como aquel «Artaud» de Spinetta legendario pero incómodo), por lo cual a menudo me “trompié” con varios; sino porque mi viejo, empezaba a caer que no todo iba a ser una pelota y a la redonda hubo que buscarle huecos en el arco de la canción más tarde, pero en esos días, la influencia del «Colorado», se notaba en los gustos y hasta en una remera que yo mismo me hice con la tapa de uno de los discos de «Los Jaivas». Por eso, mi querido «Pichino», no quería saber nada de amigos como este ni músicas extrañas. Menos cuando Mario trajo una flauta y yo me sumé con la guitarra comprada a cuotas en Casa Núñez para desgranar intentos desafinados pero desafiantes, de componer algo. La vereda de la calle Ginebra, aún guarda sobre los rincones del 3922 un poco de pachuli, mezclado con algunos porritos invisibles todavía al vecindario, varios «mano a mano» en la vereda de enfrente sobre el garaje y goles de picados en una película de gente variopinta que incluso llegó a compartir todo esto cuando las costumbres fueron ganando a la desconfianza y las pizzas de mi vieja los sábados, juntaran a todos, eso sí; mi viejo nos llegó a echar a la calle una noche en que alguien nombró a Spinetta y otro, el «Ruso» Gilbert (otro de los que me introdujo en las nuevas músicas y me sacó de Sabú pero nunca de Sandro), cometió la hazaña de nombrar a Piazzolla sin putearlo…

 

Con Mario, solíamos despedirnos mutuamente durante horas, él vivía enfrente a la placita «Dominguito». Que te despido yo, que me despedís vos…así hasta que dejó de laburar en la vaquería de Triunvirato y yo con toda la familia, nos fuimos a Soldati imaginando un mundo en los camiones. Nos llegó la «Colimba» y distintos humos nos trasladaron con el viento de la juventud a silbar otras notas en las esquinas opuestas de la geografía, a veces pienso que exageradamente, pero uno era como un potrillo mal domado y las tentadoras sirenas del asfalto y más allá, me acercarían a otras playas, algunas con arena y mar, otras solo de estacionamiento. Pero siempre, con ganas de arrancar o a las olas o con un colectivo hacia este misterio que produce el conocimiento y su eterno escanciar.

 

Mario «el colorado», el maestro de verdad en el que se convirtió, no sabe tal vez, que más allá de la amistad, fue en esta escuela, la mía; un compañero, pero ante todo uno de mis maestros. Hoy, que solo siento nostalgia de lo que ayer sentía por mañana, quiero recordarlo por el empujón iniciático en el trayecto.

 

Ariel Prat, 20 de marzo de 2013 
(Primavera en España pero oliendo al otoño de Buenos Aires)

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