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Buenos Aires, Argentina /
Fecha de Publicación:29/08/08 Redacción ParqueChasWeb

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LA MALA EDUCACIÓN

Por decreto, volvieron las amonestaciones

El Ministerio de Educación porteño restituyó por decreto 998/08, un mecanismo de sanción disciplinaria que había sido eliminado de las escuelas medias públicas de la Ciudad de Buenos Aires en 1999.


Por Fernando Belvedere
redaccion@parquechasweb.com.ar


A partir de ahora, los alumnos de los colegios públicos secundarios porteños que registren un mal comportamiento, volverán a ser sancionados a través de amonestaciones; un sistema que había sido dejado sin efecto por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires a finales de la década del 90.

En 1999 fueron creados los Consejos de Convivencia que se conformaron con docentes, padres y estudiantes, quienes, antes de tomar cualquier medida, tenían que respetar determinados criterios, como "la utilización del dialogo como principal metodología para la solución de los conflictos, contextualización de las transgresiones, garantizar los derechos a ser oído y a la defensa, valorizar el sentido pedagógico de la sanción y tratar de crear la posibilidad de reparación moral o material por parte del responsable en caso de daño u ofensa a personas o bienes de la escuela".

Es bueno recordar, que en aquel momento, la Iglesia había enviado un documento a los colegios católicos donde expresaba su malestar con el proyecto de los Consejos de Convivencia; señalando que "no es bueno que los chicos se conviertan en constructores de normas de convivencia institucional, ni tampoco que integren un tribunal que juzgue a sus pares".

La crítica fue acompañada por diversos sectores de la educación privada que reclamaron autonomía para resolver sobre cuestiones disciplinarias. Los legisladores tuvieron en cuenta ese reclamo y finalmente sancionaron un proyecto que constituía sólo en los colegios estatales, la conformación de los Consejos.

De esta manera se dejaba atrás (sólo en los colegios secundarios públicos) un “sistema de amonestaciones” que había tenido vigencia durante 56 años en las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires y que había sido consolidado por el Decreto 150.073 sancionado en 1943 (Reglamento General para Escuelas Secundarias) y que en sus artículos 200 a 206 definía que “las amonestaciones serán impuestas en número proporcional a la falta cometida por el alumno”.

En declaraciones a distintos medios periodísticos, el ministro de Educación de la Ciudad, Mariano Narodowski dijo que las medidas disciplinarias de ese estilo son “autoritarias y obsoletas”, pero que son necesarias porque “en las escuelas deben volver a imponerse límites. Las herramientas tienen que ser más precisas, complejas. Eso es lo que estamos tratando de hacer con la disciplina en las escuelas. Lo que está cambiando es la realidad. Seguimos pensado que el sistema de amonestaciones es obsoleto, autoritario. El problema es que muchos profesores han perdido el no, el basta. Los adolescentes no solamente tiene la obligación de cumplir las normas, sino también tienen el derecho de entender qué es lo que al sociedad entiende está bien o mal. En las escuelas tiene que haber límites. La convivencia necesita el no del adulto”.

Ante los argumentos esgrimidos por titular de la cartera de educación porteña, cabe preguntarse si el restablecimiento de este método de sanción disciplinaria le otorgará o no mayor autoridad (de la que tenían hasta ahora) a los docentes y si este tema no requiere de un análisis más profundo.

Para ayudarnos a reflexionar sobre esta cuestión, consultamos a Inés Dussel, doctora en Ciencias de la Educación e investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

Dussel expresó que “el establecimiento de una medida para que los profesores puedan apercibir a los alumnos en las aulas ha sido planteado como reivindicación del poder de los profesores para sancionar y para recuperar parte de la autoridad que, se dice, han perdido. La posibilidad de apercibir a los alumnos se presenta, además, como opuesta a los consejos de convivencia, a los que se culpa de haber establecido una ¿disciplina? ¿facilista? y ¿demagógica?

Me parece que esta medida se apoya en varios supuestos que son cuestionables. El primero es que la falta de autoridad de los profesores (sobre todo en la escuela media) se debe a que les han desactivado su poder de sanción; en otras palabras, la autoridad se vuelve equivalente a poder sancionar. Creo, por el contrario, que la mejor autoridad es la que puede convencer y la que puede escuchar y consensuar con los demás las mejores medidas; y creo además que la autoridad de los profesores se basa, antes que nada y sobre todo, en el saber que traen al aula. Son pocos los casos de indisciplina frente a profesores que están seguros de lo que tienen para transmitir, que se muestran apasionados por lo que enseñan, y que buscan proponerles actividades interesantes a sus alumnos.

El segundo es que la situación actual de deslegitimación de la escuela y de falta de autoridad de algunos docentes se debe al relajamiento del orden disciplinario, entendido como poder sancionador, que, se dice, fue ocasionado por la implementación de Consejos de Convivencia que plantearon reglas de juego más democráticas y posibilidad de negociación y consensos entre los actores escolares.

Me parece que esa lectura no es nada inocente; cree que la democracia siempre tiene consecuencias negativas. Por supuesto, es más difícil ser una autoridad democrática que una autoritaria, y nadie niega que los Consejos de Convivencia no siempre funcionen bien; pero las consecuencias del autoritarismo ya las vivimos en este país, y creo que no es conveniente azuzar esos demonios.

En vez de preguntarse por qué hoy la escuela está deslegitimada, y por qué algunos profesores tienen dificultades para establecer un orden productivo en sus aulas (lo que debería ser objeto de estudios mucho más profundos: son muchos los profesores que sí enseñan y ordenan a sus estudiantes, en condiciones muy adversas), se insta a la solución fácil (y demagógica, hacia cierto sector social que siempre clama por ¿mano dura?) de darle más poder de sanción a los profesores.

Creo que lo que cabría es un análisis mucho más complejo sobre la desautorización de escuelas y profesores, que tenga en cuenta, por ejemplo, la irrelevancia de muchos contenidos escolares, el agotamiento de una forma de organización de la escuela (en sus tiempos y sus espacios, en sus rituales, en sus formas de pensar el conocimiento), y también los cambios de época, que piden a los sujetos que sean libres, creativos y originales, que hagan y digan lo que sientan, pero que después pretende que se ajusten a pautas rígidas y en muchos casos irrelevantes para la vida social.

El orden disciplinario es, antes que nada, un orden pedagógico. Un aula en la que hay intercambios interesantes en torno al conocimiento es un aula donde hay pocos problemas de conducta. Generar ese tipo de aulas debería ser la preocupación de las políticas educativas".

Por su parte, el docente José Kuschevatzky opina que “las amonestaciones son un arma que tienen los profesores para poner orden con los alumnos, arma que en definitiva no sirve para nada, esto lo sabe el sistema pero es él el que falla, el objetivo último es ‘el que no se adapta se queda afuera’. En realidad la situación familiar de algunos alumnos hacen que lleguen a la escuela con tantas carencias no sólo a nivel económico que la escuela no puede responder, lo que está podrido no es la escuela, que está llena de fallas o los alumnos que podrían esforzarse un poco más, es el sistema que primero produce desocupados, pobres, medios de comunicación aberrantes, consumismo, anorexia y sexo por doquier y después lo quiere arreglar con cuatro amonestaciones”.

De lo expresado por los entrevistados, se deduce que el tema es más complejo (y más amplio) de lo que parece y hubiese merecido un debate serio entre todos los actores involucrados en políticas educativas. El ministro de Educación cerró la posibilidad de discutir esta medida, al imponer por decreto el restablecimiento de un sistema que él mismo reconoce como vetusto, y que es el de las amonestaciones.

Debatir por ejemplo: qué hacemos con esta forma, ya agotada, de organización de la escuela para cambiarla por otra con mayores incentivos y adecuadas a estos tiempos; qué pasa fuera del ámbito educativo; qué cosas llevan los alumnos a una escuela inserta en una sociedad (de adultos) violenta en todas sus formas: discriminación, violencia familiar, pobreza, intolerancia, consumismo, poco apego al cumplimiento de las leyes, medios con una programación cada vez más mediocre, etcétera. ¿Cómo se trabajan estos contenidos en el aula?.

¿Será que al hacerlo por decreto causa un mayor impacto mediático, hecho a la medida de la mayoría de los votantes del partido oficialista gobernante en la ciudad de Buenos Aires? Narodowski dice que en las escuelas tiene que haber límites y que la convivencia necesita el no del adulto: ¿Qué autoridad perdida querrá demostrar el ministro con esta resolución?




 


 








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