ASIGNATURAS PENDIENTES
Madrugar Poeta
Por Alberto Morlachetti
www.pelotadetrapo.org.ar
Un relevamiento realizado por el Ministerio de Desarrollo Social
de la provincia de Buenos Aires -a pedido del gobernador Daniel
Scioli- arroja datos graves. El 35% de los jóvenes entre
15 y 20 años que viven en el Conurbano -que no estudian
ni trabajan- creen que dentro de cinco años estarán
“muertos”. Las duras ochavas del paco en las asimétricas
urbanizaciones del desamparo parecen darle la razón. Para
los pibes -entonces- no cabe pensar en la producción de
futuro, sino apenas el consumo desesperado del presente.
Los jóvenes, organizados o no, que parecen nacidos “de
aquella página arrebatada al libro de los horizontes”
se convierten en un “termómetro” para medir
los tamaños de la exclusión, la distancia creciente
entre los que caben y los que no. Es decir, los “no viables”,
los que no pueden acceder a este modelo y que por lo tanto no
alcanzan el estatuto de ciudadanos.
Deviene entonces necesario el tratamiento punitivo de la miseria
que no obedece tanto a un aumento en la cantidad o virulencia
de los delitos como a una nueva forma de entender el papel que
le cabe al Estado frente a problemas como la marginalidad y la
pobreza. Tiempos feroces que nos llevan a empujones a la mercantilización
total de los vínculos individuales y sociales, que exige
una nueva gestión estatal de la miseria urbana. Tantas
muertes para inscribirnos en una renovada y humillante “sensatez
penal”.
Cuando hablamos de los derechos fundamentales de la persona -aquello
que se le asigna valía axiológica- que expresa sentido
de la vida, en definitiva aquello que contribuye a garantizar
a los humanos la vigencia del amor, es decir permitirle a un niño
sus 6 años inocentes o sus 10 años de risa despeinada.
Un país -diría Italo Calvino- donde la inevitabilidad
de la muerte, no sea nunca el término de una vida sumergida.
No obstante, nuestros pibes saben que la verdad tiene una consistencia
no jurídica porque viven en un eterno estado de excepción
donde se les puede mutilar o matar sin rendir cuentas a ninguna
angustia. También se trata de señalar, que los jóvenes
no están ausentes en la producción de los tiempos
humanos como quiere hacernos creer cierto tipo de discurso desmovilizador.
Puede decirse que los pibes, son la negación más
apasionada de un país que ya no existe y están inaugurando
“nuevos” lugares de protagonismo político,
nuevos lugares de emancipación, nuevos lugares de comunicación
alejados de los códigos convencionales y tienen la desafiante
valentía de madrugar poeta, nómada, al crudísimo
día de ser hombre, diría Vallejo.