Ariel Prat

Chabán


 

El emprendedor cultural de los míticos 80’s, falleció a los 62 años en el hospital Santojanni a raíz de una larga enfermedad. Había sido condenado por la muerte de 194 personas en la tragedia de República de Cromañón de la que se cumplirá una década. El juglar Ariel Prat recuerda algunos momentos compartidos con el creador de Cemento, en los inicios de la primavera democrática.

 

 

Por Ariel Prat

 

Con respecto a la muerte de Emir Omar Chabán, tengo que bajar un par de recuerdos que me unieron de alguna manera artísticamente con él, más allá de haber tenido siempre una muy buena relación de respeto mutuo a pesar de estar en las antípodas aparentemente.

 

Ya en el año 82, me programó varias veces en el Einstein; en una misma noche pasábamos desde el grupo de salsa Makumagüela hasta el Sumo iniciático o Soda Stéreo. Allí, en ese Babel semiclandestino, fuimos en cana, hacíamos lo que queríamos en escena y hasta manteníamos animadas conversaciones madrugadas con Federico Moura o Daffunchio (por citar solo dos nombres).

 

La seguíamos en el Capricornio de Córdoba, en donde se prendía a veces Luis Salinas que venía de tocar en El Papagayo de Anchorena y meta vino en jarra, viola y algunos chistes de Tuqui nos íbamos de día, yo hasta Lavalle al 115 terminal Soldati. Chabán luego arrancó con Cemento. La precariedad y la mugre eran importantes, su principal karma y descuido. Una vez en verano, creo que fue el del 90, me pidió que vaya con murga y entonces con dos bondis, fuimos con «Los Herederos de Palermo». Él era duro para largar un sope y esa noche había bandas como siempre, más la murga que entramos desfilando, hicimos escenario y bajamos bailando a tope ante la gente que deliraba: ¡Murga en Cemento! Los pibes de la murga se quedaron esperando frente a la barra y él me dice que no me podía pagar lo acordado. Le dije «Mirá Omar, que esto no es una bandita de pibes eh…son 120 piernas que no los vamos a mover si no se cobra». Puso esa cara de pensamiento entre reflexiva, nerviosa e histriónica que yo le junaba bien y me dijo que espere un poco.

 

Estaba el viejo Symns cerca y recuerdo que de su bolsillo sacó guita por cuenta de él como para evitar un conflicto que aún pudo oler con su nariz averiada…pero Chabán volvió de la boletería y me dió lo que pactamos sin decir nada… Después de un tiempo nos encontramos en un cumpleaños y volvimos en bondi hasta Once. La última vez que estuve con él. Cuando pasó lo que pasó ese 30 de diciembre, no me extrañó. Fue tan responsable como la impericia firmada de lo que era el mundo de la noche y las reglas no cumplidas de la impunidad coimera. La muerte, de la mano de varios cultores impensados o no, nos llevó amigos y hermanos, hijos y compañeros.

 

Nació de ese drama infernal un sentimiento de nunca más, basta de bengalas perdidas y prendidas. Nos dejó el huevo de la serpiente de un gobierno en la ciudad que hoy nos pone candados en todo intento de expresión cultural fuera de lo que proponen los negocios, eso sí con globitos amarillos…Chabán ya descansa en no sé qué estado, nadie se alegra, dicen que pidió perdón, pero no lo exime dios ni nadie de la parte que le correspondió. Yo lo recuerdo hoy en lo que a mi respecta en esta faceta cuando no era sinónimo de tragedia su nombre. Que sirva de todos modos para no volver jamás a esos escenarios que el «me chupa un huevo» de los 90 ofrecía como «alternativa».

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