Ni Una Menos
Las movilizaciones populares marcan trazas en la historia tanto en la dimensión subjetiva como en el colectivo social. El pasado jueves 3 de junio del 2015 algo conmovió la vida de todos y todas aquellxs que habitamos este país.
Por la Licenciada Cristina Castillo*
(para www.parquechasweb.com.ar)
Hemos escuchado muchas adhesiones desde distintos espacios políticos, sociales, del espectáculo, deporte, etc., pero también algunos cuestionamientos sobre la legitimidad en el uso del significante “violencia”, solo para nominar aquella que se profería contra las mujeres. Dichos tales como: “bueno, pero hay mujeres violentas también…” o “todos somos violentos…” han intentado justificar o minimizar aquello que es una realidad cotidiana, mueren más mujeres en manos de hombres que al revés. Me pregunto siempre, por qué será tan difícil interrogar lo que está naturalizado, lo obvio.
Como sujetos humanos que somos, nos diferenciamos de los animales-entre un par de situaciones más- por la apuesta a la palabra. Estamos atravesados por el lenguaje que nos permite viabilizar nuestras emociones, alegrías, pensamientos, simbolizando los mismos, en un marco de normas y convenciones que componen a este lenguaje. Quien golpea o injuria, rompe este esta convención, transgrede las normas. Esta lógica del golpe o injuria verbal sustituyendo la “buena palabra” produce una “mal-dicción” sobre el cuerpo del otro.
¿Por qué se supone que debo recibir como elogio –o piropo- un montón de palabras, que no pedí, sobre las cosas que harían con mi cuerpo, por resultarles llamativo?
¿Por qué largo de mi falda o mi escote, justifican una violación?
¿Por qué si todos los días sale un hombre distinto de mi casa soy una puta, pero sí de la casa de mi vecino sale todos los días una mujer distinta él es un ganador?
Hemos sido educados sosteniendo estas construcciones, es difícil interrogarlas, pero no imposible. El desafío de hoy día consiste en tener la valentía de enfrentar y reconocerse en los prejuicios y límites de cada uno y cada cual.
La identidad sexual, el género, no te hace mejor ni peor, solo te hace diferente, distinto pero sin derecho a violentar el cuerpo y la subjetividad del otro.
*MN 25380-Psicoanalista
Institución Fernando Ulloa