El
derrumbe de un gimnasio en Mendoza y Triunvirato provocó
tres víctimas fatales
Un desastre que pudo evitarse
El lunes 9 de agosto Villa Urquiza sufrió la peor tragedia
de su historia. La medianera del gimnasio “Orion Gym”,
lindera al pozo de una obra edilicia, colapsó ante el trabajo
de una excavadora y causó la muerte de Guillermo Fede (37),
Luis Lu (23) y Maximiliano Salgado (18). Los vecinos venían
denunciando vibraciones y grietas. La labor de los rescatistas,
entre ellos Gustavo Motta, salvó la vida de once personas.
Por Santiago Arguto
Con el horroroso saldo de tres muertos y once heridos terminó
la pesadilla del derrumbe del gimnasio “Orion Gym”
en Mendoza 5030, entre Triunvirato y Avalos, en pleno corazón
de Villa Urquiza. La tragedia ocurrió apenas pasadas las
cuatro de la tarde del lunes 9 de agosto. Sobre la vereda de Mendoza
5030 había dos locales de ropa y encima de ellos estaba
el gimnasio, que contaba con dos plantas. Mirando desde la vereda
enfrentada a lo que era Orion Gym, a la derecha de este local
se encontraba el pozo de una obra en construcción. El edificio
derrumbado aparentemente ya tenía problemas en la medianera
y se habría venido abajo por las rajaduras que le produjo
la excavación que se estaba haciendo en el terreno de al
lado.
A pesar de que el Gobierno porteño aseguró en un
principio que la obra estaba en regla, la Unión de Obreros
de la Construcción de la República Argentina (UOCRA)
denunció que tenía varios problemas estructurales.
Días después se confirmaron fallas graves en la
excavación que provocó el derrumbe, razón
por la que el jefe de Gobierno Mauricio Macri decidió despedir
el día posterior a la tragedia a Oscar Ríos, hasta
entonces titular de la Agencia Gubernamental de Control.
El desplome de la propiedad obligó a realizar un megaoperativo,
del que participaron casi 200 efectivos. Los rescatistas buscaron
por largas horas a la mayoría de los once heridos (unos
pocos pudieron salir por su cuenta) y encontraron entre los escombros
a las tres víctimas fatales. Ellos eran Guillermo Fede
(37), empleado del gimnasio; Luis Lu (23), un joven de origen
oriental; y Maximiliano Salgado (18), estudiante de la carrera
de Ciencias de la Comunicación. Los heridos fueron trasladados
a los hospitales Tornú (Judith Goldstein, Cristian Martínez
y María de los Angeles Martín), Pirovano (Claudia
Martín, Esther Morales, Florencia Rojas, Alejandra Rutilo
y María Rutilo), Zubizarreta (Laura Pesatti) y Fernández
(Pablo Galli -dueño de Orion Gym- y Susana Salalli).
¿Tragedia anunciada?
En la tarea participaron el SAME (Sistema de Atención
Médica de Emergencia), la Guardia de Auxilio, los Bomberos
de la Policía Federal, la Policía Metropolitana
y la Policía Federal. Una semana después del trágico
derrumbe, El Barrio tuvo la intención de reunir en una
misma entrevista a Alberto Crescenti, director General del SAME;
Oscar Giachino, comisario de la Superintendencia Federal de Bomberos
y vecino de Villa Urquiza; Gustavo Motta, arquitecto del Departamento
Técnico de la Guardia de Auxilio; y Pablo Galli, propietario
del gimnasio. El único que pudo realizar la entrevista
fue Gustavo Motta, ya que Galli pidió postergarla por razones
de salud, Crescenti tuvo que cancelar a último momento
por una reunión de urgencia junto con miembros del Gobierno
de la Ciudad y Giachino no fue autorizado a hacer declaraciones
por sus superiores. Otra entrevista que realizó El Barrio
fue a Sergio Calandra, colaborador de este periódico en
la sección “El Fiscal de las Calles” (ver páginas
22 y 23), ya que trabaja en la inmobiliaria Tizado -lindante con
el edificio que colapsó- y fue testigo del derrumbe.
Volviendo al día de la tragedia, los rescatistas utilizaron
diversos métodos para poder encontrar a los heridos, entre
ellos la comunicación vía teléfono celular,
para así sacarlos debajo de los escombros. El día
del derrumbe se acercó al lugar de los hechos Mauricio
Macri, acompañado por el jefe de Gabinete porteño
Horacio Rodríguez Larreta y por el ministro de Seguridad
y Justicia de la Ciudad Guillermo Montenegro. “Se construyó
mucho en los últimos años y el porcentaje de este
tipo de accidentes es mínimo. No creo que el Gobierno tenga
responsabilidad, además los equipos de emergencia actuaron
bien. Habrá que estudiar si hubo mala praxis o fue una
casualidad”, declaró en el momento el Jefe de Gobierno
porteño.
Cuando El Barrio acudió al lugar de los hechos, se vio
imposibilitado de acceder al área más afectada por
el derrumbe debido al vallado policial. Sin embargo pudo hablar
con Juan Manuel, uno de los habitués de Orion Gym. “El
edificio derrumbado contaba con dos locales abajo, un primer piso
en donde están las máquinas del gimnasio, un segundo
piso en donde se hacía gimnasia y bicicletas y un tercero
en el que había una terraza. El día viernes hubo
problemas, se veía venir que podía pasar esto; hacía
algunos años que se sabía que todo el peso caía
sobre esa medianera y no había columnas. Hubo denuncias
por lo que tengo entendido”, declaró el joven de
26 años, que llegó a Mendoza y Triunvirato pocos
minutos después de la tragedia. Esa misma tarde, los vecinos
de Villa Urquiza repudiaron con insultos la presencia de Macri,
Rodríguez Larreta y Montenegro. El día siguiente,
a las 19, un grupo de vecinos realizó un corte en la esquina
de Triunvirato y Olazábal para protestar ante la falta
de control a las construcciones por parte del Gobierno de la Ciudad.
Labor heroica
El arquitecto Gustavo Motta (53) trabaja hace cuatro años
en el área técnica de la Guardia de Auxilio del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con sede en Holmberg y
Monroe. También es intendente de la Subsecretaría
de Emergencias del Ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad
de Buenos Aires. A una semana del accidente, Motta dialogó
con El Barrio en un restaurante de Mendoza y Triunvirato, en lo
que constituyó su primer contacto con los medios tras el
derrumbe. Actualmente vive en Palermo, un barrio que supo atravesar
el boom constructor que actualmente caracteriza a Villa Urquiza.
“Recibimos el alerta alrededor de las cuatro de la tarde.
Fui el primer arquitecto de la Guardia que estuvo acá;
el móvil llegó un ratito después, a las cuatro
y diez de la tarde. Enseguida nos dividimos: un grupo de la Guardia
de Auxilio estuvo del lado de Mendoza y otro del lado de Triunvirato,
tratando de ayudar al cuerpo de bomberos. El SAME ya estaba cuando
llegué yo, después se fue incrementando la cantidad
de móviles. En un principio éramos quince personas
y después llegamos a las ochenta. Creo que junto con el
derrumbe de Pedro Goyena en Caballito y el de Bahía Blanca
y César Díaz, en Villa del Parque, fueron los accidentes
más graves en los que tuve que trabajar”, recuerda
Motta.
El arquitecto estuvo presente en la zona de la tragedia entre
los días lunes 9 y sábado 14 de agosto. Durmió
apenas cuatro horas por día durante esa semana, porque
consideró que la situación lo ameritaba. “Yo
soy parte de un equipo, tengo un rol muy definido que es asistir
técnicamente al cuerpo de Bomberos y al cuerpo Operativo
de la Guardia de Auxilio. En la medianera contraria al derrumbe
hicimos un apuntalamiento preventivo, porque los tabiques y murales
estaban muy separados entre sí y el edificio era antiguo.
Tras el derrumbe, la Policía hizo peritajes y después
se reaunudó la tarea de remoción de escombros; posteriormente
se hizo un cerco perimetral preventivo para evitar accidentes
de las personas que pasaban por la zona. Se demolieron las partes
que estaban en peligro de caída y posteriormente el Ministerio
de Desarrollo Urbano completó las tareas de submuración
en las medianeras. Se hizo una impermeabilización en sectores
de ladrillo visto, se pintó la medianera y se hizo un sellado
impermeable. Además se completó la mampostería
en la parte que se tuvo que demoler, porque estaba en peligro
de caída. También se rellenó el pozo de la
obra y se habilitó la calle Mendoza en la etapa final”,
detalla Motta.
Gustavo Motta está acostumbrado a desempeñarse
en este tipo de emergencias. La Guardia de Auxilio suele trabajar
en conjunto con el SAME, los Bomberos y la Policía en ciertas
ocasiones. “Tenemos una especie de protocolo donde cada
uno ya sabe su rol y creo que este fue uno de los eventos más
coordinados en los que trabajamos juntos. Se trabajó muy
bien, muy profesionalmente, cada uno cumpliendo su función.
Por lo general, en un principio la Policía acordona el
lugar y restringe el paso para que los grupos de emergencia puedan
trabajar con mayor cuidado. Obviamente Bomberos es la primera
línea de ataque y se encarga de conducir y rescatar víctimas.
Nosotros, la Guardia de Auxilio, somos el apoyo de los Bomberos
en lo que respecta a la parte estructural y edilicia. Hacemos
los apuntalamientos necesarios y a partir de ahí trabajamos
en coordinación permanente con la Subsecretaría
de Emergencias, esto es la Dirección General de Logística
y Defensa Civil. Me sorprendió mucho la magnitud de este
derrumbe, la verdad es que cuando llegué no esperaba encontrarme
con algo así”, cuenta el arquitecto.
Con respecto al dudoso estado de la obra en construcción,
Motta es cauteloso aunque también plantea varios interrogantes:
“La tecnología actual permite que existan mejores
máquinas excavadoras, que pueden sacar mayores cantidades
de metros cúbicos en menor tiempo. Eso dificulta el control,
porque los grupos inversores a veces están apurados en
hacer el trabajo rápido para ahorrar dinero. Todavía
es muy prematuro decir si aquí sucedió eso, todavía
está bajo investigación. Puede haber mala praxis
de la constructora y del director de obra, pero es muy temprano
para sacar una conclusión”, opina.
Motta también se refirió a la posible solución
para este tipo de problemas, reconociendo las dificultades que
existen actualmente y proponiendo cambios: “Este es un tema
complejo, hay que estudiarlo y plantearlo de varias maneras. Creo
que la solución no es restringir las construcciones. En
estos últimos cinco años se dieron una serie de
siniestros que tienen que ver con varias causas. La primera y
la más importante es la responsabilidad de los directores
de obra en el desarrollo de las tareas, sobre todo en la más
difícil de todas: hacer las excavaciones en lugares con
edificios de mucha antigüedad al lado. En 1994, la Dirección
General de Fiscalización de Obras y Catastro determinó
que deben verificarse los planos para ver si cumplen con el Código.
Después de finalizada la obra, la responsabilidad técnica
recae en los arquitectos e ingenieros que firman como directores
y ejecutores estructurales de la obra. Eso no deslinda la responsabilidad
del Gobierno de la Ciudad, que debe fiscalizar esa construcción.
Personalmente, creo que hay que capacitar a los inspectores y
seguir trabajando. Es necesario profundizar los controles. El
Centro de Gestión y Participación Comunal de la
zona debería cumplir una función importante para
concientizar a la gente y evitar este tipo de siniestros. Por
otra parte, pienso que el arquitecto de esta construcción,
por sus antecedentes, no era un inexperto sino un profesional
calificado para hacer este tipo de obra. Habrá que investigar
qué fue lo que sucedió”, concluye Motta.
Testimonios dramáticos
Los vecinos afirman que el edificio derrumbado tenía problemas
en la medianera desde hacía un tiempo. El día de
la tragedia Mauro Montemarani, encargado de uno de los locales
de ropa, le contó al matutino con mayor tirada del país:
“Había salido a comer y cuando volví no podía
abrir la puerta. Se había corrido de su eje porque la estructura
del edificio evidentemente tenía algún problema.
En ese momento el encargado del otro local salió y me dijo
que en su negocio habían aparecido nuevas rajaduras. Entonces
fuimos a decirle al operario de la excavadora que parara. Pero
ni llegamos, porque el edificio se vino abajo”. Otro testigo
fue Jonathan Oflaz, que atiende un negocio que vende ropa y accesorios
para tenis, justo enfrente de donde se encontraba Orion Gym: “Estaban
las máquinas funcionando y había dos camiones. Yo
estaba atendiendo a una clienta y vi como el gimnasio se quebró
al medio, se hundió y se fue para el costado, donde estaba
el pozo”, contó al mismo matutino.
Mercedes, una clienta del gimnasio, declaró por su parte:
“Los dueños de uno de los locales hicieron la denuncia
porque tenían rajaduras”. En tanto, Sergio Pereyra,
profesor del gimnasio, remarcó: “Por suerte a esa
hora no había niños, que es lo más importante,
porque a las 18 yo comenzaba con una clase de taekwondo para chicos
y el lugar se llena de gente”. En el matutino mencionado
anteriormente Pablo Galli, dueño del gimnasio derrumbado,
explicó cómo vivió el momento trágico:
“Estaba en el gimnasio y empecé a sentir vibraciones.
Como hay vidrios en todos lados dije ‘a ver si se raja y
se cae todo’. Entonces fui a hablar con el encargado de
la obra. El me dijo que estaba todo terminado y que si veía
algo anormal en las paredes de mi local me avisaba. Cuando volví
empezaron a caer los balcones, los vidrios empezaron a explotar.
No pude hacer nada, automáticamente quedé en el
piso, tenía la frente apoyada contra una piedra y el techo
sobre mi cabeza. Una mancuerna hacía de guía para
que el techo no siguiera bajando. Por suerte tenía el teléfono
en la mano. Llamé al dueño del edificio y le dije:
‘venite que se cayó el local’. Sentí
un gran alivio cuando pude escuchar las sirenas. Estaba atrapado
de la cintura para arriba y me salía arena de la nariz
y de la boca. Un bombero me dijo ‘vos venís conmigo’,
empezó a sacar las cosas y sentí que estaba medianamente
libre”. Galli se había hecho cargo del gimnasio hacía
tres años y una de las primeras medidas que tomó
fue hacer revisar su local por un ingeniero para ampliar las instalaciones,
tras lo cual reformó los pisos de arriba.
Poco tiempo después de la tragedia, el Gobierno porteño
comenzó a revisar los permisos con que contaba la obra
que causó el derrumbe. Desde la comuna aseguraron que la
obra para hacer un edificio de diez pisos y cochera tenía
otorgada su autorización desde 2009 y que le hicieron inspecciones.
El primer control estuvo a cargo de la Agencia Gubernamental de
Control y se realizó en mayo, pero como no encontraron
actividad en el lugar no entraron (sic). La UOCRA también
hizo su propia investigación. El 17 de junio presentaron
ante la Dirección de Relaciones Laborales y Protección
del Trabajo una nota en la que denunciaron que en esta obra faltaba
“afianzar las partes inestables de la construcción
y apuntalar los muros medianeros”. También remarcaron
que no se cumplía con las distancias de seguridad en la
zona de demolición. Marcos Peña, secretario general
del Gobierno de la Ciudad, declaró que “tras la denuncia
se hizo una inspección al día siguiente y otra el
13 de julio, pero en ningún caso se encontró actividad.
Lo concreto es que los responsables del Gobierno porteño
nunca entraron al pozo para ver en qué condiciones estaba.
¿Yo señor? ¡No señor!
Villa Urquiza es el segundo barrio con más metros cuadrados
autorizados para hacer edificios. Según datos oficiales
del Gobierno de la Ciudad, en 2009 fueron autorizados en este
barrio 139.903 metros cuadrados y fue superado sólo por
Palermo, con 200.918 metros cuadrados. Hoy el valor promedio del
metro en Villa Urquiza es de 1.600 dólares. Ante este fenómeno,
sería muy importante que se intensificaran las inspecciones
y los controles en la zona. Sin embargo, al día siguiente
a la tragedia Mauricio Macri deslindó culpas: “Hubo
una tremenda impericia del ingeniero civil responsable de la obra.
El Estado reaccionó bien ante la emergencia”.
Ante los cuestionamientos al sistema de control estatal sobre
la seguridad de las obras, los macristas salieron a defenderse.
“El responsable de la obra, Guillermo Heyaca Varela, no
ha cumplido en lo más mínimo con lo que había
presentado en la documentación. Modificó completamente
la secuencia de excavación y no cumplió con condiciones
de seguridad para colocar el tabique que sostiene la medianera.
De acuerdo con la técnica constructiva el subsuelo se puede
abrir cada metro y medio para colocar los tabiques, pero aquí
se hizo a distancias de al menos tres metros para terminar en
un par de días una excavación que puede llevar tres
semanas”, dijo el subsecretario de Planeamiento Héctor
Lostri el día posterior al derrumbe.
Según informaron peritos de Bomberos y de la Dirección
Local de Emergencias, que evaluaron la forma en que se hizo el
pozo, se detectaron graves fallas que habrían determinado
el derrumbe del edificio lindero. El Gobierno de la Ciudad también
dio a conocer que además de la denuncia de la UOCRA, que
surgió de datos aportados por los propios obreros, había
recibido también dos reclamos de vecinos de la cuadra por
ruidos molestos y por falta de cartel.
Por su parte, el ingeniero civil Guillermo Heyaca Varela, a cargo
de la obra en construcción lindante con el gimnasio, sufrió
la suspensión del uso de su firma por quince años
por decisión de la Dirección General de Registro
de Obras y Catastro. En 2006 ya le habían suspendido la
matrícula por seis meses a causa de fallas en una obra
en Villa Urquiza y el miércoles 11 de agosto el Gobierno
porteño tomó la medida de paralizar cuatro de sus
edificios, algunos ya terminados: Triunvirato y Tronador; Avalos
2027; 14 de julio 708 y Av. Nazca 4501.
Antes las declaraciones de Macri, el ingeniero declaró
a Radio 10 y luego a C5N junto con su abogado: “Está
diciendo cualquier verdura, cualquier mentira. Es una situación
terrible, tengo muchos años en la profesión, soy
un hombre de trabajo, yo cumplí con todo, nunca me pasó
algo así”. Hecaya Varela, quien también es
dueño de un estudio jurídico inmobiliario en Palermo
y docente en la Universidad Tecnológica Nacional, afirmó
que iba diariamente a la obra y que el día trágico
había dejado el lugar a las dos de la tarde. Con respecto
a los posibles motivos del derrumbe, declaró: “Hicimos
todos los procedimientos en regla, teníamos los planos
y proyectos aprobados, hicimos todo tal como lo realizamos desde
hace cuarenta años e ignoro los motivos por los cuales
se cayó la medianera. Eso lo determinarán las pericias.
Por ahí con la excavación se rebalsó el vaso.
El edificio podía tener problemas y pudo suceder que con
los movimientos de tierra estos se acrecentaran. Yo hice las cosas
con el mayor cuidado”.
Otra decisión que tomó el gobierno de Mauricio
Macri tras el derrumbe fue la de echar a Oscar Ríos, quien
era el jefe de los Inspectores de la Agencia Gubernamental de
Control del Gobierno de la Ciudad. Ríos era un hombre a
quien Macri había llevado a la administración pública
tras conocerlo en sus tiempos como presidente en Boca Juniors,
club del cual Ríos sigue siendo vocal de la comisión
directiva. Este funcionario era de la máxima confianza
personal de Macri, pero fue despedido al trascender que la noche
del martes posterior al derrumbe -mientras todavía se trabajaba
en el rescate con la esperanza de encontrar sobrevivientes entre
los escombros en la calle Mendoza- estaba en la reunión
de la comisión directiva de Boca negociando la extensión
del contrato de Juan Román Riquelme.
Los inspectores de Fiscalización y Control que habían
concurrido a la obra en construcción de la calle Mendoza,
debido a las denuncias de los vecinos por ruidos molestos y faltante
de cartel, se retiraron en dos oportunidades sin poder ingresar
al predio y, en consecuencia, no lo clausuraron. Así fue
como se inició el pozo para construir el edificio, sin
las medidas de seguridad adecuadas, lo que derivó en el
derrumbe de la construcción lindera. En cuestión
de segundos colapsaron el gimnasio en la planta superior y dos
locales de ropa en la planta baja, dejando un saldo de tres muertos
y once heridos. Sin duda, la peor tragedia sufrida por Villa Urquiza.