NUESTRA
ARQUITECTURA
Clorindo Testa, de nuevo en el barrio
Un nuevo proyecto para el barrio de Villa Urquiza le fue otorgado
al distinguido arquitecto Clorindo Testa como premio a su larga
trayectoria profesional. En esta ocasión dejará
su sello a través de un trabajo paisajístico en
unas pequeñas plazas, que hoy se encuentran en estado de
abandono dentro del trazado de la ex Autopista 3.
Por Arq. Jorge Luchetti
A veces sorprende saber que aquellos que pasaron a ser prohombres
de nuestra ciencia y cultura debieron esperar a su vejez, o incluso
a su muerte, para ser reconocidos por el conjunto de la sociedad.
Nombres bien acreditados, como los de Jorge Luis Borges, René
Favaloro y otras tantas figuras de gran notoriedad, debieron esperar
al final de sus vidas para que la sociedad pusiera interés
en sus obras. Cuando hablo de reconocimiento no me refiero a colocar
una placa más en algún parque o calle de la ciudad,
ya que como decía el propio Borges “sería
horrible pasar por una calle llamada Jorge Luis Borges”.
Lo que más temía nuestro memorable escritor era
que alguien se preguntara quién era ese tal Borges. Como
una paradoja de la vida y a pesar de su férrea oposición
a esa idea, la ex calle Serrano en el barrio de Palermo hoy lleva
su nombre. El verdadero homenaje a estas figuras representativas
de nuestro país pasa principalmente por la difusión
y prolongación de sus obras. O sea, una forma de extender
la vida de nuestros próceres. Por ejemplo, en el caso de
Borges esta continuidad queda en evidencia en el trabajo de María
Kodama, quien se dedica incansablemente a la expansión
de las obras del escritor. De la misma forma, la vida de Favaloro
sigue enlazada con la fundación que lleva su nombre.
Esta especie de preámbulo tiene como objetivo que reflexionemos
acerca de reivindicar y difundir la figura de otras personalidades
de la Argentina, que son desconocidas por el común de la
sociedad y aún están entre nosotros. Un ejemplo
que ya deberíamos poner en práctica sería
el de reivindicar al maestro Clorindo Testa, uno de los próceres
de la arquitectura y la plástica de nuestro país.
Aunque alguno se sorprenda, hay muchas personas que desconocen
sus obras no sólo como artista plástico sino también
como arquitecto. Es común escuchar aquella frase nefasta
que dice “si uno no aparece en la TV no existe”. No
sólo me refiero a gente del espectáculo: muchos
artistas plásticos, escritores e intelectuales pululan
por los distintos canales de televisión para promocionar
sus obras y hacerse conocidos. Sin vacilación, decimos
que Clorindo no necesita de este tipo de difusión.
Testa es bien conocido dentro del círculo de arquitectos
y de artistas plásticos. Sin embargo, he comprobado que
muchos de aquellos que están apenas alejados del arte nunca
escucharon hablar de él, lo que revela un desconocimiento
de la cultura por parte de nuestra sociedad. De todas formas vale
aclarar que algunas obras de Testa han trascendido más
allá de las fronteras y quizás esto sea un primer
paso para que los argentinos valoremos a las personalidades que
nos rodean, ya que solemos ser tan inseguros que necesitamos que
los demás nos muestren a los hombres de valor que trabajan
en el país.
Le sobran pergaminos
Clorindo Manuel José Testa nació en Nápoles
un 10 de diciembre de 1923. Es sin duda uno de los arquitectos
argentinos más importantes de estas últimas décadas.
Digo argentino ya que a los pocos meses de vida llegó con
su familia al país, donde además de adoptarlo como
propio se desarrolló como profesional de la arquitectura
y de la plástica.
Su larga trayectoria queda plasmada por la importancia de los
trabajos realizados y de los que hoy, a los 87 años de
edad, sigue generando. Es que la originalidad y su audacia en
el diseño distinguen su sello, por eso él dice “me
gusta que mis obras hablen de mí”; estas obras fueron
siempre ganadas por concurso, compitiendo en igualdad de condiciones
con sus pares. Durante su carrera laboral Testa siguió
sin adherirse a modas impuestas o estilos internacionales y creó
siempre una arquitectura muy personal que nace de las consideraciones
del contexto a intervenir influenciado por el color, la elasticidad
de las formas, las metáforas y la plasticidad. A pesar
de su personalismo en lo estilístico, sus primeras construcciones
están encuadradas como los mejores exponentes del brutalismo
en Sudamérica (escuela arquitectónica entre los
años 50 y 70, cuya principal característica es el
hormigón crudo).
Los edificios más representativos de Testa son la Biblioteca
Nacional, el ex Banco de Londres (hoy Banco Hipotecario), el Hospital
Naval (en Parque Centenario), el Centro Cultural Recoleta y el
Auditorio de la Paz, en el barrio de Villa Urquiza. En este último
se ve la mano del maestro en la riqueza de sus formas, su geometría
y espacialidad, tanto en el exterior como en su interior. Incluso
la geometría de sus vanos es un detalle bien personal.
Otra de sus construcciones paradigmáticas es la casa La
Tumbona, diseñada en 1986 y ubicada en las playas de Ostende,
una ciudad costera del partido de Pinamar. Está elevada
sobre pilares cercana al mar y las olas a veces pueden llegar
debajo de ella, dejando la sensación de estar a bordo de
un buque en alta mar. La vivienda está hecha de hormigón,
con diferentes formas cúbicas, angulares y confusas a primera
vista en sus geometrías, pero de muy clara espacialidad.
A lo largo de su vida Testa recibió infinidad de galardones
tanto de tipo nacional como internacional, entre los que podemos
destacar el Primer Premio Nacional del Instituto Torcuato Di Tella,
con un jurado integrado por figuras tan destacadas como el crítico
de arte italiano Giulio Carlo Argan y el argentino Jorge Romero
Brest.
También recibió el Premio Konex de Platino en la
disciplina Artes Visuales-Arquitectura en Buenos Aires; el Primer
Premio en la Bienal Internacional de Punta del Este (Uruguay);
el Gran Premio Latinoamericano de Arquitectura; el Primer Premio
en la exposición 30 años de las Naciones Unidas
en Zagreb, antigua Yugoslavia; el Gran premio de la XIV Bienal
de San Pablo (Brasil) junto al Grupo de los Trece y otras tantas
menciones que vienen a afirmar su larga trayectoria laboral. Incluyamos
otra labor meritoria, como el Primer Premio en el concurso Programa
de Renovación Urbana de Puente Saavedra. Agreguemos además
que fue nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad de Buenos
Aires y Ciudadano Ilustre de nuestra Ciudad en 2006. Pero a pesar
de todo lo ganado, más el prestigio indiscutible de sus
obras, sigue siendo Testa, lamentablemente para algunos, un desconocido.
Premio algo mezquino
Hace unos meses hemos hablado de la aprobación del plan
de recuperación de los terrenos abandonados de la ex AU3
y criticamos el proyecto, principalmente por dejar pasar por alto
la gran oportunidad de transformar todas esas manzanas (será
conocido como Barrio Parque Donado-Holmberg) en un gran espacio
verde para la ciudad, pero la especulación inmobiliaria
todo lo puede y la construcción de un gran parque, tipo
Central Park, quedó de lado para dar paso a un importante
negocio. Si bien puede parecer entendible por el valor del metro
cuadrado en la zona, a futuro la ciudad pagará las consecuencias.
A pesar de toda esta polémica, la buena noticia para los
vecinos del barrio es que aquellos pequeños espacios verdes
públicos, en este caso nos referimos a dos plazoletas aledañas
a la estación Drago de la ex Línea Mitre y a la
sede del CBC, que hoy están prácticamente en estado
de abandono, serán recuperadas y proyectadas por el maestro
Clorindo Testa, lo que nos da cierta garantía de que alguna
genialidad plasmará en el lugar. Estos pequeños
terrenos, que se encuentran en muy mal estado, en poco tiempo
tendrán el sello de Testa, según aseguraron desde
el Gobierno de la Ciudad. En cuanto al proyecto, si bien no está
totalmente definido el afamado arquitecto adelantó que
no consistirá en la colocación de arbolitos; como
no podía ser de otra forma, no se va a tratar de un diseño
convencional y aburrido. Testa cree que en lugar de un papel o
dinero el Gobierno de la Ciudad le dio el diseño de esta
obra como premio a su trayectoria. Si bien parece una distinción
un poco mezquina, no deja de ser auspicioso darle cierto reconocimiento
a personalidades de cara al futuro.
Grandes representantes de las letras, como lo fueron Julio Cortázar,
en su obra Rayuela, o Ernesto Sabato, en su célebre Sobre
héroes y tumbas, hacen referencias -y a su vez inmortalizan-
la obra del genial Testa.
Como no podía ser de otra forma, incluso en sus definiciones
sobre la arquitectura y la ciudad Clorindo se muestra atípico.
“Cada nuevo proyecto me da mucha alegría”,
asegura. Y afirma: “Una ciudad desordenada puede resultar
linda y una muy ordenada puede ser aburridísima”.
Fuente: Periódico El Barrio