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Buenos Aires, Argentina /
Fecha de Publicación:04/01/01 Fuente:Defensoríadel Pueblo de la Ciudad

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Campaña para prevenir las enfermedades de transmisión alimentaria

No te comas cualquiera

La Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lanzó una campaña de difusión bajo el eslogan No te comas cualquiera, destinada a prevenir las enfermedades transmitidas por alimentos (ETA), y que cuenta con el apoyo desinteresado de la cadena de hipermercados Carrefour y la cadena de multicines Cinemark, que distribuyeron en toda la ciudad -sin costo alguno para la institución- una serie de volantes y postales alusivas que tienen por objeto promover la manipulación segura de la comida en el hogar en base a las Cinco claves para la inocuidad de los alimentos enunciadas por la Organización Mundial de la Salud. Sobre 1.300 millones de casos anuales de diarrea aguda en menores de cinco años en el mundo, se calcula que el 70% es provocado por el consumo de alimentos en mal estado o agua contaminada.

Durante el tercer fin de semana de noviembre, Carrefour entregó el material gratuitamente a través de las 29 tiendas más importantes que posee en la Ciudad, y lo propio hizo Cinemark en los tres complejos que funcionan en Palermo, Puerto Madero y Caballito. Los afiches también serán dispuestos en los ámbitos públicos de la Ciudad: dependencias del Gobierno porteño, hospitales, centros culturales, escuelas, comedores escolares, bibliotecas, organizaciones sociales y barriales y otras instituciones.


Afiche No te comas cualquiera (hacé click en la imagen para ampliarla)

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren 1,8 millones de personas como consecuencia de enfermedades diarreicas, cuyo origen puede atribuirse en la mayoría de los casos a la ingesta de agua o alimentos contaminados. Por eso, una preparación adecuada de las comidas puede prevenir la mayoría de las enfermedades de transmisión alimentaria (ETA).

Los alimentos, en efecto, pueden ser riesgosos para la salud cuando son corrompidos por sustancias químicas tóxicas o por bacterias, virus, hongos o parásitos que se encuentran en las materias primas o que se adquieren en las distintas etapas de producción, transporte, elaboración, almacenamiento o distribución. Según su origen, las ETA pueden clasificarse en químicas (la contaminación con alcohol metílico en el caso del vino, por ejemplo) o biológicas (producidas, por citar un caso, por la presencia de Escherichia Coli).

Las ETA representan una grave amenaza para la salud, ya que afectan principalmente a los niños y niñas, a las mujeres embarazadas y a los adultos mayores. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), sobre 1.300 millones de casos anuales de diarrea aguda en menores de cinco años en el mundo, se estima que hasta el 70 % es provocado por alimentos o agua contaminada.

En el orden local, el Sistema de Información de Vigilancia Epidemiológica de Enfermedades Transmitidas por Alimentos (SIRVETA) señala que prácticamente el 40 % de los brotes de ETA reportados en la Argentina ocurren en el hogar. Por eso, Malena Stagnaro, vicepresidenta de la Asociación Argentina de Ingenieros de la Industria Alimentaria (AAIIA, ver entrevista), subraya algunas de las recomendaciones formuladas por la OMS para prevenirlas: “Elegir alimentos que hayan sido tratados en forma higiénica; cocinarlos a una temperatura superior a 80ºC; consumirlos inmediatamente -sin dejarlos a temperatura ambiente más de una hora y media- o guardarlos en la heladera; si ya fueron cocidos, no ingerirlos sin haberlos recalentado previamente; evitar el contacto entre alimentos crudos y cocidos para que no se produzcan contaminaciones cruzadas; lavarse las manos antes y después de cocinar; mantener limpias todas las superficies de la cocina y no dejar los alimentos al alcance de insectos, roedores y otros animales como perros o gatos”.

El Estado tiene una responsabilidad indelegable en esta materia, que debe reforzarse no sólo en lo que se refiere a la asistencia médica en hospitales y centros de salud sino a través de la prevención, para que los alimentos lleguen a los consumidores en condiciones adecuadas. El problema no se resuelve con un ejército de inspectores. Es necesario, al mismo tiempo, capacitar a los manipuladores de alimentos mediante cursos obligatorios que provean la habilitación necesaria para realizar esa tarea, tal como lo estipula la legislación local vigente en esta materia. A nivel mundial, se tiende a que las empresas que elaboran alimentos garanticen su calidad a través del autocontrol que ellas mismas ejercen, pero esto debe complementarse con una fiscalización adecuada por parte de las autoridades sanitarias y la elaboración de políticas de educación a través de programas de promoción y prevención en un área decididamente crítica.

“El ciudadano no puede salir con un termómetro a cuestas cada vez que compra un alimento, ni puede tener un microscopio portátil cada vez que va al supermercado”, puntualiza Silvia Vilanova, licenciada en Tecnología Industrial de los Alimentos y magíster en Salud Pública. “Es necesario que el Estado le garantice que cuando compra un alimento éste ha sido elaborado bajo estrictas normas de calidad que aseguren su inocuidad, y que ha sido cuidado en todas las etapas de la cadena alimentaria. Al mismo tiempo, resulta imperioso elaborar campañas públicas de divulgación específicas sobre esta temática para que los ciudadanos sepan cómo prevenir las ETA y, en el caso de que detecten alguna anomalía al adquirir o consumir un alimento, puedan ejercer sus derechos y hacer la denuncia o el reclamo ante la autoridad sanitaria correspondiente”.





 


 








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