¿BARZANA O BARCENA?
Una curiosidad sobre el posible origen del
nombre de una calle de Parque Chas y Villa Urquiza
Publicamos la crónica que nos envió desde España
nuestro lector David Cancio, unos de los tantos antiguos habitantes
de Parque Chas que en la actualidad viven en distintas partes
del mundo.
La historia trata de un hallazgo referido a una de las calles
que surcan el barrio laberinto y Villa Urquiza.
gentileza David Cancio - Asturias
2007
"Soy un antiguo habitante del barrio, vivo en España
desde hace 21 años, no obstante voy bastante a menudo a
Buenos Aires y cruzo siempre el barrio Parque Chas porque tengo
una hermana en la calle Andonaegui que a su vez tiene un local
en la calle hoy llamada Barzana y que durante muchos años
he conocido como Bárcena.
Leo de vez en cuando la página web de Parque Chas y aprecio
mucho el esfuerzo vuestro en propiciar la misma.
Hoy quisiera informarles de una curiosidad que me encontré
por España:
Al visitar Asturias, durante la Semana Santa, nos encontramos
en el camino con un pueblo que curiosamente tiene los dos nombres
que tuvo (y tiene) la calle de Villa Urquiza bien conocida por
mí. Barzana es seguramente el nombre original del pueblo
español en dialecto asturiano y Bárcena en castellano
(recordar que durante el gobierno de Franco no se permitían
las lenguas locales). No me extrañaría
nada que finalmente sea algo relacionado con la calle de allí,
incluyendo el cambio de nombre.
Me gusta más creer que sea el nombre de un pueblo que existe
todavía y que algún paisano de allí lo llevó
a Argentina, como ha ocurrido con tantos otros que me encuentro
por aquí tan lejos.
Un cordial saludo y reitero mis felicitaciones, espero también
ir al Centro recuperado del 25 de Mayo a ver alguna buena obra
de teatro como en otros tiempos".
¿Casualidad o causalidad?
Como nuestro lector David, nosotros también preferiríamos
creer en este interesante hallazgo; cuya consecuencia se remonta
a la censura de los dialectos o lenguas locales españolas
durante la dictadura de Francisco Franco, y que por algún
motivo se trasladó a nuestro barrio.
Según el libro "Barrios,
Calles y Plazas de la Ciudad de Buenos Aires, origen y razón
de sus nombres (Instituto
Histórico de la Ciudad) la calle Barzana fue
impuesta por la Ordenanza 35.161/1979: "Alonso Barzana"
(1528-1598). Español, que vivió en Perú y
asistió a "Túpac Amaru" en su prisión.
Fue autor de varios vocabularios, en especial el "Arte de
la lengua toba".
Anteriormente la Ordenanza del 28-10-1904 le asignó el
nombre de "Bárcena" por un médico
jujeño, gobernador de su provincia, luego de Caseros, quien
participó en el Acuerdo de San Nicolás.
Remembranzas de Parque Chas y algo de mi
historia
Por David Cancio (para ParqueChasWeb)
david.cancio@ciemat.es
He vivido mi infancia y gran parte de mi juventud en la calle
Llerena entre Avalos y Bauness, casi enfrente del Club SABER,
precisamente en la zona ahora incorporada a la denominación
del barrio, antes era Agronomía.
Mi colegio primario ha sido el de la calle la calle Andonaegui,
entre Llerena y Arismendi, allí se cruzaba la diagonal
actual Benjamín Victorica pero muchos conocidos de aquellos
años iban al Petronila y gran parte de mis amigos y juegos
se relacionan con las calles curvas del "pleno" Parque
Chas, más allá de la Avenida de los Incas.
Desde niño he integrado equipos de basket de SABER, empezando
con la denominada categoría de "Pulguitas", luego
"Juveniles" hasta llegar a la Tercera División,
aunque debo indicar que ya allí chupaba banco porque había
muy buenos jugadores.
No puedo pasar por el barrio sin que me sea grato pasar por la
Plaza de Gándara y Bauness frente al Club Trébol
donde tantas veces jugué al basket o pasé muchas
horas en sus juegos, casi únicos, las bolitas, el rango,
algo de pelota. También nos juntábamos en la otra
plaza cercana de Marsella entre Gamarra y Avalos.
Recuerdo con nitidez los veranos, ya sin colegio, en esas plazas
donde nos encontrábamos en barra jugando y mojándonos
con los bebederos poniendo el dedo para soltar un chorro alto
y mojarnos alegremente.
Es imposible no sentir la sensación de las largas tardes
en el cine Parque Chas, hoy garaje, donde nos pasábamos
viendo tres películas al hilo en una verdadera maratón,
o aprovechar un intervalo para colarnos en un descuido del controlador
entrando en tropel.
También teníamos por allí amiguitas y todavía
puedo recordar la emoción de un primer beso, la búsqueda
de los sitios más sombreados para darnos la manito, en
fin cosas de niños ya pasando a jóvenes.
Al crecer ya los amigos fueron cambiando, el colegio secundario
fué más lejano. Muy joven empecé a trabajar
en los veranos arreglando cajones de vino de madera de las Bodegas
Escorihuela y Arizu en el taller de Ricardo Licciardi, eso ayudaba
a tener unos dineritos propios y hasta darse corte fumando unos
Chesterfield ¡importados!
Ya después terminé el secundario en el Colegio nocturno
de Triunvirato frente a la Plaza de Villa Urquiza al trabajar
casi todo el día en una tienda mayorista del Once y finalmente
la Facultad.
Antes de recibirme de Farmacéutico, en segundo o tercero,
entré como becario en la Comisión de Energía
Atómica (CNEA), hecho que marcó completamente mi
rumbo profesional ya que me dediqué desde entonces, como
investigador, a la protección contra las radiaciones de
las personas y el medio ambiente. Estuve un año becado
en Francia, recién casado, donde perfeccioné mis
conocimientos además del de la lengua francesa.
En la CNEA tuve la oportunidad de integrar un equipo de gente
profesionalmente brillante bajo la dirección del Dr Beninson
gran didacta y de excepcional inteligencia. Los hitos más
importantes fueron los estudios ya bien aplicados para autorizar
a la primera Central Nuclear Argentina, Atucha, después
buscando un emplazamiento adecuado en Córdoba estudiando
las condiciones ambientales en la zona de Los Molinos y finalmente
en Embalse del Río Tercero.
Este trabajo requería un gran contacto internacional y
así fui también perfeccionando el imprescindible
idioma inglés y viajando bastante por el mundo.
Estuve también todo el año 1978 en España
por acuerdos de colaboración bilaterales. En un cierto
momento las convulsiones políticas y económicas
no dejaron de influir en una institución pública
como CNEA y es precisamente en el año 1986 que me ofrecen
volver a España, lo cual acepté por un período
transitorio de un año.
Una vez en Madrid, en el actual centro nacional de investigación,
CIEMAT, antes Junta de Energía Nuclear, inicié tareas
nuevas, creé un Grupo de Trabajo y prolongué mi
estancia hasta decidir quedarme. Actualmente tengo una Jefatura
y posición importante en proyectos de investigación
y en Comités Científicos europeos. Actualmente soy
jefe de una Unidad en el Departamento de Medio Ambiente. Mis dos
hijos son titulados universitarios y con parejas españolas,
hoy ya también tengo un nieto y otro en camino.
La nostalgia de la tierra no se pierde nunca, recuerdo que al
volver por primera vez reconocía olores que nunca antes
había notado, era como ser un naúfrago de lujo,
tenía trabajo, la doble nacionalidad, pero me sentía
como suspendido en una isla imaginaria en medio del Atlántico.
He llegado a decirme ¡qué hago! y al final poco a
poco esa sensación se va diluyendo con el tiempo con otras
vivencias nuevas. Además la familia ha ayudado mucho al
desarraigo y, por cierto, que los avatares de inestabilidad en
Argentina también contribuyeron.
He tenido una ventaja importante al poder volver por razones
de trabajo a países vecinos o al mismo Buenos Aires y siempre
he podido pasar unos días allí de visita, con mi
hermana y mis amigos de toda la vida, algunos fueron desapareciendo
en años sucesivos, es la vida. Últimamente he podido
estar en Buenos Aires dos veces al año y precisamente estuve
ahora en ese marzo tan lluvioso y volveré en julio a dar
unas conferencias en un curso internacional como experto de Naciones
Unidas.
Siempre cruzo andando Parque Chas y haciendo algunas fotos de
las casas que quedan tan características al ir desde la
casa de mi hermana en Andonaegui y Mendoza a la de mi amigo Oscar
Le Pors en Llerena y Bucarelli. Oscar conserva la afición
de hacer unos asados fabulosos, los primeros y últimos
que disfruto con fruición en cada viaje.
Hay que decir también que Internet nos acerca mucho, hasta
puedo conversar delante de una computadora, enviar y recibir mensajes,
fotos, leer el Clarín o La Nación, también
la web de Parque Chas, seguir las noticias, en fin enterarme un
poco de todo, hasta tal vez más que estando allí
mismo paliando así esa melancolía que lleva el recordar
tan buenos tiempos.