A
137 AÑOS DE SU INAUGURACIÓN
Un sitio web rescata el valor histórico
cultural del Cementerio de la Chacarita
Se trata del portal www.cementeriochacarita.com.ar que propone un
recorrido virtual por su historia y arquitectura entre otros temas.
El 14 de abril se cumplieron 137 años de la inauguración
del Cementerio de la Chacarita.
Las consecuencias de la terrible epidemia de
fiebre amarilla
del año 1871, obligó a construir en nuestra ciudad
nuevos enterratorios; ante la imposibilidad de seguir realizando
inhumaciones en los cementerios ya existentes, saturados por el
saldo de la anterior peste de cólera que asoló a Buenos
Aires.
Como en el antiguo
Cementerio del Norte, hoy de
Recoleta, se prohibió enterrar los cuerpos de los vecinos
que habían muerto por la fiebre amarilla, se destinaron cinco
hectáreas de tierra para los fallecidos por este nuevo flagelo.
Ese lugar se conoció popularmente como
Cementerio
Viejo y actualmente corresponden al Parque Los Andes. Estos
terrenos pertenecieron a la
Chacarita o Chacrita de los
Colegiales que era visitada por los estudiantes pupilos
del Real Colegio de San Carlos.
La historia dice que este nuevo cementerio fue habilitado públicamente
el 14 de abril de 1871 siendo su primer administrador el señor
Munilla y el primer inhumado don Manuel Rodríguez, de profesión
albañil.
Desde la antigua estación de ferrocarril "Bermejo",
ubicada en el cruce de lo que hoy son las calles Corrientes y
Ecuador, llegaban los féretros de madera hasta la actual
Avenida Dorrego. Aquel servicio lo cumplía "La
Porteña", nuestra primera locomotora, en
lo que se denominó como el “Tranvía Fúnebre”.
Fue tal la magnitud de la peste, que existen testimonios de 564
inhumaciones en un solo día, quedando reflejado en la crónica
de la época el macabro espectáculo de las inhumaciones
nocturnas.
El cementerio fue clausurado en 1875 pero siguió funcionando
hasta el 9 de diciembre de 1886 y a comienzos de 1887 las inhumaciones
comenzaron a realizarse en el Cementerio denominado “Chacarita
la Nueva”.
Por Ordenanza del 30 de diciembre de 1896 su denominación
fue “Cementerio del Oeste” hasta que el 5 de marzo
de 1949 se establece el nombre de “Cementerio de la Chacarita”.
Esta es una breve crónica de los orígenes de nuestro
vecino camposanto. Si necesita conocer más sobre este lugar,
deje de lado el miedo y anímese a ingresar a
www.cementeriochacarita.com.ar
que desde hace dos años tiene en Internet un sitio
dedicado a rescatar sus valores históricos y culturales.
Hernán Santiago Vizzari su creador y webmaster declara en
la página principal que es el "primer y único
sitio dedicado exclusivamente al Cementerio de la Chacarita".
El portal está dividido en cinco secciones: Historia del
Cementerio; tumbas de las personalidades que descasan allí
eternamente , Cultura, Arquitectura y una galería de fotos
antiguas y actuales. Todo el conjunto es un trabajo de alto valor
patrimonial, ideal para que lo disfruten todos aquellos amantes
y curiosos que quieran ampliar sus conocimientos sobre la historia
de un lugar emblemático de nuestra ciudad de Buenos Aires.
Muertes de Buenos Aires
Cuaderno San Martin (1929) /
Jorge Luis Borges
I
La Chacarita
Porque la entraña del cementerio del sur
fue saciada por la fiebre amarilla hasta decir basta;
porque los conventillos hondos del sur
mandaron muerte sobre la cara de Buenos Aires
y porque Buenos Aires no pudo mirar esa muerte,
a paladas te abrieron
en la punta perdida del oeste,
detrás de las tormentas de tierra
y del barrial pesado y primitivo que hizo a los cuarteadores.
Allí no había mas que el mundo
y las costumbres de las estrellas sobre unas chacras,
y el tren salía de un galón en Bermejo
con los olvidos de la muerte:
muertos de barba derrumbada y ojos en vela,
muertas de carne desalmada y sin magia.
Trapacerías de la muerte - sucia como el nacimiento del
hombre -
siguen multiplicando tu subsuelo y así reclutas
tu conventillo de ánimas, tu montonera clandestina de huesos
que caen al fondo de tu noche enterrada
lo mismo que a la hondura del mar.
Una dura vegetación de sobras en pena
hace fuerza contra tus paredones interminables
cuyo sentido es la perdición,
y convencidas de mortalidad las orillas
apuran su caliente vida a tus pies
en calles traspasadas por una llamarada baja de barro
o se aturden con desgano de bandoneones
o con balidos de cornetas sonsas de carnaval.
(El fallo de destino más para siempre,
que dura en mí lo escuche esa noche en tu noche
cuando la guitarra bajo la mano del orillero
dijo lo mismo que las palabras, y ellas decían:
La muerte es vida vivida
la vida es muerte que viene;
la vida no es otra cosa
que muerte que anda luciendo.)
Mono del cementerio, la Quema
gesticula advenediza muerte a tus pies.
Gastamos y enfermamos la realidad: 210 carros
infaman las mañanas, llevando
a esa necrópolis de humo
las cotidianas cosas que hemos contagiado de muerte.
Cúpulas estrafalarias de madera y cruces en alto
se mueven -piezas negras de un ajedrez final- por tus calles
y su achacosa majestad va encubriendo
las vergüenzas de nuestras muertes.
En tu disciplinado recinto
la muerte es incolora, hueca, numérica;
se disminuye a fechas y a nombres,
muertes de la palabra.
Chacarita:
desaguadero de esa patria de Buenos Aires, cuesta final,
barrio que sobrevives a los otros, que sobre mueres,
lazareto que estas en esta muerte no en la otra vida,
he oído tu palabra de caducidad y no creo en ella,
porque tu misma convicción de angustia es acto de vida
y porque la plenitud de una sola rosa es más que tus mármoles.