SU INFANCIA TRANSCURRIÓ
EN LA ESQUINA DE BAUNESS Y BAUNESS
“Sol de primavera”, para el homenaje a Eduardo Mignogna
El sábado 22 de noviembre las instituciones de Parque Chas
rindieron tributo a una personalidad dilecta del barrio.
“Existen dos clases de hombres”
(...) Los que pasan la vida soñando
y los que dan vida a sus sueños
Los que sueñan con logros
y los que logran sus sueños
Los que siguen las huellas
y los que las dejaron
Los que hacen, se reproducen y mueren
y los que nacen, producen y nunca mueren...
(Poema , Marco Tulio)
Por Fernando Belvedere
Parque Chas.
Una mañana regada de sol, un coro de gorriones, una calle
curva y una hilera de frondosos plátanos dieron marco natural
al íntimo y emocionado homenaje realizado al escritor y cineasta
Eduardo Mignogna, que abandonó físicamente este mundo
en 2006.
Con este acto, los habitantes del barrio retribuyeron el enorme
cariño que Mignogna tenía por Parque Chas, donde,
según sus relatos; vivió los momentos más felices
de su infancia. También, fue un reconocimiento a su obra
literaria y cinematográfica, y al compromiso social y solidario
por sus trabajos "Cartoneros de Villa Itatí" y
el ciclo de cursos de formación en oficios emitidos por el
Canal Encuentro.
Hace dos años, el cine argentino se vio sacudido por dos
lamentables noticias: A fines de junio falleció en Brasil,
Fabián Bielinsky, director de “Nueve Reinas”
y “El aura” y el 6 de octubre de 2006 nos enteramos
del deceso de Eduardo Mignogna. En aquel momento se encontraba trabajando
en la producción de la película “La señal”,
que finalmente dirigió el actor Ricardo Darín.
El año pasado, desde este medio, nos comunicamos con su esposa
por dos motivos: entregarle para el archivo familiar, la grabación
de la conversación mantenida con Eduardo en 2002 (ver más
abajo "Cómo conocí a Eduardo Mignogna");
y proponerle además, la realización de un homenaje
en Parque Chas, que consistiría en la colocación de
una placa en el frente de la que fuera la casa de los abuelos maternos
del director de "Sol de otoño", ubicada en la calle
Cádiz 4285. La familia aceptó.
La idea se concretó el sábado 22 de noviembre pasado
que, impulsada desde el Portal de Parque Chas, fue acompañada
por las instituciones del barrio, entre ellas; la Junta de Estudios
Históricos, la Asociación Amigos, la Comisión
de Asociados del Banco Credicoop, sucursal 60, el Partido Solidario
(sede Parque Chas), El Club SABER y Biblioteca “El Replandor”
y vecinos.
La placa cerámica fue realizada en el Taller de Arte “Expresión”,
que dirige el maestro Pedro Gaeta, artista plástico nacido
en Parque Chas. (www.pedrogaeta.com.ar)
Guido Mignogna y este cronista descubriendo
la placa en la casa de Cádiz 4285.
(foto ParqueChasWeb)
Familiares, amigos y vecinos de Parque
Chas presentes en el acto.
(foto ParqueChasWeb)
En el acto estuvieron presentes la esposa e hijos de Mignogna y
amigos íntimos. En representación de Tristán
Bauer, flamante presidente del Sistema Nacional de Medios Públicos,
estuvieron sus asistentes.
La familia nos expresó su agradecimiento: "Es justo
que sepan que de todos los homenajes que le han hecho a Mignogna,
todos coincidimos que éste sería el que más
le hubiese gustado. Estas cosas lo emocionaban profundamente".
Graciela Maglie, amiga y compañera de trabajo de Eduardo
en casi todas sus películas, expresó:
“Mignogna se sentía intrínsecamente un escritor,
prefigurado posiblemente en este lugar. Me lo imagino andando en
bici, de chico, por esta suerte de laberinto urbano en donde las
salidas no están claras. Y se me presenta como una metáfora
de un gran escritor que se lanza a explorar un mundo de aventuras
e incertidumbres.
Yo me considero discípula suya en el mundo del guión.
Hacer la experiencia de escribir una película o un programa
de televisión con él era una aventura que se sabía
cómo comenzaba, pero los laberintos por donde transitaríamos
no estaban prefijados.
Tenemos una versión de una película, que sueño
que algún día se haga, con la que vinculo todo lo
que Eduardo transmitió sobre Parque Chas. Se llama “Fare
l’América”, cuyas locaciones podrían estar
perfectamente en este barrio. Barrio de aquellos años que
mi amigo no vivió, pero que le fueron relatados por sus abuelos.
Es la historia de una familia común que transcurre en este
espacio escénico.
Los amigos no podemos más que agradecerle a Eduardo la obra
que nos dejó, hecho que lo hace inmortal.
Mignogna trabajó de lo que le gustaba; escribir y filmar.
Y tuvo la felicidad de tener una extraordinaria compañera
e hijos. Le daba mucha importancia a la familia, para él
era lo más importante.
Los que trabajábamos con él, lo acompañamos
en su labor con los compañeros cartoneros de Villa Itatí.
Lo hizo hasta sus últimos días de vida.
Además de simpático, talentoso, amoroso; fue un hombre
solidario: ¡Un gran hombre!”.
Cómo conocí
a Eduardo Mignogna
Por Fernando Belvedere
- “¿Sabe usted quien jugaba al fútbol
en esta plaza?”
- No, respondí…
- “Eduardo Mignogna”.
Este diálogo se produjo en 2002, tomando un café
con Don Ernesto Piaggio en la sede del Club “El Trébol”;
de cuya institución social y deportiva era su fundador
y presidente.
Gracias a él, lo primero que supe del director de “Evita,
quien quiera oír que oiga” y su relación
con Parque Chas; fue que de niño solía despuntar
sus habilidades futbolísticas en la manzana delimitada
por las calles Gándara, Bauness, Londres y Liverpool;
más conocida como la placita “deltrébol”.
-“¡Trate de encontrarlo y pregúntele si
es verdad lo que le digo!”, me indicó Piaggio
aquel día.
El presidente de El Trébol tenía razón,
no sólo que el futuro autor de “La fuga”
jugaba al fútbol en el barrio, sino que también
su ligazón y su amor por Parque Chas era más
profundo de lo que yo creía. Además, guardaba
un gran recuerdo y cariño hacia Don Ernesto, que falleció
en 2005.
El 14 de agosto de 2002, grabador en mano, me apersoné
en la productora de Mignogna; con quien habíamos convenido
el encuentro para indagar acerca de su relación con
el barrio/laberinto.
Los párrafos que siguen son parte de aquella cita:
“La casa de mis abuelos quedaba en Cádiz
4285 entre Bauness y Avalos. Típica casa con jardín
al frente con un banco de cemento donde mis abuelos se sentaban.
Crecí en Parque Chas hasta los 18 años entre
sus oscurísimas calles, peligrosas calles, de noches
llenas de duendes y misterios, y de las parejas que se arrullaban
a la vera de los plátanos, y con los chicos que jugaban
a las escondidas, y con la gente que sacaba la silla a la
puerta de la calle y que contaban historias.
El recuerdo que yo tengo de esa gente eran las historias de
inmigrantes, de sus lugares de nacimiento, de sus trabajos,
relatos verdaderamente entrañables. Parque Chas era
una ciudad dentro de la ciudad.
En Parque Chas jugábamos un juego que no conocí
en otro lugar: Con la corteza de los plátanos hacíamos
unos barquitos y los días de lluvia con el agua cristalina
que corría por las acequias del cordón de la
vereda soltábamos nuestras pequeñas embarcaciones
imaginarias las cuáles tenían que sortear las
hojas y piedras que se les cruzaban, era una carrera suicida
que terminaba en las bocas de tormenta. Uno ganaba pero se
quedaba sin el barquito que llegaba a medir dos centímetros.
El fútbol y el deporte era la placita que luego fue
de El Trébol, había una mirada muy conmovedora
acerca de la niñez, había mucha gente empeñada
en que los chicos la pasaran bien. Se inventaban copas, trofeos,
y el recuerdo que tengo es la alternancia entre los partidos
organizados y más profesionales, y los picados frente
a frente con un toque más amateur.
Todo esto se desarrollaba en la usina de la esquina sagrada
de Gándara y Bauness en donde allí cada domingo
renacían las esperanzas, en donde se repartían
caramelos y golosinas todo de la mano de Don Ernesto Piaggio
en cuya persona se sintetizan los recuerdos de muchos de nosotros,
sin duda Piaggio debería tener su monumento en la plaza.
Parque Chas era una frontera con la nada porque alrededor
no había nada y ha sido una usina muy importante en
mi vida porque está básicamente relacionado
a lo lúdico y al misterio y es muy probable que todo
ello esté relacionado con la elección de mi
profesión.
Salir y entrar de Parque Chas requiere de un esfuerzo, como
salir y entrar de las cosas nobles y grandes.
Creo que en la posibilidad de no salir y de no encontrarse
a una cita reside el encanto y el misterio de Parque Chas.
No encontrarse en una cita, así como encontrarse tiene
que ver con lo que decía Borges de que todo encuentro
casual es una cita, y encontrarse con los vecinos del barrio
sin proponérselo era parte del misterio.
Y la historia de solidaridad de Parque Chas tenía que
ver principalmente por que otro era Buenos Aires, otro era
el país, los inmigrantes todavía estaban vivos,
los abuelos estaban vivos.
Ellos nos enseñaron que el Apellido era sagrado, que
la sinceridad era obligatoria y que la honestidad no se desperdiciaba
ni se mal vendía, se vivía de otra manera".
La entrevista duró 45
minutos. Fue un relato emocionado de Eduardo Mignogna, a través
del cual confesó que los mejores recuerdos de su infancia
habían transcurrido en Parque Chas.
¡Quien quiera oír que
oiga! |