Las murgas denunciaron «censura» por parte del Gobierno porteño
Delegados y directores de las murgas porteñas repudiaron la «suspensión» que sufrieron cuatro corsos, por considerar que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires lo hizo de manera «arbitraria». Por este motivo se declararon en «estado de alerta», en el último día de los festejos.
A mediados de febrero, en pleno carnaval, las y los delegados que representan a los 12 mil murgueros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se enteraron por WhatsApp que el Ministerio de Seguridad porteño «sugería» a la cartera de Espacios Públicos la suspensión de dos corsos del barrio de Saavedra, y un tercero de Piedrabuena.
«Fue una decisión totalmente arbitraria, sin comunicar a las partes, que habíamos conformado la mesa de negociación, después de todo un año de trabajo en conjunto. Ni siquiera nos convocaron a una reunión de emergencia ante semejante decisión de cerrar los corsos», señaló en diálogo con Télam Verónica Mariño, directora de la murga Elegidos del Dios Momo y delegada de la Comisión de Carnaval porteño.
Los cuatro corsos suspendidos de manera «arbitraria» por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, forman parte del circuito histórico porteño. Son los que se realizan todos los carnavales en Saavedra, Piedrabuena y Barracas.
«La excusa fue que se habían producido situaciones de violencia durante la semana en lugares cercanos a donde se iban a desarrollar los corsos días después y, por consiguiente, no podían garantizar la seguridad. Así fue como Saavedra, un barrio con tradición histórica de carnaval, se quedó sin festejos», precisó Mariño.
Por su parte, Felipe Fiscina, director de la murga Arlequines de la R y delegado de la Comisión de Carnaval, manifestó: «Es inédito que en medio del carnaval se suspendan tres corsos. En 25 años nunca pasó».
«Además, no fue lo que se acordó en la mesa de negociación. A pesar de que el GCBA había propuesto reducir el circuito a 11 corsos, como fue durante la pandemia, finalmente acordamos la presentación de los 35 que existen en la ciudad», aclaró el delegado.
«Creemos que se trata de un cambio de paradigma que nos impulsa a la lucha nuevamente porque en 40 años de democracia vuelve a haber censura en los corsos», enfatizó.
Mariño y Fiscina denunciaron las suspensiones en cada uno de los escenarios en los que se presentaron en los últimos días y lo seguirán haciendo este fin de semana, ya que, según dijeron, «están usando la misma metodología para cerrar el corso de Barracas».
Para ambos, delegados y murgueros con una trayectoria de más de 30 años, tanto estas acciones como las declaraciones del diputado Ricardo López Murphy, de recortar el «gasto superfluo» que demandan las murgas, «son parte de una campaña sucia».
A esto se suma la encuesta que Jorge Macri, ministro de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lanzó por Twitter la semana pasada, en la que preguntó a las y los porteños si en el 2024 celebrarán el carnaval de la misma manera que hoy.
El festejo de carnaval es Patrimonio Cultural de la Ciudad desde 1997 y las murgas están reconocidas por la ordenanza 52.039 de ese año de ese mismo año.
El artículo 3° de esa norma indica que el Gobierno local «promoverá la organización de corsos en los barrios donde las asociaciones / agrupaciones artísticas de carnaval desarrollen sus actividades para lo cual se dispondrá de una partida presupuestaria específica en el Presupuesto General de Gastos y Recursos».
Los murgueros recordaron que en 2012 volvieron los feriados de carnaval a nivel nacional, que la dictadura había prohibido en 1976, y dijeron que «en el trasfondo hubo mucha lucha en la calle, fue un logro de las murgas recuperar el carnaval en la Ciudad».
«Hoy tenemos que festejar que haya murgas que, a 40 años de democracia, sigan cantando y reivindicando a los 30 mil desaparecidos, o que no olviden a los 44 muertos del ARA San Juan. Son heridas sociales que no han terminado de cicatrizar por la impunidad y la falta de justicia», enfatizó Mariño.
Un ejemplo de ello es el de la murga Los Fantoches de Villa Urquiza, quienes año tras año cantan la Oda a Perón y, hacia el final, reivindican a Evita, a Perón, a Néstor, a Cristina y a los «30 mil», que fue criticada por López Murphy en su tuit.
«Oligarca caballero prototipo de negrero, que explotaste al obrero sin tenerle compasión, ha sonado la campana anunciando el nuevo día para el pueblo que veía en Perón su salvación», canta esa murga.
«Es una canción que tiene 70 años. Alberto Marino la grabó en 1947 y nosotros la cantamos desde hace 10 años. No hay nada nuevo», contó a Télam Ángel Fontana, director de la murga Los Fantoches de Villa Urquiza.
«Hacemos una crítica ´picarezca´, porque nos gusta la diversión. Buscamos que la gente se contagie con nuestro canto y baile. Sabemos que cada cual tiene su ideología. Nosotros somos peronistas. Salimos con la murga desde 1933. Yo empecé a los 4 años y ahora tengo 65. Cuatro generaciones de murgueros», rememoró.
Como argumentó Mariño, «el carnaval nunca va a dejar contento a ningún gobierno porque su esencia es la crítica y la burla. Eso no quiere decir que las murgas no tengamos compromiso social, al contrario, las y los murgueros somos ciudadanos de a pie que padecemos a diario las medidas políticas que toman otros».
«Hay que agregar que el subsidio alcanza solo para costear el 25 % del total de los gastos que tenemos las murgas», afirmó el murguero. Por eso las murgas son autogestivas. Durante todo el año realizan distintas actividades, desde rifas hasta eventos y shows para juntar los recursos que utilizarán en febrero, cuando se celebra el carnaval.
En CABA, actualmente hay 35 corsos y más de 130 murgas. Mariño destacó: «Las murgas estamos en estado de alerta, sin perder la alegría y la fuerza que nos caracteriza», y concluyó: «Les vamos a dedicar una canción».
Por lo pronto, las y los delegados convocaron a todas las murgas porteñas a una asamblea extraordinaria para el mañana, donde consensuarán un plan de acción.
Fuente consultada: Télam