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Buenos Aires, Argentina /
Fecha de Publicación:30/09/09  

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NOTA DE OPINIÓN

Política porteña: Militancia y Facebook



Por Aníbal Gotelli
Presidente del Instituto para Pensar Buenos Aires (IpeBA)

Por muchas razones, la Ciudad de Buenos Aires es un distrito atípico.

Y por las mismas razones, la Política porteña se desarrolla dentro de marcos, parámetros y prácticas atípicas.

A pesar de ser el distrito electoral más chico y, por ende, el más densamente poblado y el que tendría que mostrar –debido a ello- una mayor interacción, proximidad y vocación comunitaria aunque más no sea por una razón de supervivencia, lo cierto es que la Ciudad de Buenos Aires muestra quizás el índice más alto de desmotivación, de desmovilización y de despolitización de nuestro país.

Cuando viajo por el Interior, que por cierto y gracias a Dios lo hago bastante a menudo, no me resulta raro asistir a debates partidarios, peñas políticas, fogones de militantes y muchas otras de las expresiones más genuinas, simples y puras de la comunión política y de la participación ciudadana.

Son reuniones, fogones y peñas entrañables, llenas de mística, de vocación transformadora, en las que los líderes locales se sientan codo a codo con sus seguidores para comentar los sucedidos de la Política provincial o cualquier otra cuestión que haya concitado el interés de la comunidad local.

Muy por el contrario, las usinas de la Política porteña, los “think tanks” como se les dice ahora entre los politicólogos, parecen apostar más a las herramientas que proporcionan las nuevas tecnologías 2.0, y prefieren dejar los armados de las plataformas, los candidatos y las campañas en manos del Marketing, de los creativos publicitarios, de las encuestas y sobre todo, últimamente, de la nueva herramienta mimada de los creadores de Frankensteins políticos: el Facebook.

En los últimos tiempos los gurúes de la Política porteña han lanzado al “mercado electoral” varios “candidatos-producto” que han motorizado a través de las más variopintas herramientas cibernéticas y publicitarias.

Sin embargo, y pese a toda la artillería mediática y cibernética que sus creadores ponen sobre ellos, lo cierto es que esos nuevos líderes instantáneos y bajos en calorías, nacidos de la alquimia y la teoría de laboratorio, han resultado por lo general bastante ineficaces a la hora de tener que construir políticamente a largo plazo, de tener que armar estructuras partidarias y de tener que mantener a su tropa unida y en crecimiento.

Y esto es así porque estos señores de la Mercadotecnia política y de la construcción cibernética se equivocan de cabo a rabo.

Primero porque piensan que los porteños somos usuarios naturales, intrépidos y compulsivos de la computadora por el sólo hecho de ser más urbanos, por comer más rúcula o porque tenemos más floggers por metro cuadrado que cualquier otra ciudad de nuestro País.

Error. Muchos porteños, más de los que estos gurúes de laboratorio creen, no tienen ni piensan tener computadora. Y muchos de los que la tienen, ni remotamente la utilizan para vincularse con la Política porteña, con sus candidatos o sus propuestas.

Es más: muchos porteños, cuando entran a la página, foro, blog o Facebook de un candidato o de un Partido por lo general lo hacen en la página, foro, blog o Facebook del candidato que no quieren ni votarían y sólo entran para insultarlo, contradecirlo o maltratarlo.

Los niveles de participación positiva 2.0 son, por cierto, bastante escasos.

Tener muchos “amigos” en Facebook tampoco parece querer decir nada.

Si vamos a hacerle caso al “ranking Facebook” para hacer Política, en la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, el resultado del 28 de junio pasado habría sido bien distinto.

En efecto, teniendo en cuenta los números que surgen de un breve estudio del “ranking Facebook de la Política porteña vemos que Gabriela Michetti tiene 3.022 “amigos”, Solanas 7.898, Carrió 1.672, Heller 1.867 e Ibarra 1.979. Si los pronósticos generalmente esgrimidos por la “e-Política” y los cibernautas de la Mercadotecnia política de laboratorio fueran ciertos, las elecciones del 28 de junio en Buenos Aires habrían tenido como ganador en primer lugar a Pino Solanas y Aníbal Ibarra habría quedado en tercer lugar en el distrito. Si los cálculos de laboratorio fueran ciertos, Heller habría ganado a Carrió.

Y sin embargo, nada de ello fue así. Sobre todo, porque los amigos “facebookers” de cada uno de los facebooks de los candidatos, sumados todos, nos darían una suma de 16.438 personas, es decir, menos del 1% (UNO POR CIENTO) del padrón electoral porteño que efectivamente fue a votar (1.792.792 personas). Es decir que en relación a la cantidad de gente que participó de manera activa, yendo a votar, fue realmente abrumadoramente mayor que la masa pasiva y cibernética que entra y alimenta en las páginas de internet de todo el arco político capitalino.

Señoras y señores, quienes piensan que la Política porteña puede quedar en manos de los gurúes de la Mercadotecnia política y de los candidatos de laboratorio se equivocan.

La Política, la buena Política, la única Política que merece hacerse y ser vivida, es la Política que se construye sobre la militancia que hacen los militantes de la acción y del pensamiento; porque el político que no viene de la Política no entiende a la Política, tal como el político que no sale de las filas de sus propias bases jamás va a entender a las bases que dice representar.

Los porteños tenemos que volvernos a dar cuenta de que el más maravilloso de los gérmenes de la buena Política se encuentra en nuestros viejos, queridos y añorados locales partidarios.

La Política porteña debe volver a las más entrañables prácticas de su mejor Política, a la Política barrial, a la Política del contacto directo y permanente entre los votantes y los votados.

Los locales partidarios deben volver a ser, en la Ciudad de Buenos Aires, el espacio físico territorial de acción, difusión, capacitación, afiliación, adhesión y reunión de nuestros partidos y agrupaciones.

Los locales partidarios porteños deben volver a ser un lugar de acción, un ámbito proactivo, el punto de encuentro y la casa comunitaria a la que deben volver los vecinos para aportar ideas, aportar su trabajo, aportar sus denuncias, y realizar –en general- todo aporte útil, creativo y proactivo que sirva para tener un partido o una ciudad mejor.

Los locales partidarios porteños deben volver a reunir a los vecinos para que su líder los visite, aunque sea de tanto en tanto, para ver qué están haciendo, qué están pensando, qué necesitan y de qué se quejan.

Escuchar directamente a los vecinos debe seguir siendo la única y mejor manera de adoptar medidas y orientar gestiones de acuerdo a lo que los vecinos piensan y necesitan.

Para eso son los locales.

En la Ciudad de Buenos Aires no podemos seguir abriendo locales únicamente cuando se acerca una elección y cerrarlos el día posterior a la elección.

La gente no es tonta.

Los porteños ya no somos tan inocentes. No somos estúpidos.

Repito a ver si de una vez por todas nos entienden: los porteños no somos estúpidos, no somos tan frívolos como nos quieren pintar.


Muchos ya estamos volviendo a tener ganas de participar, de reunirnos, de intercambiar ideas, de buscar soluciones en algún espacio en común.

Por eso creo que ahora más que nunca, de cara a las elecciones de 2011 y a las elecciones comunales de vaya a saber cuándo, los porteños tenemos que volver a contar con locales partidarios de nuestras agrupaciones en todos los barrios, en todas las comunas, para poder afiliarnos, para poder sumarnos, para buscar información y para ponernos al servicio de nuestras ideas de manera orgánica y organizada.

Los porteños debemos volver a recibir –también de manera orgánica y organizada- formación doctrinaria, política, sindical o laboral; porque un local es –además- una unidad comunitaria de capacitación permanente.

La Ciudad de Buenos Aires debe volver a contar con muchos locales partidarios, de todos los partidos, porque un local es el ámbito natural y descentralizado del adoctrinamiento partidario, donde el afiliado y el vecino concurren para saber cómo piensan sus líderes o qué quiere hacer y cómo va a hacer lo que quiere hacer su institución o partido.

En la Ciudad de Buenos Aires hay mucha gente que piensa que “abrir un local” es alquilar un negocio vacío, pintarlo un poco y colgarle –a veces por compromiso y como carnada- una foto de Evita, de Perón, de Yrigoyen o de Balbín.

Eso no es desarrollo territorial.

Porque desarrollo territorial no es tener decenas de locales puramente nominales y testimoniales con el sólo objeto de colocar su lista en un sitio web partidario o institucional.

Abrir un local, abrir varios locales y construir y potenciar un buen desarrollo territorial, es abrir ámbitos activos, en los que se genere y multiplique la vida y sobrevida de la institución o partido, de manera eficiente, proactiva y permanente.

En suma, un local partidario o institucional es –a mi entender- un espacio natural e indispensable en la generación de mística.

Sin locales abiertos, participativos, vivos, activos, proactivos y creativos no hay partido o agrupación que sobreviva más que un puñado de elecciones.

En la Ciudad de Buenos Aires hemos visto partidos que no han durado más de una o de dos elecciones y –coincidentemente- son los mismos partidos que descuidaron la convocatoria, la reunión y la acción en sus locales partidarios.

Cuando un porteño comienza a ir a los locales y los encuentra cerrados o su líder ya no los visita nunca porque no quiere abandonar el microclima plácido de la Plaza de Mayo, el porteño automáticamente deja de ir, deja de apoyar, deja de involucrarse y deja de participar.

La gente que se siente abandonada por su líder, no acudirá jamás en ayuda del líder. Si tiene un problema, tendrá que arreglarse solo porque él –primero- dejó sola a su gente.

En Política, el precio del abandono, es la no repetición del voto. Te podrán haber votado en esta elección y te habrán puesto en tu puesto. Pero ¡cuidado!, si abandonás a los que te votaron, seguramente, no te volverán a votar.

Para muchos de nosotros, y cada vez somos más los que pensamos así, un líder porteño, cualquier líder en realidad, debe revalidar su liderazgo en forma permanente, generando mística, sosteniendo mística y contagiando mística, a través de la acción, el compromiso y la lealtad con los principios, la doctrina y las bases de acción política de su Partido.

En la Ciudad de Buenos Aires ya no sirve más que alguien venga y nos diga “tengo 100, 500, 700 ó 1000 fichas y las pongo a jugar para vos porque venís bien en las encuestas o porque tu imitación está pegando fuerte en Tinelli”, porque muchos porteños estamos volviendo a querer que cada liderazgo, cada afiliación y cada local vuelvan a ser sostenidos, justificados y constantemente revalidados por la acción y por la convicción de liderar, de afiliarse o de abrir y trabajar un local.

En suma, los que estamos convencidos de que nos merecemos una Ciudad mejor y de que sólo vamos a poder tener una Ciudad mejor cuando tengamos una Política mejor, tenemos que trabajar para difundir las ideas de nuestros partidos, para dar vida a los locales partidarios existentes y para abrir más locales en todos los rincones de la Ciudad de Buenos Aires donde hagan falta.

Los que estamos convencidos de que Buenos Aires se merece una Política mejor debemos trabajar para identificar, fortalecer y proyectar nuevos liderazgos partidarios, barriales y comunales; para que nuestros futuros líderes porteños sean el emergente real de una sociedad porteña real y no de un laboratorio donde todo es regla, donde todo es cálculo y donde todo es medido de acuerdo a la proyección de beneficios para un candidato, su séquito o su grupo de amigos y testaferros.

Los porteños debemos volver a enamorarnos de la Política y la Política porteña tiene que poder volvernos a enamorar. Si la Política porteña vuelve a organizar a la militancia, si vuelve a escuchar a los militantes, allí estaremos siempre los que amamos a la verdadera y buena Política.

Allí estaremos los porteños para decirles a nuestros dirigentes que se queden tranquilos, que los vamos a cuidar, que los vamos a acompañar y que vamos a ir a escucharlos a nuestros locales partidarios cada vez que haga falta, porque si la Política porteña vuelve a ser así, tener una cuenta en Facebook ya no va a ser tan importante.





 


 








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