“CUCUZA”
Y “MOSCATO”
El tango vuelve al barrio, en vivo, para
ortodoxos y no tanto
Por Carlos Salatino*
Un dúo con repertorio de los ‘40 que, sin salirse
de la tradición, renueva al género con osados arreglos
musicales y un alejamiento de los chichés de los “tangueros
de enciclopedia”.
Hay una gran diferencia entre lo popular y lo masivo. En estos
momentos en que la comunicación, los medios y los sellos
discográficos están manejados de manera discrecional
de acuerdo a los intereses empresariales o, como mínimo,
al gusto de gerentes de márketing que tienen poco conocimiento
artístico, se suele imponer como verdad revelada a artistas
de dudoso valor estético. En el tango, género que
desde hace algunos años resurgió hasta transformarse
en un producto de exportación, al cual inescrupulosos funcionarios
pretenden emparentar con la soja, se lo puede comprobar cotidianamente.
FOTO. EL BARRIO VILLA PUEYRREDÓN
Pero ¿de dónde provienen los verdaderos artistas
populares? En el tango suele suceder algo parecido a lo que pasa
en el fútbol, en que los futuros cracks suelen surgir de
pequeños clubes de barrio. Así como Goyeneche estaba
íntimamente ligado al barrio de Saavedra, a Hernán
“Cucuza” Castiello no se lo puede imaginar lejos de
la confluencia de La Pampa y Constituyentes, ahí donde
unen sus vértices geográficos los barrios de Villa
Urquiza, Villa Pueyrredón, Agronomía y Parque Chas.
Y si se habla de “Cucuza”, no se puede dejar de mencionar
a su cómplice musical, el guitarrista Maximiliano “Moscato”
Luna. Juntos conforman un dúo que rescata al tango en su
expresión más minimalista: la del cantor y el guitarrista.
Y ambos lo hacen por medio de una propuesta artística que
respeta la tradición, pero a la que le adosan sutiles pizcas
de osadía musical en los arreglosy una gran expresividad
a la hora de exponer, ante el oyente, la lírica de tangos
emblemáticos, aunque no siempre frecuentados, en los repertorios
del género.
Admirador de las obras nacidas principalmente en la década
del cuarenta, “Cucuza” permite con su interpretación
la comprensión y el redescubrimiento de letras de temas
de gran calidad como “El cantor de Buenos Aires” de
Cobián y Cadícamo, “Alma en pena” de
Aieta y García Jimenez, “Sin lágrimas”
de Charlo o “El adiós” (en donde logra darle
un giro de 180 grados respecto de la conocida versión de
Ignacio Corsini). Desfilan por el repertorio otras gemas del género
como “Olvido” de Rubistein y Amadori, o las vibrantes
versiones de “Lo que vos te merecés” de Olmedo
y Aznar y “Cuando me entrés a fallar”, de Aguilar
y Flores.
Su manera de encarar las letras se emparenta con la del “Polaco”
Goyeneche u Horacio Molina, quienes les dan valor a las palabras
que, en sus voces, recuperan el significado que le dio su autor.
Alejado de todo tipo de tics de tanguero de enciclopedia, “Cucuza”
se presenta como un cantante de significativos recursos vocales
y con una personalidad que logra la inmediata aprobación
del oyente.
La labor de “Moscato” Luna en guitarra, músico
de depurada técnica y virtuosismo que evita caer en exhibicionismos
banales, le permite al dúo entregar interpretaciones de
gran expresividad gracias a una invisible conexión artística
que también logra proyectar a los oyentes. Grabado en vivo,
este disco es un fiel registro de la comunicación que logran
los dos artistas con el público. La participación
de éste cantando y haciendo coros en “Pucherito de
gallina”, de Medina, y “Marionetas”, de Guichandut
y Tagini, lo demuestra cabalmente. Esta comunión está
acentuada por el lugar de grabación: el bar El Faro, reducto
donde, desde 2007, “Cucuza” y “Moscato”
lograron que el tango, humildemente pero sin pedir permiso, una
noche volviera al barrio.
*Vecino de Parque Chas. Integrante de Vecinos por el 25 de
Mayo
(La nota fue cedida a ParqueChasweb por su autor . Fue publicada
en Tiempo Argentino el 02/01/11)