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Alumnxs de la Petronila Rodríguez participaron de una actividad por el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia

 

 

 

 

 

En vísperas de cumplirse un nuevo aniversario del último golpe de Estado en nuestro país, la asamblea de vecinxs del barrio -el Colectivo Barrial Parque Chas- y la escuela pública Petronila Rodríguez realizaron una actividad conjunta. El objetivo era trabajar el conocimiento y la conciencia sobre nuestra historia reciente y los valores democráticos.

 

La actividad consistió en una salida con lxs chicxs de sexto grado acompañadxs por sus docentes, entre ellos el de Ciencias Sociales. También, miembros del Colectivo, otras instituciones del barrio y vecinxs.

“Caminamos por nuestras calles reconociendo por Gándara algunas de las intervenciones hechas por vecinxs y organizaciones, y llegando como destino a la plaza Domingo Fidel Sarmiento, por su significación, también, Plaza De la Memoria”, señalan a ParqueChasweb.

En el mural a Marielle Franco se hizo la primera parada. Los recibió la vecina que vive en esa casa. Ella fue quien le contó al grupo cómo fue hecho el mural y porqué: Es una obra que realizaron artistas plásticos vecinos.  La mamá de Mariano se acercó un día a pedirme la pared. Estaban buscando un lugar para un homenaje… Cuando supe que se trataba de Marielle sentí que se trataba de un honor. ¿Por qué? Porque ella fue una mujer que nació y vivió en una favela de Río de Janeiro, que luchó incansablemente por los derechos de negros, mujeres y pobres, que defendió el respeto por las distintas identidades sexuales, por los niños y niñas que más lo necesitan.

Marielle fue asesinada en 2018 junto con un compañero con el que viajaba. Tenía 38 años. Era legisladora de la ciudad y varios de los proyectos que presentó se lograron hacer realidad luego de su muerte. El mural se inauguró con canciones y poemas. “Recordaremos a Marielle como una semilla de lucha que se sigue esparciendo”, detalló la dueña de casa.

 

 

 

Entre quienes acompañaban la actividad estaba Fernando Seffner, historiador brasileño, que quedó encantado con la experiencia y la resumía así: “Recorrimos el barrio, visitando puntos relacionados con el tema de la memoria. Para mi gran sorpresa, la primera parada fue en un mural, en una esquina, con la imagen de Marielle Franco, y al fondo un dibujo de una favela. El mural era muy colorido, prominente en la esquina, con el nombre de Marielle encabezando la imagen. La dueña de la casa salió a la acera y contó la historia tanto de la creación del mural como de la vida de Marielle, con gran conocimiento. El mural fue realizado con el propósito de honrar la figura de este gran activista brasileño de derechos humanos, quien murió, dijo, siendo asesinado, entre otras cosas. Me pidieron que dijera algo. Agradecí, como brasileño, este homenaje rendido en ese barrio a Marielle, y brindé algunos detalles de su vida política y de la emboscada que terminó con su asesinato. La clase escuchó atentamente. Seguimos por el barrio, pasando por otros puntos. Me encantó la dedicación de los vecinos del barrio al comunicarse con la clase de estudiantes. Y con la ceremonia final de plantación de un árbol en la plaza”.

“Luego seguimos caminando para llegar a la plaza Éxodo Jujeño, que por el club y la cancha de fútbol conocemos como El Trébol. Ahí nos esperaba Jorge Princic, referente y entrenador del club.

Él y Victoria, vecina del barrio, hablaron de la importancia del club como espacio de encuentro, formación y socialización del barrio, que es fundamental recordar hoy, cuando desde ciertos lugares se quiere presentar a los clubes no como de los socios con una función deportiva y comunitaria central, sino como generadores de ganancia económica. Respecto del pañuelo blanco hecho por Mosaico Nacional, un grupo de mosaiquismo del barrio, Jorge recordó los desafíos y obstáculos que implicó ponerlo allí, y la importancia que tenía para él ese símbolo, habiendo vivido la etapa de la dictadura de joven, en que sufrió episodios de violencia y amedrentamiento policial en la calle sin motivo. Enfatizó la importancia de la democracia y la libertad conquistada en estas décadas, que durante mucho tiempo fue algo desconocido porque se vivía con miedo”.

Por su parte Victoria añadió “que el pañuelo nos recordaba la valentía y el coraje de mujeres que, frente a ese miedo, habían sabido unirse, encontrar formas de buscar a los/as suyos/as pidiendo no sólo por sus hijos/as secuestrados/as, sino por la aparición con vida de todos/as los desaparecidos. Y también como el pañuelo de Madres y Abuelas y la búsqueda de los/as nietos/as que nos faltan como sociedad se había convertido en una reivindicación del derecho a la identidad, a definirse como cada uno/a quiera con el respeto de todo/as. Por eso el pañuelo blanco había inspirado otros pañuelos, como el verde, emblema de la lucha del feminismo, las mujeres y diversidades. Una lucha que también había abrazado Marielle Franco, que como lesbiana había sido también una defensora de los derechos de las diversidades sexuales. También expresó que la dictadura y sus impactos sobre la sociedad no sólo estaba analizada en una gran cantidad de trabajos académicos (en particular subrayó la importancia de analizar los impactos económicos, laborales y sobre los/as trabajadores/as), sino también en una gran cantidad de formas artísticas, trabajos de ficción (cuentos y novelas), documentales, obras de teatro, música, que nos ayudaban a pensar y reparar como sociedad heridas y daños que son colectivos y que se vinculan con muchos problemas y desafíos de la democracia”.

El grupo luego siguió el recorrido pasando por las baldosas que recuerdan a los hermanos De Cristófaro y a Esther Ballestrino y siguiendo por Gándara, en tan pocos metros, pararon donde está el mosaico en homenaje a Maradona y por la fuente de agua del barrio, decorada con azulejos por les vecinxs. Frente a ella se ubica, sobre la fachada de una casa, con un mural, el retrato de Esther Ballestrino de Careaga.

Ahí también recibió al grupo la dueña de casa y contó sobre el mural.

Esther fue maestra, doctora en bioquímica y activista social paraguaya. Llegó a la Argentina huyendo de la dictadura paraguaya. En nuestro barrio vivió en Hamburgo y Copenhague. Esther tuvo tres hijas. Durante la dictadura de 1976 dos de sus yernos fueron secuestrados y desaparecidos. También fue secuestrada su hija con tres meses de embarazo.  A partir de esto comenzó a conectarse con otros familiares de desaparecidos y a participar de las rondas en la Plaza de mayo que dieron origen a las Madres de Plaza de Mayo.  Su hija fue liberada y decide exiliarse junto a sus tres hijas. Igual, poco después y pese al peligro, volvió para sumarse a la búsqueda de las otras madres. En diciembre de 1977 fue secuestrada junto a otras 12 personas por un grupo de tareas al mando de Alfredo Astiz, infiltrado entre los familiares. Después de diez días de torturas fue subida a un avión y arrojada al mar frente a las costas de Santa Teresita junto a otros secuestrados Sus restos fueron encontrados durante las excavaciones realizadas en General Lavalle junto a otros cuerpos sepultados como NN y reconocidos por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Hoy descansa en el jardín de la iglesia de la Santa Cruz.

 

 

 

El retrato de Esther lo hicieron lxs integrantes de Mosaico Nacional, que tenían el taller a una cuadra de la fuente. Cuando se descubrió estuvieron presentes familiares, Norita Cortiñas y muches vecinxs. También acompañó con su música, el juglar y poeta Ariel Prat, quien además es vecino de Parque Chas.

En esa esquina los sábados funciona una de las postas de reciclables del Colectivo, en coordinación con la Cooperativa El Alamo.

Durante el recorrido, otra de las vecinas que participó de la actividad, expresó:

“El compromiso del Colectivo Barrial no es solo con los luchadores del pasado sino también del presente, en este caso con los recicladores urbanos. También como un modo de construir comunidad barrial y aportar -en su medida- al cuidado del medio ambiente”.

“Desde esta casa fuimos a la plaza. Ahí nos esperaban más integrantes del Colectivo. En todo el perímetro de la plaza hay árboles nativos plantados por ellxs. En cada árbol hay una placa que homenajea a una persona desaparecida del barrio. Ese día, para la actividad, habían colgado en cada árbol la foto y una breve semblanza de quiénes eran cada une de ellxs. Nos sentamos un rato para saber de qué se trataba. Nos acompañaban también algunos de los que trabajan en las postas: Chelo, Antonio, Fredi; Patri, Laura, Martín”, relata a este medio uno de los organizadores.

Pese al mensaje que pretende imponerse desde muchos medios de comunicación, que dice que las calles son algo ajeno en lo que solo pueden intervenir las autoridades. “Estas son las calles de nuestro barrio: las que caminamos, donde nos encontramos y donde también podemos hacer cosas juntxs: podemos reunirnos, compartir cosas y expresarnos”, señalan también integrantes del Colectivo.

 

 

Y agregaron: “Venimos recorriendo algunas intervenciones en la calle que hicimos vecinxs y organizaciones del barrio, algunas con ustedes. Y esto no son solo los murales o las placas que reivindican a personas, valores y derechos: son las bibliotecas al paso, como la que hay en la puerta de la escuela; las postas de reciclado que funcionan los sábados o la decoración de la fuente, que hicimos todxs juntxs hace unos años. También otras como las ferias del Laberinto, las presentaciones de música en la calle, las asambleas del Colectivo o las manifestaciones para promover o defender derechos. Los gobiernos por sí solos pocas veces hacen las cosas. Los progresos sociales se consiguieron siempre a través de la participación y la lucha de lxs ciudadanxs. Las y los desaparecidxs querían construir una sociedad mejor. En nuestro barrio hay muchas personas que quieren construir una sociedad mejor, y están entre nosotros, y podemos contar con ellas”.

En marzo de 2017, El Colectivo Barrial Parque Chas junto a otras organizaciones sociales y partidos políticos del barrio, decidieron darle una significación a la Plaza Dominguito Sarmiento: recordar a las personas que vivían en este barrio, que caminaban por estas calles y venían a esta plaza y fueron desaparecidas en la dictadura. Muchos familiares de esas personas siguen viviendo en el barrio y para ellas es muy importante que tengan un lugar. Para hacer esto se investigó y trabajó, y muchas personas participaron. Las placas las hizo el equipo del Moa (Monumentos y Obras de arte de la ciudad); y todo se validó en la Legislatura de la Ciudad. En esa oportunidad colaboraron comuneros como Lito Grisafi, muy presente en el barrio. El lunes pasado estuvo presente Leo Luchese, para entregar el árbol que se plantó.

 

 

 

 

Desde el Colectivo, consideraron la necesidad e importancia de plantar árboles autóctonos, que se desarrollan más rápido y en mejores condiciones. “Los árboles que previamente había plantado el Gobierno de la Ciudad no eran de nuestra flora y se habían secado. Los árboles nativos contribuyen a la biodiversidad, atraen y cobijan pájaros, mariposas y todo tipo de polinizadores”, señalaron. Los ejemplares nativos (Algarrobo blanco, Laurel criollo, Timbó, Azota caballo y Sen de campo) fueron donados por la Ong “Un árbol para mi barrio”.

Otra integrante del Colectivo, cerró el recorrido diciendo que “la memoria se construye colectivamente, que es nuestra historia y la de nuestra patria; y expresó que quienes fueron recordados y reivindicados pertenecieron a una generación que fue criada bajo sucesivas dictaduras: en su mayoría eran estudiantes y trabajadores que lucharon en distintos ámbitos por una sociedad más justa y equitativa”.

La más joven de lxs participantes y egresada de la Petro, fue alumna del mismo maestro de sociales, y explicó -y propuso- a lxs chicxs que el paseo por estos puntos de memoria desde ahora les sirviera para darles otro significado. “Desde ahora pueden ser más que baldosas en la plaza donde jugamos al fútbol, más que un mural en una esquina, más que una placa frente a la fuente. A partir de ahora los pueden ver como recordatorio de que vale la pena seguir peleando y buscando el ideal de futuro que tienen. Que vale la pena seguir la lucha de todas estas personas que sólo querían algo mejor para todos. Que la identidad es lo más valioso que tienen como personas independientes y que tenemos como país y que hay que defenderla de lo que sea. También les invitamos a conversar en sus casas con sus familias y a preguntarse cómo hubiera sería vivir en dictadura (como contó Jorge) y pensar que no es una historia lejana y que todavía estamos construyendo otra cosa”.

Durante la actividad, el grupo recorrió la plaza, viendo los árboles y las placas, las fotos y la descripción de cada unx de los que al día de hoy permanecen desaparecidxs. También estuvieron presentes Estela, de la Biblioteca Popular “El Resplandor” que funciona en el Club SABER, Magdalena, que hace las visitas guiadas por Parque Chas, y varias personas más del Colectivo, que habían armado la intervención en la plaza. Con una de ellas se reconoció el maestro: ella había sido su maestra cuando él tenía la edad de estxs chicxs.

Al final de la recorrida se plantó un árbol más en la plaza, en un espacio del perímetro que había quedado libre, y cada unx de los chicxs se llevó una semilla para plantar.

Al día siguiente, el maestro de Leandro expresó que “lxs chicxs quedaron muy contentos de conocer un poco más a Parque Chas. Buscar los sitios de memoria está muy bien, pero encontrarlos en el barrio tiene una doble significación, porque son las calles que caminan, las plazas donde juegan, donde hacen deporte; entonces poder reconocer  las esquinas, los murales, los vecinos hace que conozcan el barrio desde otro lugar. Fuimos de excursión al Parque de la Memoria, donde están todos los nombres y ahí lo que hicimos fue buscar a Esther, la vecina que es del barrio y hoy no está con nosotres, así que está buenísimo pensar que la transmisión de la memoria está dando sus frutos”.

 

Vecinxs a quienes les quitaron sus vidas. Placas que les reivindican y dan un lugar.

Árboles arrancados. Árboles nuevos creciendo, que se llenan de pájaros y mariposas.

Chicas y chicos visitan la plaza y se llevan semillas para plantar.

Un maestro encuentra a su maestra y también a una alumna.

Vecinxs del barrio hacen un poquito el mundo que sueñan.

Entre todes plantan un árbol.

 

*Agradecemos al Colectivo Barrial Parque Chas el material cedido para la realización de esta crónica

 

 

 

 

 

 

 

 

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