INFORME
¿Por qué se inunda Buenos
Aires?
Libertador y Campos Salles... Santa Fe y Juan B. Justo. La Boca,
casi toda ella. Soldati, Pompeya y la consabida inundación.
Todo se inunda en Buenos Aires. Buenos Aires no aguanta una lluvia
copiosa de más de diez minutos. Si eso ocurre, sobreviene
el desastre. Antes, digamos hace cuarenta años, cuando
no había "cambio climático", Buenos Aires
no se inundaba.
Pero esto del cambio climático merece una aproximación
más cercana. Aqui, en la Capital Federal no se desmadran
caudalosos torrentes de agua y lodo que anegarían, en ese
caso, barrios enteros y ocasionarían víctimas de
todo tipo. Aqui no estamos rodeados de cerros, como en Río
de Janeiro o en San Martín de los Andes, que en pocas horas
de torrencial aguacero pasan de dura roca a flan punto caramelo,
flácido y trémulo y que, en minutos más,
se deshacen sobre la ciudad sepultando en el barro todo lo que
arrasan.
Aqui no pasa eso. Aqui, el cambio climático produce más
lluvias, muchas más lluvias, que hace cuarenta años.
Sólo eso. Pero es suficiente.
Dejamos de lado entrar en las causas de las aludidas mutaciones
del aire, de las temperaturas, del sol y de las precipitaciones
que vienen del cielo bajo la forma que fuere. No entramos en ese
tema porque no es tema de esta nota y porque es tema largo y para
especialistas. Sólo diremos que países como los
de Latinoamérica, si pretenden abandonar su secular condición
de atraso, miseria y vendedores de lechuga, deben industrializarse.
Sólo así crecerán. Y la industrialización,
ya se sabe, contamina y produce calentamiento global.
Con China ocurre otro tanto. Pero el país que más
daño le hace al planeta es EE.UU que por razones puramente
egoistas y ancladas en el individualismo capitalista se negó,
hasta hoy a firmar el Protocolo de Kyoto para disminuir las emanaciones
tóxicas que son la que producen el calentamiento. Estados
Unidos debería iniciar un proceso autosostenido y a largo
plazo de sustitución de petróleo y gas por "energías
verdes". Pero no lo hará.
Dejando de lado asunto tan complejo, digamos que Buenos Aires,
dónde sólo llueve ahora mucho más que antes,
se inunda por razones inherentes y atribuibles a las pésimas
políticas ambientalistas que todos los gobiernos locales
han implementado.
La Sociedad Central de Arquitectos y entidades afines, constituyen
un sólido lobby en el Parlamento. Se oponen a toda reglamentación
legal de la constucción en Buenos Aires. Cada vez que va
a tratarse una ley, aparecen por la Legislatura a explicarle las
cosas a los diputados, abrumándolos con datos técnicos
sobre los que nuestros legisladores no atajan nada, asegurándoles
que está muy bien seguir construyendo torres de 40 pisos
ya que el movimiento económico y el impulso a la creación
de nuevas fuentes de trabajo que tales edificaciones traerian
aparejados devendrían tan pero tan benéficos socialmente
hablando que, poco más o menos, a tal Sociedad Central
habría que proponerla para el Nobel de la Paz. O para el
de Economía.
Lo cierto es que todo es mentira. A los arquitectos les interesa
construir porque les interesa el lucro, llenarse los bolsillos
y la cuenta bancaria con verdes, euros y, de ser posible, yuanes.
Entonces construyen. Y los resultados están a la vista.
Son los que siguen.
* Las nuevas construcciones roban terrenos absorbentes. Se los
roban a la ciudad. Se los roban a los vecinos. Para que los arquitectos
e ingenieros y empresas constructoras hagan su negocio con un
olímpico desprecio por las consecuencias.
* Ahora hay menos espacios verdes.
* Las zonas más castigadas por las nuevas construcciones
para ricos son Nuñez, Puerto Madero. Belgrano, Palermo,
Microcentro, Recoleta y Retiro.
* El lobby constructor logró que los "representantes
del pueblo" eliminaran de la normativa la obligatoriedad
de mantener el pulmón de manzana absorbente. Cómo
lo lograron, no se sabe. Cómo los convencieron...vaya uno
a saber cómo.
* Por obra de sucesivas repavimentaciones, el nivel de las calzadas
ha sido elevado ostensiblemente.
* Existen barreras físicas, que separan zonas inundables
de terrenos absorbentes (largos paredones que circundan terrenos
fiscales y/o privados).
* Los conductos de desagote pluvial que conducen hacia los arroyos
entubados, quienes finalmente desaguan en el estuario, transportan
también líquidos cloacales y efluentes industriales.
A ello hay que agregar un fenómeno que no dudamos en calificar,
lisa y llanamente, de criminal, de atentado contra la naturaleza,
de agresión a la madre tierra, de injuria a la armonía
primoridal de la naturaleza: los rellenados permanentes del río
para ganar tierras aptas para la construcción tienen el
efecto muy pernicioso de que los arroyos entubados que desagotan
las lluvias, que ya tienen muy poco declive, de modo que el agua
escurre lentamente, ya no entregan al estuario su carga liquida
y pútrida acá, sino un kilómetro más
allá de la costa, más adentro del río. Encima
que desagotan lento, ahora tienen que recorrer mil metros más
para llegar al río.
En conclusión, no habrá solución para el
problema si no se deja de construir o se construye con otros criterios
y en otros lugares. Mientras el norte que guia la brújula
de arquitectos, ingenieros, empresarios y funcionarios siga siendo
exclusivamente el lucro, ya podemos ir despidiéndonos de
nuestra ciudad. El futuro que le aguarda, en estas circunstancias,
es negro.
Por último, hemos tocado en esta nota, sólo una
de las causas de las inundaciones. Hay otras, por supuesto, Pero
si se tomara conciencia de lo expuesto, con eso ya alcanzaría.
Fuente: Buenos Aires SOS/ Por Juan Chaneton