LA REPUBLICA
DE LUIS LUCHI
Te espero en Ávalos y Berlín...
Por Lilian Garrido
Buenos Aires, enero 2001
Teníamos varias cosas en común. Nos gustaba juntarnos
a charlar hasta altas horas de la madrugada: la noche, en Buenos Aires
y en Barcelona, es más apta para que fluyan los pequeños
y grandes temas. Leíamos hasta el hartazgo (él mucho
más que todos nosotros).
La literatura -sobre todo la poesía-, ocupaba un lugar importante
en nuestro temario. Lo que más me interesaba escuchar, sin
embargo, era el enorme anecdotario que rodeaba cada poema, cada edición,
cada nombre. Para todo y para todos había un contexto, una
referencia. Y era entonces como revisar la historia, la universal
y la cotidiana, la oficial y la secreta. Paseábamos por el
mundo sin movernos de esa mesa de café, sin salir del comedor
de su casa o de la mía.
Por las rendijas de la interminable conversación se filtraban
sus análisis políticos, su visión de las cosas.
Nunca lo escuché hablar mal de nadie, quizá porque su
infinita bondad le permitía comprenderlo todo y si la cosa
se prestaba para una opinión adversa, su ironía la disimulaba.
Me acuerdo del día en que le mostramos una foto de Paco Urondo
en Cuba, alIado de un retrato de José Martí. "Ah,
sí. A ellos les gustaba sacarse esas fotos importantes",
fue el único comentario.
Había nacido en Buenos Aires el 11 de octubre de 1921 pero
se mantuvo siempre más joven que todos y por eso nos acercábamos
a pedir opinión o consejo o simplemente a buscar sus oídos
atentos y su palabra amiga. Era un sabio. Su sabiduría radicaba
más que en los conocimientos que le habían dado sus
lecturas yexperiencias de vida, en su sencillez y humildad sin límites.
Enemigo de los homenajes y las fajas de honor, nunca conocí
a nadie tan sinceramente desinteresado por los premios, tan ajeno
al lobby. Habíamos crecido enel mismo barrio y esa denominación
de origen nos hacía indestructibles. Parque Chas no tenía
secretos para nosotros y mucho menos para ellos, una buena barra,
que había pasado de las calles de tierra al asfalto casi sin
darse cuenta. Ir de Cádiz y Victorica a Bauness y Bauness era
sólo caminarcien metros.
En otro barrio hubiera sido una línea recta, pero en el nuestro
es todo curvo y ondulante, como las caderas de las musas de Pedro
Gaeta. Esa distancia tan corta se transformaba en un "viaje"
en sentido griego, un camino de aprendizaje. En uno de mis viajes
aprendí, Luchi me enseñó, que el trabajo debe
ser remunerado; en otro, me llevé a Hemingway bajo el brazo;
en otro, supe que el conocimiento es una tarea sin fin. . .
Una vez a mi hermano, entonces un pibe, se le había ocurrido
leer la Biblia. "Tenés que pedirle permiso a tu papá,
porque tiene algunas partes pornográficas". Papá,
que nunca la había leído, se sorprendió con la
advertencia.
No había motivos para prohibir su lectura, pero si Luchi lo
observaba. . . Había hacia Luchi cierta veneración y
respeto. El propio Roberto Santoro, íntimo amigo, en un reportaje
que le hizo y que quedó registrado, por momentos preguntaba
con excesivo cuidado.
Era, por otra parte, complicado lograr una entrevista: su modestia
-sincera, nuncafalsa-, lo ubicaba en una situación incómoda
cuando se sentía centro. Era orgulloso, sin embargo, de su
trabajo de poeta y muy cuidadoso de suspublicaciones. He estado toda
una tarde junto a él corrigiendo las pruebas de Fuera del margen
y, me consta,tenía en claro cada verso, cada palabra.
Para la edición de Amores y poemas en Parque Chas, seleccionó
y envió los poemas desde Barcelona, eligió el título,
revisó las pruebas que le llegaron por correo y nos las reenvió
a la semana siguiente con algunas aclaraciones ad hoc. Un modo de
mostrarnos que en su elección por el ocio -ocio creador, se
entiende-, había responsabilidad y respeto por la gente.
Por lo demás, es un error creer que Luchi se desentendía
de las ediciones: en la medida de sus posibilidades, manteniendo un
estilo "porteño por la sutileza", seguía de
cerca el asunto. Sin dudas, faltó un agente literario que viera
en sus escritos valiosa mercancía. No faltaron en cambio amigos
-tenía a montones-, que valoraran su poesía.
Su primer libro, El obelisco y otros poemas, fue publicado porque
el escritor Juan José Manauta, entonces director de Signo,
se había entusiasmado con los poemas de Luchi, quien trabajaba
como vendedor viajante para esa editorial. Desde la publicación
de El obelisco..., en 1959, hasta Poemas y pinturas (1999), fueron
40 años dedicados a la poesía.
Trece libros aparecidos en la Argentina y cinco en España,
además de los tres discos y el compact disc donde quedó
registrada su voz, hablan de una producción vasta y muestran
un universo poético donde absolutamente todo tiene cabida.
En su casa de Bauness y Bauness -Bauness entre Bauness y Atenas, para
ser más precisa-, era fácil encontrar a Luchi durante
el día, sentado en una habitación tapizada con libros
del piso al techo, leyendo o escribiendo. Papá había
ido a visitarlo una mañana y ahí estaba, muy concentrado
en la lectura de una novela: -¡Hola, Luchi!, ¿qué
está leyendo? -Los Karamazov.-¡Dostoievski!. Yo la leí
hace mucho. . .-Yo la leí cinco veces. -¿Qué
le parece? -¡Una porquería!
Los domingos a la mañana podía vérselo en la
plaza (la placita del Trébol, por supuesto), hamacando a sus
nietos. Por las noches había que buscarlo en algún bar
de la avenida Corrientes o sus alrededores o en algún acto
de homenaje a o de solidaridad con o en la presentación de
algún libro -propio o ajeno-, o en una lectura de poemas o
en la inauguración de una muestra o simplementecaminandopor
ahí, recorriendo librerías o disfrutando de los colores
y olores de Buenos Aires. Difícilmente anduviera solo.
Era habitué del bar Ramos -cuando el Ramos era el Ramos-, de
El Estaño de Talcahuano y Corrientes -al que habían
bautizado "El Gardelito"-, y del viejo Bachín, la
cantina que estaba sobre Sarmiento, casi esquina Montevideo. Solía
ir a La Paz, Los Pinos y La Academia, también.
En Parque Chas, tenía su "despacho" en el bar de
Triunvirato y La Pampa. Le gustaban los bares a la vieja usanza y
una de las cosas que más lo había tocado fue descubrir,
en una de sus venidas a Buenos Aires, la impersonalidad que habían
adquirido los boliches, todos iguales, con sus luces de neón
y mesas de fórmica. Gran caminante, conocía Buenos Aires
mejor que cualquier porteño y Barcelona mejor que cualquier
catalán.
Ese andar observándolo todo, en sus mínimos detalles,
le daba material para sus poemas. Su observación del habla
popular, de las costumbres, de las pequeñas y grandes cosas
de la vida, su percepción del alma humana y su conocimiento
de la historia, lo colocaban en una situación de privilegio.
Cuando a fines de 1975 decidió irse a Barcelona, en barco,algunos
amigos organizaron la cena de despedida en la cantina Chicho, de Plaza
y Zárraga. Roberto Santoro, tras haber comido los tallarines
y albóndigas de rigor, especialidad de la casa, se puso de
pie, leyó un "discurso" optimista y le entregó
obsequios preciosamente preparados para la ocasión: un boleto
de tranvía y una bolita cachuza.
Nadie pensaba en el adiós, pero todos intuíamos -situación
política mediante-, una larga ausencia.Contra todos los pronósticos,
Luchi quedó anclado en Barcelona. Vino unas cuantas veces a
Buenos Aires pero su idea de volver para siempre quedó incumplida.
Tenía, eso sí, estrategias que irremediablemente lo
traían al barrio. Repetía hasta el cansancio que el
dedo de la estatua de Cristóbal Colón, erigida en el
puerto de Barcelona, señalaba Parque Chas.
Siendo consciente, además, de la personalidad del barrio y
como buen anarquista, la fundación de la República Independiente
de Parque Chas se había transformado en un objetivo a corto
plazo. Decía que sobre Pampa, "nuestro río navegable",
debíamos anclar los barcos para defendernos de los ataques
de Villa Urquiza. Había elaborado numerosas tácticas
militares, envidia de los mejores estrategas, para sorprender al enemigo
en esa especie de tela de araña, contándose entre las
más eficaces la cita en Ávalos y Berlín. . .
Una noche, desde el balcón de su departamento de Victorica
y Pampa, atalaya de la República, me señaló los
puntos estratégicos para la ubicación de los francotiradores.
Esa misma noche y en ese mismo balcón, me confesó la
tristeza que le producía regresar a España. "¡Y
justo ahora te ponés melancólico! . Pensá que
vas a hacer un trámite y volvés", le dije. "¡Eso!
-me respondió-. ¡Sí señor!. Voy a arreglar
unos asuntos con mi notario y vuelvo".
La última vez que estuvo por estos pagos fue en 1995, cuando
se presentó su libro Jardín Zoológico. En Barcelona
fue siempre un porteño más. Nunca abandonó el
mate ni la vida de boliches. Siguió escribiendo en español
rioplatense (en Resumen del futuro publica "Vida rea", poema
lunfardo que pocos catalanes habrán entendido). Siguió
participando activamente de toda causa que considerara justa.
Allá -24 años no es poco-, se hizo su lugar (no muy
diferente del de acá). Los poetas jóvenes lo respetaban
y admiraban y prueba de esto es el homenaje que le hicieron en las
Ramblas, hace algunos años. Tan desinteresado por ser centro
de nada (no desagradecido, ¡cuidado!), el día que tenía
que leer dejó los poemas en su casa y hubo que ir a buscarlos.
Pero así era Luchi y por eso lo queríamos.
Haciéndole un corte de manga a las leyes de la naturaleza lo
creíamos inmortal. Sabíamos de sus problemas cardíacos,
de su fatiga, de su internación en el Hospital del Mar y de
su resistencia a la internación. Sabíamos de sus años
de alcohol y cigarrillo. Sabíamos muchas cosas pero la convicción
de su inmortalidad era más fuerte.
Por eso, cuando el 21 de octubre de 2000 me llamaron paradecirme que
había muerto, no pude más que despedirlo con un ¡Parque
Chas libre o muerte!, en un esperanzado intento de confirmar que la
República Independiente de Parque Chas seguía en pie.
Algunas consideraciones sobre la poesía de Luis Luchi.
Contexto
Para ubicarnos en tiempo y espacio, digamos primero que Luis Yanischevsky,
hijo de inmigrantes rusos, nació en Buenos Aires, en Villa
Crespo, el 11 de octubre de 1921. A los cinco o seis años
de edad se mudó con su familia a Parque Chas y ése
fue su barrio.
En esos tiempos, Parque Chas era geográficamente un potrero
con unas pocas casas dispersas y, étnicamente, un crisol
de razas: rusos, polacos, italianos, españoles, turcos, alemanes
y, por supuesto, criollos, compartían los mismos límites.
Luchi fue creciendo junto con el barrio, conviviendo con las
distintas lenguas y costumbres (poema "Che, turco"), quizás
influido por su propia familia, militó activamente en el
Partido Comunista y fue evolucionando hacia el anarquismo (les diré
/ tratando de no hacer mal a nadie / préstenme las obras
de Kropotkin / que tengo ganas de leer).
Trabajó como obrero gráfico en editorial Atlántida,
como vendedor viajante de libros para las editoriales Signo, del
PC, y Raigal, de la UCRI, hasta que se convenció de que el
mundo del ocio era más gratificante y decididamente menos
alienante que el del negocio ya partir de esa evidencia se dedicó
de lleno a la poesía.
Tanto por elección como por convicción, se mantuvo
siempre al margen de la cultura oficial. Esta "marginalidad"
lo apartó de las academias, los claustros universitarios
y los suplementos literarios de los principales diarios del país.
Lo acercó, en cambio, a grupos literarios más populares,
que optaban por los cafés como punto de reunión y
los clubes de barrio o entidades similares como lugares de acción.
En los años '60 participó activamente en El Matadero,
grupo de cuentistas cuyo nombre rendía homenaje al relato
de Esteban Echeverría, considerado el primer cuento argentino.
El grupo se reunía en el café El Estaño, de
Talcahuano y Corrientes, al que habían renombrado "El
Gardelito" y estaba integrado por Guillermo Cantore, BIas Raúl
Gallo, Nenina Caro, Mario Lesing, Arminda Ralesky y Lubranolas,
entre otros.
El Matadero se proponía publicar a jóvenes que escribieran
con sentido popular y, para tal fin, crear una editorial con selección
oral y pública de cuentos. Nuevo Teatro les prestó
varias veces la sala donde integrantes del grupo leían sus
relatos y el público, convertido en una especie de asamblea,
definía la publicación con su aprobación o
su rechazo.
"El brasilerito", único cuento publicado por Luchi,
apareció en la antología Cuentistas argentinos contemporáneos,
editada por El Matadero en 1961.
Entre paréntesis: como un saludo a sus compañeros
narradores, los libros Resumen del futuro y Mishiadura en las dos
ciudades , publicados en Barcelona en 1984 y 1993, respectivamente,
fueron editados por Ediciones del Escorxador, palabra ésta
que en catalán significa "matadero", aunque el
homenaje se limitó sólo al nombre, ya que el espíritu
de participación y polémica se había perdido.
Volviendo a los '60, merecen por lo menos ser mencionados los interminables
asados en la casa de Enrique Wernicke, en Olivos, donde se juntaban
poetas y escritores, generalmente los sábados y hasta bien
entrado el domingo, para hacer honor a la literatura y el vino.
A fines de los '60 y en los 70, junto con el poeta Roberto Santoro,
el músico Eduardo Rovira y el artista plástico Pedro
Gaeta, formó el grupo Gente de Buenos Aires.
Además de una gran amistad, compartían el sentido
social
y la necesidad de realizar actividades culturales como parte de
la revolución que llevaban adelante.
Buscando la mayor participación posible y con la idea de
integrar a los artistas con el público ya las artes entre
sí, Gente de Buenos Aires decidió que los clubes de
barrio, las sociedades de fomento y las escuelas eran los escenarios
ideales para desarrollar su propuesta.
El grupo realizó también una actividad editorial intensa
y, gracias a ella, la voz de Luchi quedó registrada en el
disco simple tango de música a lo lejos y su letra impresa
en los libros Los rostros, Poemas (1946-1955) y La pasión
sin Mateo.
Por otra parte, en varios
de los libros de Luchi, participan
artistas plásticos: El ocio creador está ilustrado
por Miguel
Dávila; La vida en serio y Los rostros, por Pedro Gaeta;
Mishiadura en las dos ciudades por argentinos y catalanes:
Joan Alonso, Raúl Capitani, Héctor Cattolica, Roberto
Duarte, Pedro Gaeta, René Langlois, Marie Ange Margall, Miguel
Ratto "Kinoto", Luis Suvervil y Carlos Terribili; Contestarse
a sí mismo en el canto, por Oscar Grillo; Poemas y Pinturas
por Miguel Ratto "Kinoto".
Para seguir en esta línea de participación e integración,
en Amores y poemas en Parque Chas colaboran tres plásticos,
los tres de Parque Chas -por nacimiento o por adopción-:
Pedro Gaeta, Hugo Griffoi y Juan Carlos Ferrero.
Precisiones más, precisiones menos, hay que ubicarlo en
la vertiente políticamente más comprometida de la
generación poética del '60.
Más allá del partido o facción donde cada uno
estuviera o militara, todos creían, Luchi el primero, en
la revolución social. y si bien él era mayor que los
muchachos de dicha generación, empieza a publicar en aquellos
años. Hay, por otra parte, temas comunes: la ciudad, el barrio,
el tango, las luchas sociales, la admiración por César
Vallejo y Vladimir Maiacovski. El estilo coloquial es otra característica
compartida.
Texto
Decir que el estilo de Luchi es coloquial es decir muy poco si no
se hacen algunas salvedades. Es coloquial el estilo de Humberto
Costantini, de Roberto Santoro, de Roberto Juarroz y de María
Elena Walsh, para poner ejemplos de un lado y del otro. Es en el
uso que hace del lenguaje donde su voz se diferencia dentro de la
corriente coloquial y donde se nota la búsqueda -y el logro-
de un estilo propio.
El coloquialismo se advierte, por ejemplo, en el uso del voseo,
el imperativo y una sintaxis a veces descuidada. Pero hay muchos
otros componentes que distinguen la voz de Luchi como personal y
única.
Voz que, por otra parte, adopta distintos tonos: el tono admonitorio
de "Instrucciones para el hospital Tornú", contrasta
con el nostálgico de "Lugar donde se nació"
o "Final de la casa" y/o con el jocoso de "Cerrado
por duelo".
Los paralelismos, enumeraciones y acumulaciones abundan en su poesía.
El divertido poema "Tercero en discordia", del libro La
pasión sin Mateo (1976) es un in crescendo de insultos que
terminan incluyendo al lector como árbitro.
En "Festejando el triunfo", de Resumen del futuro (1984),
asume la voz colectiva al acumular frases hechas tomadas del acervo
popular. Otro tanto ocurre en "El espiante (en gran forma)",
de Vida de poeta (1966), aunque aquí la irónica enumeración
de clisés termina con un sentencioso los grandes destinos
/ esperarán un poco más.
Su discurso poético se nutre de clisés, jergas, expresiones
populares y voces lunfardas. Luchi ha escrito algunos poemas lunfardos
("El cana Manopla"), pero además palabras lunfardas
aparecen con frecuencia y naturalidad en sus versos.
Esto es un ingrediente de su coloquialismo pero además de
la porteñidad que tiñe toda su poesía. Desde
su primer libro, El obelisco y otros poemas ( 1959), se perfila
como un poeta ciudadano, especialmente de la ciudad de Buenos Aires.
La ciudad está presente como espacio fisico y también
como espacio lingüístico. Luchi escribe -esto es obvio-
en español "porteño".
El uso del voseo, el lunfardo, el mundo referencial de las comparaciones,
el sentido del humor -muchas veces irónico y hasta sarcástico-,
las sutilezas y, sobre todo, el modo de decir, remiten al español
que hablamos en Buenos Aires.
Otro elemento destacable y que apunta en esta dirección es
la intertextualidad: sus versos se cruzan a menudo con citas de
letras de tango (disminuyendo víctimas de helicópteros
/ masacres, soledades, lunas / y más allá la inundación)
o de algún otro poeta.
Pero también el cruce se produce con expresiones del habla
popular, que se mezclan entre sus versos y funcionan como propias:
la viuda es hija del barrio / su primogénita ligera de cascos
arrepentida. Con los refranes ocurre lo mismo: "Canto de pescadores",
de Ave de paso (1973), está armado sobre la descomposición
y recomposición de refranes relacionados con el río
y la pesca ("a río revuelto, ganancia de pescadores",
"el pez por la boca muere, " cuando el río suena...",
etc.).
El sentido del humor y la
ironía de Luis Luchi merecen ser resaltados, tanto en su
vida como en su obra. En "Cerrado por duelo" sintetiza
una situación que parece extraída de un monólogo
de Niní Marshall. Pero sus humoradas alcanzan el clímax
con El muerto que habla (48 penúltimos poemas) - Poemas cortos
de genio (1970), dos libros en uno, invertidos.
Hay un humor más sutil, entre líneas, como cuando
dedica "Belgrano mi general" al historiador Grosso chico,
aludiendo al rematador Gerónimo Grosso, encargado de la venta
de los lotes de Parque Chas y al ilustrador Fortuny, algunas de
cuyas obras ilustran el Curso de historia nacional del sí
historiador Alfredo B. Grosso.
Lejos de ser original, ya que estas experimentaciones discursivas
las hacían los surrealistas a principios del siglo XX, Luchi
aprovecha el espacio para desplazamientos de texto ("Algunos
preguntaban si era poeta. . . " o "Todo a veinte, años
después"), mezcla palabras con símbolosmatemáticos
y hasta incluye un pentagrama, como en " Háblenos de
su pasado" , del libro Fuera del margen ( 1992) .
Pero el surrealismo se filtra por otro lado, como cuando en "Algunos
preguntaban si era poeta. . . " de repente dice Levantaban
la tapa del piano / y me dejaban pasar .
Luis Luchi reivindica las
cosas más simples para la poesía: herramientas de
trabajo o una gota de lluvia que cae sobre un paraguas pueden ser
materia para sus poemas. En su poesía, sustantiva y directa,
tienen cabida todos los temas,desde los más vulgares hasta
los universales, como la amistad y el amor.
Hay poemas que son casi una instantánea de situaciones cotidianas
("Cerrado por duelo"), un cuadro de costumbres ("Belgrano
mi general"; "Che, turco"). "Yo escribo para
decir cosas que tienen que ver con un pensamiento y con una propuesta
-dijo en una oportunidad-. No estoy con el artepurismo ni tengo
nada que ver con la Torre de Marfil. Mi poesía se dirige
al hombre. En este mundo poético donde todo, absolutamente
todo, puede ser materia del poema, el
centro es el hombre y sus dichas y desdichas cotidianas".
Una de las maneras de captar
los sufrimientos y alegrías
del hombre es mediante sus propias experiencias: el poeta
viaja, camina, recorre la ciudad, observa situaciones desde
la ventanilla del tren y después poetiza lo vivido.
Este motivo del homo viator, otra constante en la poesía
de Luchi, puede verse en "Maneras de empezar una conversación",
pero está más claramente expresado en "Caminando
despacio", de El ocio creador (1960), por citar sólo
dos ejemplos.
Son también producto
de su poder de observación y de
su permeabilidad a todo lo humano, poemas como "Los
apellidos y las profesiones", de El obelisco y otros poemas,
o "Los nombres y el amor", de Poemas cortos de genio (1970),
estructurados sobre la sucesión onomástica y destacables
por su humor e ironía.
Podemos citar asimismo "Admiración por los próceres",
de ¡Gracias, Gutenberg! (1980), donde la acumulación
de nombres de calles, cada una con la reflexión o comentario
que desata en el poeta, muestra que la ironía como rasgo
de estilo es una de las formas de su espíritu contestatario.
En éste, su último libro, Luis
Luchi vuelve al barrio. Es exagerado hablar del "periplo del
héroe" pero hay, sí, un círculo que se
cierra. El tono de Amores y poemas en Parque Chas. está mucho
más emparentado con el de El obelisco y otros poemas que
con el de Jardín zoológico (1995) o Poemas y Pinturas
( 1999) .
El barrio está plasmado en escenas ("Cerrado por duelo",
"Relaciones de la familia Chas con mi familia y la de los vecinos",
"Che, turco", "Once pepinos fóbal club")
o en pormenores como los nombres de las calles o la inundación
que las lluvias producen en la calle Pampa.
No hay, nunca las hubo, descripciones de Parque Chas, quizá
porque importan más la escena y los actores que el escenario.
A lo mejor también por este motivo, en algunos poemas escritos
en España, Buenos Aires y Barcelona se encuentran en pequeños
detalles (el nombre de una calle, una línea de colectivo,
un parque...). Por último, el Parque Chas de Luchi es el
de su niñez y adolescencia, el del recuerdo. ¿Paraíso
perdido? Su manera de afirmar de aquí soy, aquí me
quedo.
El
señor Chas y el señor Grosso Pedro Gaeta |
El
poeta en Parque Chas
Pedro Gaeta |
|
|
Relaciones de la Familia Chas con mi
familia y la de los vecinos. Luis Luchi
Me gustaría empezar por ellos
para que no me duela tanto
por haber sido niño de acción
con los materiales del río de la luna,
de las obras en construcción
y los días calurosos en que se vivía
y no se dejaba vivir.
Hijos dilectos de la calle
consagrados a crecer
con los cuatro elementos
y la escarcha que congelaba el barro.
Allí se clavaron banderas invencibles
hacia todos los sentidos del paraíso
cambiando los trapos por zapatos
en los Incas y Triunvirato
para que Ramón el portero
nos dejara entrar en la escuela.
El Pampero que apagaba las mechas,
alumbrados a kerosén.
El agua que llovía de arriba
y de abajo cuando Pampa
nuestro río navegable
inundando los pozos ciegos
y los mates se tomaban con agua hervida.
El fuego rimaba con carbón,
los que después fueron árboles
crecían a la par de nuestra estatura,
dejándonos abajo,
reforzados con alambre
se convertían en cercos
para que cada familia
tuviera sus peleas privadas.
Bosque de cardos, abrojitos,
yuyos altos estimulando zoologías inclasificables,
cortina protectora de miradas curiosas
de su función de servicios y violaciones.
Cuánta, Dios, cuánta pureza, dios, cuánta.
Y cómo llegar grandes
apoyados en ladrillos de canto
señores Grosso Toscanos Avanti La Estrella
que en vez de convertirnos
en su mano de obra barata
nos tomábamos el tranvía siete
y volvíamos a veces de visita
y agitados y tarde
a los velorios de los abuelitos.
Obra publicada
Luis Luchi publicó en la Argentina trece libros: El obelisco
y otros poemas (Buenos Aires, Signo Publicaciones, 1959), El ocio
creador (Buenos Aires, Ediciones Stilcograf, 1960), Poemas de las
calles transversales (Buenos Aires, Editorial Salamanca, 1964), La
vida en serio (Buenos Aires, Editorial Stilcograf, 1964), Vida de
poeta (Buenos Aires, A.Burnichon Editor, 1966), El muerto que habla
(48 penúltimos poemas) -poemas cortos de genio (Buenos Aires,
Ediciones Buenos Aires Leyendo, 1970), Ave de paso (Buenos Aires,
Ediciones Noé, 1973), Los rostros (Buenos Aires, Ediciones
Gente de Buenos Aires, 1973), Poemas 1946-1955 (Buenos Aires, Editorial
Papeles de Buenos Aires, 1976), La pasión sin Mateo (Buenos
Aires, Ediciones Gente de Buenos Aires, 1976), Antología poética
(Rosario, Santa Fe, Editorial Fundación Ross, 1986), Fuera
del margen (Buenos Aires, Utopías del Sur, Cuadernos de Poesía
Labio partido, 1992), Jardín Zoológico (Buenos Aires,
Ediciones Último Reino, 1995).Y dos discos: Tango de música
a lo lejos (Simple. Ediciones Gente de Buenos Aires, 1966. Poemas
y voz: Luis Luchi. Música e intérprete: Eduardo Rovira.
1lustración de tapa: Pedro Gaeta) y Antología por mí
(Larga duración. Poemas y voz: Luis Luchi. Producción
y realización: Buenos Aires Oyendo, 1969).
En España:
¡Gracias, Gutenberg! (Barcelona, La lira argentina, 1980. Edición
auspiciada por la Casa Argentina en Cataluña), Resumen del
futuro (Barcelona, Ediciones del Escorxador, 1984), Mishiadura en
las dos ciudades (Barcelona, Ediciones del Escorxador, 1993) , Contestarse
a sí mismo en el canto (Barcelona, Ediciones Bajo El Poncho1997),
Poemas y pinturas (Poemas de Luis Luchi y pinturas de Miguel Ratto
"Kinoto".
Barcelona, Save As, 1999). Disco / Cassette: A medio hacer todavía
(Larga duración. Jorge Sarraute, Alberto Szpunberg, Luis Luchi.
1982). Compact Disc : Todos se dan vuelta y miran. Poetas argentinos
en BCN. (Barcelona, 1999. Poemas y voces: Susana Drangosch, Andrés
Ehrenhaus, Jonio González, Luis Luchi, Alberto Szpunberg. Música:
Jorge Sarraute. Poemas musicalizados interpretados por el grupo Vox
Populi). |
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