REFERENTE
DE LA OTRA IGLESIA CATÓLICA
Falleció el cura villero Rodolfo
Ricciardelli
Fue uno de los fundadores del Movimiento de Sacerdotes para
el Tercer Mundo. El fin de semana fue internado en el sanatorio
CEMIC por una descompensación. Hace años que padecía
cáncer de medula. Este domingo una infección provocó
su muerte.
El cura de la Villa 21-24 de Barracas, José "Pepe"
Di Paola" así recordó a su amigo: "Su
fe, su fuerza, lo hizo durar mucho más y hasta último
momento estuvo con nosotros, los curas villeros. Nos deja su cristianismo
popular, el amor al pueblo, y además un rayo de santidad",
, quien comentó que el histórico cura del Bajo Flores,
antes y durante la última dictadura militar, Rodolfo Ricciardelli,
seguía involucrado con los villeros a tal punto que el
viernes estuvo "en el barrio la capilla Itatí y también
firmó la carta contra el plebiscito" sobre villas
que proyecta el jefe de Gobierno, Mauricio Macri.
Ricciardelli, de 69 años, es recordado por ser uno de
los fundadores del Movimiento de Curas para el Tercer Mundo, participó
de la vuelta definitiva de Juan Domingo Perón del exilio,
y peleó duramente y casi en soledad contra los desalojos
ordenado por la dictadura militar en el Bajo Flores.
Desde 1973 Richard (apodo por el que se lo conocía) vivía
en la Villa 1-11-14 del Bajo Flores. Allí Vernazza, otro
cura villereo, había levantado unos años antes la
Parroquia María Madre del Pueblo, sobre la avenida Perito
Moreno y Cruz, en la que hasta hace poco Ricciardelli continuaba
dando misa. Durante la dictadura militar, el intendente Cacciatore
aplicó el método de las topadoras para deshacerse
de los barrios precarios de la Capital, denominados villas de
emergencia.
El cura resistió junto a un grupo de vecinos los violentos
desalojos, evitando que levantaran el barrio entero. En ese contexto
cinco catequistas de la parroquia fueron desaparecidos. Entre
ellos, Mónica Mignone, hija del fundador del Centro de
Estudios Legales y Sociales, Emilio Mignone, uno de los principales
organismos de derechos humanos de nuestro país.
Los pobres lloran su pérdida. Es el caso de Esther, una
joven de veinte años nacida en la villa e hija de jujeños
que se conocieron en la iglesia María Madre del Pueblo.
"Todavía no puedo creer lo del cura. Lo trajeron a
la 1 de la madrugada (del lunes). Mucha gente lo esperaba y todos
lloraban. El cura a la gente que le robaba la protegía.
Iba a la casa de los chorros y le hacia devolver las cosas",
relató a este medio Esther que vive en la manzana 7 y desde
allí vio como a este cronista y otro colega unos pobres
adictos les robaban los celulares.
Ricciardelli fue velado a cajón abierto y con una remera
y bandera del Club Boca Juniors a sus pies. Lo rodeaban fotos
suyas y otra del cura asesinado por la Triple AAA, Carlos Mugica.
Las misas en su homenaje eran constantes, se repitieron una tras
otras, y las dieron monaguillos suyo notablemente emocionados
como los curas villeros de otras parroquias.
La humilde iglesia, que además tiene comedor y jardín
maternal, concentra gran parte del crisol de familias que vivien
en la villa. Se ven ofrendas con banderas de otros paises, Bolivia
por ejemplo, como así virgenes y jesús negros.
Zonas de no derecho
"En esos distritos de aura demoníaca donde se acumulan
y agravan las dificultades viven los parias urbanos del cambio
de siglo", señala el sociólogo francés
Loïc Wacquant en su obra Los condenados de la ciudad (Siglo
XXI Editores). Allí analiza las causas estructurales de
la marginalidad urbana, tomando de casos testigos un gueto de
Chicago y un barrio de un suburbio industrial de París.
Wacquant, discípulo de Pierre Bourdieu, marca las diferencias
y similitudes entre estos dos casos, pero también con las
favelas de Brasil o las villas argentinas.
Para el autor, estos lugares estigmatizados concitan una atención
desproporcionadamente negativa de parte de los medios, de los
políticos y de los funcionarios estatales: "Se los
conoce como las 'zonas de no derecho', 'los sectores en problemas',
los barrios 'prohibidos' ó 'salvajes' de la ciudad, como
territorios de privación y abandono a los que se debe temer,
de los que hay que huir y es necesario evitar pues constituyen
focos de violencia, vicios y disolución social".
Los curas villeros coinciden en las críticas a medios
y funcionarios. "Vivir en la villa nos hace comprender, entender
y valorar la vida en ella de manera distinta a lo que se escucha
en el periodismo amarillo, que parece sugerir que las villas son
las causantes de la mayoría de los problemas de nuestra
querida Buenos Aires", señalan. Y se quejan de "la
excesiva mediatización del gobierno y organismo a través
de los punteros barriales", que ha generado a lo largo de
los años "el gran desconocimiento de la villa y de
su cultura".
El equipo de curas villeros arrancó con
su labor a fines de la década del 60. Fueron una consecuencia
del sismo que, en 1967, generó el manifiesto de dieciocho
obispos de América Latina, África y Asia encabezados
por el brasileño Helder Cámara: en el documento
reivindicaban al socialismo como más cercano al Evangelio
que el capitalismo. Nacía así el movimiento
de curas tercermundistas que, junto
con los villeros, serían legitimados por la Iglesia Católica
en 1969.
Fuente : Noticias Urbanas / http://www.diariomardeajo.com.ar/laotraiglesiacatolicaloscurasvilleros.htm