Testimonios
"Que 102 años no son nada..."
ParqueChasweb visitó en su casa
de Agronomía a la Sra. María Pizzul de Russian, cuyo
privilegio es haber llegado a los 102 años de edad, de los
cuales 80 los vivió en el barrio. Nacida en 1901 junto al
siglo XX, llegó a la Argentina en el año 1923 escapando
del hambre europeo junto a su familia. Gracias a su lucidez pudimos
conocer a través de sus recuerdos cómo era Agronomía
en los años '20.
Por Fernando Belvedere
María Pizzul nació en Mossa, Italia, el 10 de octubre
de 1901, súbdita del Imperio Austro-Húngaro del Emperador
Francisco José.
Testigo privilegiada de la totalidad del siglo XX, vió nacer
el fonógrafo, la radio, la heladera (con barra de hielo y
luego a electricidad), el timbre, el gas natural, los colectivos,
los aviones, la televisión con la cual vio llegar a el hombre
a la luna y ahora el celular e Internet.
Vió desaparecer el tranvía "Lacroze" que
llegaba hasta el barrio, y le tocó sufrir en carne propia
la Primera Guerra mundial y enterarse luego desde Argentina de la
segunda, con el Holocausto y la Bomba Atómica arrojadas en
Hiroshima y Nagasaki, hechos que sin ninguna duda ponían
en duda la evolución del hombre.
Finalizada la primera guerra mundial, María
se casa en 1920 con Eugenio Russian y producto de ese matrimonio
nacen Alda y Paolino, quienes les dieron 8 nietos y un sin fin de
bisnietos.
En el año 1923 llegan a la Argentina corridos por el hambre
y la falta de trabajo en Italia. Sus hijos tenían entonces
2 y 3 años, y eso fue un problema porque nadie les daba alojamiento
a causa de los niños. Entonces fueron a parar a un conventillo
del barrio Chacarita, donde la lucidez de María le permite
recordar que vivieron en una pieza de 3,50 x 4 metros: -"En
aquel conventillo había muchas habitaciones y estaba lleno
de niños, por eso pudimos instalarnos allí. Hasta
que con mis hermanos compramos un terreno con una casilla de madera
detrás de la Agronomía. Dónde nosotros estamos
ahora, en aquel entonces era una gran quinta. La gente trabajaba
sábados y domingos para hacerse las casitas. Los fines de
semana sacábamos las camas a la calle para poder revocar
las habitaciones. Y de lunes a viernes se seguía trabajando
cada uno en su oficio, como mi esposo que era herrero. Al principio
fue muy duro, por suerte había trabajo. De Italia trajimos
nada más que algunos muebles y algo de ropa. Pero nos encontramos
con gente muy buena que nos ayudó con las necesidades básicas".
Por aquellos años de la década
del '20, se veía y se oía el chirrido del tranvía
que pasaba por Avenida Triunvirato. Lo que hoy es Parque Chas, en
aquel entonces era un gran terreno dónde sobresalía
vertical la chimenea del horno de ladrillos. Paolino, el hijo de
María Pizzul se acuerda de los caballos que pisoteaban la
mezcla de paja y bosta que se utilizaba para la fabricación
de los ladrillos.
Llevar a sus hijos a la escuela (la de Juramento
y Ceretti) los días de lluvia era toda una aventura para
María, ya que la zona se inundaba, y para que no se ensuciaran
los gurdapolvos los cargaba en brazos, pero antes debían
cruzar el pantano de La Pampa y Constituyentes a través de
un puente giratorio que existía en aquella esquina. María
nos recuerda lo tortuoso que eran los mosquitos que había
en la zona, "para poder dormir las camas estaban cubiertas
de tul, ya que todavía no se conocía el espiral".
De los vendedores ambulantes nos recuerda
que el pescado fresco se le compraba al pescador que pasaba por
las casas, la verdura se le compraba al señor que pasaba
con un carrito que vendía lo que se cosechaba en algunas
de las tantas quintas de la zona, y con un carro tirado a caballos
pasaba el mimbrero. Otro personaje famoso era el "Turco"
que vendía telas y ropa las que llevaba en dos grandes canastas.
María recuerda que como no había luz "pasaba
el hombre cargando una escalera en su espalda para subirse y poder
encender los faroles a gas que había en las calles"
.
El vino se hacía en la casa (la costumbre la trajeron de
Italia), y las uvas las iban a buscar en tranvía al Mercado
del Abasto.
La polenta se hacía en ollas de cobre que todavía
conservan, y como no existía la cocina a gas, la hacían
a la leña.
El tranvía 5, al que llamaban "el
sapo verde", tenía una parada en la Agronomía
y los llevaba al centro. Paolino nos habla entonces del "Boleto
Obrero": - "Por el año treinta el tranvía
cobraba 10 centavos la ida y 10 centavos la vuelta. Pero a los obreros
que lo tomaban antes de las 7 de la mañana, le expendían
un boleto para ir y volver por un valor de 10 centavos."
Donde hoy está la Parroquia San José
del Talar (hoy Desatanudos), había también un convento
de monjas de la Congregación de las Carmelitas Descalzas:
" y era verdad, se las veía caminar por el barrio
sin calzado !", recuerda Paolino.
No había misa todos los días, el sacerdote que las
atendía no vivía en la Parroquia, venía de
afuera.
María Pizzul enviudó en el
año 1968, y en la actualidad está al tanto de lo que
pasa en el país y el mundo ya que escucha radio con auriculares.
Cuando cumplió los 100 años viajo en avión
a Italia, donde en su pueblo natal la agasajaron con una gran fiesta.
Según un estudio científico una de cada 10.000 personas
llega a cumplir un siglo de vida, y María Pizzul ya los pasó.
Para quien escribe esta nota fue un privilegio y una emoción
estar frente a ella y admirar su sorprendente lucidez, una historia
viva.
Antes de irnos nos pidió que trabajemos duro por Argentina,
país que la albergó y que la salvó del hambre.
En el año del centenario del
Barrio Agronomía; ParqueChasWeb realizó esta nota
persiguiendo su objetivo permanente de rescatar el Patrimonio histórico
del barrio, y desde ahora esta crónica formará parte
de el.
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María Pizzul se mantiene bien informada,
escuchando su radio con auriculares
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