DENUNCIARON QUE LAS VILLAS
SON ZONA LIBERADA A LAS DROGAS
Un cura villero fue amenazado por firmar
un documento
La intimidación fue revelada por Jorge Bergoglio, arzobispo
de Buenos Aires, al encabezar la tradicional Misa Anual por la Educación.
Hace un mes el Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia,
dio a conocer un duro documento en el cual denunciaban que la droga
en las Villas está despenalizada de hecho: "decimos
claramente; el problema no es la Villa sino el narcotráfico.
La mayoría de los que se enriquecen con el narcotráfico
no viven en las Villas, en estos barrios donde se corta la luz,
donde una ambulancia tarda en entrar, donde es común ver
cloacas rebalsadas. Otra cosa distinta es que el espacio de la Villa
–como zona liberada- resulte funcional a esta situación",
señala el texto en uno de sus párrafos.
Bergoglio, hizo público que un sacerdote que trabaja en una
de las villas de Capital Federal, fue amenazado por firmar el documento
contra la droga. Tras la denuncia, el arzobispo de Buenos Aires
y cardenal primado de la Argentina pidió a no tener "miedo
a la luz aunque pueda costar dificultades".
Ante esta denuncia, el ministro de Justicia y Seguridad, Aníbal
Fernández, dijo que no lo "asombra" que haya sido
amenazado de muerte uno de los sacerdotes que escribió un
fuerte documento sobre la droga en las villas, "nos estamos
enfrentando con personas que tienen mucho dinero y nos van a seguir
amenazando, no sólo a los curas, sino a todos los funcionarios
que estamos trabajando en ese tema, sólo que nosotros no
lo hacemos público".
El documento de los 19 curas que trabajan en las villas puede leerse
completo en
http://curasopp.com.ar/indexp.php
A continuación, un adelanto
:
La droga en las Villas: Despenalizada de hecho.
Miles de mujeres y de hombres hacen filas para viajar y trabajar
honradamente, para llevar el pan de cada día a la mesa, para
ahorrar e ir de a poco comprando ladrillos y así mejorar
la casa. Se va dando así esa dinámica linda que va
transformando las Villas en barrios obreros. Miles y miles de niños
con sus guardapolvos desfilan por pasillos y calles en ida y vuelta
de casa a la escuela, y de esta a casa. Mientras tanto los abuelos,
quienes atesoran la sabiduría popular, se reúnen a
la sombra de un árbol o de un techo de chapa a compartir
un mate o un tereré y a contar anécdotas. Y al caer
la tarde muchos de todas las edades se reúnen a rezar las
novenas y preparar las fiestas en torno a las ermitas levantadas
por la fe de los vecinos.
La contracara, el lado oscuro de nuestros barrios, es la droga
instalada desde hace años, quizás con más
fuerza desde el 2001. Entre nosotros la droga está despenalizada
de hecho. Se la puede tener, llevar, consumir sin ser prácticamente
molestado. Habitualmente ni la fuerza pública, ni ningún
organismo que represente al Estado se mete en la vida de estos
chicos que tienen veneno en sus manos.
Ante la confusión que se genera en la opinión pública
con la prensa amarilla que responsabiliza a la Villa del problema
de la droga y la delincuencia, decimos claramente: el problema
no es la Villa sino el narcotráfico. La mayoría
de los que se enriquecen con el narcotráfico no viven en
las Villas, en estos barrios donde se corta la luz, donde una
ambulancia tarda en entrar, donde es común ver cloacas
rebalsadas. Otra cosa distinta es que el espacio de la Villa –como
zona liberada- resulte funcional a esta situación.
La vida para los jóvenes de nuestros barrios se fue tornando
cada vez más difícil hasta convertirse en las primeras
víctimas de esta despenalización de hecho. Miles
arruinados en su mente y en su espíritu se convencieron
que no hay posibilidades para ellos en la sociedad.
Por otra parte profundamente ligado al tema de la droga se da
el fenómeno de la delincuencia, de las peleas, y los hechos
de muerte violenta (“estaba dado vuelta”). Esto nos
hace tomar conciencia de otro gran tráfico que hay en nuestra
sociedad que es el tráfico de armas, y que visualizamos
como fuera de control. Cuando vemos muertes causadas por menores
adictos, también nos preguntamos ¿quién es
el que pone el arma en manos de los menores? De este espiral de
locura y violencia las primeras víctimas son los mismos
vecinos de la Villa.
La destrucción pasó como un ciclón por las
familias, donde la mamá perdió hasta la plancha
porque su hijo la vendió para comprar droga. Estas familias
deambularon por distintas oficinas del Estado sin encontrar demasiadas
soluciones año a año. Toda la familia queda golpeada
porque su hijo está todo el día en la calle consumiendo.
Asombra ver como ese niño que fue al catecismo, que jugaba
muy bien en el fútbol dominguero, hoy “está
perdido”. Causa un profundo dolor ver que esa niña
que iba a la escuela hoy se prostituye para fumar “paco”.
La despenalización de hecho generó inseguridad
social. La raíz de la inseguridad social hay que buscarla
en la insolidaridad social. A poco que nos pongamos a la luz de
Palabra de Dios, descubrimos que como sociedad no nos hemos movilizado
suficientemente ante el hecho dramático del hambre de los
niños, que da lugar a adolescentes débiles física
y mentalmente. Con madres y padres angustiados sin trabajo o changas
mal remuneradas. A los que les resulta más difícil
entusiasmar a sus hijos con actividades en clubes y cursos o cualquier
otra forma positiva de ocupar el tiempo, ya que no cuentan con
el apoyo y el dinero necesario. Se generan así situaciones
infrahumanas aprovechadas a su vez, por los gananciosos distribuidores
de droga.
Como sacerdotes y vecinos de estas barriadas humildes, sentimos
la llamada evangélica de acompañar a aquellos niños,
adolescentes y jóvenes que en gran cantidad se encuentran
en este infierno de la droga y a la vez de exhortar a la conversión
a los que pisotean la dignidad de los mismos de esta inescrupulosa
manera, avisándoles que Dios y la Virgen les van a pedir
cuentas.
Ahora escuchamos hablar de despenalizar en el derecho el consumo
de sustancias. Nos preguntamos: ¿ministros y jueces conocen
la situación en nuestros barrios? ¿Han dialogado
con el hombre común de la Villa? ¿Se han sentado
a elaborar con ellos proyectos liberadores –la droga esclaviza-
o simplemente se piensa en implementar recetas de otras latitudes?
¿Cómo decodifican nuestros adolescentes y jóvenes
el mensaje: se puede consumir libremente, por ejemplo cocaína?
Algunas propuestas
Cuando un cura se acerca y saluda a los chicos y chicas que
están en los pasillos de consumo, en esos lugares de tristeza
y desesperación, recibe generalmente preguntas y pedidos
de este tipo: “¿Dios a mí me ama?” “¿Me
voy para arriba o para abajo?” “Padre me da la bendición
de Dios”. “¿No me ayuda a salir de este lugar?,
no aguanto más esta vida”…
Apoyándonos en el Evangelio de Jesús nosotros creemos
que cada persona es sagrada, cada una tiene una dignidad infinita,
ninguna vida está de sobra.
Por eso nos resistimos a mirar esta realidad social desde los
papeles de las estadísticas, desde los fríos números.
Desde esta perspectiva un adolescente que comienza hoy a consumir
paco, es sólo uno más. ¿Qué importancia
tiene esto si no afecta a los números y estadísticas
que aletargan nuestra conciencia y nuestro compromiso? Tal vez
esta mirada se inquieta si los números crecen demasiado,
nada más.
Nosotros queremos intentar mirar la realidad desde el corazón
de Dios. Es que Dios no quiere que ninguno de sus hijitos se pierda,
para todos quiere una vida plena.
Por eso sin ser expertos en la materia, aunque con cercanía
diaria con esta realidad, acercamos algunas propuestas-intuiciones
en base a las cuales estamos trabajando. De hecho en varias Villas
venimos transitando distintos caminos de prevención, recuperación
y reinserción; de acuerdo con cada realidad y con las posibilidades
que contamos.