Una ex empleada evoca los años
de apogeo de la importante empresa textil
Sudamtex, aquel gigante de Villa Ortúzar
Esta recordada fábrica de telas funcionó hasta
mediados de la década del 80 a dos cuadras de Triunvirato
y Chorroarín. Llegó a emplear a casi dos mil trabajadores.
Los ex empleados de la Sección Grabados se reúnen
dos veces por año para recordar los buenos tiempos de la
empresa. Una vecina de Villa Urquiza cuenta su experiencia.
Por Adrián Alauzis
alauzis@periodicoelbarrio.com.ar
Sudamtex fue una importante industria textil que funcionó
en Villa Ortúzar hasta mediados de los años 80,
cuando quebró. Para conocer la vida de la fábrica
en aquellos años dialogamos con Celia Mariano, ex secretaria
de la Sección Grabados. Ella empezó a trabajar en
Sudamtex el 3 de enero de 1955. Un lunes, recuerda.
Apenas salió del colegio entró a trabajar; había
cumplido diecinueve años en noviembre del año anterior.
Se mantuvo como empleada 22 años, hasta el 8 de marzo de
1977. A los que trabajamos tantos años en Sudamtex
nos pasó lo mejor y lo peor -dice la entrevistada-. Me
casé, se murió mi mamá y tuve una hija; todos
hechos que te marcan.
La firma estaba emplazada en la calle Girardot 1560, casi Tronador.
Celia Mariano vivía a dos cuadras. En el predio donde funcionó
la fábrica funciona un local del supermercado mayorista
Vital. En la fachada puede verse aún el año 1935,
que fue cuando Sudamtex abrió sus puertas. El mismo
año en que nací yo, apunta Celia y nos relata
cómo era el trabajo entonces. En la Sección
Grabados había una convivencia muy aceptable, si bien éramos
entre 70 y 80 empleados. Había épocas en que bajaba
la producción, porque eran tiempos muy inestables,
cuenta la ex empleada, hoy vecina de Villa Urquiza. En 1955 se
produjo la Revolución Libertadora y en setiembre cayó
Perón, justo el año en que Celia entraba a Sudamtex.
En junio fue el primer intento de sacarlo del Gobierno,
aclara.
En cuanto a las secciones, Sudamtex era muy completa. Entraba
el algodón y salía la tela estampada, así
que contaba con los eslabones necesarios para todo el proceso:
hilandería, un taller mecánico enorme, laboratorio
donde se trabajaban las tintas y el depósito. La Sección
Grabados -donde se desempeñaba Celia- se dividía
en pantógrafos y pulidores, que trabajaban por hora. Por
otro lado estaban los empleados de cámara, mensualizados,
que eran los que dibujaban. Ellos se consideraban más
importantes, comenta Celia. Esas distinciones eran habituales
en las fábricas. Grabados cerró en el 77 y paulatinamente
fueron haciéndolo las demás secciones. Sudamtex
comenzó a trabajar por encargo, pero igualmente no se sostuvo.
La caída
La sección cerró por la incapacidad de los
directivos de renovar las instalaciones -opina Celia-. Una fábrica
no puede trabajar con maquinarias antiguas. Y menciona a
Estexa, una textil de Rosario. Hacía unas telas preciosas
que duraban nada más que un año, pero eran baratas.
Entonces podías comprarlas todos los años. Sudamtex
tenía el criterio antiguo de que la ropa no debía
gastarse y hacía telas de una calidad increíble
y caras, por las tintas. No desteñían, pero te cansabas
de usarlas. Entonces preferías el vestido barato, porque
estaba hecho con telas vistosas y lindas.
Sudamtex producía un revestimiento llamado Listalón
para competir con Corlok. Según nos cuenta la ex secretaria
de Grabados, no hicieron un estudio previo y tuvieron muchos problemas.
Decí que en aquel tiempo el asunto del juicio no
estaba a la orden del día, sino seguramente la empresa
hubiera fundido, asegura. También fabricaba las telas
Lavilisto -no se planchan jamás, decía
su publicidad-, además de camisas, delantales y telas.
Los estampados de Sudamtex quedaron como marca registrada, eran
atractivos y con tintas de muy buena calidad, lo que les daba
una gran durabilidad. Pero el criterio de la moda cambió
y se comenzó a buscar una variación. Se prefería
tener dos vestidos de menor calidad que uno que durara tanto.
Eso no lo entendieron los directivos de Sudamtex, comenta
Celia. Sudamtex pagaba mejores sueldos que sus competidoras, pero
había un cansancio generalizado en la empresa hacia los
años 70.
A la vuelta de mi casa vivía un hombre que era capataz
de hilandería, una sección de mucho sufrimiento
porque había humedad, calor y encierro. Era una época
en que la gente aceptaba ese sacrificio, ahora se exigiría
que pongan ventiladores al menos. Los capataces eran como se ven
en algunas películas de la época, autoritarios.
Y los empleados sumisos, personas muy maltratadas. Por eso la
gente se acuerda de Perón, porque es quien brindó
la posibilidad de sacar la cabeza del agua a los obreros por todos
los beneficios sociales que les dio. Palacios los hizo pero no
los pudo poner en vigencia, afirma Celia, citando al legislador
socialista Alfredo Palacios, quien logró promulgar leyes
como la de sábado inglés o el descanso dominical.
Perón las sacó del cajón y la gente
se empezó a envalentonar. Cuando Perón les dio alas,
los obreros se hicieron dueños de la fábrica porque
venían muy castigados, reconoce Celia y agrega: Las
mujeres tenían que mentir, yo no porque era chica, pero
las casadas mejor que ni lo dijeran porque no las tomaban. En
la Sección Grabados había algunas que figuraban
como solteras. La probabilidad de faltar por el cuidado de los
chicos hacía que no las quisieran contratar, evoca
Celia.
Un día común
Los empleados del turno mañana entraban temprano. Todos
marcaban una tarjeta, tanto los asalariados como los contratados
por hora. Si éstos últimos llegaban un minuto tarde
se le descontaban quince minutos, si llegaban dieciséis
minutos tarde se les descontaba media hora y si comenzaban su
tarea treinta y un minutos tarde perdían una hora. Comenzaban
el día saludándose unos y otros esperando que viniera
el Jefe, el ya fallecido Ricardo Cimaschi. El subjefe, Victorio
Oriello, era cuñado de aquel. Luego las chicas por su lado
se iban a cambiar. Usaban guardapolvos celestes como uniforme,
confeccionados con tela de Sudamtex, y cada una ocupaba su puesto
de trabajo. La secretaria de la Sección entraba a las ocho,
el resto a las siete. Los integrantes de la Sección Grabados
movilizaban carros con cilindros de bronce, un trabajo pesado.
El jefe de la Sección Estándar se paseaba por los
pasillos con las manos atrás, vigilando. En el apogeo de
Sudamtex había tres turnos: 6 a 14, 14 a 22 y 22 a 6, que
completaban las veinticuatro horas. En setiembre de 1965 se eliminó
el turno nocturno y también trasladaron la Sección
Grabado a Iberá y Colodrero, donde antes funcionaba la
empresa Singer. Los empleados trabajaron allí hasta que
la fábrica cerró.
El reencuentro tras el cierre de la sección fue en diciembre
de 1999. La sugerencia partió de Rosa Moreno, Porota.
Ella me llamó a casa porque yo tenía la libreta
con los datos de todos -acota Celia-. Después buscamos
en la guía. Ya habían pasado 22 años
desde el último encuentro, ocurrido cuando cerró
la sección. En esa oportunidad, en 1977, se habían
reunido en la Cantina de David, pero no hubo encuentros posteriores
sino a partir del 99. A la primera reunión, que había
sido anunciada en el diario Clarín, fueron veinte personas.
Los ex empleados y compañeros de la Sección Grabados
de Sudamtex se reúnen actualmente dos veces por año
-los segundos sábados de junio y diciembre- en un tenedor
libre de Belgrano para recordar, obviamente comer y demostrar
que el tiempo no puede contra aquellos que mantienen vivos los
afectos.