LOS
RESABIOS DE LA CRISIS DE 2001
Las “Ollas de las Barrancas”
cumple 7 años
Es un comedor comunitario que atiende todos los días de la
semana a vecinos en situación de calle o de pobreza extrema.
Buenos Aires. Una ciudad que emociona y que al mismo tiempo duele.
Barrio de Belgrano, como muchos otros de nuestra ciudad, con grandes
y altos edificios de lujo, infinidad de comercios y hermosas plazas.
También hay mucha gente en situación de calle…
Son miembros de nuestra comunidad que no tienen acceso a lo mínimo
indispensable para una vida digna: techo, trabajo, educación
formal, ropa, comida.
Es la cara del barrio que algunos prefieren no ver.
¿Por qué están marginados, abandonados,
sumergidos, negados, excluidos?
En primer lugar porque hay un estado ausente que no tiene reales
políticas públicas de contención e inclusión.
En segundo lugar porque hay una gran parte de la sociedad que
se muestra indiferente ante la pobreza; que se acostumbró
a ella como si fuera algo natural e inevitable.
Pero no todo es desafecto. Otra parte de la sociedad, reaccionó
ante esta situación de marginalidad a través de
una movida solidaria. Vecinos e Instituciones de Belgrano tomaron
la decisión de dar apoyo y contención a estas familias
y particulares que estaban necesitando no caer en la desesperación
para poder subsistir.
A mediados de 2002 aparecieron grupos en las Barrancas de Belgrano,
llevando ollas con guisos calientes, pan, jugos, postres y con
vajilla descartable y se dispusieron a servir una cena, como una
muestra de apoyo moral, más que como una forma de combatir
el hambre
Carlos Durañona, fue integrante de la Asamblea del Bajo
Belgrano hasta 2002. A partir de ese año comenzó
su actividad solidaria para ocuparse íntegramente a la
coordinación del Comedor Comunitario con la olla de los
jueves.
Un grupo cocina en el playón de Virrey Vértiz y
Sucre, pegado a las vías del ferrocarril. Tres grupos sirven
la cena debajo del Gomero y hay otro que lo hace al lado de la
Glorieta. Los días de lluvia, la comida se sirve en la
glorieta.
Pero dar de comer no es la única actividad. Otro grupo
se encarga de repartir ropa, medicamentos. Se realizan charlas
sobre temas médicos y se brinda apoyo escolar.
Entre los que reciben asistencia en los Comedores de las Barrancas,
hay gente que aún conserva sus casas, pero que cayeron
en la pobreza extrema y necesitan que alguien los contenga, les
brinde afecto. Buscan en el comedor un lugar de encuentro entre
iguales en la desgracia.
Los que están en peor situación son los que no tienen
un techo. Es gente que duerme en las plazas, en estaciones ferroviarias,
o en todo hueco que los proteja del frío o la lluvia. En
las plazas de Barrancas hay alrededor de treinta las personas
que pasan las noches, expuestos al rocío, al frío
y sobre todo, a la indiferencia de muchos vecinos y autoridades
que los han incorporado al paisaje del barrio.
Los comedores se sostienen gracias a la solidaridad de muchos
vecinos e instituciones de éste y otros barrios de la Ciudad,
con donaciones de alimentos, ropas, medicamentos, atención
médica y psicológica.
Carlos Durañona dice que siempre se necesita una mano para
poder seguir con esta actividad. Se pueden donar alimentos: perecederos
(carne, frutas, verduras) y no perecederos (arroz, fideos, calditos
de carne, tomate triturado).
Asimismo se recibe ropa para todas las edades; pero en especial
la de bebé. También útiles escolares, vajilla
descartable, jugos para acompañar la comida.
Quienes estén dispuestos a dar una mano se pueden comunicar
a: comedoresdebelgrano@gmail.com o acercarse al gomero de Barrancas
en Zavalía, entre Juramento y Echeverría, los Jueves
a las 21 horas.