HISTORIAS DE LA CIUDAD
Origen de la palabra "canillita"
Hubo que esperar hasta 1904 para que al vendedor de diarios callejero
lo bautizaran con ese apodo.
Por Néstor Pinsón
El 11 de enero de 1868 el Dr. Manuel Bilbao produjo un hecho que
bien puede considerarse revolucionario para el periodismo.
Hasta esa fecha los diarios llegaban a sus destinatarios por
suscripción, a través del correo o bien se los compraba
en la misma imprenta. Pero a partir de entonces, cuando aparece
el diario "La República", fundado por el propio
Bilbao, junto a Alejandro Bernheim, se sorprende el ciudadano
al escuchar por primera vez en las calles céntricas las
voces de algunos muchachos pregonando: ¡La República,
a un peso!. Y no sólo aparece el vendedor ambulante de
diarios, sino también el impacto de una importante rebaja.
El éxito fue notable y rápidamente imitado por los
colegas. La innovación trascendió las fronteras,
llegando incluso a Francia.
Lentamente se fueron instalando puestos callejeros fijos y rápidamente
creció el número de muchachos ágiles y resistentes
para correr las calles ganándole al tiempo, para dar cuanto
antes el impacto de las noticias, muchas veces exageradas o a
medias inventadas. Los muchachos vieron copada su actuación
con la abundante presencia de niños; época de miseria,
de falta alarmante de puestos de trabajo y los pequeños
daban la posibilidad a tantas familias de tener unos centavos
más de ingresos. Además eran requeridos porque eran
más rápidos y arriesgados que los de mayor edad.
Subir y bajar velozmente de los tranvías - su vehículo
por excelencia-, dejar uno para abordar de inmediato otro, sin
importar el rumbo que llevaban y valiéndose exclusivamente
de su olfato para la venta.
Un nuevo personaje se había incorporado al paisaje de la
ciudad de Buenos Aires, que rápidamente se extendió
a las ciudades del interior del país. Pero el vendedor
de diarios callejero no tenía aún un nombre que
lo distinguiera de manera especial. Para ello hubo que esperar
hasta el año 1904.
La palabra "canilla" deriva de la palabra latina "canella",
que es el diminutivo de "canna", caña, en español.
El diccionario define el término: "canilla es el hueso
largo de la pierna e incluso de los brazos".
El 17 de enero de 1875 nace en Montevideo Florencio Sánchez.
Desde los 16 años se dedica al periodismo en distintos
medios uruguayos y siendo aún muy joven decide que su futuro
está en el teatro, sueña con ser autor.
Llega por primera vez a Buenos Aires en el año 1892, trabaja
en La Plata como escribiente, en esta ciudad hace sus primeras
obras. En 1902 viaja a Rosario, para asumir como redactor en el
diario La República, fundado por Lisandro de la Torre.
El ambiente periodístico lo inspira y escribe una pieza
teatral, una pequeña obra de un acto con tres cuadros.
El personaje principal es un niño vendedor de diarios.
Le faltaba el título, pero lo conmueve uno de los vendedores
rosarinos de piernitas muy delgadas. Espontáneamente, le
surge la palabra "canillita" y así denomina su
obra.
Una compañia española dedicada a las zarzuelas,
la de Enrique Lloret, accede a ponerla en escena. Se estrena el
1º de octubre de 1902. El rol principal lo desempeña
la "tiple" del conjunto una tal señora Iñiguez,
conforme surge del elenco publicado en el programa. "Tiple"
se denomina las más agudas voces humanas, propia de las
mujeres y los niños.
La obra tiene buena acogida, tanto que se representa doce noches
seguidas. En aquella época, Florencio padecía urgencias
de dinero, vivia casi en la miseria, además aspiraba a
casarse con su novia de siempre, a quien finalmente hizo su esposa.
En 1903 conoce al actor y empresario Jerónimo Podestá,
quien le estrena su título "M'hijo el Dotor",
que tuvo un gran éxito.
A raíz de este suceso, se anima a proponerle a la compañia,
presentar en Buenos Aires su pieza de un solo acto "Canillita".
En aquel entonces no existían niños actores, pero
sí mujeres jóvenes con las condiciones para interpretar
a un niño. La elegida fue la luego famosa actriz Blanca
Podestá.
La repercusión de "Canillita" supera lo esperado.
Las críticas son altamente elogiosas. Los "diarieros"
se identifican totalmente con el nombre. Entonces, de común
acuerdo con los artistas, se propone una función gratuita
para todos los vendedores de periódicos. El acontecimiento
sucede en el Teatro Comedia, aquel de la calle Carlos Pellegrini,
entre Cangallo y Cuyo (en la actualidad Presidente Perón
y Sarmiento). La cita es un domingo a las dos y media de la tarde.
La concurrencia excede la capacidad de la sala y festeja ruidosamente
los versos sencillos de las partes cantadas e intenta intervenir
cuando la policia se lleva preso al "canillita". Aún
no distinguen entre ficción y realidad, como en tiempos
pasados ocurriera con las representaciones de "Juan Moreira".
Florencio está enfermo de tuberculosis, tiene un dinero
ahorrado y viaja a Europa. Pero, igual que en el tango, su cuerpo
enfermo no resiste más. Fallece el 7 de noviembre de 1910.
Años más tarde ese día es consagrado "El
Día del Canillita", en homenaje al querido Florencio
Sánchez.
Hay otros datos que intentaron explicar el significado de la
palabra, alguno de ellos provenientes de la imaginería
popular, según los casos . Se dijo que el apodo había
nacido cuando alguien observó en invierno a los pibes con
las narices chorreando como una canilla.
En el año 1957, en una carta de lectores publicada en
el diario La Nación, un señor uruguayo, antiguo
distribuidor de diarios, se consideraba el creador del término.
Recordaba en la misiva que a fines del siglo XIX tenía
un chico vendedor, hijo de una tal María Canilla. En ocasión
de tener que llamarlo desde cierta distancia y no conociendo su
nombre, gritó "Canillita", luego se corrió
la voz para todos los muchachos diarieros.
Un par de notas periodísticas publicadas años atrás
historian la vida de María E. de Ísola, conocida
en su época como la "China María", quien
falleció en 1934 a los 82 años de edad. Fue considerada
la primera mujer vendedora de diarios, siempre establecida o rondando
la esquina de Rivadavia y 25 de Mayo.
Florencio Sánchez en su obra "Canillita", con
sencillez poética, traza las características del
personaje cuando en el primer cuadro hace su aparición
en escena y se pone a decir:
Soy canillita
gran personaje
con poca guita
y muy mal traje.
Algo travieso
desfachatado
chusco y travieso
gran descarado.
Soy embustero
soy vivaracho
y aunque cuentero
no mal muchacho.
Muy mal considerado
por mucha gente,
soy bueno,
soy honrado.
No soy pillete
y para un diario
soy un elemento
muy necesario.