Campaña para prevenir las enfermedades
de transmisión alimentaria
No te comas cualquiera
La Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires lanzó una campaña de difusión
bajo el eslogan No te comas cualquiera, destinada a prevenir las
enfermedades transmitidas por alimentos (ETA), y que cuenta con
el apoyo desinteresado de la cadena de hipermercados Carrefour
y la cadena de multicines Cinemark, que distribuyeron en toda
la ciudad -sin costo alguno para la institución- una serie
de volantes y postales alusivas que tienen por objeto promover
la manipulación segura de la comida en el hogar en base
a las Cinco claves para la inocuidad de los alimentos enunciadas
por la Organización Mundial de la Salud. Sobre 1.300 millones
de casos anuales de diarrea aguda en menores de cinco años
en el mundo, se calcula que el 70% es provocado por el consumo
de alimentos en mal estado o agua contaminada.
Durante el tercer fin de semana de noviembre, Carrefour entregó
el material gratuitamente a través de las 29 tiendas más
importantes que posee en la Ciudad, y lo propio hizo Cinemark
en los tres complejos que funcionan en Palermo, Puerto Madero
y Caballito. Los afiches también serán dispuestos
en los ámbitos públicos de la Ciudad: dependencias
del Gobierno porteño, hospitales, centros culturales, escuelas,
comedores escolares, bibliotecas, organizaciones sociales y barriales
y otras instituciones.
Afiche No te comas cualquiera (hacé click en la imagen
para ampliarla)
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS),
cada año mueren 1,8 millones de personas como consecuencia
de enfermedades diarreicas, cuyo origen puede atribuirse en la
mayoría de los casos a la ingesta de agua o alimentos contaminados.
Por eso, una preparación adecuada de las comidas puede
prevenir la mayoría de las enfermedades de transmisión
alimentaria (ETA).
Los alimentos, en efecto, pueden ser riesgosos para la salud
cuando son corrompidos por sustancias químicas tóxicas
o por bacterias, virus, hongos o parásitos que se encuentran
en las materias primas o que se adquieren en las distintas etapas
de producción, transporte, elaboración, almacenamiento
o distribución. Según su origen, las ETA pueden
clasificarse en químicas (la contaminación con alcohol
metílico en el caso del vino, por ejemplo) o biológicas
(producidas, por citar un caso, por la presencia de Escherichia
Coli).
Las ETA representan una grave amenaza para la salud, ya que afectan
principalmente a los niños y niñas, a las mujeres
embarazadas y a los adultos mayores. Para la Organización
Mundial de la Salud (OMS), sobre 1.300 millones de casos anuales
de diarrea aguda en menores de cinco años en el mundo,
se estima que hasta el 70 % es provocado por alimentos o agua
contaminada.
En el orden local, el Sistema de Información de Vigilancia
Epidemiológica de Enfermedades Transmitidas por Alimentos
(SIRVETA) señala que prácticamente el 40 % de los
brotes de ETA reportados en la Argentina ocurren en el hogar.
Por eso, Malena Stagnaro, vicepresidenta de la Asociación
Argentina de Ingenieros de la Industria Alimentaria (AAIIA, ver
entrevista), subraya algunas de las recomendaciones formuladas
por la OMS para prevenirlas: “Elegir alimentos que hayan
sido tratados en forma higiénica; cocinarlos a una temperatura
superior a 80ºC; consumirlos inmediatamente -sin dejarlos
a temperatura ambiente más de una hora y media- o guardarlos
en la heladera; si ya fueron cocidos, no ingerirlos sin haberlos
recalentado previamente; evitar el contacto entre alimentos crudos
y cocidos para que no se produzcan contaminaciones cruzadas; lavarse
las manos antes y después de cocinar; mantener limpias
todas las superficies de la cocina y no dejar los alimentos al
alcance de insectos, roedores y otros animales como perros o gatos”.
El Estado tiene una responsabilidad indelegable en esta materia,
que debe reforzarse no sólo en lo que se refiere a la asistencia
médica en hospitales y centros de salud sino a través
de la prevención, para que los alimentos lleguen a los
consumidores en condiciones adecuadas. El problema no se resuelve
con un ejército de inspectores. Es necesario, al mismo
tiempo, capacitar a los manipuladores de alimentos mediante cursos
obligatorios que provean la habilitación necesaria para
realizar esa tarea, tal como lo estipula la legislación
local vigente en esta materia. A nivel mundial, se tiende a que
las empresas que elaboran alimentos garanticen su calidad a través
del autocontrol que ellas mismas ejercen, pero esto debe complementarse
con una fiscalización adecuada por parte de las autoridades
sanitarias y la elaboración de políticas de educación
a través de programas de promoción y prevención
en un área decididamente crítica.
“El ciudadano no puede salir con un termómetro a
cuestas cada vez que compra un alimento, ni puede tener un microscopio
portátil cada vez que va al supermercado”, puntualiza
Silvia Vilanova, licenciada en Tecnología Industrial de
los Alimentos y magíster en Salud Pública. “Es
necesario que el Estado le garantice que cuando compra un alimento
éste ha sido elaborado bajo estrictas normas de calidad
que aseguren su inocuidad, y que ha sido cuidado en todas las
etapas de la cadena alimentaria. Al mismo tiempo, resulta imperioso
elaborar campañas públicas de divulgación
específicas sobre esta temática para que los ciudadanos
sepan cómo prevenir las ETA y, en el caso de que detecten
alguna anomalía al adquirir o consumir un alimento, puedan
ejercer sus derechos y hacer la denuncia o el reclamo ante la
autoridad sanitaria correspondiente”.