Claroscuros de la política de seguridad
Por Silvia La Ruffa
Diputada de la Ciudad
Unión para Recrear Buenos Aires
El Plan Estratégico de Seguridad
y Justicia 2004/2007 tiene aspectos positivos y negativos.
En primer lugar, me gustaría señalar que la principal
crítica es que las medidas no conforman un plan, no hay objetivos,
metas que sirvan para evaluar la implementación y evolución
del plan.
Por otro lado, lo más destacable es que se hayan abordado
todos los elementos del sistema de seguridad como son el componente
policial, la Justicia, el servicio penitenciario y el sistema penal
así como políticas sociales y educativas que tiendan
la prevención del delito.
En cuanto a las propuestas de seguridad es positivo que se hayan
enfocado los problemas vinculados con el crimen organizado como
el lavado de dinero, el narcotráfico o el terrorismo.
Es fundamental que se apruebe la reforma para permitir que sea la
justicia de cada provincia y de la Ciudad de Buenos Aires las que
investiguen y juzguen los casos de comercialización minorista
de drogas. La justicia federal tiene que dedicarse a investigar
y perseguir a los carteles, a los grandes narcotraficantes y las
justicias locales, las más cercanas a los vecinos, encargarse
de la venta en los quioscos, la que afecta directamente a nuestros
hijos.
Si bien soy una férrea defensora del modelo de policía
comunitaria, no está claro qué significa esto en el
Plan Beliz. Por lo pronto más que policía comunitaria
parece que la Ciudad de Buenos Aires va a tener policías
federales de primera -porque se encargan de los delitos- y policías
federales de segunda -porque sólo se ocupan de las contravenciones.
Y lo que es peor no está claro cuál es el nivel de
vínculo y coordinación de "ambas" policías.
Las reformas a la justicia son todas muy positivas, principalmente
el instituto de juicio por jurados ya que significa la participación
ciudadana en la administración de justicia.
Es también loable que estemos pensando en consagrar un sistema
penal juvenil, debemos ocuparnos del problema de los chicos que
delinquen y no, como hacemos hoy, que -en realidad- miramos para
otro lado dándolo al juez el poder arbitrario de decidir
si un chico va a un instituto de menores o se vuelve a su casa por
sobreseimiento por inimputabilidad. No es verdad que con un sistema
penal juvenil los chicos terminen en Devoto con el Gordo Valor.
Sólo resta esperar que las políticas se implementan
y evaluar el impacto para proponer modificaciones y destacar fortalezas.
Abril 2004
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