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Comuna 12: La solidaridad, el gran emergente


 

 

 

Pablo Ortíz Maldonado (FdT), integrante de la Junta Comunal 12 y uno de los responsables de la “Red de Ollas Solidarias” que articulan vecinos y organizaciones sociales, da su punto de vista sobre la situación social del distrito en el marco de la pandemia del Covid-19.

 

El comunero Pablo Ortíz Maldonado, hace un análisis de la situación social en la Comuna donde milita, expresando que “en los espacios solidarios, en los merenderos, en las Unidades Básicas, permanece la “mano tendida” como signo de proximidad, solidaridad y amor durante la pandemia. Al mismo tiempo, desde el gobierno porteño de Horacio Rodríguez Larreta y desde algunos medios de comunicación pertenecientes al statu quo, el mensaje es de apatía y división, sin dejarse conmover por la pobreza, de la que a menudo son también cómplices”.

 

En otro tramo de su documento detalla que “desde marzo, en nuestro país vivimos una estricta cuarentena debido a la pandemia que desató el Covid 19. Una medida acertada que marcó el primer gran logro del gobierno del Frente de Todos, ubicándonos como ejemplo mundial de cómo tratar una crisis sanitaria. Es una definición trillada afirmar que el Covid 19 afecta a todos, sin importar religión, clase social o nacionalidad. El dato real es que los pobres se perjudican el triple. Una cosa es vivir en cuarentena y “quedarse en casa” teniendo trabajo y techo, otra muy distinta es sufrir la pandemia estando en situación de calle, siendo un desempleado o sin poder cubrir necesidades básicas. Los que somos clase media y tenemos posibilidades reales, estábamos en marzo preparados para “programar” nuestro año. La pandemia nos cambió los planes, puso en igualdad de condiciones en algunos aspectos a los que más tienen con los que menos tienen y nos hizo replantear varios aspectos de la vida que veníamos llevando. Ya nada sería igual.  Desde el barrio, esa es la primera definición que tomamos en ese ya lejano marzo: optar por los pobres, optar por los que viven en la calle, por los marginados de esta democracia.  Definimos poner como prioridad número uno a la solidaridad. En ese marco, se empezó a organizar en toda la Comuna 12, como en todas las demás comunas porteñas, una red invisible compuesta por merenderos, comedores, gremios y vecinxs participativos que comenzaron a multiplicar el armado de viandas solidarias, bolsones de alimentos y platos de comida. Con el correr de los meses, el armado de la “Red de Ollas Populares” se transformó en el principal eje de trabajo territorial de las organizaciones, vecinos y espacios comunitarios de cada uno de los barrios de la comuna. Ahora más que nunca, son las personas, las comunidades, los pueblos quienes deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar y compartir. La buena participación política solidaria le ganó un partido a la mala política, esa que solo se arma desde oscuros escritorios para dividir, operar o sacar tajada propia.  En estos años donde el neoliberalismo salvaje nos ofrece más individualismo, más noticias falsas y más racismo entre hermanxs, el pueblo organizado dejó otra enseñanza. El que realiza una tarea solidaria es más importante que el que simplemente se queda cruzado de brazos”.

Pablo Ortíz Maldonado, también destaca que “el gobierno de Alberto y Cristina tuvo buenas medidas desde el primer minuto de la pandemia. La implementación del Ingreso Familiar de Emergencia, la mejora en la red de salud y la asistencia a trabajadores de empresas fueron aciertos con buenas intenciones, que igualmente visibilizaron una desigualdad social en aumento. Las medidas rápidas son sanos reflejos en la emergencia, si se tiene en cuenta que a mediano plazo hay que poner en marcha un modelo destinado a crear dignos puestos de trabajo, que es la única política social que conduce a la justicia.  El gobierno prepara una batería de medidas, el pueblo las espera con expectativa y esperanza.

Un punto a favor de estos meses de cuarentena fue la organización comunitaria y algunos organismos del gobierno nacional que se pusieron al servicio de la misma. Todos los días recorremos las calles y vemos a vecinos activos que, muchas veces articulando con las organizaciones políticas, pusieron la agenda en la calle, donde las necesidades están a flor de piel.

En los espacios solidarios, en los merenderos, en las Unidades Básicas, permanece la “mano tendida” como signo de proximidad, solidaridad y amor durante la pandemia. Al mismo tiempo, desde el gobierno porteño de Horacio Rodríguez Larreta y desde algunos medios de comunicación pertenecientes al statu quo, el mensaje es de apatía y división, sin dejarse conmover por la pobreza, de la que a menudo son también cómplices. Para el poder económico la indiferencia y el cinismo son su alimento diario. Una gran diferencia respecto a las generosas manos que hemos descrito. De hecho, hay manos tendidas para apretar rápidamente el teclado de una computadora y mover sumas de dinero de una parte del mundo a otra, decretando la riqueza de poderosas oligarquías y la miseria de pueblos. Esa es la única grieta, existió siempre en Argentina, la única receta para cerrar la grieta es la igualdad”.

 

El integrante de la Junta Comunal 12 también destaca el papel de la militancia: “La lucha contra el COVID es una batalla que no termina con el fin de la pandemia, esto recién comienza. Las organizaciones sociales y los vecinos participativos que preparan viandas de lunes a lunes para que a nadie le falte el plato de comida son un verdadero equipo invisible que pelea en las más difíciles canchas. El debate de los próximos años nos volverá a poner en la discusión sobre una real redistribución de la riqueza en contraposición con salidas de parche y maquillaje.  Nuestros barrios tienen una historia reciente que nos marca un camino. Fueron los vecinxs y las organizaciones los que le pusieron el pecho a las inundaciones de 2013, es la comunidad organizada la que defiende los espacios verdes contra el negocio inmobiliario del cemento. Nos quedan algunas tareas a corto plazo.  Nuestra batalla es por ampliar la verdadera participación ciudadana.  La participación debe ser real, tiene que ser parte de una discusión y de una síntesis, y no simplemente placas panfletarias para retuitear. En ese sentido, debemos darle continuar a la “Redes de Ollas Solidarias”.  En las distintas provincias, ciudades y comunas se fueron creando “Comités de trabajo” durante la pandemia para atender las necesidades de la población. En las mismas se sumaron partidos políticos, organizaciones sociales, organismos estatales, gremios y todo el abanico activo de la comunidad. Esa experiencia no puede ser dilapidada cuando termine la pandemia. Debemos aprovechar esa base que nos dejó la crisis para lograr que esos “Comités de trabajo” sean permanentes y vayan consolidándose. Esa forma de trabajo también debe quedarse”.

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