¿Barzana o Bárcena?
Remembranzas de Parque Chas y algo de mi historia.
He vivido mi infancia y gran parte de mi juventud en la calle Llerena entre Avalos y Bauness, casi enfrente del Club SABER, precisamente en la zona ahora incorporada a la denominación del barrio, antes era Agronomía.
Mi colegio primario ha sido el de la calle la calle Andonaegui, entre Llerena y Arismendi, allí se cruzaba la diagonal actual Benjamín Victorica pero muchos conocidos de aquellos años iban al Petronila y gran parte de mis amigos y juegos se relacionan con las calles curvas del “pleno” Parque Chas, más allá de la Avenida de los Incas.
Desde niño he integrado equipos de basket de SABER, empezando con la denominada categoría de “Pulguitas”, luego “Juveniles” hasta llegar a la Tercera División, aunque debo indicar que ya allí chupaba banco porque había muy buenos jugadores.
No puedo pasar por el barrio sin que me sea grato pasar por la Plaza de Gándara y Bauness frente al Club Trébol donde tantas veces jugué al basket o pasé muchas horas en sus juegos, casi únicos, las bolitas, el rango, algo de pelota. También nos juntábamos en la otra plaza cercana de Marsella entre Gamarra y Avalos.
Recuerdo con nitidez los veranos, ya sin colegio, en esas plazas donde nos encontrábamos en barra jugando y mojándonos con los bebederos poniendo el dedo para soltar un chorro alto y mojarnos alegremente.
Es imposible no sentir la sensación de las largas tardes en el cine Parque Chas, hoy garaje, donde nos pasábamos viendo tres películas al hilo en una verdadera maratón, o aprovechar un intervalo para colarnos en un descuido del controlador entrando en tropel.
También teníamos por allí amiguitas y todavía puedo recordar la emoción de un primer beso, la búsqueda de los sitios más sombreados para darnos la manito, en fin cosas de niños ya pasando a jóvenes.
Al crecer ya los amigos fueron cambiando, el colegio secundario fué más lejano. Muy joven empecé a trabajar en los veranos arreglando cajones de vino de madera de las Bodegas Escorihuela y Arizu en el taller de Ricardo Licciardi, eso ayudaba a tener unos dineritos propios y hasta darse corte fumando unos Chesterfield ¡importados!
Ya después terminé el secundario en el Colegio nocturno de Triunvirato frente a la Plaza de Villa Urquiza al trabajar casi todo el día en una tienda mayorista del Once y finalmente la Facultad.
Antes de recibirme de Farmacéutico, en segundo o tercero, entré como becario en la Comisión de Energía Atómica (CNEA), hecho que marcó completamente mi rumbo profesional ya que me dediqué desde entonces, como investigador, a la protección contra las radiaciones de las personas y el medio ambiente. Estuve un año becado en Francia, recién casado, donde perfeccioné mis conocimientos además del de la lengua francesa.
En la CNEA tuve la oportunidad de integrar un equipo de gente profesionalmente brillante bajo la dirección del Dr Beninson gran didacta y de excepcional inteligencia. Los hitos más importantes fueron los estudios ya bien aplicados para autorizar a la primera Central Nuclear Argentina, Atucha, después buscando un emplazamiento adecuado en Córdoba estudiando las condiciones ambientales en la zona de Los Molinos y finalmente en Embalse del Río Tercero.
Este trabajo requería un gran contacto internacional y así fui también perfeccionando el imprescindible idioma inglés y viajando bastante por el mundo.
Estuve también todo el año 1978 en España por acuerdos de colaboración bilaterales. En un cierto momento las convulsiones políticas y económicas no dejaron de influir en una institución pública como CNEA y es precisamente en el año 1986 que me ofrecen volver a España, lo cual acepté por un período transitorio de un año.
Una vez en Madrid, en el actual centro nacional de investigación, CIEMAT, antes Junta de Energía Nuclear, inicié tareas nuevas, creé un Grupo de Trabajo y prolongué mi estancia hasta decidir quedarme. Actualmente tengo una Jefatura y posición importante en proyectos de investigación y en Comités Científicos europeos. Actualmente soy jefe de una Unidad en el Departamento de Medio Ambiente. Mis dos hijos son titulados universitarios y con parejas españolas, hoy ya también tengo un nieto y otro en camino.
La nostalgia de la tierra no se pierde nunca, recuerdo que al volver por primera vez reconocía olores que nunca antes había notado, era como ser un naúfrago de lujo, tenía trabajo, la doble nacionalidad, pero me sentía como suspendido en una isla imaginaria en medio del Atlántico. He llegado a decirme ¡qué hago! y al final poco a poco esa sensación se va diluyendo con el tiempo con otras vivencias nuevas. Además la familia ha ayudado mucho al desarraigo y, por cierto, que los avatares de inestabilidad en Argentina también contribuyeron.
He tenido una ventaja importante al poder volver por razones de trabajo a países vecinos o al mismo Buenos Aires y siempre he podido pasar unos días allí de visita, con mi hermana y mis amigos de toda la vida, algunos fueron desapareciendo en años sucesivos, es la vida. Últimamente he podido estar en Buenos Aires dos veces al año y precisamente estuve ahora en ese marzo tan lluvioso y volveré en julio a dar unas conferencias en un curso internacional como experto de Naciones Unidas.
Siempre cruzo andando Parque Chas y haciendo algunas fotos de las casas que quedan tan características al ir desde la casa de mi hermana en Andonaegui y Mendoza a la de mi amigo Oscar Le Pors en Llerena y Bucarelli. Oscar conserva la afición de hacer unos asados fabulosos, los primeros y últimos que disfruto con fruición en cada viaje.
Hay que decir también que Internet nos acerca mucho, hasta puedo conversar delante de una computadora, enviar y recibir mensajes, fotos, leer el Clarín o La Nación, también la web de Parque Chas, seguir las noticias, en fin enterarme un poco de todo, hasta tal vez más que estando allí mismo paliando así esa melancolía que lleva el recordar tan buenos tiempos.
Por David Cancio (para ParqueChasWeb)
david.cancio@ciemat.es
Una curiosidad sobre el posible origen del nombre de una calle de Parque Chas y Villa Urquiza
Publicamos la crónica que nos envió desde España nuestro lector David Cancio, unos de los tantos antiguos habitantes de Parque Chas que en la actualidad viven en distintas partes del mundo.
La historia trata de un hallazgo referido a una de las calles que surcan el barrio laberinto y Villa Urquiza.
gentileza David Cancio – Asturias 2007
“Soy un antiguo habitante del barrio, vivo en España desde hace 21 años, no obstante voy bastante a menudo a Buenos Aires y cruzo siempre el barrio Parque Chas porque tengo una hermana en la calle Andonaegui que a su vez tiene un local en la calle hoy llamada Barzana y que durante muchos años he conocido como Bárcena.
Leo de vez en cuando la página web de Parque Chas y aprecio mucho el esfuerzo vuestro en propiciar la misma.
Hoy quisiera informarles de una curiosidad que me encontré por España:
Al visitar Asturias, durante la Semana Santa, nos encontramos en el camino con un pueblo que curiosamente tiene los dos nombres que tuvo (y tiene) la calle de Villa Urquiza bien conocida por mí. Barzana es seguramente el nombre original del pueblo español en dialecto asturiano y Bárcena en castellano (recordar que durante el gobierno de Franco no se permitían las lenguas locales). No me extrañaría nada que finalmente sea algo relacionado con la calle de allí, incluyendo el cambio de nombre.
Me gusta más creer que sea el nombre de un pueblo que existe todavía y que algún paisano de allí lo llevó a Argentina, como ha ocurrido con tantos otros que me encuentro por aquí tan lejos.
Un cordial saludo y reitero mis felicitaciones, espero también ir al Centro recuperado del 25 de Mayo a ver alguna buena obra de teatro como en otros tiempos”.
¿Casualidad o causalidad?
Como nuestro lector David, nosotros también preferiríamos creer en este interesante hallazgo; cuya consecuencia se remonta a la censura de los dialectos o lenguas locales españolas durante la dictadura de Francisco Franco, y que por algún motivo se trasladó a nuestro barrio.
Según el libro “Barrios, Calles y Plazas de la Ciudad de Buenos Aires, origen y razón de sus nombres (Instituto Histórico de la Ciudad) la calle Barzana fue impuesta por la Ordenanza 35.161/1979: “Alonso Barzana” (1528-1598). Español, que vivió en Perú y asistió a “Túpac Amaru” en su prisión. Fue autor de varios vocabularios, en especial el “Arte de la lengua toba”.
Anteriormente la Ordenanza del 28-10-1904 le asignó el nombre de “Bárcena” por un médico jujeño, gobernador de su provincia, luego de Caseros, quien participó en el Acuerdo de San Nicolás.
Fecha de Publicación:18/04/07