Fecha de Publicación:19/11/06 |
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OPINION
Construcción de torres: Ojalá
que Telerman mienta
Por Sergio Kiernan
(publicado en el suplemento M2 de página/12
- 19/11/06)
El lunes pasado, el jefe de Gobierno, Jorge
Telerman, anunció que iba a suspender los permisos para edificar
torres en Caballito, Palermo, Núñez, Coghlan, Villa
Urquiza y Villa Pueyrredón. El decreto salió publicado
en el Boletín Oficial de la Ciudad el martes. Pero los reflejos
de las constructoras fueron más rápidos: a la vez
que le armaban un corte de avenida para protestar, con obreros de
casco y todo, presentaron el mismo lunes 14 pedidos de permiso para
edificar torres y el martes otros 13, lo que equivale a presentar
un mes entero de trámites en 48 horas. Los del lunes seguramente
pasarán, porque el decreto no era formalmente válido,
pero la avivada del martes puede detenerse, porque ya estaba publicado
en el Boletín y valía con toda la fuerza.
Esta pequeña historia muestra la potencia
de los especuladores que tienen en sus manos a nuestra ciudad. El
flojísimo Código aprobado por una Legislatura de muy
bajo nivel permite hacer casi cualquier cosa en casi cualquier barrio,
sin tener en cuenta qué dicen los vecinos y sin pensar en
elementos básicos como infraestructura, transporte o dónde
meter los autos. Es un permiso para llevar a tontas y a locas la
población de la ciudad de sus tradicionales 3 millones a
5 millones, subiendo su densidad y creando una urbe donde no alcancen
las escuelas, las plazas, las calles y los estacionamientos.
Telerman justificó la suspensión
diciendo que hay que mejorar los estudios ambientales, reformar
el Código de Planeamiento Urbano y consultar a las empresas
de servicios públicos para ver si la infraestructura urbana
aguanta semejantes obras. Ojalá que sea mentira, ojalá
que Telerman se esté guardando las cartas cerca del pecho
y busque una manera de ponerse a la cabeza de los vecinos que ya
salieron a la calle para detener las torres.
Es que el problema no son los caños ni
la presión del agua. El problema es construir una ciudad
compuesta de torres, con las calles transformadas en rajaduras entre
paredes de concreto, con muchos miles de personas por manzana. Esa
ciudad estará llena de autos y humos, con subtes desbordados
y colectivos que tardan horas en ir a cualquier parte. Será
una ciudad inmanejable, fea y sucia, donde habrá que coimear
para conseguir un pupitre para los hijos. El que vea esto como exagerado
que se dé una vuelta por San Pablo, Brasil, que hasta los
50 era una ciudad afrancesada como Buenos Aires, en los 60
era un agradable paraíso modernista y para los 80 era
una pesadilla urbana épica. Belgrano, en un mal día,
es una muestra de lo que puede pasarnos cuando nos descontrolamos
y les entregamos los puntos a los especuladores: un barrio patrimonial
y hermoso, quizás el más hermoso que tuvimos, es un
bosque de torres sobresaturados de coches.
Ojalá que Telerman sea un buen jugador
de truco, mintiendo cuando corresponde, y que esté juntando
aliados y munición para frenar el lobby de las constructoras.
Si se les anima, mostrará un coraje que no tuvo ningún
jefe de gobierno ni intendente de nuestra tímida ciudad.
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