NOTA DE OPINIÓN
Política porteña: Militancia
y Facebook
Por Aníbal Gotelli
Presidente del Instituto para Pensar Buenos Aires (IpeBA)
Por muchas razones, la Ciudad de Buenos Aires es un distrito
atípico.
Y por las mismas razones, la Política porteña se
desarrolla dentro de marcos, parámetros y prácticas
atípicas.
A pesar de ser el distrito electoral más chico y, por
ende, el más densamente poblado y el que tendría
que mostrar –debido a ello- una mayor interacción,
proximidad y vocación comunitaria aunque más no
sea por una razón de supervivencia, lo cierto es que la
Ciudad de Buenos Aires muestra quizás el índice
más alto de desmotivación, de desmovilización
y de despolitización de nuestro país.
Cuando viajo por el Interior, que por cierto y gracias a Dios
lo hago bastante a menudo, no me resulta raro asistir a debates
partidarios, peñas políticas, fogones de militantes
y muchas otras de las expresiones más genuinas, simples
y puras de la comunión política y de la participación
ciudadana.
Son reuniones, fogones y peñas entrañables, llenas
de mística, de vocación transformadora, en las que
los líderes locales se sientan codo a codo con sus seguidores
para comentar los sucedidos de la Política provincial o
cualquier otra cuestión que haya concitado el interés
de la comunidad local.
Muy por el contrario, las usinas de la Política porteña,
los “think tanks” como se les dice ahora entre los
politicólogos, parecen apostar más a las herramientas
que proporcionan las nuevas tecnologías 2.0, y prefieren
dejar los armados de las plataformas, los candidatos y las campañas
en manos del Marketing, de los creativos publicitarios, de las
encuestas y sobre todo, últimamente, de la nueva herramienta
mimada de los creadores de Frankensteins políticos: el
Facebook.
En los últimos tiempos los gurúes de la Política
porteña han lanzado al “mercado electoral”
varios “candidatos-producto” que han motorizado a
través de las más variopintas herramientas cibernéticas
y publicitarias.
Sin embargo, y pese a toda la artillería mediática
y cibernética que sus creadores ponen sobre ellos, lo cierto
es que esos nuevos líderes instantáneos y bajos
en calorías, nacidos de la alquimia y la teoría
de laboratorio, han resultado por lo general bastante ineficaces
a la hora de tener que construir políticamente a largo
plazo, de tener que armar estructuras partidarias y de tener que
mantener a su tropa unida y en crecimiento.
Y esto es así porque estos señores de la Mercadotecnia
política y de la construcción cibernética
se equivocan de cabo a rabo.
Primero porque piensan que los porteños somos usuarios
naturales, intrépidos y compulsivos de la computadora por
el sólo hecho de ser más urbanos, por comer más
rúcula o porque tenemos más floggers por metro cuadrado
que cualquier otra ciudad de nuestro País.
Error. Muchos porteños, más de los que estos gurúes
de laboratorio creen, no tienen ni piensan tener computadora.
Y muchos de los que la tienen, ni remotamente la utilizan para
vincularse con la Política porteña, con sus candidatos
o sus propuestas.
Es más: muchos porteños, cuando entran a la página,
foro, blog o Facebook de un candidato o de un Partido por lo general
lo hacen en la página, foro, blog o Facebook del candidato
que no quieren ni votarían y sólo entran para insultarlo,
contradecirlo o maltratarlo.
Los niveles de participación positiva 2.0 son, por cierto,
bastante escasos.
Tener muchos “amigos” en Facebook tampoco parece
querer decir nada.
Si vamos a hacerle caso al “ranking Facebook” para
hacer Política, en la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo,
el resultado del 28 de junio pasado habría sido bien distinto.
En efecto, teniendo en cuenta los números que surgen de
un breve estudio del “ranking Facebook de la Política
porteña vemos que Gabriela Michetti tiene 3.022 “amigos”,
Solanas 7.898, Carrió 1.672, Heller 1.867 e Ibarra 1.979.
Si los pronósticos generalmente esgrimidos por la “e-Política”
y los cibernautas de la Mercadotecnia política de laboratorio
fueran ciertos, las elecciones del 28 de junio en Buenos Aires
habrían tenido como ganador en primer lugar a Pino Solanas
y Aníbal Ibarra habría quedado en tercer lugar en
el distrito. Si los cálculos de laboratorio fueran ciertos,
Heller habría ganado a Carrió.
Y sin embargo, nada de ello fue así. Sobre todo, porque
los amigos “facebookers” de cada uno de los facebooks
de los candidatos, sumados todos, nos darían una suma de
16.438 personas, es decir, menos del 1% (UNO POR CIENTO) del padrón
electoral porteño que efectivamente fue a votar (1.792.792
personas). Es decir que en relación a la cantidad de gente
que participó de manera activa, yendo a votar, fue realmente
abrumadoramente mayor que la masa pasiva y cibernética
que entra y alimenta en las páginas de internet de todo
el arco político capitalino.
Señoras y señores, quienes piensan que la Política
porteña puede quedar en manos de los gurúes de la
Mercadotecnia política y de los candidatos de laboratorio
se equivocan.
La Política, la buena Política, la única
Política que merece hacerse y ser vivida, es la Política
que se construye sobre la militancia que hacen los militantes
de la acción y del pensamiento; porque el político
que no viene de la Política no entiende a la Política,
tal como el político que no sale de las filas de sus propias
bases jamás va a entender a las bases que dice representar.
Los porteños tenemos que volvernos a dar cuenta de que
el más maravilloso de los gérmenes de la buena Política
se encuentra en nuestros viejos, queridos y añorados locales
partidarios.
La Política porteña debe volver a las más
entrañables prácticas de su mejor Política,
a la Política barrial, a la Política del contacto
directo y permanente entre los votantes y los votados.
Los locales partidarios deben volver a ser, en la Ciudad de Buenos
Aires, el espacio físico territorial de acción,
difusión, capacitación, afiliación, adhesión
y reunión de nuestros partidos y agrupaciones.
Los locales partidarios porteños deben volver a ser un
lugar de acción, un ámbito proactivo, el punto de
encuentro y la casa comunitaria a la que deben volver los vecinos
para aportar ideas, aportar su trabajo, aportar sus denuncias,
y realizar –en general- todo aporte útil, creativo
y proactivo que sirva para tener un partido o una ciudad mejor.
Los locales partidarios porteños deben volver a reunir
a los vecinos para que su líder los visite, aunque sea
de tanto en tanto, para ver qué están haciendo,
qué están pensando, qué necesitan y de qué
se quejan.
Escuchar directamente a los vecinos debe seguir siendo la única
y mejor manera de adoptar medidas y orientar gestiones de acuerdo
a lo que los vecinos piensan y necesitan.
Para eso son los locales.
En la Ciudad de Buenos Aires no podemos seguir abriendo locales
únicamente cuando se acerca una elección y cerrarlos
el día posterior a la elección.
La gente no es tonta.
Los porteños ya no somos tan inocentes. No somos estúpidos.
Repito a ver si de una vez por todas nos entienden: los porteños
no somos estúpidos, no somos tan frívolos como nos
quieren pintar.
Muchos ya estamos volviendo a tener ganas de participar, de reunirnos,
de intercambiar ideas, de buscar soluciones en algún espacio
en común.
Por eso creo que ahora más que nunca, de cara a las elecciones
de 2011 y a las elecciones comunales de vaya a saber cuándo,
los porteños tenemos que volver a contar con locales partidarios
de nuestras agrupaciones en todos los barrios, en todas las comunas,
para poder afiliarnos, para poder sumarnos, para buscar información
y para ponernos al servicio de nuestras ideas de manera orgánica
y organizada.
Los porteños debemos volver a recibir –también
de manera orgánica y organizada- formación doctrinaria,
política, sindical o laboral; porque un local es –además-
una unidad comunitaria de capacitación permanente.
La Ciudad de Buenos Aires debe volver a contar con muchos locales
partidarios, de todos los partidos, porque un local es el ámbito
natural y descentralizado del adoctrinamiento partidario, donde
el afiliado y el vecino concurren para saber cómo piensan
sus líderes o qué quiere hacer y cómo va
a hacer lo que quiere hacer su institución o partido.
En la Ciudad de Buenos Aires hay mucha gente que piensa que “abrir
un local” es alquilar un negocio vacío, pintarlo
un poco y colgarle –a veces por compromiso y como carnada-
una foto de Evita, de Perón, de Yrigoyen o de Balbín.
Eso no es desarrollo territorial.
Porque desarrollo territorial no es tener decenas de locales
puramente nominales y testimoniales con el sólo objeto
de colocar su lista en un sitio web partidario o institucional.
Abrir un local, abrir varios locales y construir y potenciar
un buen desarrollo territorial, es abrir ámbitos activos,
en los que se genere y multiplique la vida y sobrevida de la institución
o partido, de manera eficiente, proactiva y permanente.
En suma, un local partidario o institucional es –a mi entender-
un espacio natural e indispensable en la generación de
mística.
Sin locales abiertos, participativos, vivos, activos, proactivos
y creativos no hay partido o agrupación que sobreviva más
que un puñado de elecciones.
En la Ciudad de Buenos Aires hemos visto partidos que no han
durado más de una o de dos elecciones y –coincidentemente-
son los mismos partidos que descuidaron la convocatoria, la reunión
y la acción en sus locales partidarios.
Cuando un porteño comienza a ir a los locales y los encuentra
cerrados o su líder ya no los visita nunca porque no quiere
abandonar el microclima plácido de la Plaza de Mayo, el
porteño automáticamente deja de ir, deja de apoyar,
deja de involucrarse y deja de participar.
La gente que se siente abandonada por su líder, no acudirá
jamás en ayuda del líder. Si tiene un problema,
tendrá que arreglarse solo porque él –primero-
dejó sola a su gente.
En Política, el precio del abandono, es la no repetición
del voto. Te podrán haber votado en esta elección
y te habrán puesto en tu puesto. Pero ¡cuidado!,
si abandonás a los que te votaron, seguramente, no te volverán
a votar.
Para muchos de nosotros, y cada vez somos más los que
pensamos así, un líder porteño, cualquier
líder en realidad, debe revalidar su liderazgo en forma
permanente, generando mística, sosteniendo mística
y contagiando mística, a través de la acción,
el compromiso y la lealtad con los principios, la doctrina y las
bases de acción política de su Partido.
En la Ciudad de Buenos Aires ya no sirve más que alguien
venga y nos diga “tengo 100, 500, 700 ó 1000 fichas
y las pongo a jugar para vos porque venís bien en las encuestas
o porque tu imitación está pegando fuerte en Tinelli”,
porque muchos porteños estamos volviendo a querer que cada
liderazgo, cada afiliación y cada local vuelvan a ser sostenidos,
justificados y constantemente revalidados por la acción
y por la convicción de liderar, de afiliarse o de abrir
y trabajar un local.
En suma, los que estamos convencidos de que nos merecemos una
Ciudad mejor y de que sólo vamos a poder tener una Ciudad
mejor cuando tengamos una Política mejor, tenemos que trabajar
para difundir las ideas de nuestros partidos, para dar vida a
los locales partidarios existentes y para abrir más locales
en todos los rincones de la Ciudad de Buenos Aires donde hagan
falta.
Los que estamos convencidos de que Buenos Aires se merece una
Política mejor debemos trabajar para identificar, fortalecer
y proyectar nuevos liderazgos partidarios, barriales y comunales;
para que nuestros futuros líderes porteños sean
el emergente real de una sociedad porteña real y no de
un laboratorio donde todo es regla, donde todo es cálculo
y donde todo es medido de acuerdo a la proyección de beneficios
para un candidato, su séquito o su grupo de amigos y testaferros.
Los porteños debemos volver a enamorarnos de la Política
y la Política porteña tiene que poder volvernos
a enamorar. Si la Política porteña vuelve a organizar
a la militancia, si vuelve a escuchar a los militantes, allí
estaremos siempre los que amamos a la verdadera y buena Política.
Allí estaremos los porteños para decirles a nuestros
dirigentes que se queden tranquilos, que los vamos a cuidar, que
los vamos a acompañar y que vamos a ir a escucharlos a
nuestros locales partidarios cada vez que haga falta, porque si
la Política porteña vuelve a ser así, tener
una cuenta en Facebook ya no va a ser tan importante.