NUESTRA
ARQUITECTURA
Medalla de bronce para Villa Ortúzar
De acuerdo con un sondeo realizado por la Universidad Nacional
de la Plata, Villa Ortúzar es -detrás de Colegiales
y San Nicolás- uno de los barrios de la Ciudad de Buenos
Aires donde mejor se vive. Se trata de un reconocimiento a sus
espacios verdes, a sus servicios, a su baja edificación
y particularmente a su tranquilidad urbana.
Por Arq. Jorge Luchetti
jluchetti@periodicoelbarrio.com.ar
En infinidad de artículos publicados, incluso al punto
de parecer tendenciosos, nos hemos referido a la problemática
ambiental de nuestros barrios. En los textos manifestamos la conveniencia
de incorporar mayores espacios verdes y combatir los efectos nocivos
de la contaminación visual, como también la necesidad
de establecer reglas claras para que el aluvión inmobiliario
(que a pesar de la crisis sigue en pie) no avasalle ni la fisonomía
barrial porteña ni la forma de vida cotidiana. Modestamente,
siempre hemos tenido como objetivo abrir los ojos de nuestros
vecinos e intentar trasmitir a través de esta columna aquellos
caminos alternativos que puedan dar soluciones a los temas barriales
cotidianos. Es una forma de que los propios habitantes de la ciudad
sean partícipes de esta lucha.
Todo este prólogo es consecuencia de una buena noticia
recibida en los últimos meses. Según un sondeo del
Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales de la Universidad
Nacional de la Plata, Villa Ortúzar fue seleccionado entre
los tres barrios capitalinos donde mejor se vive. Este mérito
lo ha logrado principalmente por ser uno de los pocos lugares
de la ciudad que mantiene vivo su espíritu urbano, conservando
su historia y calles arboladas que inducen al paseo diario. A
pesar del incremento edilicio de estos últimos tiempos,
en el barrio aún prevalecen las casas bajas. Y son estas
virtudes las que a lo largo de estos años hemos estado
pregonando desde nuestro periódico, planteando críticas
y propuestas para que también Coghlan, Villa Urquiza, Saavedra
y Villa Pueyredón puedan estar a la par de Villa Ortúzar.
Es probable que la palabra “barrio” sea la más
urbana del dialecto porteño, la que mejor amalgama lo sustancial
entre la ciudad y su gente. Porque cuando decimos barrio en Buenos
Aires estamos hablando de una pertenencia y de una identidad,
de un referente de escala y de forma, de leyendas e historias
que se ocultan en algún rincón de la metrópoli.
Estos lugares donde vivimos, bastante distintos de Puerto Madero,
de la City porteña e incluso del conurbano, hoy tienen
como modelo a Villa Ortúzar.
El sur tampoco existe
La tabla de posiciones de la nueva encuesta está encabezada
por el barrio de Colegiales, seguido por San Nicolás y
Villa Ortúzar. El cuarto lugar lo ocupa nuestro querido
barrio de Belgrano. En el final de la lista, peleando los últimos
puestos, están Villa Riachuelo, Mataderos y Villa Lugano,
confirmando nuevamente que la zona sur sigue siendo la más
postergada de Buenos Aires. O sea, nada ha cambiado en estos últimos
años a pesar de las constantes promesas políticas,
lo que confirma que la avenida Rivadavia sigue marcando esa diferencia
tan trascendente entre el norte y el sur porteños.
La investigación, realizada por un grupo de economistas
para un informe del Banco Interamericano de Desarrollo, se fundamentó
en un ejercicio estadístico en el cual se tomaron como
base del análisis la distancia al centro de la ciudad y
su accesibilidad y la distancia que deben recorrer los vecinos
para encontrarse con plazas, escuelas, avenidas y medios de transportes
(ya sean paradas de colectivo, estaciones de tren o de subtes).
Otros puntos álgidos del estudio fueron la densidad edilicia
de la zona, el incremento en altura de las nuevas edificaciones
y la cantidad de metros cuadrados de áreas verdes por habitante.
Lo que manifiesta a las claras que no estamos tan equivocados
con las críticas que siempre desarrollamos desde estas
páginas.
Sosiego dominical
No debe llamarnos la atención que Villa Ortúzar
se encuentre entre los mejores barrios de la ciudad, ya que debe
ser de los pocos lugares porteños donde la serenidad de
sus calles, durante cualquier día de la semana, crea una
atmósfera ilusoria de domingo. Esto no es poco en una ciudad
donde día a día se amplifica la palabra caos. Por
supuesto que la nueva noticia no debe conformar a muchos vecinos,
que a ciencia cierta deben tener un largo listado de reclamos
sobre las distintas dificultades que se viven en el barrio. Tampoco
podemos ser tan ingenuos y pensar que Villa Ortúzar es
el paraíso. Como en cualquier rincón de la ciudad,
el aumento paulatino de la polución, el ruido, los problemas
de estacionamiento, las construcciones en altura y la falta de
higiene en veredas y calles (algo no muy distinto a lo que sucede
en otros barrios) siguen siendo los verdaderos problemas.
De todas formas, lo que aquí se valora es que estos temas
tan conflictivos que abundan en Buenos Aires son básicamente
inferiores en Villa Ortúzar que en otras partes de la ciudad,
como por ejemplo los ya mencionados barrios de la zona sur. Es
indudable que si no se desarrollan programas de protección
barrial que frenen las dificultades ya conocidas el futuro de
Villa Ortúzar será tan dudoso como hoy lo es el
de sus barrios vecinos. Lo preocupante es que de no actuar en
forma inmediata se puede llegar a perder este bien tan preciado
que llamamos calidad de vida.
Cada vez son menos las dudas sobre los perjuicios que acarrean
las abusivas torres y todo lo que ya hartamente hemos enumerado
a lo largo de estos años. Pero habrá que seguir
batallando por una política urbana de largo plazo (mínimo
veinte años), que pueda modernizarse pero que no cambie
de rumbo ante cada nueva gestión de gobierno. Si bien hoy
Buenos Aires continúa a la deriva y las promesas de gobierno
siguen incumplidas, estos nuevos estudios abren un camino de esperanza
debido a que hay quienes se preocupan por temas como la calidad
de vida en la metrópoli.
En Fervor de Buenos Aires, Jorge Luis Borges nos dice: “Mi
patria -Buenos Aires- no es el dilatado mito geográfico
que esas dos palabras señalan; es mi casa, los barrios
amigables, y justamente con esas calles y retiros, que son querida
devoción de mi tiempo, lo que en ellas supe de amor, de
penas y de deudas”.