DEMOCRACIA
O BUROCRACIA SINDICAL
El parto subterráneo
A partir del 5 de febrero los trabajadores del Subte de Buenos Aires
plebiscitaron el nacimiento de un nuevo sindicato que los represente.
¿Qué significa en términos prácticos
la burocracia sindical? Datos sobre patotas, precarización,
luchas ganadas, y los nuevos estilos de organización gremial.
Entre los días 5 y 12 de Febrero, los trabajadores del
Subte de Buenos Aires, realizaron un plebiscito para decidir en
forma democrática si pretendían construir un nuevo
Sindicato que los represente.
De manera contundente, casi el 99 % de los trabajadores que votaron,
optaron por crear un nuevo sindicato. Los trabajadores del subte
garantizaron la presencia fiscalizadora de una escribana para
certificar la validez del acto, y presenciadas en diferentes oportunidades
por diferentes representantes de la clase política, organizaciones
de Derechos Humanos, agrupaciones gremiales, y personalidades
de la cultura
“Nosotros no dividimos al crear un nuevo sindicato. Al contrario.
La burocracia fue la que dividió cuando aceptó que
hubiera precarizados y tercerizados, cuando negocia perjudicando
nuestros salarios, cuando aceptan que haya dirigentes en componendas
y trabajadores tratados como tarados, cuando el sindicato se pone
contra los trabajadores y mandan patotas a asustarte y a pegarte”.
Roberto Pianelli explica así el fondo de una decisión
que implica la búsqueda de libertad y autonomía
sindical para unos 3.500 trabajadores de los subterráneos.
Desde el 5 de febrero (empezando por la línea D) hasta
el 11, tanto en subtes como en el Premetro se plebiscitará
la creación de un nuevo sindicato que los agrupe fuera
de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) gremio cuyo grado
de agresividad y desinterés hacia los trabajadores ya es
un clásico en el sindicalismo argentino. El plebiscito
tal vez sea el paso inicial para el nacimiento de la Asociación
Gremial de Trabajadores de Subterráneos y Premetro, “aunque
todos nos seguirán conociendo como los metrodelegados,
o el sindicato del subte”.
No sólo no se trata de dividir, sino de poner en práctica
elementos de la legislación vigente (como la ley 23.551
de Asociaciones sindicales), o el fallo de la Corte Suprema y
el convenio 98 de la Organización Internacional del Trabajo
sobre el derecho de sindicación y negociación colectiva,
que avalan, dicen los trabajadores en un comunicado “la
posibilidad de crear por parte de los trabajadores su propia organización
sindical”.
En cierto modo, ya lo habían hecho.
Pianelli es uno de los 24 integrantes del cuerpo de delegados
de Subterráneos de Buenos Aires. Ese cuerpo es la forma
organizativa que en los últimos años logró
una serie de mejoras (antes se las llamaba “conquistas”)
impensables en tiempos de menemismo, neoliberalismo, privatizaciones,
fin de la historia, crisis 2001 y otras recordadas guillotinas.
Los trabajadores del subte, en preservación de sus cabezas,
tomaron la defensa gremial en sus propias manos durante estos
años, mientras la conducción de la UTA (Unión
Tranviarios Automotor, que congrega principalmente a los choferes
de colectivos) engrosaba sus arcas y sus cinturas dedicándose
a tareas menos inhóspitas, tales como mejorar su relación
con la empresa Metrovías, y financiar patotas para amedrentar,
en el subte, a los díscolos.
Resultados
Los subterráneos se privatizaron a mediados de los 90,
la concesión fue a parar a Metrovìas, empresa del
grupo Roggio y –respetando los aires de esos tiempos, de
casi 5.000 trabajadores se pasó a una planta de menos de
2.000. Muchas de las tareas, con anuencia del gremio, se “tercerizaron”.
Traducción: en lugar de contratar trabajadores para limpiar,
por ejemplo, se contrataba a empresas de limpieza, que a su vez
pagaban miseria para trabajos precarios y sin protección
sindical. Lo mismo con la “seguridad”. Esto además
implicaba asociaciones y negocios extras entre la empresa, el
sindicato y esas “empresas” cuyos propietarios solían
ser un misterio.
Los trabajadores crearon su propio cuerpo de delegados, que con
los años se hizo cargo no sólo de sus reivindicaciones,
sino también de romper esos sistemas precarios de trabajo.
Resultados:
Estabilidad laboral: hace diez años que no hay despidos
en el subte.
Recuperación de la jornada de 6 horas por trabajo insalubre,
que se había perdido con la privatización.
Fin del fraude laboral que implicaba la tercerización
de tareas.
La creación, por lo tanto, de unos 1.500 puestos de trabajo
genuinos y no precarizados.
Sensible mejora de las condiciones de trabajo.
Lo mismo con los sueldos (hoy los básicos, sin contar
antigüedad, van del mínimo de 2.170 hasta 3.785, según
categorías). En el caso de un peón de limpieza,
su paso de “tercerizado” a trabajador formal de subtes
implicó triplicar su ingreso, y reducir a 6 horas la jornada
laboral.
¿Qué es la “normalidad”?
Sostiene Pianelli: “Nosotros conseguimos cantidad de mejoras,
en medio de una crisis de 2001 que afectó la capacidad
de las privatizadas y de la superestructura política
de imponer condiciones a los trabajadores. Cuando se empezó
a normalizar todo, se normaliza también la situación
de los sindicatos,q ue son denunciados desde hace años
como un régimen autoritario que hay que acatar como en
un ejército. Esto se hizo patético en esta coyuntura
con tipos qu hace 6 o 7 años no podían salir en
público y hoy aparecen fotografiados con los funcionarios
del Estado como representantes del movimiento obrero. Pienso en
José Rodríguez (SMATA), en Pedrazza (ferroviarios)
y tantos impresentables, que si alguna vez trabajaron fue hace
50 años”.
Pianelli considera que el nivel de vida de estos dirigentes “es
el de empresarios multinacionales. Están encima de cualquier
empresario nacional o de una PYME. Ni te digo de un trabajador.
Vos ves los autos, las mansiones, la ostentación, y te
das cuenta. Además las de ellos han sido las prácticas
históricas de las que han surgido la Triple A y más
recientemente los enfrentamientos por la torta sindical, con muertos
y batallas. La normalidad empieza a ser esa”.
Apóstoles y terroristas
“En los últimos años” narra Pianelli,
“hicieron lo posible por echarnos del sindicato, consiguieron
bajar el poder adquisitivo de nuestros sueldos, trataron de imponer
nuevas condiciones de precarización. Empezó a verse
una patota de 50 o 60 tipos que no trabajan pero andan dando vuelas
por los lugares de trabajo amedrentando a la gente, mientras concertan
todo con la empresa”. La revista Mu, número 5, se
revela de qué modo la oficina de eso que llaman “Recursos
Humanos” en Metrovías, se imprimió un manual
interno en el que se divide a los trabajadores en “apóstoles”
(los 50 o 60 que menciona Pianelli), “indiferentes”,
y a los que reclaman por sus condiciones de trabajo y salarios
se los encuadraba como “terroristas” (queda como tema
a tratar el grado de profesionalismo y salud mental de los “expertos”
que realizan tales “diagnósticos” en el mundo
actual).
La acción y el olfato
Pianelli cree que terminó de hartar a los trabajadores
la intención de expulsar a los delegados de la UTA, que
no tuvo convalidación por parte del Ministerio de Trabajo.
“Ya en 2007 un grupo entró al hotel Bauen, a pegarnos
mientras hacíamos una conferencia de prensa, y el año
pasado esa patota se instaló frente al Servicio de Paz
y Justicia (Serpaj) para impedir un encuentro. Andaban en micros,
buscándonos por la ciudad. Volvieron a entrar al Bauen,
todo un papelón frente a los turistas”.
El cuerpo de delegados, preventivamete, inscribió un sindicato
ante el Ministerio de Trabajo. “Todavía no nos dieron
el reconocimiento formal, pero queremos que el plebiscito deje
claro hacia afuera y hacia adentro cuál es la voluntad
de los trabajadores. Luego veremos si iniciamos una desafiliación
masiva de la UTA exigiendo que se nos reconozca”.
El nuevo sindicato aspira no sólo a tener mayor autonomía,
sino a crear un tipo de relación abierto con los trabajadores.
“Ya hay casos como el de FOETRA donde no hay Consejo Directivo
sino Consejo Administrativo” ubica Pianelli como ejemplo.
“Son señales de la intención de hacer las
cosas de un modo distinto”. Los metrodelegados se enorgullecen
de haber rotado en sus cargos: “De lo que fue el primer
cuerpo de delegados, quedamos tres, y siempre con la idea de lograr
esa rotación y ese estilo compartido y participativo que
haga que no te la creas”.
A ese estilo abierto no le faltó olfato. Pianelli cree
que una clave de sobrevivencia fue haber sabido esperar. “Hubo
momentos en que nos atacaron que fueron muy duros, pero tuvimos
cierta claridad de saber esperar y actuar cuando más nos
convenía. No nos apuramos. Hubo casos de compañeros
buenísimos, como los del Casino, que no pudieron hacer
eso, y esa lucha terminó mal”.
Si el plebiscito resulta favorable, el nuevo sindicato parece
tener un borrador de principios que no suelen ser moda: “Total
transparencia en el manejo de los fondos, decisión colectiva
para cada reclamo que se emprenda, y trabajar en mejorar las posibilidades
de recreación y de salud de los compañeros. Hay
una cantidad de patologías por las condiciones laborales
de las que nadie se ocupa y si ves lo que es hoy la obra social
de UTA, creo que no resistiría una auditoría en
serio”.
Fuente: www.lavaca.org