CHICOS EN SITUACIÓN DE
CALLE
Garantizar el derecho a la educación
Se trata del Centro Educativo Isauro Arancibia que continúa
dictando clases gracias a la solidaridad de la UOCRA. El Ministerio
de Educación de la ciudad firmó un convenio para
otorgarles un edificio propio, todavía siguen sin respuesta.
Susana Reyes, su Directora nos cuenta sobre la situación
actual.
Por Lorena Santa Cruz
lorenaisantacruz@gmail.com
Susana Reyes es la Directora del Centro Educativo Isauro Arancibia,
una escuela para chicos y adolescentes que viven en situación
de calle. Desde el año 98 en que comenzó con este
proyecto lucha en contra de las adversidades que provienen fundamentalmente
de las decisiones de los gobiernos de la ciudad con respecto a
la ubicación definitiva de este espacio que forma a los
chicos para insertarse con empleo y educación a una sociedad
que los excluye.
Susana siempre fue una luchadora, por alfabetizar en las villas
de emergencia fue secuestrada en la dictadura militar junto a
su compañero, él figura aún hoy como desaparecido.
Ella dio a luz a su hija en el secuestro, pero milagrosamente
la liberaron. Se recibió de maestra, siguió aportando
a la sociedad y en la actualidad está al frente del Isauro
Arancibia.
El centro educativo funciona en este momento en las instalaciones
de la Unión Obrera de la Construcción de la República
Argentina (UOCRA) porque nunca contaron con un edificio propio.
El Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires
el año pasado firmó un convenio en el que les cedían
las instalaciones de una escuela ubicada en la calle Manuel Gracía
370.
Periodista: -Susana, sos la directora del Isauro Arancibia,
una escuela para chicos que viven en situación de calle.
¿Cómo está experiencia se diferencia de la
una directora de una escuela convencional?
Susana Reyes: -En general, cuando uno estudia para ser maestro
no te preparan ni para una escuela convencional, ni para nada.
Uno se prepara y va a una escuela convencional y te das cuenta
de que lo estudiaste te puede aportar pero no es lo esencial como
para llevar adelante un grado. Después, cuando pasás
a dirigir es porque tenés la experiencia, o conocés
a la población y sabes que es más fácil.
Pero en este caso, creo que la diferencia entre coordinar una
escuela como esta es la misma que debe sentir un maestro que trabaja
en un aula en una escuela primaria común. Es el perfil
del alumno con el que trabajás, el maestro quiere generar
ámbitos de aprendizaje aptos para la población con
la que está trabajando, que te puedan entender, que puedas
hablar los mismos códigos, entenderse.
En este caso, en nuestra escuela es un largo camino y sigue siéndolo.
La población va cambiando, es la misma, pero esta misma
población es distinta a la de hace diez años. Entonces
estamos aprendiendo constantemente a buscar las mejores formas
de comunicarnos, ofrecer los mejores ámbitos de trabajo,
ó sea cómo ir construyendo espacios en dónde
ellos se sientan bien y en donde nosotros podamos hacer mejor
nuestro trabajo. Y claro, es muy distinto porque esta población
está muy castigada, muy postergada en todos los sentidos
y la escuela acá viene a cubrir muchas carencias. Acá
nosotros trabajamos con un equipo de apoyo de trabajadoras sociales,
psicólogas, además de la tarea propiamente educativa
que hacen los maestros, más los talleres. Un montón
de cosas, la escuela en sí en su globalidad, el Jardín.
Abarca mucho, muchas cosas que quedaron en el camino. Por ejemplo
la mayoría de las chicas y chicos que vienen a la escuela
primaria, que son adolescentes, no han hecho el Jardín,
nunca en su vida fueron al Jardín. Pero llevan ahora a
sus hijos y a ellos les encanta estar en el Jardín. Y cuando
van por alguna actividad con sus hijos, les encanta tirarse en
el “gusano” ese, leer un libro ahí. O les encantan
los ciclos, vos los ves adolescentes, pero te dicen, “poneme
felicitado”, toda esa parte que faltó. Y a nosotros
nos parece bien hacerlo, de pronto, el adolescente que viene a
terminar la primaria acá es el nene que no pudo seguir
la escuela, se siente ese nene de ocho, nueve años que
en algún momento tuvo que abandonar o que nunca comenzó.
Para mi sí es una diferencia bastante grande.
P: -¿Es difícil trabajar con chicos que
duermen, trabajan y viven en la calle?
S.R.: -No es ni más difícil ni más fácil,
es distinto. Es distinto porque ese chico que viene, en algunos
casos vienen chicos de doce, de trece y son chicos, pero en algún
lado también te habla un adulto que lucha por su subsistencia;
cuando uno quiere ver que diferencia hay entre un niño
y un adulto, el adulto busca su forma su sobrevivir, busca su
comida, su lugar donde dormir, se autoabastece, digamos. Bueno,
en este caso son niños que en ese sentido llevan esa vida
adelante, entonces todos nosotros, el equipo que trabaja en el
Isauro permanentemente estamos reflexionando sobre esto, como
te decía antes, buscando la mejor forma de comunicación
y poder comprender esta situación de vida para poder comunicarnos
mejor, no meter la pata, porque todos venimos desde nuestra formación
y desde nuestro lugar y nosotros siempre decimos que queremos
tener una actitud ética y no moralizante.
P: -Desde el comienzo el Isauro Arancibia no contó
con un edificio, a ustedes el Ministerio de Educación porteño
les había prometido un edificio en Parque Patricios. Actualmente
utilizan las instalaciones de la UOCRA ¿Cuándo tendrían
su propio edificio?
S.R.:-Bueno, ese es el tema. Nosotros el año pasado estuvimos
esperando, nos llamaron de Infraestructura para ver los planos,
estábamos todos contentos. Es más, llegamos a colgar
los planos acá en la escuela y les mostrábamos a
los chicos como iba a ser nuestra escuela y estábamos todos
muy esperanzados. Y cuando empezó este año y vimos
que había cambiado el Ministro, que no tiene nada que ver
porque en realidad el compromiso es con el Ministerio de Educación
más que con el Ministro que se fue, él estaba ahí
y firmó, pero el Ministerio de la ciudad es el que se comprometió.
Pero vimos que pasaban los días y entonces mandamos cartas
al nuevo Ministro, nos comunicamos con diferentes autoridades
y parecía que no pasaba nada. Vinieron asesores a mirar
la escuela y todos “¡Ay si que obra, que bárbaro!”,
pero en definitiva no pasaba nada. Entonces empezamos a informar
a la gente sobre la situación que estábamos viviendo,
mandamos una gacetilla informando que la escuela estaba en peligro.
Después invitamos a izar la bandera en Manuel García
370 como un acto para el 25 de mayo y vino mucha gente. Cuando
entramos a la escuela vimos que no sólo no habían
empezado a arreglarla, sino que lo poco que tenía no estaba,
vimos que faltaban todas las estufas de tiro balanceado, algunas
puertas, es decir que no sólo no hicieron nada si no que
se estaban llevando lo que había. Hay seguridad ahí,
así que no sé como habrán hecho. La seguridad
ahora resulta que no nos deja entrar a nosotros, cuando queremos
entrar a ver la escuela no podemos entrar a verla. Después
fuimos a la escuela en algún momento, vino alguien de Infraestructura
cuando quedamos en encontrarnos con la UOCRA, que ellos nos van
a dar una mano con los baños y con todo, y con alguien
de Educación para abrir la escuela y ver que parte hacía
cada uno, porque la escuela no está destruida, simplemente
hay que darle una mano de pintura y poner lo que falta, bueno,
de Educación no vino nadie. Es todo así, todo se
estira, todo se dilata. El Isauro es una escuela de jornada extendida,
ó sea vienen turno mañana y tarde. Los de la mañana
después del almuerzo tienen cursos de oficio, cursos que
a los chicos les encantan, como es el de panificación,
el de trabajo en cuero. Este año nos llevamos la sorpresa
cuando empezamos de que el comedor, que era un eje pedagógico
para nosotros porque los chicos en el comedor comen sentados,
con sus hijos, con los maestros, podíamos hacer sobremesa
y a la tarde o a la mañana antes del almuerzo lo usábamos
para talleres, este año lo tiraron abajo, entonces, no
tenemos comedor. Los chicos comen en las cajitas de aluminio que
mandan, en los pasillos, no pudo empezar todavía el curso
de panificación, los pibes están todavía
sin eso. Tenemos un profesor que es un capo, que le encanta, sin
poder dar su curso de panificación. De trabajo en cuero
si, pero la profe se pone en los pasillos con las sillas como
puede. Y ni hablar de la electricidad, directamente no tiene ni
donde apoyar las herramientas. Como es a contra turno están
los chicos en las aulas, o sea que no podemos usar las aulas y
entonces todo esto al Ministerio no le interesa, no acusa recibo
de esta situación que estamos viviendo, o sea de que no
pudo empezar el curso de panificación, y los otros empezaron
a media máquina. Y nosotros seguimos esperando esa escuela
que está ahí vacía y que nadie hace nada
para arreglarla.
P:-¿ Qué empresa tiene la concesión
para la obra?
S.R.: -No tenemos ni idea. Ellos decían que iban a hacer
contratación directa y ya sabemos como es.
P: -¿Qué funcionarios les habían
prometido el edificio?
S.R.: -En ese momento era el Ministro Mariano Narodowski y en
ese momento involucró a todos, lo que es Inclusión
Educativa y la parte de Adultos a la que pertenecemos, todos ellos
estaban involucrados y sabían que esa escuela iba a ser
para nosotros. Eso está firmado, es un documento, es un
acuerdo escrito y firmado por el Ministerio de Educación
de la Ciudad de Buenos Aires. Lo que pasa es que no se pueden
tomar el tiempo que quieran, porque acá hay chicos que
tienen que ejercer su derecho a la educación y el Estado
es el que debe garantizar que ese derecho se cumpla. ¿Cómo
puede ser que ellos estén pensando en criminalizar la infancia,
en ver que hacen con los “trapitos” en lugar de pensar
en que hay ciento veinte chicos que vienen a la escuela, que quieren
estudiar, hacer sus talleres de oficios? Y para eso no se puede
invertir nada, eso es lo que indigna. Y por otro lado que nosotros
que somos los docentes, que estamos trabajando, que estamos en
la aulas…en otra escuela obviamente falta algo y ya los
padres se están movilizando, abrazando a la escuela, acá
estamos nosotros solos porque por los chicos no hay quien responda
si no somos los maestros, por eso es que nosotros convocamos a
la sociedad a que nos ayude a llevar adelante esta denuncia.
P: -La postura de Mauricio Macri con respecto a las personas
en situación de calle, en referencia a los que mencionabas
antes, como la baja de la edad de imputabilidad o las medidas
que quiere tomar con los “trapitos”,¿están
relacionadas con la falta de respuesta de su Ministerio de Educación
con respecto al edificio del Isauro Arancibia?
S.R.: -Yo creo que esto realmente no le interesa. No es que yo
lo crea, si no que lo ha demostrado, no es que asumió su
gobierno ayer. Ya hace dos años y pico que está.
Hasta ahora ¿qué pasó?, nada. No entendían
que era esto y ya lo querían desarmar. Bueno, entendieron
y no nos tocaron más, pero dejaron que esto pase y pase.
No apostaron nada a este proyecto. De hecho, el Isauro Arancibia
es un proyecto que tiene doce años, Macri nos tocó
en este último período, pero la escuela nació
en el 98 y fue creciendo. Y el proyecto que actualmente está
en marcha, lo pusimos en marcha en el 2007 y desde fines del 2007
hasta ahora lo que hicimos fue pilotearla, pero no pudimos avanzar
más. Nos falta el edificio y no lo tenemos.
P: -¿Qué problemas, además de la
falta de edificio, deben afrontar por ser una escuela para chicos
en situación de calle?
S.R.: -Los problemas que debemos enfrentar son muchos, los tendríamos
que catalogar. Este, del edificio es un problema fundamental que
viene ligado al tema de no tener teléfono en la escuela,
por ejemplo. El jardín está en el quinto piso acá
y nosotros estamos acá abajo [las aulas están en
el tercer piso de la UOCRA] a la maestra le llega a pasar algo
no tiene como comunicarse, no puede salir corriendo y dejar a
todos los nenes solos, entonces ese es un tema. Yo creo que falta
toda esa infraestructura para poder dar clase. Este edificio no
tiene protección en las ventanas, ni siquiera el Jardín
tiene protección. Todo lo que implica el edificio son esas
cosas. No tenemos Internet que para una escuela de la ciudad de
Buenos Aires que tiene clases de computación, que es una
mínima inversión. Además, yo soy de la idea
de que acá se debería invertir mucho más
porque hay menos posibilidades, son chicos que después
no se van a su casa y juegan con su maquinita, sólo tienen
acá la posibilidad. Nosotros, otra cosa que hacemos es
ir al locutorio con los profesores y pagamos el tiempo de cada
pibe para que pueda buscar información, buscar trabajo.
Después todo lo que implica la condición de vida
es un tema, hay tanta desarticulación entre todos los Ministerios
de la ciudad de Buenos Aires que cuando nosotros necesitamos algún
subsidio habitacional o tenemos alguna emergencia está
todo desarticulado y no podemos encontrar. Bueno, es todo así,
todo es difícil. Todo lo que implica los circuitos que
hacen los chicos, cuando vos ves que el pibe hace el esfuerzo,
por ejemplo va a un lugar de rehabilitación de las drogas
y después está bien y viene acá y después
se le terminó su causa y el Juez dice “que vuelva
a González Catán” y falta un mes para que
terminen las clases y se reciba y pudo salir del tema del paco
y le pedimos que por favor lo deje que termine las clases y se
reciba, y dicen “no, no ¿en dónde va a estar?”
y se tiene que ir con su familia y ya está. Entonces dentro
de dos años lo volvemos a tener en el tercer ciclo a ese
pibe de vuelta con el mismo tema. No hay políticas ni para
la infancia ni para la adolescencia en riesgo. No hay políticas
claras, acá en la Ciudad de Buenos Aires no hay, todo es
chiquitaje, todo lo achican, todo lo cortan, entonces no hay presupuesto
para nada. Es así, es una tristeza.
P: -¿En la UOCRA por cuanto tiempo más
pueden quedarse?
S.R.: -La UOCRA, por una cuestión solidaria, no nos va
a dejar en la calle, pero ellos no pueden tenernos. No tienen
espacio para sus talleres, ellos no pueden dar sus cursos porque
nosotros estamos ocupando sus aulas y sus espacios y las necesitan.
Y además ellos avisaron hace dos años que las necesitaban
a Educación: “ubiquen al Isauro Arancibia porque
necesitamos las aulas”. Es más, ellos buscaron la
escuela. Ellos no nos van a dejar en la calle, pero tampoco nosotros
estamos cómodos acá. Los chicos se merecen un lugar
mejor, se merecen su espacio, porque si no es igual a la vida
de los pibes, es errante, el Isauro no tiene un lugar estable,
nos van sacando de todos lados, los que nos tienen que dar bolilla
no nos dan bolilla y entonces la escuela sigue ese rumbo.
P: -Los chicos al venir a la escuela quizás resignan
sus horas de trabajo, las que les pueden garantizar el alimento
para su familia, ¿Por qué crees que ellos vienen
todos los días a la escuela?
S.R.: -Te cuento lo que ellos a través de todos estos
años van manifestando. La escuela todavía queda
en un lugar muy importante en los pibes, para ellos venir a la
escuela es “rescatarse”, salir de ciertas cosas. Y
en esta escuela, ellos sienten que son mirados, que son escuchados,
que se contemplan sus deseos y que pueden en este espacio sin
ser censurados o coartados, pueden estar tranquilos, pueden hacer
otra cosa distinta a la que hacen en la calle. Porque eso es una
de las cosas que nosotros de entrada le decimos, “la escuela
no es la calle”, está todo bien, pero que acá
no entre nada de la calle, así como nosotros no nos metemos
con lo que ellos hagan después, bueno, ellos que no metan
en la escuela cosas de la calle. Saben que acá peleas,
nada relacionado con la droga, no. Ellos acá están
tranquilos y encuentran un lugar para expresarse, ya sean los
talleres de arte o de computación, las clases con sus maestros.
Yo creo que eso es lo que hace que ellos quieran venir. Acá
es todo al revés, ellos dicen “no, no a ver si mi
mamá después no me deja venir a la escuela, porque
tengo que trabajar” todo al revés. Vos le preguntás
cual fue su peor día del año y ellos te dicen que
el que no hubo clases, y ellos quieren estar acá y se merecen
una escuela completa, una escuela como la gente, una escuela con
su comedor, con sus baños. Acá los baños
están todos clausurados, los pibes andan por la escalera
buscando un baño que funcione.
P: -Me imagino que al convivir con chicos y adolescentes
en situaciones marginales las historias deben ser muy duras. ¿Recordás
alguna anécdota sobre los chicos que te haya conmovido
especialmente?
S.R.: -Uy si, muchas cosas. Muchas cositas te puedo decir, todos
los días nos conmueven cosas. Pero me conmovía mucho
porque en primero y segundo ciclo se hacían historia de
vida para ubicar temporalmente a los chicos, para poder ver Historia
era necesario que ellos estuvieran concientes de su propia historicidad,
y por ahí el pibe en situación de calle vive mucho
el presente. Entonces se hace su historia, una línea del
tiempo con los hechos principales de su vida y muchos ponían
“fui a la escuela” como el primer día de su
vida. Ponían la escuela como que allí comenzaba
su historia, eso era algo muy lindo. Y conmovedor es todo, verlos
venir a la mañana temprano sabiendo de donde se levantan
y verlos llegar contentos, que te pidan el jabón para irse
a lavar las manos, se lavan la cara. Esa cosa de poder soñar,
de poder escuchar sus sueños, “que quiero ser yo”
y que vienen a la escuela porque saben que ese es el paso para
ese sueño que tienen. Todo eso es conmovedor, todas esas
historias, todas sus historias. Las chicas con sus bebes y que
los traigan al Jardín, esa cosa de que no sabés
al final quién va al Jardín. Porque cuando van con
sus nenes a hacer la adaptación, son nenas de catorce o
quince años, se tiran y empiezan a jugar con las cositas
o lo sacan al bebe porque están leyendo el libro ellas,
eso da mucha ternura.
Y otra cosa también muy conmovedora es que nosotros a
fin de año nos vamos de viaje a Córdoba, a los hoteles
de Embalse, nos vamos todos. Y esa convivencia con ellos en el
hotel es algo muy bello, muy hermoso. Verlos a ellos felices de
desayunar con todos nosotros, se la pasan abajo de la ducha, se
lavan el pelo cada dos minutos. Y después vamos todos juntos
a pasear y luego todos juntos a comer un asadito al río
y esa parte de vivir juntos es para ellos como tener una familia.
Tienen sus vacaciones con sus maestros, es muy hermoso.
P: -Los chicos que se reciben, luego ¿piensan
en tener una profesión y aplicar lo que aprendieron acá?
S.R.: -De eso también hay muchas anécdotas. Cuando
ellos se reciben vamos todos a ese acto de egreso de la escuela
primaria. Y cuando termina y nos sacamos la foto y le damos el
diploma nos lo devuelven para que se los guardemos nosotros. Acá
dejan los documentos, todo. Termina el año, se van y dejan
el documento. Después vuelven y nos piden el documento.
Acá nosotros tenemos un enlace con Puentes Escolares que
es post primario, el que puede ir a un secundario va, nosotros
lo vamos a apoyar, el que no, puede hacer formación profesional.
Estos talleres que hicieron acá después pueden profundizarlos
en un centro de formación profesional y encontrar trabajo.
Nosotros acá tenemos el programa Lazos que los chicos hacen
pasantías y se les paga un sueldo, están cuatro
horas durante cuatro días en la semana. Los van preparando.
Tuvimos un chico que se recibió el año pasado y
va, él vivía con su familia abajo del Congreso,
del Senado que tiene un techito y este chico empezó a trabajar
el año pasado durante el tiempo que dura la pasantía
que son seis meses y después lo contrataron para el lugar
en donde estaba que era un lugar gastronómico, no me acuerdo
bien. Él aprendió y se quedó y ahora tiene
un subsidio habitacional. Es el tema de la dignidad. Ellos aprenden
que vivir de otra manera es posible. Sobre todo a buscar salidas
colectivas, ellos aprenden que la gente se junta para resolver
sus problemas, que no son salidas individuales, porque los problemas
son sociales, no es que ellos están en la situación
que están por una decisión individual sino que es
social, entonces las salidas también deben ser sociales.
Reclamando sus derechos a la vivienda, a la educación.
Muchas veces se dice “chicos de la calle” y no son
de la calle, todos somos responsables de esa situación,
los adultos. Los chicos vienen acá a estudiar y deben estudiar,
necesitamos la presión de toda la sociedad para que esto
continúe. Nosotros estamos solos, no hay otros que lo hagan,
no hay cooperadora, no hay padres. Por eso le pedimos a la sociedad
que esté en estado de alerta con esto.