¿JUSTICIA
O IMPUNIDAD?
Juicio por Cromañón: números,
mitos y sentimientos
En la misma sala en la que se juzgó a las juntas militares,
el juicio por la masacre de Cromañón será un
modo de analizar el rol de la corrupción en el siniestro
evitable más grande de la historia judicial argentina. Callejeros,
Chabán pero sobre todo los funcionarios políticos
y policiales –los imputados y los que vienen zafando- simbolizan
una lógica política de la época, donde el mercado
y el Estado privilegiaron sus negocios por sobre la vida humana.
Datos y palabras para tratar de entender.
¿Qué significan las palabras “hacer justicia”?
Tal vez esa será la pregunta más perturbadora que
ronde al viejo palacio de Tribunales (al que le han pintado la
fachada) cada vez que el Tribunal Oral formado por María
Cecilia Maiza, Marcelo Alvero y Daniel Llanos entre a la Sala
de Audiencias y el secretario Julio Di Giorgio diga “de
pie”, como es costumbre.
Cuando eso ocurra, durante siete u ocho meses de juicio oral y
público, volverá a ser 30 de diciembre de 2004.
Aquella noche, el boliche República Cromañón
fue la trampa que envenenó con humo de cianuro de las mediasombras
a cientos de chicas y chicos que habían ido a un recital
de fin de año. Mató a 194. El veneno sigue activo.
“Aquí no se juzga un accidente sino la tragedia evitable
más grande de la historia judicial argentina” describe
a lavacael abogado José Iglesias (papá de Pedro,
uno de las víctimas) “y esperamos con este juicio
poder mostrar su causa: la corrupción”. Silvia Bignami,
(la madre de Julián Rozengardt) postula algo que es casi
un editorial político de la época: “Esperamos
que se juzgue una lógica. La lógica Cromañón
, donde se privilegia el negocio por sobre la vida, y se cuida
más la propiedad que a las personas”.
Hay 15 acusados. Tres ex funcionarios (Fabiana Fiszbin, subsecretaria
de Control Comunal, Gustavo Torres, director de Fiscalización
y Control y Ana Fernández, directora adjunta de Torres).
Dos policías (el comisario de la 7º, Miguel Belay
y el subcomisario Carlos Díaz), el empresario Omar Chabán
y su ‘mano derecha’ Raúl Villarreal, y el grupo
Callejeros (6 músicos, el manager y el escenógrafo).
Los delitos van desde estrago doloso seguido de muerte, hasta
cohecho (más conocido como coima o soborno). La diferencia
es que el cohecho es “activo” para los que pagaron
la coima, y “pasivo” para quienes la recibieron. Los
funcionarios, por ahora, sólo están acusados de
incumplimiento de sus deberes. Se espera la declaración
de 346 testigos.
Números de la República
El Movimiento Cromañón consiste en la articulación
de los diversos grupos de sobrevivientes y familiares que –contra
las típicas lógicas argentinas- tienden a permanecer
unidos, acompañarse y trabajar juntos, mucho más
que a fragmentarse. En la articulación estuvieron haciendo
cálculos a partir de lo ocurrido en República Cromañón,
República Argentina:
194: víctimas fatales.
887: internados con diversos grados de lesiones y envenenamiento
pulmonar.
1.037: capacidad máxima permitida para el boliche.
3.000: o más, los que se había permitido ingresar.
100 pesos: coima que recibía la policía cada 500
personas extra que se permitía ingresar.
15: los acusados en este juicio.
4: las querellas que representan a las víctimas, y que
reúnen a decenas de abogados.
850: los querellantes.
4: los diferentes jueces que tuvieron la causa en el período
de instrucción.
45: los legisladores que, sobre 60, votaron por el juicio político
y la destitución del jefe de Gobierno porteño Aníbal
Ibarra.
43: las marchas realizadas a razón de una por mes desde
entonces, aunque se pueden sumar siete de los primeros días,
varias de ellas reprimidas por la policía.
10: familiares de las víctimas, que a su vez fallecieron
por enfermedades fulminantes luego de Cromañón.
Entre los diversos grupos, además, prepararon un
volante cuya información a esta altura parece inconcebible:
1992 Embajada de Israel 29 muertos
1993 Kheyvis 17 muertos
1994 Atentado a la AMIA 85 muertos
1995 Embalse Rio Tercero 7 muertos
1997 Avión Austral 74 muertos
1999 LAPA 65 muertos
Los que faltan
El denominador común, además de la muerte, es la
impunidad en todos esos casos, lo cual tal vez establezca cierta
tendencia judicial, que quién sabe si ahora se podrá
revertir. José Iglesias explica: “Este es un juicio
incompleto. Nunca va a estar lo suficientemente completo porque
el primero que debería estar, Aníbal Ibarra, fue
sobreseído por razones políticas y porque la corporación
judicial – o al menos una parte- siguió protegiéndolo”.
Iglesias y los familiares consideran que hay responsabilidades
distintas: “Lo fundamental para nosotros son los funcionarios
acusados, que son los que permitieron a todos los demás
hacer lo que hicieron. Un escaloncito debajo están los
policías. Y luego el grupo, Chabán y Villarreal”.
En términos más amplios, plantea: “Para nosotros
lo central es que se entienda que hay una consigna en las marchas,
que es literalmente cierta. A los pibes no los mató ni
la bengala ni el rock. Los mató la corrupción. El
lucro desmedido es corrupción. El sistema que participa
de esas ganancias es corrupción. Y la coima directa es
corrupción directa”.
Silvia Bignami acuerda con este razonamiento: “Estuvimos
con el fiscal y de pronto nos dice: parece que para ustedes fuera
más importante Ibarra que Chabán. Ni lo habíamos
hablado entre nosotros, pero le dijimos que por supuesto. Porque
Chabán es un empresario. Uno puede querer que hubiera otra
clase de empresarios. Pero Ibarra era el Estado. Entonces, o cuidás
a la gente, o no me vendas que lo vas a hacer. No es que no queremos
condena para Chabán sino que no somos tontos, no queremos
que le den 50 años a Chabán y que los funcionarios
queden exonerados. Eso sería una mentira”.
Iglesias cree que en un juicio completo, debería participar
también Vilma Ibarra (hermana del ex jefe de Gobierno).
“Ella, por su manejo con los negocios de la noche. Y hay
gente que está procesada y espera el 2º juicio oral,
como Juan Carlos López, ex secretario de Seguridad, o Rafael
Levy”. Levy era el propietario del lugar que Chabán
arrendaba. Fue sobreseído hace pocos días. “Ahora
tenemos que apelar para revertir ese sobreseimiento” comenta
Iglesias. En ese segundo juicio deberán también
analizarse las responsabilidades de los funcionarios que mantuvieron
abierto un lugar como Cromañón, entre muchas otras.
“Nosotros tomamos esto como el primer capítulo de
una novela larga. Pero existe una corporación judicial
que pretende que sea el último capítulo”.
La razón para buscar esa clausura del caso, según
Iglesias, es la siguiente: “Cromañón es un
mal ejemplo, que se puede expandir. Hay una corporación
judicial, e incluyo en lo que digo a la Corte Suprema, que tiene
una concepción aristocrática del Poder Judicial.
Ellos son los cortesanos, y el pueblo son los súbditos.
Pero resulta que los súbditos andan medio subversivos,
y hay que cuidarse de ellos, que somos todos nosotros”.
Iglesias considera que no se establecieron recaudos de espacio
y condiciones para una causa como esta. “Todos hablan mucho,
pero en la práctica se hace poco. Aquí la consigna
es: adaptarse a lo que hay, y callarse la boca”.
Un caso emblemático fue el blindex (vidrio blindado) con
el que se divide a la sala. “Primero, los abogados íbamos
a estar del otro lado del blindex, recién lo pudimos solucionar
a último momento” relata Iglesias. Silvia: “Lo
loco es que Cromañón está planteado como
un juicio de alta peligrosidad, pero los peligrosos somos nosotros,
los familiares”. Silvia suma entre los gestos de las últimas
semanas el sobreseimiento de Levy al procesamiento de tres padres
(Bonomi, Righi y Fernández): “Uno de ellos le dijeron
a la jueza (María Angélica) Crotto, que los chicos
desde el cielo la iban a castigar. Entonces ella los denunció
(a los padres) por amenaza agravada. Yo me quedé pensando
que yo tendría que haberla denunciado a ella en su momento”.
Silvia recuerda el encuentro que tuvo –junto a un grupo
de padres- con la señora Crotto, quien les recomendó
hacer el duelo: “Nos dijo que teníamos que hacer
el duelo con nuestros hijos, igual que ella lo hizo cuando le
extirparon un tumor”. La opinión sobre la comparación
entre “tumor extirpado” e “hijo muerto”
queda a cargo de las y los lectores.
La testigo muerta
Silvia asegura que otro golpe de estos días fue la inesperada
muerte de Ana Sandoval, 36 años, que trabajaba en Cromañón.
“Fue de las que entró varias veces a sacar gente,
y declaró haber visto el momento de pago de coimas por
parte de Chabán a la policía”. Ana estaba
en la puerta de Cromañón aquel 30 de diciembre,
y adentro estaba su amiga Patricia González, 21 años,
quien falleció aquella noche. "Entré cuatro
veces, pero era imposible llegar a los baños por el humo,
que no te dejaba respirar. Pude sacar sólo a algunas personas
que estaban a mi alcance", recordó Ana en alguna entrevista.
Silvia: “Para mi nunca se pudo recuperar del humo que aspiró”.
Otras versiones dicen que Ana tenía problemas estomacales.
En cualquier caso, las causas de su muerte el último 7
de agosto, en el Hospital Fernández, que los médicos
no pudieron precisar, siguen siendo lo suficientemente misteriosas
como para que algunos de los abogados de la causa reclamaran una
autopsia. “Era una testigo clave y lo raro es que no te
puedan dar una explicación convincente” dice Silvia.
¿Qué se enseña en la Facultad de Derecho?
Iglesias tiene como expectativa que se logren penas con prisión
de cumplimiento efectivo. “La función que tiene el
derecho penal en las sociedades modernas, si es que todavía
tiene alguna, es que hay normas que cumplir, y si no hay un castigo”.
¿Lo que pasó judicialmente luego de Cromañón
es una desmentida a lo que usted estudió en la facultad?
-No, porque yo no estudié el modo perverso de interpretar
las normas para que los corruptos eviten ir a prisión.
Lo que estudié es cuáles son las normas correctas
que hay que cumplir, y cómo llegar a un resultado justo.
-¿Qué siente frente a la brecha entre teoría
y práctica?
-Asco. Durante 18 años formé parte del poder judicial.
Vi muchas épocas, vi su decadencia, y hoy siento eso. Dejo
a salvo a algunas personas, Le doy mi cuota de confianza a los
jueces de este tribunal oral. Pero uno encuentra a personas que
se manejan diferente. El marasmo es la institución.
-Frente a la muerte de un hijo, ¿el juicio puede funcionar
al menos como una catarsis?
-No sé cómo me funciona todo esto, pero nunca como
catarsis. Catarsis es una descarga que se puede producir si uno
tiene un cable a tierra. Por ejemplo, que haya algo de justicia.
Pero aquí no tenemos casi de esos pequeños placeres.
No hay descarga. Sólo carga, y la seguiremos llevando como
una mochila militante con todos los padres. Estoy notando que
todos quieren ser protagonistas, estar presentes. Esa es una gran
fortaleza que hemos tenido todos juntos.
Ateos + creyentes
Al menos dos páginas web como Memoria y justicia por nuestros
pibes (www.lospibesdecromagnon.org.ar) que así como la
página y el newsletter del grupo Que no se repita (www.quenoserepita.com.ar)
están organizando cómo difundir lo que ocurra en
el juicio. Varios familiares reconocen que ante la solicitud de
diversos medios “prácticamente nosotros tenemos que
hacerles las notas”. Eso llevó, por ejemplo, a que
Memoria y justicia sistematizara los datos que presentamos más
adelante. Para Silvia Bignami, sin embargo, el juicio no es algo
central en lo que se ha venido haciendo:
-Lo principal es que nos hemos mantenido durante todos estos años
con una tendencia a la unidad y no a la dispersión, como
ocurre –dolorosamente lo digo- con tantos grupos. Hemos
podido sortear dos diferencias. Una, con respecto a la responsabilidad
de Callejeros, y otra con respecto a cómo construir juntos.
Los medios grandes nos ignoran, pero seguimos haciendo una marcha
por mes, publicamos nuestros documentos, hacemos conferencias
de prensa conjuntas. El grupo se mantuvo. No sé si a alguien
le importa. A nosotros sí.
¿Cuál es la clave para que eso haya podido ocurrir?
-Una cosa, es que eran muchos los muertos... (se queda pensando)...
pero en otros casos también hubo muchos, y no pudieron
mantenerse unidos. Yo creo que la muerte de los chicos nos dejó
una obligación: tratar de ser mejores personas. Hay discusiones
que terminan cuando alguien dice: che, los chicos no querrían
vernos pelear. Y yo te confieso: no sé qué querrían
los chicos. Yo soy atea. Pero te reconozco que el hecho de que
haya muchos papás y mamás creyentes influyó
en la necesidad de seguir unidos, porque los chicos nos miran
desde otro lugar. No te hablo de la Iglesia, que no es precisamente
lo que le ha hecho bien a nuestro país. Pero hablo de la
creencia. Y además, este ha sido uno de los poco slugares
donde la diversidad y la heterogeneidad fue una fortaleza. Nos
sacamos de encima esa idea de que para estar juntos tenemos que
pensar lo mismo. También creo que ocupamos cierto lugar
en la lucha por los derechos humanos hoy.
-¿Y el juicio?
-Lo que esperamos es que haya condena e inhabilitación
de los funcionarios judiciales, y cárcel. Pero acá
vas aprendiendo cosas raras. Por ejemplo, que para la ley tenés
más culpa cuanto más cerca estás del hecho.
Eso es muy cuestionable, porque los que mandan siempre están
‘lejos’ de los hechos, pero son más responsables.
Aquí hubo negligencia, corrupción, impunidad. Por
todo eso, era casi inevitable que ocurriera lo que ocurrió.
Era una bomba de tiempo, y una lógica de negocio. Mil veces
se había advertido a las autoridades que ahí podía
haber una tragedia. Pero bueno, veremos qué pasa, yo no
le pongo las principales fichas a lo judicial.
-¿Y a qué cosa sí?
-A la memoria, a la acción conjunta y a los chicos sobrevivientes.
Porque los chicos podrían ser parte de las víctimas,
o las víctimas podrían ser estos chicos. Son el
mismo grupo, que se siente acorralado por la vida, por la falta
de trabajo, por las dificultades para estudiar. Ellos miran y
dicen ¿esto es la política? ¿Esto es la justicia?
¿Esto es el rock? Pero yo me quedo pensando algo que a
lo mejor es muy loco. ¿Qué queríamos para
nuestros hijos? Un país un poco mejor. Ojo: yo sé
que esto que te digo es una estupidez que repite cualquiera: un
país un poco mejor. Pero lo que digo es que alguna vez
habría que intentarlo de verdad.
Los mitos de Cromañón
Silvia cree que van a arreciar las campañas con las que
suelen atacarse a los familiares, sobrevivientes y amigos de Cromañón.
El grupo Que no se repita (al cual pertenece José Iglesias)
preparó un trabajo que se llama Los mitos de Cromañón
que aquí reproducimos, al menos para que los que quieran
conocer del tema, se contenten con algo más que con repetir
las mentiras instaladas por funcionarios, medios y otros cómplices
que suelen luchar abnegadamente por la impunidad.
Este es el texto.
"A partir de lo ocurrido en República de Cromañón
el 30/12/2004, que dejó un saldo de 194 personas muertas
(la mayoría jóvenes) y miles de sobrevivientes,
con secuelas de distinta índole, se crearon y alimentaron
numerosos MITOS .
Algunos nacieron de informaciones superficiales iniciales, otros
fueron creados al correr de los días. Todos, sin excepción,
fueron alimentados o recreados por algunos de los responsables
de la masacre allí cometida: nada mejor que trasladar la
culpa a las víctimas . Es un viejo y perverso mecanismo,
que ha posibilitado un país como el que padecemos.
A continuación los listaremos y responderemos. Aclaramos
que la replica a cada mito está estrictamente documentada
en cientos de declaraciones prestadas en la causa judicial que,
para quien le interese, están a su disposición (basta
que lo requiera a través del contacto de nuestra página).
He aquí los mitos:
* En el primer piso funcionaba una guardería .
Cientos de testimonios concordantes de la causa afirman con énfasis
que no existía ninguna guardería. Los pocos menores
que fallecieron eran los hijos de los empleados de República
de Cromañón, que esa noche (la ultima laboral del
año) fueron con sus padres. (30 de diciembre)
* Los padres no los cuidaron .
Más del 80 % de los jóvenes fallecidos era mayor
de edad, los chicos de 15 a 18 años estaban dentro del
horario permitido a menores (de 16 a 24 horas).
La mayoría de los fallecidos (40%) perecieron intentando
salvar a los chicos que quedaban dentro del local.
* Los padres no se informaron sobre el lugar al que iban
sus hijos .
Los chicos concurrieron a un lugar al que le fue otorgada la habilitación.
Ese local era uno de los cinco lugares más grandes para
celebrar recitales en la ciudad de Buenos Aires. No era previsible
que no estuviera habilitado, ni que pudiera mantenerse abierto
con el certificado de bomberos vencido desde hacía más
de un mes, cuando hasta el propio recital era publicitado en revistas
con el auspicio del Gobierno de la Ciudad. Por lo demás,
a los ojos de cualquier padre ninguna de la infinidad de infracciones
que concurrieron a la muerte de nuestros hijos estaba visible:
los padres no eran especialistas en seguridad y prevención
de incendios.
* Los chicos estaban drogados o alcoholizados .
En ninguna de las 194 autopsias se detectó ni alcohol ni
sustancias psicotrópicas.
* Nadie busca al que tiró la bengala .
Existe una causa especialmente formada como anexo para la búsqueda
y responsabilización del autor o autores del lanzamiento
de la bengala. En esa causa se han hecho búsquedas hasta
en las provincias del Noroeste (Tucumán, Salta). Se hizo
un enorme trabajo de identificación y pericias de determinación
fisonómica sobre tres identikits, a partir de los testimonios.
Las tareas de inteligencia policial y búsqueda de personas
han sido enormes. Los padres no descartamos que el autor o autores
cuenten con cierta protección policial, que ha impedido
que lo actuado tenga existo.
La causa sigue en plena investigación impulsada precisamente
por nosotros.
* Los padres de Cromañón son violentos .
De los 388 padres solo tres han adoptado actitudes de violencia
verbal. Ninguno de ellos jamás agredió físicamente
a nadie ni pasó de la palabra a la acción. Ellos
tres, como los restantes 385 padres, perdieron a sus hijos. Su
violencia verbal no está provocada por una filiación
política, por un acto de disputa de poder gremial, ni integran
una barrabrava o una patota sindical. Fueron padres en la peor
instancia de su vida. Todos los actos de los padres se caracterizan
por ser absolutamente pacíficos, reclamando sin eufemismos
justicia y denunciando que la corrupción mata. Cuando estos
reclamos tienen nombre y apellido, los destinatarios suelen decir
que los padres de Cromañón son violentos (alguna
vez nos dijeron nazis: Silvina Walger, por ejemplo).
* Los padres de Cromañón formaron parte
de un golpe institucional de la derecha .
Esta es una de las frases gastadas de Aníbal Ibarra y algunos
ibarristas. La remoción de Aníbal Ibarra fue votada
por los dos tercios de una legislatura, en la que la derecha no
era mayoría. El juicio político fue decidido por
los dos tercios de esa misma legislatura con una composición
distinta a la que dispuso la remoción. Los votos correspondieron
a la izquierda, el Ari, el Kirchnerismo, partidos independientes,
y el macrismo. Los padres ni son de derecha, ni de izquierda ni
de centro, son padres (las múltiples ideologías
de cada uno son algo ajeno al movimiento de Cromañón,
que esencialmente es tan plural como lo fueron nuestros hijos).
* Ibarra no conocía a Chabán .
Ibarra había apoyado a Chabán en 1993 cuando el
Concejo Deliberante decidió clausurar Cemento. Escribió
artículos a favor de Chabán en la Revista Humor
y en Página 12. Tiene aún un departamento en el
mismo edificio del domicilio de Chabán, unos pisos más
abajo. No sólo fueron vecinos, sino que participaban de
reuniones en dicha dirección: Rodríguez Peña
24. Por eso Cemento jamás fue clausurado (una clausura
dispuesta por los inspectores fue prohibida a través de
un handy) y República de Cromañón no era
inspeccionada también como consecuencia de órdenes
impartidas por handy.
* Ibarra no sabía qué pasaba en República
de Cromañón .
Aníbal Ibarra recibió 36 alertas que lo advertían
de la situación, algunos directamente referidos a los locales
de Plaza Once y deliberadamente se desentendió. El negocio
de la noche era una caja política, por eso en su primer
acto público después del 30 de diciembre de 2004,
salió acompañado de los integrantes de la Cámara
de Empresarios de Locales Bailables. Ibarra sabía de la
existencia y actividades de los boliches de Chabán.
* La justicia actúa .
La justicia en nuestro país solo actúa con una intensa
lucha procesal y enorme presión. Es de recordar que en
la causa principal, se sobreseyeron no solo a Ibarra, sino también
a Juan Carlos López, Enrique Carelli, Vicente Risso, Yamil
Chabán, etc., sino que también se excluyó
al dueño del Boliche y se declaró prescripta la
causa de los funcionarios que concedieron la habilitación.
También se sobreseyó a Callejeros por su participación
en el cohecho. Casi todas estas decisiones fueron removidas, como
consecuencia de una tenaz acción judicial, promovida por
la querella (no por la fiscalia). Hoy, solo como consecuencia
de esa presión, están procesados López, Risso,
Carelli, ha sido indagado Levy y los integrantes de Lagarto S.A.
La lucha contra los mitos es parte de nuestra actuación.
Adormecerse frente a ellos, como adherirse a lo que formulan,
contribuye a la impunidad .
Las imputaciones falsas ayudan al cajoneo judicial, ya que aletargan
a los medios y al control de la sociedad.
Esos silencios y tácitas complicidades son las que permiten
las malditas secuencias de nuestro país.
La Puerta 12 está impune.
Kheyvis está impune y prescripto.
La Embajada de Israel está al borde de la prescripción.
Río Tercero orilla la muerte judicial.
La Amia es una causa impune.
Fray Bentos aún aguarda una voz judicial.
Lapa aguarda el resultado de un inquietante juicio oral.
Cada uno de esos hechos produjo el siguiente.
Cromañón tiene que ser un punto de inflexión.
Tomar conciencia le evitará a quien lee tener que marchar
en el
futuro con la foto de un ser querido en el pecho" .