COMERCIANTES
Y VECINOS DE VILLA URQUIZA RECHAZAN EL VIADUCTO DE AVENIDA TRIUNVIRATO
Polémica bajo tierra
Temen que el túnel vehicular divida al barrio en dos e
impacte negativamente sobre los negocios de la principal arteria
urquicense. En tanto, los vecinos de Villa Pueyrredón reclaman
el demorado cruce subterráneo en Constituyentes y Roosevelt
para terminar con el caos de tránsito originado por el
paso a nivel. El debate recién comienza.
Por Marcelo Benini
mbenini@periodicoelbarrio.com.ar
Nadie discute la influencia negativa que en materia de tránsito
y seguridad tienen los pasos a nivel de la Ciudad de Buenos Aires,
donde existen más de cien cruces con barreras que obstaculizan
la fluidez vehicular. La obsolescencia de este sistema vial motivó
que el año pasado el Gobierno de la Ciudad anunciara con
bombos y platillos la inminente construcción de once viaductos,
uno de ellos bajo el cruce ferroviario de las avenidas Triunvirato
y Monroe, en Villa Urquiza. Sin embargo, este túnel despierta
el rechazo casi unánime de vecinos y comerciantes por su
sensible ubicación y el impacto negativo que podría
tener sobre el barrio.
A mediados del año pasado y el 7 de abril último
se realizaron dos concurridas reuniones en la sede de la Asociación
de Comerciantes de Villa Urquiza para debatir el tema. En la primera
de ellas el proyecto fue expuesto por su autor, el Ing. Néstor
Fernández López, subgerente de Ingeniería
de Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado (SBASE),
ante quien los vecinos expresaron su descontento argumentando
que dividirá al barrio. Otro de los cuestionamientos fue
que el viaducto afectará durante dos años el tránsito
y la actividad comercial del corazón de Villa Urquiza,
es decir el tramo de la avenida Triunvirato comprendido por las
calles Cullen y Blanco Encalada. Recordemos que entre ambas arterias
también se encuentran, además de numerosos comercios,
la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, la escuela municipal
Juana Manuela Gorriti y varias entidades bancarias.
Posturas coincidentes
El segundo de los encuentros contó con la presencia del
director del Centro de Gestión y Participación Comunal
Nº 12, Néstor Dall’Alpi, quien tras una pregunta
del comerciante José Versace reconoció que si bien
existe el proyecto del viaducto bajo la avenida Triunvirato se
logró quitarle prioridad y dársela a la obra del
túnel en Constituyentes y Roosevelt. “Yo tampoco
quiero que Villa Urquiza se transforme en cuatro islas, pero si
entre todos demostramos por qué no es oportuna esta obra
quizá logremos disuadir a los funcionarios de su realización”,
señaló Dall’Alpi. Bajo la moderación
de Marcelo Montenegro, locutor de FM Urquiza, el uso de la palabra
fue alternándose entre los presentes. Algunos hablaron
de soterrar el ferrocarril, otros de elevarlo y hasta hubo quienes
sugirieron abrir nuevos pasos a nivel.
“La única solución es bajar los trenes, como
sucede en París. En vez de gastar 3.900 millones de dólares
en un tren bala deberíamos soterrar el ferrocarril y abrir
todas las calles. Vamos a tener más seguridad y más
pasos. Pensemos en un país a 50 años. Además
en Triunvirato el subte pasará a 16 metros de profundidad,
de modo que no habría inconvenientes”, sostuvo Héctor
Ginanni, miembro de comisión directiva de la Asociación
de Comerciantes de Villa Urquiza y propietario del Café
de la U. Virna Lisi, también integrante de la entidad y
titular del local de artículos de camping Travesía
a las Nubes, se preguntó cómo se piensa la Ciudad,
ya que advierte una falta de planeamiento integral. “Siento
que se quieren abrir agujeros a tontas y a locas”, resumió
con sencillez sobre los pasos vehiculares bajo nivel.
Para Eduardo Rodas, vicepresidente de la Asociación de
Ex Alumnos del Colegio Nacional Nº 12 Reconquista y de la
Comisión del Centenario de Villa Urquiza, “no hay
que facilitar la entrada de autos al Centro a través de
Triunvirato sino la salida por Alvarez Thomas, donde sí
podría hacerse un viaducto”. La única adhesión
al túnel de Triunvirato provino de la Asociación
de Vecinos de Luis María Drago, quien a través de
su presidente Alejandro Liska se mostró favorable a la
construcción de cualquier viaducto, postura que generó
murmullos y objeciones. Cabe recordar que los vecinos de Drago
tienen el problema del cruce de Mariano Acha, un verdadero cuello
de botella. Dall’Alpi anunció que próximamente
se abrirá un paso a nivel en la calle Lugones para descomprimir
el tránsito de la zona.
“El viaducto de Triunvirato es inviable. ¿Qué
van a hacer con el tránsito vehicular durante los dos años
que durará la obra? Déme la solución a este
problema y yo acepto el túnel”, había planteado
el vecino Enrique Salas en la primera reunión. Lo que más
irritó aquella vez a los comerciantes es que, de prosperar
el viaducto, desaparecerán las paradas de colectivos de
la decena de líneas que circula por la avenida Triunvirato
y que las calles colectoras serán peatonales, aunque podrán
acceder vehículos de carga y descarga y automóviles
particulares que deban ingresar en los garajes de la avenida.
Salas propuso una alternativa razonable y poco compleja: “Este
proyecto me llegó por medio de un vecino y yo estoy tratando
de impulsarlo. Consiste en ensanchar la avenida Alvarez Thomas
entre Congreso y Combatientes de Malvinas, que en ese tramo tiene
veredas de siete metros, y hacerla doble mano. De esa manera se
pueden derivar los camiones que circulan por Triunvirato hacia
Alvarez Thomas”.
Historia del viaducto
La realización del viaducto se sospechaba desde hace por
lo menos cuatro años, cuando comenzaron los trabajos de
prolongación de la Línea B de subtes. La obra en
cuestión forma parte del Programa de Conectividad Vial
del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que a través
del Ministerio de Planeamiento y Obras Públicas prevé
la eliminación de varios pasos vehiculares a nivel y su
reemplazo por túneles bajo nivel. Estos permitirían
que la circulación de trenes y automotores sea independiente,
lo que reduciría el tiempo de los viajes y mejoraría
la calidad del aire por el aumento en la fluidez del tránsito
y la disminución de las emisiones vehiculares.
El Decreto Nº 1.750 del Gobierno de la Ciudad, firmado por
Jorge Telerman y Juan Pablo Schiavi, ex jefe de Gobierno y ex
ministro de Planeamiento y Obras Públicas respectivamente,
aprobó la construcción del viaducto a fines de octubre
de 2006. A tal fin se encomendó a SBASE, responsable de
la extensión de la Línea B de subtes a Villa Urquiza,
realizar el proyecto y el correspondiente llamado a licitación.
La misma se publicó el 13 de abril de 2007 año en
el Boletín Oficial, bajo el Nº 136/07 y el título
“Paso bajo nivel en Avenida Triunvirato y vías del
ex Ferrocarril General Bartolomé Mitre”. Allí
se detalla que las obras consisten en la construcción de
un viaducto de tres trochas en la avenida Triunvirato para cruzar
bajo nivel las vías del ex Ferrocarril Gral. Mitre, ramal
José León Suárez. Consta de dos rampas de
entrada y salida que empalman con la calzada existente, construidas
en trinchera, y el cruce propiamente dicho, bajo el cual se encuentra
la estación Villa Urquiza de la Línea “B”
de subterráneos, que ha sido diseñada teniendo en
cuenta la ejecución de estas obras. La profundidad de la
futura cabecera del ramal subterráneo, cercana a los veinte
metros, permite proyectar este viaducto por encima de la terminal.
A los costados del paso bajo nivel se dispondrán calles
colectoras con sus respectivas aceras, que permitirán el
acceso a los frentistas: serán veredas de seis metros de
ancho, el doble de las actuales. Pero lo más importante
es que la calzada de la avenida Triunvirato empezará a
hundirse en su intersección con la calle Cullen hasta una
profundidad cercana a los siete metros, cruzará por debajo
la calle Roosevelt, las vías del ferrocarril y la avenida
Monroe y recuperará su nivel original a la altura de Blanco
Encalada, 300 metros más adelante. Entre Roosevelt y Monroe
se hará una plaza seca. El presupuesto oficial para esta
obra es de 34.846.760 pesos y el plazo de ejecución de
24 meses. Según confirmaron los ingenieros de SBASE, hubo
un solo oferente: Benito Roggio e Hijos S.A., quien actualmente
lleva adelante las obras de prolongación de la Línea
B de subtes. Sin mayores precisiones, funcionarios del gabinete
de Telerman reconocieron, antes de abandonar el Gobierno, que
la obra estaba suspendida. Hoy es una incógnita lo que
ocurrirá.
El caso Constituyentes
Además de dividirlos, la Avenida de los Constituyentes
une a los vecinos de Villa Urquiza y Villa Pueyrredón.
No se trata de una paradoja o un juego de palabras. Sucede que
la importante arteria, límite geográfico de ambos
barrios y salida obligada del tránsito pesado a la Avenida
General Paz, es también objeto de un proyecto vial tan
antiguo como la paciencia de quienes viven sobre una y otra vereda.
El tramo en conflicto es el comprendido por las calles José
León Cabezón y Mosconi, en Villa Pueyrredón,
o Cullen y Olazábal del lado urquicense. Son 400 metros
que hace rato deberían estar ensanchados y soterrados a
la altura del paso a nivel del ex Ferrocarril Mitre, motivo de
continuos atascamientos de los vehículos que intentan atravesarlo.
Con el agravante de que, en su mayoría, son camiones con
acoplado y colectivos.
En 1989 se aprobó la Ordenanza Municipal Nº 44.095,
que declaró de utilidad pública y sujetas a expropiacióna
las propiedades linderas a Constituyentes para lograr un ensanche
de hasta 34 metros de la calzada. Además se proyectó
un viaducto -similar al que cruza subterráneamente la Estación
Carranza por la avenida Cabildo- para pasar por debajo de las
vías del ferrocarril. El túnel jamás se construyó,
a pesar de encontrarse contemplado en la segunda etapa de la ejecución
del programa de conectividad de cruces bajo nivel y de haberse
votado como prioridad en el Presupuesto Participativo 2007. Por
si fuera poco, los vecinos denuncian que los inmuebles expropiados
fueron usurpados y que 71 de ellos se encuentran en situación
de ilegalidad, irregularidad y tenencia precaria, según
un informe de la Dirección General de Bienes de la Ciudad.
Bajo la denominación de “Comisión de Vecinos
Autoconvocados”, los habitantes de la zona afectada llevan
dos años de lucha silenciosa. Ante la falta de respuestas
decidieron pasar a la acción en febrero de este año.
Lo hicieron mediante una serie de reuniones con cortes en Constituyentes
y Roosevelt, la última de ellas el 5de marzo. Desafiando
al mal tiempo, con bombos, silbatos, pancartas y ante la presencia
de efectivos de las seccionales 39ª y 47ª, unos cincuenta
vecinos exigieron la recuperación de los espacios públicos,
la liberación de la traza de Constituyentes y la construcción
del viaducto. Pero también los desvela la instalación
de un galpón para el almacenamiento de papel y cartón
en la esquina de Constituyentes y Roosevelt, donde existe un enorme
local que hace rato debería estar demolido. A principios
de año la Subsecretaría de Higiene Urbana de la
Ciudad se lo cedió en comodato a la cooperativa de cartoneros
El Alamo, por lo menos hasta que dispongan del centro verde previsto
por la Ley de Basura Cero.
“Llevamos dos años peticionando, mantuvimos más
de 20 reuniones con diferentes autoridades del Gobierno de la
Ciudad, el proyecto salió elegido como prioridad en el
primer y único plebiscito público de un presupuesto
de obras... ¿Que más necesitamos hacer como vecinos
y ciudadanos para que consideren nuestros derechos?¿Por
qué las autoridades no nos escuchan?”, se quejan
casi a coro los habitantes de Villa Pueyrredón, quienes
lejos de desanimarse siguen comprometiendo a los funcionarios
macristas.
Testimonios elocuentes
Domingo Delledera vive desde hace pocos meses en Roosevelt y
Constituyentes, justo frente al polémico centro de transferencia
de basura, pero conoce muy bien la zona porque entre 1975 y 1990
residió a media cuadra. Como todos los vecinos, sufre ante
el progresivo deterioro del barrio. “Constituyentes se caracteriza
por el tránsito pesado, que debido al frecuente paso del
tren se ve demorado en colas de hasta tres cuadras. Por supuesto,
la situación genera una gran contaminación ambiental.
El túnel sería una gran solución, pero antes
deben demoler las propiedades expropiadas”. Sin embargo,
como las obras nunca se llevaron a cabo algunas de la viviendas
fueron usurpadas. Todas estas circunstancias contribuyeron a la
desvalorización de la zona. “Hay gente que puso su
propiedad en venta y no aparecieron compradores”, afirmó
Delledera.
Los vecinos aseguran no querer afectar a los intrusos y a los
cartoneros, a los que consideran ciudadanos que merecen una solución
urgente a sus problemas, pero coinciden en que las parcelas afectadas
deben demolerse para permitir la realización de los trabajos.
“Estamos un poco cansados porque el viaducto debió
haberse hecho hace tiempo. Si no hay presupuesto para la obra,
al menos que nos ensanchen la avenida como hicieron en Saavedra,
sobre los terrenos de la autopista. Mientras Villa Urquiza se
está valorizando, este sector es tierra de nadie”,
dijo Cristina Carabelli, quien también se opone a la instalación
del centro de transferencia. “No tenemos nada con los cartoneros,
pero no corresponde que estén aquí”, razonó
la vecina, desolada porque, a pesar de los cortes de calle y las
peticiones al Gobierno, no obtuvieron respuestas.
Similar es la posición de Raúl Baldini, un ingeniero
que desde hace ocho años vive en Ladines y Constituyentes.
“La Ciudad de Buenos Aires pagó mucha plata por las
expropiaciones, pero casi dos décadas más tarde
varias de las casas están habitadas por empleados de la
planta permanente del Gobierno de la Ciudad. Hoy tenemos ocupas
de muchos años y hasta concesiones, como las del galpón
que funcionaría como centro de transferencia y la Casa
Zitarrosa (N. de la R. Sede de la Asociación Encuentro
Argentino Uruguayo, que funciona en un edificio abandonado de
Constituyentes 5006). Son muchas las situaciones ilegales que
demoran el inicio de las obras y degradan la imagen del barrio.
Debemos con urgencia entrar en una situación de orden jurídico”,
reclamó Baldini. Hace aproximadamente un mes los vecinos
presentaron un recurso de amparo y el juez interviniente pidió
al Gobierno de la Ciudad que aclare las medidas administrativas
adoptadas. Jorge Violini, vocero de los vecinos de Villa Pueyrredón,
exige que se cumpla con lo prometido hace veinte años.
“El túnel debe hacerse donde los vecinos quieren
que se haga y no donde los vecinos no lo pidieron”, resumió,
en clara alusión al viaducto de Triunvirato y Monroe.
En los últimos meses los vecinos se reunieron con miembros
de la Secretaría Privada de Mauricio Macri, con el director
del Centro de Gestión y Participación Comunal Nº
12, Néstor Dall’Alpi, y con funcionarios de la Subsecretaría
de Higiene Urbana. Baldini dice que la contestación es
la misma en todos los ámbitos. “Entienden el conflicto,
pero las respuestas son parciales. El problema es que cada uno
tiene su área de incumbencia, pero todos juntos no resuelven
el problema. Lo que nosotros necesitamos es una definición
legal para el tema de las usurpaciones. Las casas que están
en comodato deben ser devueltas y demolidas. Pedimos, en una primera
instancia, que se ensanche Constituyentes y un compromiso de solución
definitiva. Queremos recuperar el barrio, que hoy se parece más
a un pueblo fantasma”, definió con crudeza Baldini.
Volviendo a la reunión en la Asociación de Comerciantes
de Villa Urquiza, los participantes consensuaron un borrador de
propuestas para elevar a las autoridades comunales. Los puntos
aprobados consisten en oponerse a la construcción del viaducto
bajo la avenida Triunvirato, promover la ampliación de
la avenida Alvarez Thomas, proponer la demolición de los
inmuebles expropiados en la Avenida de los Constituyentes, ampliar
la calzada de esa arteria y construir el viaducto, evaluar el
soterramiento del ferrocarril y abrir nuevos cruces a nivel.
Los funcionarios tienen ahora la palabra.
El antecedente de Carranza
Construido en 1995, el Viaducto Carranza lejos estuvo de satisfacer
a los vecinos de Palermo. Debieron esperar ocho años para
que se concretara la obra, que terminó costando 21,5 millones
de dólares, casi cinco veces más que los 4,5 estimados
en principio. Un año después de su inauguración
el túnel de 610 metros, que conecta las avenidas Santa
Fe y Cabildo, sufrió el levantamiento del asfalto y embotellamientos
en las horas pico. Ya en 1997 el ingeniero Carlos Molina, integrante
de la Comisión Vecinal Viaducto Carranza, dijo: “Esto
fue un gran negociado y ahora se ven las consecuencias: no solo
se rompió el asfalto sino que cuando llueve mucho cae en
el túnel una catarata de agua”.
Una de las consecuencias fue que los vecinos se agruparan en
un foro de Internet para reclamar soluciones a la contaminación
sonora que padecen. “A diferencia de otros lugares de nuestra
ciudad, donde el nivel de ruido es tan intolerable como para nosotros,
en el viaducto es posible adoptar medidas inmediatas, simples
y económicas que permitan morigerar a niveles humanamente
tolerables los niveles de ruido, seguramente amplificados por
el ‘cajón abierto’ que representa este pasaje
subterráneo. De hecho, las mediciones tomadas (75 decibeles
en promedio) han resultado lo suficientemente alarmantes como
para justificar nuestro reclamo ante las autoridades del Gobierno
de la Ciudad. Para que tengamos una idea, el nivel del sonido
de una conversación en tono normal es, a un metro del hablante,
de entre 50 y 55 decibeles. Hablando a gritos se puede llegar
a 75 u 80”, ilustran desde la web.
Los vecinos de Palermo dicen que es necesario y posible reducir
el nivel de ruido del viaducto mediante la colocación de
paneles acústicos y pantallas. Mientras tanto, siguen recolectando
firmas y reclamando el compromiso de las autoridades. Quienes
deseen adherir a sus reclamos o informarse sobre su actividad
pueden ingresar a www.forovecinoscarranza.com.ar.