24 de marzo: cuadernos de la
memoria, por la verdad y la justicia
Los hombres que miran desde el fondo del río
Por Horacio De Stefano
para Periódico Pintadas y ParqueChasWeb
hhdestefano@gmail.com
Los memoriosos hablan de un pueblo que quería ser. Algunos
aficionados al absurdo quieren convencerse que hoy son un pueblo
completo. Unos pocos dinosaurios celebran la revolución
que no fue. Hay quienes siguen pensando que hay que matar al pueblo
para ser país. Y están los que no juzgan, no creen,
no tienen, no sueñan, no reclaman, ni recuerdan absolutamente
nada.
Pero también hay de los que mantienen la memoria intacta
de los días en los que había un pedazo de pueblo
que se animaba a ser... me enfilo tras estos últimos. Me
animo a la verdad, a juzgar la vida, porque mido con la vida y
la muerte.
Hoy se analiza el pasado de este pueblo como si los hechos que
compaginan la historia fueran material de estudio. Me enfilo detrás
de los que se animan a la memoria sin perdonar lo imperdonable,
ni olvidar, que es peor que la cobarde penitencia del que no es
dios y perdona, por miedo a que la conciencia tome el coraje que
no tuvo y golpee duro desde el pasado.
Por cada revolución que no llegó a Sudamérica,
aparecieron varias de resultado inverso. Por cada trazo de memoria
desaparecida existe todo un arsenal de recuerdos indómitos.
Somos un pueblo y tal vez seamos menos de los que somos en número,
contando inclusive a los que ya no están... pero, y en
todo caso, esta es la historia del pueblo que quiso ser y se animó
a sus consecuencias. Me animo a la verdad, por eso escribo.
Había una vez un pueblo que quería ser...: 1930,
'43, '55, '62, '66, '76, 1983... fechas, años que quiebran
en pedazos los años, los tiempos de nuestra historia contemporánea.
Hoy, marzo de 2007. Más de 23 años de democracia
desde Raúl Alfonsín, contra 53 años continuos
de inestabilidad institucional que los antecedieron, a partir
de José Félix Uriburu en 1930.
Seis golpes militares nos pasaron desde entonces, tomas y desprecios
del poder, uniformes contra camisas, disciplina dictatorial contra
pensamiento filosófico, políticos sacrificados y
políticos que vendieron el alma al demonio, pesadillas
contra sueños, mentiras escupidas en la cara contra verdades
acalladas a palos. Nunca fue el pueblo contra el pueblo. Siempre
fue el pueblo argentino contra su inversa.
Quien haya ideado ese mapa ideológico que cubrió
de pozos no sólo a la Argentina, sino también a
Latinoamérica, en parte logró su cometido. Pero
sólo en parte, y así incluso, es demasiado lo perdido.
Pueblos reorganizados sobre sociedades fragmentadas, actualmente
sin un fundamento filosófico que tienda a buscar el crecimiento
social junto al crecimiento del país... se entiende lo
que digo?. No somos una manga de despreocupados que se abrazan
desesperadamente al sálvese quién pueda. Peor que
eso, se crearon vacíos en nuestra sociedad y no supimos
o no tuvimos la grandeza de seguir de la mano para no separarnos.
Hubo hace muchos años algo así como un caudal de
sangre en las venas del pueblo, que unía las células
de la sociedad... lo que no entendimos es que la sangre vertida
en las calles debía ser esa unión y no quedar simplemente
en sangre seca.
Pero no está seca mientras haya algunos, varios, muchos
o pocos, pero haya quienes sigan animándose a ser. Simplemente
ser.
Siempre fue el pueblo contra su inmensa inversa. Moreno contra
el veneno, el pensamiento contra el interés. Desde el año
2002, el 24 de marzo fue declarado "Día Nacional de
la Memoria por la Verdad y la Justicia"... perfecto, es justo,
pero hasta ahora parece ser apenas un título para acariciar
la frente de los votantes.
La fecha de marzo corresponde al recordatorio del comienzo de
la última dictadura militar disparada contra el cerebro
y el alma de la Argentina... (otros males extranjeros nos afligen
todavía, pero esa es una memoria aún más
compleja). Hablamos de lo que fue un largo camino de golpes de
Estado que comenzaron en 1930, con la toma del poder por parte
del mencionado anteriormente Uriburu, quien derrocó a Yrigoyen,
inaugurando además la década infame, marcada por
la corrupción institucional (peor que ahora, aunque parezca
imposible) y el fraude electoral.
Desde el '30 al '43 esa fue la historia: a Uriburu lo siguieron
Agustín P. Justo, Roberto Ortiz y Ramón Castillo,
comprando votos y rasgando una democracia nominal, sin peso. El
golpe de 1943 puso al Gral. Ramírez al frente de la Casa
Rosada, reemplazado en el '46 por Farrell, quien ubicó
en el mapa político de primera plana a Juan Perón,
como Secretario de Trabajo y Previsión Social.
Es una afirmación muy pobre y usada decir que una mala
democracia siempre es mejor que cualquier otra opción de
gobierno... pobre, usada y muy acertada. Cuando Perón llega
a la presidencia, en 1946, el país encara una transformación
hacia la política social y el desarrollo económico.
Perón fue elegido dos veces por inmenso apoyo del pueblo,
hasta que nuevamente un golpe militar corre a la democracia del
palacio. 1955, Lonardi, la Revolución Libertadora, ja (engrupiendo
a las agrupaciones ecologistas con la liberación de gorilas?)
aviones sobre la Plaza de Mayo, la iglesia a salvo, del lado de
los horribles, claro (algunas artimañas también
siempre fueron pobres y muy usadas).
Después de Lonardi vendría Aramburu a reinstalar
la Constitución de 1853... y de nuevo democracia, y de
nuevo golpe, y democracia y... 1958 puso a Frondizi al frente
de un gobierno democrático, derrocado por Guido en el 62',
imponiendo un golpe y sosteniendo un gobierno civil de facto.
En el '63: Illia y la democracia de nuevo, sin respaldo popular,
terminó barrido por la milicada de Onganía en el
'66... y Levingston, y Lanusse.
La democracia de 1973 tuvo a Cámpora al frente del sillón
solamente para volver a convocar a elecciones. Y Perón
entraba de nuevo a la Casa Rosada, luego de la masacre de Ezeiza.
Un Perón ya viejito, sin la fuerza que otrora infundiera
Evita, diría que casado con la mafia, débil, muriéndose.
Ya no era el líder amado por las masas obreras
su
pensamiento, dueño de una mística popular, del mayor
genio ideológico y la más grande coherencia institucional
táctica para llevar sociedad y país a un mismo puerto,
ya estaba agonizando con su salud. Al fallecer, en medio de discusiones
con su gran aliado, el pueblo, tomó el gobierno María
Estela Martínez, que no era Eva Duarte, ni por fuerza,
ni por ideales.
Me gusta repasar la historia de tanto en tanto... ya sabemos
cómo es esta milonga, pero hace falta repasarla, porque
atrás nuestro vienen los que no la vieron pasar y, creo,
necesitan verla. Entre los desmemoriados, los falsos ateos y los
menores (que no saben), el presente es la duda constante de nuestra
identidad nacional, entre otras dudas. Por eso digo, por eso escribo.
Desde la presidencia de Isabelita, o María Estela Martínez,
hasta que la derrocaran Videla y sus boys, lo que pasó
fue el caos de la autoridad y la injusticia. Con Videla llegó
la autoridad del caos, y también la injusticia. Pero volviendo
a Isabel Perón, los puntos más críticos de
este último período antes del gran golpe del '76,
estuvieron en unas pocas cabezas encargadas de empezar a desgarrar,
o seguir desgarrando, el alma del pueblo.
El terrible fracaso del plan económico de Celestino Rodrigo,
frente a la crisis con el Mercado Común Europeo... el Rodrigazo,
175% de aumento en los combustibles y otros insoportables aumentos
en las tarifas de los servicios públicos, dejó al
asalariado muy mal parado, y a la CGT boquiabierta, sin reacción...
de hecho, los sindicalistas que reaccionaron fueron convencidos
por el gobierno o callados a palos, dejando la cúpula de
la CGT en manos de los menos audaces o más amigables con
el poder. Y el 38% de aumento salarial ofrecido como última
opción no era suficiente, y además era humillante.
Las protestas populares iban creciendo, y el gobierno de Isabelita
no tuvo mejor idea que frenarlas, cortando de raíz la mala
costumbre de "pensar" que solía apoderarse de
la sociedad. Salió a la calle entonces la Alianza Anticomunista
Argentina (AAA), al mando del Ministro de Bienestar (bienestar?)
Social: el Brujo López Rega. Empezaron así las persecuciones
a intelectuales, artistas, sindicalistas y todo "elemento"
considerado de izquierda, como si la izquierda tuviera el patrimonio
de la dignidad y la justicia social (probablemente así
sea, que nadie se ofenda).
Las luchas sindicales se acentuaban a medida que se acentuaba
la persecución... muchos se fueron, otros empezaron a ser
idos... la renuncia del Brujo ya no sirvió de nada... el
veneno ya estaba en la comida y Moreno estaba en medio del mar.
En 1975, con Antonio Cafiero en Economía, el costo de vida
creció un 334,8%. Inflación, desempleo, huelgas...
caos en la autoridad, muerte en la calle, perfecto prefacio para
la novela del golpe.
El incremento de las acciones armadas por parte del pueblo, habilitó
a intensificar indiscriminadamente la represión. Y todo
se agravó aún más cuando el nuevo ministro
del Interior, Angel Robledo, dio a las Fuerzas Armadas (como dije,
no más que una milicada, ahora con poder) la responsabilidad
total de la lucha contra la subversión.
Ese es el momento preciso en que el gobierno le firma el contrato
al demonio... los que la peleaban en la calle y los dirigentes
sindicales fueron los primeros en recibir los golpes. Se intensificó
la represión ilegal. Los sectores empresariales comenzaban
a volcarse, por miedo, a las tendencias golpistas... todo se entendió
al revés. La UCR advirtió en un comunicado de febrero
del '76 sobre la inminencia de un golpe de Estado, y ante la debilidad
del gobierno, gran parte del pueblo comenzó a ver a los
militares como una salida del caos... todo se entendió
al revés.
Desde principios de marzo del '76, algunos movimientos militares
excusados en la lucha contra la subversión, sirvieron para
que la milicada tomara en la ciudad puestos estratégicos.
Y el 24 ocurrió lo que muchos esperaban: el derrocamiento
del gobierno de Isabel Perón, abriendo paso al "Proceso
de Reorganización Nacional", encabezado por la cúpula
militar que dejó a Jorge Rafael Videla como presidente
de facto.
Aparece, entre otros personajes, un cuco de cuentos de horror:
el ministro de economía, José Alfredo Martínez
de Hoz, el oreja, implementando un plan económico que,
si bien terminó de hundir al país, era totalmente
coherente con el objetivo del gobierno militar... precisamente,
hundirnos. Las deudas externas, pública y privada, rápidamente
se duplicaron, multiplicándose aún más para
el Estado, al nacionalizar la deuda privada... "Yo me hago
cargo de la mesa", dijo el general, como si estuviera cenando
en un bodegón y quisiera pagarle a los amigos la comida
y las minas... y algo así fue.
La Junta Militar impuso el terrorismo de Estado, pero fuera de
tratar de frenar las acciones guerrilleras (no serían las
acciones patrióticas?), desarrolló un plan destinado
únicamente a destruir toda forma de participación
popular existente. Sometidos por el terror, eso fuimos en aquellos
años, con herramientas implacables que la milicada manejaba
con total comodidad en su destino: matar a un país, desaparecer
hombres, razones, cultura, idea, pensamiento, dignidad... a veces
creo, no sin quedarme perplejo y dolorido al entenderlo, que la
Argentina soñada bien podría ser un mito como la
Atlántida...: muchos de nuestros mejores hombres están
en el agua.
Y aparecieron los venenosos designios que nos atropellaron la
fe, como si hubieran abierto una caja de Pandora para sudacas:
La censura, la guerra sucia, la mentira oficial, la terrible represión
ilegal, los grupos armados paramilitares, los centros clandestinos
de detención, la insoportable tendencia militar a prostituir
la palabra "patria", la muerte, el miedo, los secuestros,
las desapariciones... nuestra cultura se dividió entre
los que se iban o morían, y los que se quedaban lamiéndole
las medias a los militares... no me olvido de algunas declaraciones
imperdonables, hechas por tipos que hoy son símbolos de
nuestras letras, asegurando que el general Videla "es un
hombre culto y una persona de bien"... (ya me habían
informado sobre la confabulación que utiliza a la sombra
para manejar desde la ceguera).
Ese era nuestro país entonces... un pozo de muerte para
la sociedad. Los que se animaban a luchar contra la destrucción,
eran secuestrados, a veces junto a familiares, amigos y demás
inocentes, escondidos en los CCD, esos chupaderos llamados centros
clandestinos de detención, donde se los torturaba y mataba,
para luego ser ocultados en fosas comunes o arrojados al Río
de La Plata. Existieron 340 centros de detención en todo
el país, la mayoría plantados a los ojos de la población,
como la Escuela de Mecánica de la Armada y otras propiedades
militares, policiales e incluso civiles (porque la policía,
Federal y Provincial, y muchos civiles, también hicieron
lo suyo).
Para qué hablar de los niños, hijos de desaparecidos,
secuestrados y entregados a autoridades militares o familias relacionadas
con ellos. Y los otros niños, los nacidos en los centros
de detención, o los que morían antes de nacer, en
el cuerpo de las mujeres embarazadas. La Conadep constató
9 mil casos de desaparecidos, pero los organismos de derechos
humanos hablan de más de 30 mil... esto es lo que no podemos
olvidar, el grito de justicia, el rabioso grito de justicia, dignidad
y vida.
El cuento de la Junta, que tuvo final en diciembre de 1983, nos
dejó además un cementerio en las Malvinas y un dolor
profundo en la cara de muchos veteranos de guerra. Pensando en
la última dictadura, me pregunto qué se enseña
en las escuelas militares en relación a la palabra "patria"...
porque no es mi patria la patria de esos militares. Y las nuevas
camadas milicas todavía no nos supieron demostrar que entienden
lo que significan términos como patria, país, sociedad,
pueblo, libertad, vida...
A veces creo que mi amor desmesurado por el Río de la
Plata es un latido hondo y sublime que viene desde el corazón
de mis hermanos, dormidos en su lecho con el sueño de la
Argentina... por eso amo a "mí" río...
sí señor, por eso. Por eso, por ellos, por ustedes,
sigo creyendo. Por eso no me voy a ir nunca. Por eso escribo,
por eso digo.