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Buenos Aires, Argentina /
Fecha de Publicación:07/09/10 Fuente: Periódico El Barrio

Funciones de la nota


El derrumbe de un gimnasio en Mendoza y Triunvirato provocó tres víctimas fatales

Un desastre que pudo evitarse

El lunes 9 de agosto Villa Urquiza sufrió la peor tragedia de su historia. La medianera del gimnasio “Orion Gym”, lindera al pozo de una obra edilicia, colapsó ante el trabajo de una excavadora y causó la muerte de Guillermo Fede (37), Luis Lu (23) y Maximiliano Salgado (18). Los vecinos venían denunciando vibraciones y grietas. La labor de los rescatistas, entre ellos Gustavo Motta, salvó la vida de once personas.

Por Santiago Arguto

Con el horroroso saldo de tres muertos y once heridos terminó la pesadilla del derrumbe del gimnasio “Orion Gym” en Mendoza 5030, entre Triunvirato y Avalos, en pleno corazón de Villa Urquiza. La tragedia ocurrió apenas pasadas las cuatro de la tarde del lunes 9 de agosto. Sobre la vereda de Mendoza 5030 había dos locales de ropa y encima de ellos estaba el gimnasio, que contaba con dos plantas. Mirando desde la vereda enfrentada a lo que era Orion Gym, a la derecha de este local se encontraba el pozo de una obra en construcción. El edificio derrumbado aparentemente ya tenía problemas en la medianera y se habría venido abajo por las rajaduras que le produjo la excavación que se estaba haciendo en el terreno de al lado.

A pesar de que el Gobierno porteño aseguró en un principio que la obra estaba en regla, la Unión de Obreros de la Construcción de la República Argentina (UOCRA) denunció que tenía varios problemas estructurales. Días después se confirmaron fallas graves en la excavación que provocó el derrumbe, razón por la que el jefe de Gobierno Mauricio Macri decidió despedir el día posterior a la tragedia a Oscar Ríos, hasta entonces titular de la Agencia Gubernamental de Control.

El desplome de la propiedad obligó a realizar un megaoperativo, del que participaron casi 200 efectivos. Los rescatistas buscaron por largas horas a la mayoría de los once heridos (unos pocos pudieron salir por su cuenta) y encontraron entre los escombros a las tres víctimas fatales. Ellos eran Guillermo Fede (37), empleado del gimnasio; Luis Lu (23), un joven de origen oriental; y Maximiliano Salgado (18), estudiante de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Los heridos fueron trasladados a los hospitales Tornú (Judith Goldstein, Cristian Martínez y María de los Angeles Martín), Pirovano (Claudia Martín, Esther Morales, Florencia Rojas, Alejandra Rutilo y María Rutilo), Zubizarreta (Laura Pesatti) y Fernández (Pablo Galli -dueño de Orion Gym- y Susana Salalli).

¿Tragedia anunciada?

En la tarea participaron el SAME (Sistema de Atención Médica de Emergencia), la Guardia de Auxilio, los Bomberos de la Policía Federal, la Policía Metropolitana y la Policía Federal. Una semana después del trágico derrumbe, El Barrio tuvo la intención de reunir en una misma entrevista a Alberto Crescenti, director General del SAME; Oscar Giachino, comisario de la Superintendencia Federal de Bomberos y vecino de Villa Urquiza; Gustavo Motta, arquitecto del Departamento Técnico de la Guardia de Auxilio; y Pablo Galli, propietario del gimnasio. El único que pudo realizar la entrevista fue Gustavo Motta, ya que Galli pidió postergarla por razones de salud, Crescenti tuvo que cancelar a último momento por una reunión de urgencia junto con miembros del Gobierno de la Ciudad y Giachino no fue autorizado a hacer declaraciones por sus superiores. Otra entrevista que realizó El Barrio fue a Sergio Calandra, colaborador de este periódico en la sección “El Fiscal de las Calles” (ver páginas 22 y 23), ya que trabaja en la inmobiliaria Tizado -lindante con el edificio que colapsó- y fue testigo del derrumbe.

Volviendo al día de la tragedia, los rescatistas utilizaron diversos métodos para poder encontrar a los heridos, entre ellos la comunicación vía teléfono celular, para así sacarlos debajo de los escombros. El día del derrumbe se acercó al lugar de los hechos Mauricio Macri, acompañado por el jefe de Gabinete porteño Horacio Rodríguez Larreta y por el ministro de Seguridad y Justicia de la Ciudad Guillermo Montenegro. “Se construyó mucho en los últimos años y el porcentaje de este tipo de accidentes es mínimo. No creo que el Gobierno tenga responsabilidad, además los equipos de emergencia actuaron bien. Habrá que estudiar si hubo mala praxis o fue una casualidad”, declaró en el momento el Jefe de Gobierno porteño.

Cuando El Barrio acudió al lugar de los hechos, se vio imposibilitado de acceder al área más afectada por el derrumbe debido al vallado policial. Sin embargo pudo hablar con Juan Manuel, uno de los habitués de Orion Gym. “El edificio derrumbado contaba con dos locales abajo, un primer piso en donde están las máquinas del gimnasio, un segundo piso en donde se hacía gimnasia y bicicletas y un tercero en el que había una terraza. El día viernes hubo problemas, se veía venir que podía pasar esto; hacía algunos años que se sabía que todo el peso caía sobre esa medianera y no había columnas. Hubo denuncias por lo que tengo entendido”, declaró el joven de 26 años, que llegó a Mendoza y Triunvirato pocos minutos después de la tragedia. Esa misma tarde, los vecinos de Villa Urquiza repudiaron con insultos la presencia de Macri, Rodríguez Larreta y Montenegro. El día siguiente, a las 19, un grupo de vecinos realizó un corte en la esquina de Triunvirato y Olazábal para protestar ante la falta de control a las construcciones por parte del Gobierno de la Ciudad.

Labor heroica

El arquitecto Gustavo Motta (53) trabaja hace cuatro años en el área técnica de la Guardia de Auxilio del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con sede en Holmberg y Monroe. También es intendente de la Subsecretaría de Emergencias del Ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires. A una semana del accidente, Motta dialogó con El Barrio en un restaurante de Mendoza y Triunvirato, en lo que constituyó su primer contacto con los medios tras el derrumbe. Actualmente vive en Palermo, un barrio que supo atravesar el boom constructor que actualmente caracteriza a Villa Urquiza. “Recibimos el alerta alrededor de las cuatro de la tarde. Fui el primer arquitecto de la Guardia que estuvo acá; el móvil llegó un ratito después, a las cuatro y diez de la tarde. Enseguida nos dividimos: un grupo de la Guardia de Auxilio estuvo del lado de Mendoza y otro del lado de Triunvirato, tratando de ayudar al cuerpo de bomberos. El SAME ya estaba cuando llegué yo, después se fue incrementando la cantidad de móviles. En un principio éramos quince personas y después llegamos a las ochenta. Creo que junto con el derrumbe de Pedro Goyena en Caballito y el de Bahía Blanca y César Díaz, en Villa del Parque, fueron los accidentes más graves en los que tuve que trabajar”, recuerda Motta.

El arquitecto estuvo presente en la zona de la tragedia entre los días lunes 9 y sábado 14 de agosto. Durmió apenas cuatro horas por día durante esa semana, porque consideró que la situación lo ameritaba. “Yo soy parte de un equipo, tengo un rol muy definido que es asistir técnicamente al cuerpo de Bomberos y al cuerpo Operativo de la Guardia de Auxilio. En la medianera contraria al derrumbe hicimos un apuntalamiento preventivo, porque los tabiques y murales estaban muy separados entre sí y el edificio era antiguo. Tras el derrumbe, la Policía hizo peritajes y después se reaunudó la tarea de remoción de escombros; posteriormente se hizo un cerco perimetral preventivo para evitar accidentes de las personas que pasaban por la zona. Se demolieron las partes que estaban en peligro de caída y posteriormente el Ministerio de Desarrollo Urbano completó las tareas de submuración en las medianeras. Se hizo una impermeabilización en sectores de ladrillo visto, se pintó la medianera y se hizo un sellado impermeable. Además se completó la mampostería en la parte que se tuvo que demoler, porque estaba en peligro de caída. También se rellenó el pozo de la obra y se habilitó la calle Mendoza en la etapa final”, detalla Motta.

Gustavo Motta está acostumbrado a desempeñarse en este tipo de emergencias. La Guardia de Auxilio suele trabajar en conjunto con el SAME, los Bomberos y la Policía en ciertas ocasiones. “Tenemos una especie de protocolo donde cada uno ya sabe su rol y creo que este fue uno de los eventos más coordinados en los que trabajamos juntos. Se trabajó muy bien, muy profesionalmente, cada uno cumpliendo su función. Por lo general, en un principio la Policía acordona el lugar y restringe el paso para que los grupos de emergencia puedan trabajar con mayor cuidado. Obviamente Bomberos es la primera línea de ataque y se encarga de conducir y rescatar víctimas. Nosotros, la Guardia de Auxilio, somos el apoyo de los Bomberos en lo que respecta a la parte estructural y edilicia. Hacemos los apuntalamientos necesarios y a partir de ahí trabajamos en coordinación permanente con la Subsecretaría de Emergencias, esto es la Dirección General de Logística y Defensa Civil. Me sorprendió mucho la magnitud de este derrumbe, la verdad es que cuando llegué no esperaba encontrarme con algo así”, cuenta el arquitecto.

Con respecto al dudoso estado de la obra en construcción, Motta es cauteloso aunque también plantea varios interrogantes: “La tecnología actual permite que existan mejores máquinas excavadoras, que pueden sacar mayores cantidades de metros cúbicos en menor tiempo. Eso dificulta el control, porque los grupos inversores a veces están apurados en hacer el trabajo rápido para ahorrar dinero. Todavía es muy prematuro decir si aquí sucedió eso, todavía está bajo investigación. Puede haber mala praxis de la constructora y del director de obra, pero es muy temprano para sacar una conclusión”, opina.

Motta también se refirió a la posible solución para este tipo de problemas, reconociendo las dificultades que existen actualmente y proponiendo cambios: “Este es un tema complejo, hay que estudiarlo y plantearlo de varias maneras. Creo que la solución no es restringir las construcciones. En estos últimos cinco años se dieron una serie de siniestros que tienen que ver con varias causas. La primera y la más importante es la responsabilidad de los directores de obra en el desarrollo de las tareas, sobre todo en la más difícil de todas: hacer las excavaciones en lugares con edificios de mucha antigüedad al lado. En 1994, la Dirección General de Fiscalización de Obras y Catastro determinó que deben verificarse los planos para ver si cumplen con el Código. Después de finalizada la obra, la responsabilidad técnica recae en los arquitectos e ingenieros que firman como directores y ejecutores estructurales de la obra. Eso no deslinda la responsabilidad del Gobierno de la Ciudad, que debe fiscalizar esa construcción. Personalmente, creo que hay que capacitar a los inspectores y seguir trabajando. Es necesario profundizar los controles. El Centro de Gestión y Participación Comunal de la zona debería cumplir una función importante para concientizar a la gente y evitar este tipo de siniestros. Por otra parte, pienso que el arquitecto de esta construcción, por sus antecedentes, no era un inexperto sino un profesional calificado para hacer este tipo de obra. Habrá que investigar qué fue lo que sucedió”, concluye Motta.

Testimonios dramáticos

Los vecinos afirman que el edificio derrumbado tenía problemas en la medianera desde hacía un tiempo. El día de la tragedia Mauro Montemarani, encargado de uno de los locales de ropa, le contó al matutino con mayor tirada del país: “Había salido a comer y cuando volví no podía abrir la puerta. Se había corrido de su eje porque la estructura del edificio evidentemente tenía algún problema. En ese momento el encargado del otro local salió y me dijo que en su negocio habían aparecido nuevas rajaduras. Entonces fuimos a decirle al operario de la excavadora que parara. Pero ni llegamos, porque el edificio se vino abajo”. Otro testigo fue Jonathan Oflaz, que atiende un negocio que vende ropa y accesorios para tenis, justo enfrente de donde se encontraba Orion Gym: “Estaban las máquinas funcionando y había dos camiones. Yo estaba atendiendo a una clienta y vi como el gimnasio se quebró al medio, se hundió y se fue para el costado, donde estaba el pozo”, contó al mismo matutino.

Mercedes, una clienta del gimnasio, declaró por su parte: “Los dueños de uno de los locales hicieron la denuncia porque tenían rajaduras”. En tanto, Sergio Pereyra, profesor del gimnasio, remarcó: “Por suerte a esa hora no había niños, que es lo más importante, porque a las 18 yo comenzaba con una clase de taekwondo para chicos y el lugar se llena de gente”. En el matutino mencionado anteriormente Pablo Galli, dueño del gimnasio derrumbado, explicó cómo vivió el momento trágico: “Estaba en el gimnasio y empecé a sentir vibraciones. Como hay vidrios en todos lados dije ‘a ver si se raja y se cae todo’. Entonces fui a hablar con el encargado de la obra. El me dijo que estaba todo terminado y que si veía algo anormal en las paredes de mi local me avisaba. Cuando volví empezaron a caer los balcones, los vidrios empezaron a explotar. No pude hacer nada, automáticamente quedé en el piso, tenía la frente apoyada contra una piedra y el techo sobre mi cabeza. Una mancuerna hacía de guía para que el techo no siguiera bajando. Por suerte tenía el teléfono en la mano. Llamé al dueño del edificio y le dije: ‘venite que se cayó el local’. Sentí un gran alivio cuando pude escuchar las sirenas. Estaba atrapado de la cintura para arriba y me salía arena de la nariz y de la boca. Un bombero me dijo ‘vos venís conmigo’, empezó a sacar las cosas y sentí que estaba medianamente libre”. Galli se había hecho cargo del gimnasio hacía tres años y una de las primeras medidas que tomó fue hacer revisar su local por un ingeniero para ampliar las instalaciones, tras lo cual reformó los pisos de arriba.

Poco tiempo después de la tragedia, el Gobierno porteño comenzó a revisar los permisos con que contaba la obra que causó el derrumbe. Desde la comuna aseguraron que la obra para hacer un edificio de diez pisos y cochera tenía otorgada su autorización desde 2009 y que le hicieron inspecciones. El primer control estuvo a cargo de la Agencia Gubernamental de Control y se realizó en mayo, pero como no encontraron actividad en el lugar no entraron (sic). La UOCRA también hizo su propia investigación. El 17 de junio presentaron ante la Dirección de Relaciones Laborales y Protección del Trabajo una nota en la que denunciaron que en esta obra faltaba “afianzar las partes inestables de la construcción y apuntalar los muros medianeros”. También remarcaron que no se cumplía con las distancias de seguridad en la zona de demolición. Marcos Peña, secretario general del Gobierno de la Ciudad, declaró que “tras la denuncia se hizo una inspección al día siguiente y otra el 13 de julio, pero en ningún caso se encontró actividad. Lo concreto es que los responsables del Gobierno porteño nunca entraron al pozo para ver en qué condiciones estaba.

¿Yo señor? ¡No señor!

Villa Urquiza es el segundo barrio con más metros cuadrados autorizados para hacer edificios. Según datos oficiales del Gobierno de la Ciudad, en 2009 fueron autorizados en este barrio 139.903 metros cuadrados y fue superado sólo por Palermo, con 200.918 metros cuadrados. Hoy el valor promedio del metro en Villa Urquiza es de 1.600 dólares. Ante este fenómeno, sería muy importante que se intensificaran las inspecciones y los controles en la zona. Sin embargo, al día siguiente a la tragedia Mauricio Macri deslindó culpas: “Hubo una tremenda impericia del ingeniero civil responsable de la obra. El Estado reaccionó bien ante la emergencia”.

Ante los cuestionamientos al sistema de control estatal sobre la seguridad de las obras, los macristas salieron a defenderse. “El responsable de la obra, Guillermo Heyaca Varela, no ha cumplido en lo más mínimo con lo que había presentado en la documentación. Modificó completamente la secuencia de excavación y no cumplió con condiciones de seguridad para colocar el tabique que sostiene la medianera. De acuerdo con la técnica constructiva el subsuelo se puede abrir cada metro y medio para colocar los tabiques, pero aquí se hizo a distancias de al menos tres metros para terminar en un par de días una excavación que puede llevar tres semanas”, dijo el subsecretario de Planeamiento Héctor Lostri el día posterior al derrumbe.

Según informaron peritos de Bomberos y de la Dirección Local de Emergencias, que evaluaron la forma en que se hizo el pozo, se detectaron graves fallas que habrían determinado el derrumbe del edificio lindero. El Gobierno de la Ciudad también dio a conocer que además de la denuncia de la UOCRA, que surgió de datos aportados por los propios obreros, había recibido también dos reclamos de vecinos de la cuadra por ruidos molestos y por falta de cartel.

Por su parte, el ingeniero civil Guillermo Heyaca Varela, a cargo de la obra en construcción lindante con el gimnasio, sufrió la suspensión del uso de su firma por quince años por decisión de la Dirección General de Registro de Obras y Catastro. En 2006 ya le habían suspendido la matrícula por seis meses a causa de fallas en una obra en Villa Urquiza y el miércoles 11 de agosto el Gobierno porteño tomó la medida de paralizar cuatro de sus edificios, algunos ya terminados: Triunvirato y Tronador; Avalos 2027; 14 de julio 708 y Av. Nazca 4501.

Antes las declaraciones de Macri, el ingeniero declaró a Radio 10 y luego a C5N junto con su abogado: “Está diciendo cualquier verdura, cualquier mentira. Es una situación terrible, tengo muchos años en la profesión, soy un hombre de trabajo, yo cumplí con todo, nunca me pasó algo así”. Hecaya Varela, quien también es dueño de un estudio jurídico inmobiliario en Palermo y docente en la Universidad Tecnológica Nacional, afirmó que iba diariamente a la obra y que el día trágico había dejado el lugar a las dos de la tarde. Con respecto a los posibles motivos del derrumbe, declaró: “Hicimos todos los procedimientos en regla, teníamos los planos y proyectos aprobados, hicimos todo tal como lo realizamos desde hace cuarenta años e ignoro los motivos por los cuales se cayó la medianera. Eso lo determinarán las pericias. Por ahí con la excavación se rebalsó el vaso. El edificio podía tener problemas y pudo suceder que con los movimientos de tierra estos se acrecentaran. Yo hice las cosas con el mayor cuidado”.

Otra decisión que tomó el gobierno de Mauricio Macri tras el derrumbe fue la de echar a Oscar Ríos, quien era el jefe de los Inspectores de la Agencia Gubernamental de Control del Gobierno de la Ciudad. Ríos era un hombre a quien Macri había llevado a la administración pública tras conocerlo en sus tiempos como presidente en Boca Juniors, club del cual Ríos sigue siendo vocal de la comisión directiva. Este funcionario era de la máxima confianza personal de Macri, pero fue despedido al trascender que la noche del martes posterior al derrumbe -mientras todavía se trabajaba en el rescate con la esperanza de encontrar sobrevivientes entre los escombros en la calle Mendoza- estaba en la reunión de la comisión directiva de Boca negociando la extensión del contrato de Juan Román Riquelme.

Los inspectores de Fiscalización y Control que habían concurrido a la obra en construcción de la calle Mendoza, debido a las denuncias de los vecinos por ruidos molestos y faltante de cartel, se retiraron en dos oportunidades sin poder ingresar al predio y, en consecuencia, no lo clausuraron. Así fue como se inició el pozo para construir el edificio, sin las medidas de seguridad adecuadas, lo que derivó en el derrumbe de la construcción lindera. En cuestión de segundos colapsaron el gimnasio en la planta superior y dos locales de ropa en la planta baja, dejando un saldo de tres muertos y once heridos. Sin duda, la peor tragedia sufrida por Villa Urquiza.





 


 








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