LAPIDARIO INFORME DE LA DEFENSORA ADJUNTA DEL PUEBLO SOBRE EL ESTADO
DE ABANDONO DEL PREDIO DE 62 HECTÁREAS
“El Parque Sarmiento es un lugar peligroso”
Con casi tres décadas de vida, el polideportivo de Saavedra
es una de las grandes frustraciones de los vecinos debido a las
deficientes administraciones. La profesora Graciela Muñiz,
vecina de Villa Pueyrredon, presentó un recurso de amparo
por el uso indebido de algunos sectores como depósito de
obra del subte. También advierte que la deficiente señalización
de zanjas pone en riesgo la integridad física de los visitantes.
Por Javier Perpignan
Periódico El Barrio
Es uno de los pulmones más importantes de la Ciudad de Buenos
Aires: 62 hectáreas de espacios verdes delimitadas por las
avenidas Gral. Paz, Ricardo Balbín, Triunvirato, Crisólogo
Larralde y la calle Andonaegui. Un auténtico oasis para los
habitantes de la zona, quienes durante algunos años encontraron
en él todo lo necesario para el desarrollo de la actividad
física y el esparcimiento. Hoy, a poco de cumplir las tres
décadas de vida, el Parque Presidente Sarmiento sigue siendo
eje de denuncias y polémicas. Recientemente, la Defensora
Adjunta del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, profesora Graciela
Muñiz (50), presentó un informe en donde detalla el
estado de descuido en el que se encuentra “la instalación
deportiva más grande y completa de Sudamérica”,
según describían las crónicas periodísticas
al predio de Saavedra cuando se inauguró, el 17 de setiembre
de 1981.
foto:periódico El Barrio
En el relevamiento realizado durante este invierno, Muñiz
detectó ausencia de personal médico, de seguridad,
de mantenimiento y carencia de instalaciones de gas. La investigación
también denuncia la falta de terminación de varias
construcciones del parque y la utilización de algunos sectores
como sede de la Policía Metropolitana.
En el texto que la Defensora Adjunta presentó al ministro
de Desarrollo Económico del Gobierno de la Ciudad, Francisco
Cabrera, y al subsecretario de Deportes Francisco Irarrázabal,
funcionario de quien depende el predio, explicó que dentro
del Parque Sarmiento hay “montículos de tierra y piedras,
que aparentemente son escombros extraídos de la obra de ampliación
de la línea B del subte” y que también se observan
obras sin perimetrar, camiones que circulan en sendas peatonales
y zanjas peligrosas, “lo cual representa un riesgo para los
niños que concurren a la colonia”. La Defensora Adjunta
además verificó la ausencia de un médico en
el puesto del SAME, algo por demás necesario si se tiene
en cuenta que en agosto de 2007 murió Juan Grisafi, empleado
de maestranza del polideportivo, ante la falta de atención
médica. El caso fue denunciado en su momento por su hijo
Carlos, canillita del kiosco de Triunvirato y Monroe, en las páginas
de este periódico.
En declaraciones a El Barrio, Graciela Muñiz se refiere a
las consecuencias de la falta de personal de seguridad en la zona:
“Durante el verano, una médica que autorizaba el ingreso
a las piletas de natación terminó internada en el
Hospital Pirovano cuando fue atacada por personas que querían
entrar y la doctora lo prohibió porque el lugar estaba al
límite de su capacidad. Eso se pudo haber evitado si el parque
contaba con la seguridad necesaria”.
-¿Qué otras irregularidades denunció?
-Descubrimos que suelen utilizar el predio como depósito
de la tierra que extraen de los trabajos de la obra del subte, que
luego cargan en camiones y se llevan hasta Avellaneda. Por supuesto,
no tenemos idea de si esa tierra se vende ni a qué precio.
Los empleados que trabajan en el predio no tienen comunicación
entre sí. Por ejemplo, el personal que está en la
entrada de Triunvirato no se entera de lo que ocurre en la entrada
de Ricardo Balbín. Hay carencia de empleados de limpieza.
Durante los fines de semana se realiza en el parque la colonia para
chicos discapacitados, pero se observan en el predio profundas zanjas
para el tendido de cableado eléctrico. Esto es peligrosísimo.
Lo que no se entiende es cómo se gastan los recursos.
-También señaló irregularidades en
la reparación de la pileta.
-Este es un caso curioso. La pileta de saltos ornamentales había
sido reparada en 2009 a un costo de 3,7 millones de pesos, pero
hoy la están desarmando otra vez porque se busca la manera
de reducir la profundidad. El trampolín fue destruido porque
ya no va ser una pileta olímpica, que dicho sea de paso era
la única que había en la ciudad. Para realizar todos
estos trabajos gastarán 700.000 pesos. Luego, conversando
con el administrador, nos enteramos de que el natatorio fue otra
vez remodelado debido a que el arroyo Medrano perjudicaba los cimientos.
Llama la atención la falta de estudio previo. En el verano
unos 5.000 chicos van a la colonia de vacaciones y, según
se observa el estado general del parque, no creo que lleguen a tenerlo
todo en condiciones.
Razones del abandono
La Defensora Adjunta del Pueblo no encuentra motivos para justificar
el estado deplorable en el que se encuentra el Parque Sarmiento,
aunque cree que las razones están vinculadas a decisiones
políticas. “Hay falta de preocupación por lo
público. Estos lugares fueron creados para el ocio y la recreación.
Hoy pareciera que están destinados para otros fines. Particularmente
creo que el objetivo es tercerizarlo o darlo a una empresa privada”,
especula Muñiz, quien no ahorra críticas a la gestión
de Mauricio Macri: “El tiene un profundo desprecio por lo
social. Si no, ¿cómo se explica que la Subsecretaría
de Deportes dependa del Ministerio de Desarrollo Económico
de la Ciudad? Por eso digo que el Jefe de Gobierno es coherente;
para él todo tiene un manejo empresarial”.
-¿Qué respuesta recibe desde el Ejecutivo
cuando formula estas denuncias?
-Los funcionarios dicen que están abocados en la recuperación
de los polideportivos. Lo que no sé es cuándo lo van
a hacer. Les queda un año de mandato. Aparte, la victimización
es permanente. Ellos aseguran que arreglan todas las instalaciones,
pero que después viene la gente de la provincia y rompe todo
otra vez.
-¿Cómo fue la relación con las otras
administraciones?
-Por lo menos tenían una mejor capacidad de reacción.
Hoy no hay nivel de comprensión. No se fundamenta ninguna
decisión. Cuando estamos reunidos me miran como si no supieran
de lo que les estoy hablando. Yo ya lo tomo como algo habitual y
sé que eso no está bien.
Lo gracioso es que los propios administradores de los polideportivos
se cansan porque no les envían recursos para trabajar y deben
apelar a la buena voluntad de los vecinos para conseguir los elementos
para su mantenimiento.
Defensora del barrio
En su página web, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad
de Buenos se describe como un órgano unipersonal e independiente,
con autonomía funcional y autarquía financiera, que
no recibe instrucciones de ninguna autoridad. A su vez, su misión
es la defensa, protección y promoción de los derechos
humanos y demás derechos e intereses individuales y colectivos
tutelados en la Constitución Nacional, frente a los actos,
hechos u omisiones de la administración o de prestadores
de servicios públicos. El Defensor es asistido por cinco
Adjuntos que lo sustituyen provisoriamente, cuatro de ellos en forma
rotativa. Los Adjuntos tienen un mandato de cinco años y
no pueden ser todos del mismo sexo.
La profesora Graciela Muñiz es una de los cinco Adjuntos
y en la actualidad está ejerciendo su segundo mandato de
cinco años, que comenzó en marzo de 2009. Muñiz
nació en Parque Chas, es profesora de educación especial
y tiene un pasado como deportista. “A los seis años
comencé mi carrera como nadadora federada y cuando cumplí
los diez obtuve el campeonato argentino y sudamericano de natación
representando a River Plate y GEBA”, cuenta. De sus primeros
años de vida recuerda su casa natal de Avalos 1570 y dice
que el frente de la vivienda aún se conserva tal cual era
entonces. “Mi escolaridad primaria la hice entre la Escuela
Dominguito y Ejército de los Andes -informa Muñiz-.
De los amigos de mi infancia recuerdo a Susana. Ella vivía
al lado de mi casa y pasamos mucho tiempo juntas jugando en las
tranquilas calles de Parque Chas. Sobre todo en la plaza del Club
El Trébol, que se llama Exodo Jujeño. Luego Susana
se mudó a un departamento de Triunvirato y Olazábal.
Durante el secundario fuimos a diferentes colegios. Luego la vida
nos llevó por diferentes rumbos”.
Esos derroteros se volvieron a juntar en la esquina de Triunvirato
y Blanco Encalada, exactamente frente a la puerta del Banco Ciudad.
“El reencuentro fue hacia el inicio de mi segundo mandato
como Defensora Adjunta del Pueblo, cuando estaba colocando un stand
móvil para difundir los derechos de los consumidores. Fue
un instante casi mágico. Todos los recuerdos de la infancia
comenzaron a fluir en mi corazón -dice con cierta nostalgia
Graciela-. Desde 1987 vivo en una casa reciclada de Villa Pueyrredon
con mi esposo y mi hijo Federico”.
-Como ex deportista y vecina del barrio, ¿la situación
del Parque Sarmiento le preocupa de manera especial?
-Indudablemente que hay algo especial. Aparte yo fui durante muchos
años coordinadora de las colonias de verano, así que
entiendo de lo que hablo. Para mí la Subsecretaría
de Deportes es muy marketinera, pone cartelitos, banderitas, ¿pero
a qué lugares vamos a hacer deportes si los polideportivos
están a la miseria? No se entiende el criterio para administrar
los recursos: se les entrega subsidios a la Federación Argentina
de Deportes, a la Asociación Argentina de Arbitros y a clubes
como Manuel Belgrano, pero a los lugares públicos se los
abandona. Ellos dicen que apuntan al flagelo de la sociedad que
es la obesidad, que por eso organizan maratones. A mí me
han llegado a decir que en esos maratones corren desde los empresarios
hasta chicos de las villas. Lo pongo en duda, porque para inscribirse
hay que abonar 80 pesos.
Está claro que el Parque Presidente Sarmiento es un punto
de referencia para los vecinos cuando se elige una tarde de esparcimiento.
Por eso Graciela Muñiz es muy clara cuando explica la razón
de ser del polideportivo: “Es un legado histórico con
un destino determinado. Su utilización debe ser para deporte
y recreación de los vecinos. También en el predio
funcionan colonias vacacionales para niños de esta ciudad.
Por eso no puede ser alterada su finalidad discrecionalmente”.
Para el Día de la Primavera, el Parque Sarmiento se llena
de jóvenes deseosos de pasar una jornada agradable. Pero
también está latente la posibilidad de incidentes,
por eso este año la Policía Metropolitana desplegó
un importante operativo de seguridad para evitar el ingreso de chicos
con bebidas alcohólicas.
Ese día, la Defensora Adjunta aprovechó la jornada
para recorrer el predio y analizar la evolución de las obras
en curso. “Lamentablemente nos llevamos una triste sorpresa.
En estos meses lo único que hicieron fue acumular más
tierra. La altura de la montaña es casi la mitad de la de
los árboles -se queja Muñiz-. Se armó un impresionante
operativo de seguridad para que nadie entrara con alcohol y evitar
desmanes, pero no tuvieron en cuenta la seguridad adentro del propio
predio. Los camiones que transportaban la tierra pasaban por la
senda peatonal al lado de los chicos sin ningún tipo de señalización
y las zanjas abiertas eran un verdadero peligro. Por eso decidí
presentar un nuevo recurso de amparo. No pueden utilizar el Parque
Sarmiento como depósito de obra”.
Parque con historia
El Parque Sarmiento fue proyectado durante la intendencia del brigadier
Osvaldo Cacciatore por los arquitectos Estanislao Kocourek, Martín
Laborda y Elvira Castillo y construido por la empresa José
Cartellone. La obra se desarrolló básicamente durante
1980 y el primer semestre de 1981. Los niveles del terreno se modificaron
para albergar las instalaciones deportivas y recreativas en zonas
específicas y sin monotonías; lomadas, aterrazados
y taludes insinúan la pertenencia a una y otra zona. Los
deportes que podían practicarse en sus orígenes eran
fútbol, voley, básquet, tenis, rugby, béisbol,
pelota a paleta, atletismo, natación, saltos ornamentales,
patín, ciclismo, hockey y pelota al cesto, entre otros. Un
gran edificio que nuclea el gimnasio cubierto y las piletas olímpicas,
un lago artificial, originales juegos para niños, un área
de recreación pasiva (bancos, mesas, pérgolas, parrillas
y árboles para el descanso), bares y sanitarios completaban
la infraestructura del predio.
Durante sus primeros tres años de existencia, mientras funcionó
bajo la órbita de la Cooperadora de Acción Social
(COAS), el Parque Sarmiento fue un ejemplo de organización.
Más allá de las inversiones realizadas por esa entidad
de bien público, la calidad del servicio se debía
a los estrictos controles que ejercían sus autoridades: resultaba
imposible ingresar al predio sin pagar la correspondiente entrada
o practicar deportes fuera de los sectores habilitados a tal efecto,
ya que unos móviles amarillos circulaban constantemente por
las calles interiores realizando tareas de vigilancia; hasta los
baños eran custodiados por personal de seguridad. Era tanta
la gente que concurría los fines de semana que, por norma,
los frontones de tenis no podían ocuparse por más
de 20 minutos, lapso que era respetado por todos los usuarios. Incluso
existía un hermoso lago de aguas cristalinas donde se podía
practicar remo o simplemente divertirse desde la orilla alimentando
a los peces de colores que lo poblaban.
Tras el advenimiento de la democracia, la Municipalidad de la Ciudad
de Buenos Aires -su intendente era Julio César Saguier- decidió
cancelar los contratos de concesión vigentes en todos los
centros deportivos construidos durante el gobierno militar y asumir
su control con el propósito de “cumplir la función
social para la que habían sido creados”. A contramano
de esa expresión, el Parque Sarmiento fue mal administrado,
no cumplió fin social alguno y esa desidia se tradujo en
un paulatino deterioro de sus instalaciones. En 1991, durante la
gestión de Carlos Grosso y coincidentemente con el auge de
las privatizaciones, fue concesionado por diez años a Pinatur
S.A. A juzgar por los resultados, la administración de la
empresa fue deficiente. Se acentuó el abandono del predio
y empezó a desvirtuarse su esencia: se subalquilaron sus
espacios a parrillas, circos, concesionarias de autos y otros rubros
ajenos al interés del público. A fines de 1996 -últimos
meses de la gestión de Jorge Domínguez al frente de
la Municipalidad- se decidió rescindir el contrato con Pinatur
S.A. y comenzó una puja legal. Cuando se creó la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires y asumió la jefatura de Gobierno
Fernando De la Rúa fue confirmado ese decreto de caducidad,
pero el parque continuó funcionando clandestinamente. Luego
de una clausura preventiva a principios de 2000, el parque fue recuperado
luego de 9 años de abandono casi absoluto. Pero nunca pudo
recuperar su esplendor original.
Eje de interminables polémicas y denuncias, el uso del Parque
Sarmiento es cuestionado por muchos vecinos que se opusieron a la
construcción del precinto de la Policía Metropolitana
como también a la realización de recitales de música.
El año que viene se cumplen treinta años de su inauguración
y nada parece indicar un futuro favorable para este entrañable
espacio verde. Aunque quién sabe: las elecciones todo lo
pueden.
Silencio oficial
Una vez conocidas las denuncias de la Defensora adjunta del Pueblo,
El Barrio se comunicó con las autoridades del predio para
solicitar una entrevista periodística a fin de conocer la
visión del Gobierno de la Ciudad. Un colaborador del director
del parque, Gonzalo de Santa Cruz, se excusó argumentando
que la encargada de brindar esa información es el área
de prensa de la Subsecretaría de Deportes, organismo del
que depende el polideportivo. El cronista, con cierta ingenuidad,
preguntó si no era lógico que fuera el propio administrador
quien ofreciera su testimonio por conocer el día a día.
Ante la insistencia, el colaborador reconoció que “probablemente
estaba de acuerdo”.
Desde la Subsecretaría de Deportes justificaron la imposibilidad
de brindar un informe oficial sobre el Parque Sarmiento porque “la
persona encargada de las obras no se encuentra en la ciudad”
y nadie podía responder en los tiempos requeridos.