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Buenos Aires, Argentina /
Fecha de Publicación:21/06/07 Fuente: Periódico El Barrio

Funciones de la nota



Una ex empleada evoca los años de apogeo de la importante empresa textil

Sudamtex, aquel gigante de Villa Ortúzar

Esta recordada fábrica de telas funcionó hasta mediados de la década del 80 a dos cuadras de Triunvirato y Chorroarín. Llegó a emplear a casi dos mil trabajadores. Los ex empleados de la Sección Grabados se reúnen dos veces por año para recordar los buenos tiempos de la empresa. Una vecina de Villa Urquiza cuenta su experiencia.


Por Adrián Alauzis
alauzis@periodicoelbarrio.com.ar

Sudamtex fue una importante industria textil que funcionó en Villa Ortúzar hasta mediados de los años 80, cuando quebró. Para conocer la vida de la fábrica en aquellos años dialogamos con Celia Mariano, ex secretaria de la Sección Grabados. Ella empezó a trabajar en Sudamtex el 3 de enero de 1955. “Un lunes”, recuerda. Apenas salió del colegio entró a trabajar; había cumplido diecinueve años en noviembre del año anterior. Se mantuvo como empleada 22 años, hasta el 8 de marzo de 1977. “A los que trabajamos tantos años en Sudamtex nos pasó lo mejor y lo peor -dice la entrevistada-. Me casé, se murió mi mamá y tuve una hija; todos hechos que te marcan”.

La firma estaba emplazada en la calle Girardot 1560, casi Tronador. Celia Mariano vivía a dos cuadras. En el predio donde funcionó la fábrica funciona un local del supermercado mayorista Vital. En la fachada puede verse aún el año “1935”, que fue cuando Sudamtex abrió sus puertas. “El mismo año en que nací yo”, apunta Celia y nos relata cómo era el trabajo entonces. “En la Sección Grabados había una convivencia muy aceptable, si bien éramos entre 70 y 80 empleados. Había épocas en que bajaba la producción, porque eran tiempos muy inestables”, cuenta la ex empleada, hoy vecina de Villa Urquiza. En 1955 se produjo la Revolución Libertadora y en setiembre cayó Perón, justo el año en que Celia entraba a Sudamtex. “En junio fue el primer intento de sacarlo del Gobierno”, aclara.



En cuanto a las secciones, Sudamtex era muy completa. Entraba el algodón y salía la tela estampada, así que contaba con los eslabones necesarios para todo el proceso: hilandería, un taller mecánico enorme, laboratorio donde se trabajaban las tintas y el depósito. La Sección Grabados -donde se desempeñaba Celia- se dividía en pantógrafos y pulidores, que trabajaban por hora. Por otro lado estaban los empleados de cámara, mensualizados, que eran los que dibujaban. “Ellos se consideraban más importantes”, comenta Celia. Esas distinciones eran habituales en las fábricas. Grabados cerró en el 77 y paulatinamente fueron haciéndolo las demás secciones. Sudamtex comenzó a trabajar por encargo, pero igualmente no se sostuvo.

La caída

“La sección cerró por la incapacidad de los directivos de renovar las instalaciones -opina Celia-. Una fábrica no puede trabajar con maquinarias antiguas”. Y menciona a Estexa, una textil de Rosario. “Hacía unas telas preciosas que duraban nada más que un año, pero eran baratas. Entonces podías comprarlas todos los años. Sudamtex tenía el criterio antiguo de que la ropa no debía gastarse y hacía telas de una calidad increíble y caras, por las tintas. No desteñían, pero te cansabas de usarlas. Entonces preferías el vestido barato, porque estaba hecho con telas vistosas y lindas”.

Sudamtex producía un revestimiento llamado Listalón para competir con Corlok. Según nos cuenta la ex secretaria de Grabados, no hicieron un estudio previo y tuvieron muchos problemas. “Decí que en aquel tiempo el asunto del juicio no estaba a la orden del día, sino seguramente la empresa hubiera fundido”, asegura. También fabricaba las telas Lavilisto -“no se planchan jamás”, decía su publicidad-, además de camisas, delantales y telas. Los estampados de Sudamtex quedaron como marca registrada, eran atractivos y con tintas de muy buena calidad, lo que les daba una gran durabilidad. “Pero el criterio de la moda cambió y se comenzó a buscar una variación. Se prefería tener dos vestidos de menor calidad que uno que durara tanto. Eso no lo entendieron los directivos de Sudamtex”, comenta Celia. Sudamtex pagaba mejores sueldos que sus competidoras, pero había un cansancio generalizado en la empresa hacia los años 70.

“A la vuelta de mi casa vivía un hombre que era capataz de hilandería, una sección de mucho sufrimiento porque había humedad, calor y encierro. Era una época en que la gente aceptaba ese sacrificio, ahora se exigiría que pongan ventiladores al menos. Los capataces eran como se ven en algunas películas de la época, autoritarios. Y los empleados sumisos, personas muy maltratadas. Por eso la gente se acuerda de Perón, porque es quien brindó la posibilidad de sacar la cabeza del agua a los obreros por todos los beneficios sociales que les dio. Palacios los hizo pero no los pudo poner en vigencia”, afirma Celia, citando al legislador socialista Alfredo Palacios, quien logró promulgar leyes como la de sábado inglés o el descanso dominical. “Perón las sacó del cajón y la gente se empezó a envalentonar. Cuando Perón les dio alas, los obreros se hicieron dueños de la fábrica porque venían muy castigados”, reconoce Celia y agrega: “Las mujeres tenían que mentir, yo no porque era chica, pero las casadas mejor que ni lo dijeran porque no las tomaban. En la Sección Grabados había algunas que figuraban como solteras. La probabilidad de faltar por el cuidado de los chicos hacía que no las quisieran contratar”, evoca Celia.

Un día común

Los empleados del turno mañana entraban temprano. Todos marcaban una tarjeta, tanto los asalariados como los contratados por hora. Si éstos últimos llegaban un minuto tarde se le descontaban quince minutos, si llegaban dieciséis minutos tarde se les descontaba media hora y si comenzaban su tarea treinta y un minutos tarde perdían una hora. Comenzaban el día saludándose unos y otros esperando que viniera el Jefe, el ya fallecido Ricardo Cimaschi. El subjefe, Victorio Oriello, era cuñado de aquel. Luego las chicas por su lado se iban a cambiar. Usaban guardapolvos celestes como uniforme, confeccionados con tela de Sudamtex, y cada una ocupaba su puesto de trabajo. La secretaria de la Sección entraba a las ocho, el resto a las siete. Los integrantes de la Sección Grabados movilizaban carros con cilindros de bronce, un trabajo pesado. El jefe de la Sección Estándar se paseaba por los pasillos con las manos atrás, vigilando. En el apogeo de Sudamtex había tres turnos: 6 a 14, 14 a 22 y 22 a 6, que completaban las veinticuatro horas. En setiembre de 1965 se eliminó el turno nocturno y también trasladaron la Sección Grabado a Iberá y Colodrero, donde antes funcionaba la empresa Singer. Los empleados trabajaron allí hasta que la fábrica cerró.

El reencuentro tras el cierre de la sección fue en diciembre de 1999. La sugerencia partió de Rosa Moreno, “Porota”. “Ella me llamó a casa porque yo tenía la libreta con los datos de todos -acota Celia-. Después buscamos en la guía”. Ya habían pasado 22 años desde el último encuentro, ocurrido cuando cerró la sección. En esa oportunidad, en 1977, se habían reunido en la Cantina de David, pero no hubo encuentros posteriores sino a partir del 99. A la primera reunión, que había sido anunciada en el diario Clarín, fueron veinte personas.

Los ex empleados y compañeros de la Sección Grabados de Sudamtex se reúnen actualmente dos veces por año -los segundos sábados de junio y diciembre- en un tenedor libre de Belgrano para recordar, obviamente comer y demostrar que el tiempo no puede contra aquellos que mantienen vivos los afectos.




Celia Mariano, ex secretaria de la Sección Grabados
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