Fecha de Publicación:29/01/07 |
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Cotler Mischa falleció el notable matemático
Autodidacto, tuvo prestigio mundial
Venerado por sus discípulos, y admirado por su generosidad
y su gran humanismo, falleció ayer el gran matemático
Mischa Cotlar, que a pesar de haber nacido en Ucrania vivió
y trabajó la mayor parte de su vida en América latina.
Cotlar fue un personaje notable. Según
se cuenta, ya que nadie lo sabe a ciencia cierta, había nacido
en Rusia, en 1913. Llegó a Uruguay a los 16 años,
después de emigrar con los suyos desde Kiev.
De familia burguesa, su padre era un hombre muy
culto cuyo nombre figura en la historia del ajedrez con la variante
"Lasker-Cotlar", según contó el doctor Héctor
Ciapuscio en un artículo publicado en el diario Río
Negro cuando hace unos años fue distinguido con el doctorado
honoris causa de la Universidad de Buenos Aires.
Mischa fue protagonista de una historia extraordinaria.
Aunque sólo recibió un año de educación
formal, se ganó la vida en Montevideo, primero, y en Punta
del Este, después, como pianista de un terceto de música
clásica.
Allí lo conoció un profesor argentino
que en 1935 lo trajo a Buenos Aires, donde inmediatamente lo "adoptó"
la comunidad de matemáticos local, ya que desde muy joven
había sentido pasión por la matemática. Aquí
conoció a Rey Pastor, a González Domínguez,
a Calderón y a Manuel Sadosky, que lo condujo a la Facultad
de Ciencias Exactas de la UBA.
Participó de una época de oro de
la universidad, e incluso sin título académico daba
clases y formó una escuela de investigadores.
Cuenta Ciapuscio que Sadosky y su esposa, Cora,
también matemática, se dieron cuenta muy pronto de
su valor excepcional, hasta que un profesor norteamericano que estaba
de visita en el país le consiguió una beca Guggenheim.
En los Estados Unidos estudió en Yale y obtuvo su primer
título, el doctorado, en la Universidad de Chicago.
"Volvió a la Argentina en 1953 y
enseñó en Exactas -dice Ciapuscio- (y donaba mes a
mes parte de su sueldo a la Fundación Alberto Einstein para
becas a jóvenes estudiosos) hasta que, en 1966, la intervención
militar lo determinó a emigrar, primero a la Universidad
de Rutgers, cerca de Princeton, y luego a Venezuela."
Un gesto que lo pinta cabalmente es la improvisación
que ensayó en ocasión de ser distinguido con el doctorado
honoris causa de la UBA. No habló de sí mismo, sino
que se refirió a su amor a la matemática, al país
que lo había acogido y a los amigos que lo habían
ayudado.
El año último recibió
el Premio Domingo Faustino Sarmiento, entregado por el Senado de
la Nación. En esa ocasión subrayó: "Tanto
mis maestros como mis amigos y colaboradores argentinos y uruguayos
eran personas de excepcional calidad humana. [Ellos me enseñaron]
que la calidad humana está antes que el científico".
Fuente: Diario La Nación |
Agradecemos a nuestro vecino y colaborador
Enrique Mario Noszczyk, por enviarnos la presente nota para publicarla
en nuestro medio.
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