INFORME
DE LA DEFENSORIA DEL PUEBLO DE LA CIUDAD
Veneno: Cada dosis de paco se consigue por
un peso
De acuerdo a la primera investigación realizada en el país
sobre la pasta base de cocaína -vulgarmente denominada paco-,
su consumo no es exclusivo de los sectores más postergados
de la sociedad sino que ya se extendió a los niveles medios
de la población. Para los especialistas cualquier política
que pretenda frenar su ingesta debe aproximarse a los sujetos
que son sus destinatarios, y no esperar que sean ellos quienes se
acerquen.
El Informe Pasta Base de Cocaína (PBC), encargado por
la ONG internacional Transnational Institute a la Asociación
Civil Intercambios, define a la sustancia como el residuo
del proceso de elaboración de clorhidrato de cocaína
luego de haber sido tratada con querosene y ácido sulfúrico
(ocasionalmente también se utiliza cloroformo, éter
o carbonato de potasio), y precisa que la mayoría de sus
consumidores la fuma haciendo una pipa casera con distintos
elementos de uso cotidiano: una lata de gaseosa, una bombilla
de mate, la parte superior de un sifón, un corcho, un dosificador
de medicamento para el asma, el tubo de una cortina de baño
o el trozo del tubo de una antena de televisión.
Tanto entre los que la consumen como entre quienes tratan a los
adictos a ella, la pasta base es percibida como más dañina
que el resto de las drogas. Sin embargo, Raúl Alejandro
Corda, abogado y autor de la investigación junto a Victoria
Rangugni y Diana Rossi, explica que los efectos perniciosos
para la salud son los mismos de todas las formas de cocaína
fumable (pasta base, crack, base libre): problemas en la cavidad
bucal (quemaduras en labios y daños en encías y
dientes) y en los aparatos respiratorio y gastrointestinal.
El paco no mata. Ningún objeto inerte lo hace. En todo
caso, su utilización en cierto contexto puede producir
un efecto pernicioso, con consecuencias fatales. Frente a situaciones
sociales tan complejas como las que a veces se presentan, donde
abundan mucho más las carencias de toda clase que las sustancias
ilegales, atribuirle a éstas últimas determinadas
causas significa colocar un velo frente a la realidad imperante.
Según el estudio elaborado a partir de la información
proveniente de 31 entrevistas en profundidad efectuadas a consumidores,
dealers y profesionales que trabajan en contacto con esta problemática-,
los usuarios cubren la PBC con ceniza de cigarrillos antes de
fumarla, y la calientan poniendo sobre esa mezcla la llama de
un encendedor, para evitar se queme o se pegue a la pipa por efecto
del calor. La misma función puede cumplirla algún
metal pequeño como el papel de aluminio de la tapa de un
yogur o parte de una esponja metálica molida, todos elementos
de uso cotidiano y, por lo tanto, de fácil obtención.
Aunque existe una fuerte asociación entre PBC y pobreza,
el estudio concluye que el uso de esta sustancia podría
estar extendiéndose en los sectores medios de la población.
Efectivamente, cuando realizamos el estudio exploratorio
observamos que en los medios de comunicación se reproduce
una imagen del consumidor de pasta base ligado a las clases bajas,
cada vez más chico, que ingiere esa sustancia de forma
compulsiva y asociado a situaciones de violencia, relata
Corda.
Pero al recolectar la voz de los usuarios, sin dejar de
reconocer que hay casos en los que se presentan algunas de esas
características, advertimos que esos elementos eran relativos
ya que detectamos que la PBC está presente en otros estratos
sociales y franjas etarias. Lo que sucede es que el consumo de
los sectores bajos resulta mucho más visible que el realizado
por los medios, más circunscrito al ámbito doméstico
y, por ello, menos perceptible.
Con respecto al valor de la pasta base de cocaína, los
testimonios recogidos indican que cada dosis cuesta entre 1 y
2 pesos y alcanza para pocas pitadas, por lo cual rápidamente
se genera la necesidad de reiterar el consumo: El paco te
deja duro y perseguido asegura en una de las entrevistas
un usuario habitual- y su efecto es mucho más rápido,
más intenso, pero más breve que el de la cocaína.
De todas formas, el estudio también contradice las visiones
que presentan a los consumidores de drogas como sujetos privados
de la capacidad de entender su situación y más aún
de la posibilidad de decidir, ya que muchos de las voces consultadas
expresan su posibilidad de reflexión respecto de
los problemas asociados al consumo, lo que les permite incorporar
medidas de protección, reducción o abandono del
uso.
Aunque no existen datos sobre el número de fumadores de
paco existentes en la ciudad de Buenos Aires, algunas cifras a
nivel nacional dan cuenta de que el consumo está aumentando
peligrosamente: El segundo estudio nacional sobre población
realizado en 2004 entre personas de 16 y 65 años por la
Secretaría de Programación para la Prevención
de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico
(SEDRONAR) permitió detectar que en las 7.650 viviendas
relevadas un 0,2 por ciento de los encuestados había consumido
pasta base al menos una vez en su vida, subraya Corda.
Por su parte, la Segunda Encuesta Nacional a Estudiantes de Enseñanza
Media 2005, efectuada por el mismo organismo, refleja que dentro
de las drogas ilícitas, la que mayores incrementos registra
en su ingesta es la pasta base, con un aumento del 200% en el
período 2001-2005. El trabajo se realizó en 586
escuelas de todo el país, donde fueron entrevistados 62.700
chicos de entre 13 y 17 años.
Los datos arrojados por la pesquisa efectuada por los investigadores
de la asociación Intercambios evidencian que nuestro país
ha comenzado a dejar de ser un lugar de tránsito del clorhidrato
de cocaína para convertirse en uno de producción
en la etapa final: La creciente presencia de PBC, sumada
al aumento de laboratorios en los últimos años,
permite afirmar que el proceso de elaboración de esta sustancia
ha empezado a trasladarse a territorio nacional, afirma
Corda.Aunque no pueda equipararse al rol desempeñado
en el mercado por los países andinos, Argentina asumió
un papel más activo, lo cual explicaría una mayor
circulación del residuo de esta producción destinado
principalmente al ámbito local, mientras que la cocaína
refinada se exporta a sitios donde se obtiene una ganancia mucho
mayor por la venta.
Como parte del Plan de Atención Integral sobre el Consumo
y Dependencia de la Pasta Base de Cocaína, Gobierno porteño
inauguró a mediados de marzo en el barrio de Flores la
Casa Puerto, un centro de asistencia integral para niños,
niñas y adolescentes entre 8 y 18 años adictos al
paco, derivados a través de los hospitales públicos
y las distintas organizaciones sociales empeñadas en frenar
el consumo de esta sustancia.
Que el tema de las adicciones se haya instalado en la agenda
política resulta más que saludable opina Corda.
Pero cualquier política que se desarrolle en este
sentido debe aproximarse a los sujetos que son sus destinatarios,
y no esperar que sean ellos quienes se acerquen. Los planes para
tratar adicciones tampoco deberían discriminar la sustancia
ingerida -PBC en este caso-, porque eso puede contribuir a que
se estigmatice a los individuos que la ingieren, sobre todo cuando
lo que suele presentarse es el consumo de varios compuestos, tanto
legales como ilegales.
Nosotros impulsamos la estrategia de la reducción de daños,
que apunta a la atención de las consecuencias nocivas que
puede producir el consumo de PBC y que posibilita mejorar la calidad
de vida de los adictos e, incluso, hacer más efectivas
las intervenciones que ya existen, muchas de las cuales aguardan
a los consumidores en lugar de ir en busca de ellos y hacerlos
partícipes de su propia realidad.