Las inundaciones, los inundados y los inundables
Vecinos de barrios porteños y localidades bonaerenses afectados por el desborde del arroyo Medrano, realizaron una Marcha del Silencio hacia el Parque Sarmiento, donde volvieron a pedir obras a la Ciudad, a un año de que las inundaciones que dejaron 10 muertos. Un integrante de la Asamblea de Vecinos Inundados de Parque Chas, nos deja su nota de opinión.
Por Luis Rubén Poli*
para ParqueChasweb
Nada nuevo sucederá el 3 de abril de 2014. Disculpen la ingrata sensación de que le hablamos a la nada. Este primer aniversario de las trágicas inundaciones del 2 de abril del 2013, en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores y la ciudad de La Plata, lo que nos convoca es la perseverancia en nuestra lucha y recordar a los fallecidos.
Estamos ocupados en encontrar soluciones para los inundables. Por diversos caminos, de diferentes modos, poniendo tiempo de nuestro tiempo, buscamos converger en el objetivo común de que nadie más padezca lo que venimos padeciendo. No solo la inundación, sino también el desprecio que padecemos de la actual gestión que gobierna la gran ciudad.
Antes que citar datos y cifras que, muchas veces, solo hacen ruido y se evaporan de inmediato en el olvido, creo que es oportuno hablar de los inundables, es decir de todos nosotros, no solo de los inundados.
Algunos somos inundados por lo que nos pasó en la ciudad de Buenos Aires. Dadas las circunstancias actuales, la categoría inundables nos abarca a todos. Nadie ahora está exento de transitar o habitar, en algún momento de su vida, zonas que, por la intervención del hombre y la naturaleza, se han convertido en una trampa.
Una frase atribuida a Mariano Moreno dice que “Los pueblos nunca saben, ni ven, sino lo que se les enseña y muestra, ni oyen más que lo que se les dice”. Está en línea con el deliberado ocultamiento de los mapas de inundabilidad por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. A falta de mapas, menos problemas para atender y mayor licencia para la especulación inmobiliaria.
Estos mapas de inundabilidad fueron entregados el 2006, a pedido del gobierno porteño, por la consultora Halcrow. Desde ese año hay inundables de distinta categoría. De un lado. Estamos los ciudadanos de a pie y, del otro lado, los funcionarios y quienes tienen el privilegio de acceder a esa información sensible. De ese modo, ellos están a resguardo del daño de las inundaciones. Conservarán intactos sus bienes más queridos, su economía, su salud y sus vidas. No invertirán comprando inmuebles en zonas inundables. O quizás sí, porque encontraron a un vecino resignado que se muda al precio que sea. Luego podrán vender a un precio más alto a quién no conoce la zona. Porque el mapa es para pocos.
Gentrificación diría alguien. Término que desconocíamos, como tantos otros como sumideros, aliviadores, cuencas, reservorios, plan de contingencia, medidas estructurales, no estructurales, blandas, duras, recurrencia y una serie de datos que nos han servido para asesorar, a veces, a los asesores de los legisladores que nos convocaron para que luego no pase nada. Excepto lograr un párrafo más en sus hojas de ruta y dar letra a un parte de prensa.
Negar la difusión del mapa de zonas inundables es un crimen doloso. Esto está en sincronía con la deliberada negativa a preparar a la población ante casos de tormentas extremas o inundaciones. Hoy, 2 de abril de 2014, comienzos del siglo XXI, los ciudadanos de la ciudad con el tercer presupuesto más alto de Argentina pueden morir dentro o fuera de sus casas. Las autoridades se niegan difundir planes de contingencia elaborados por profesionales expertos. Planes que deberían ser los mismos en todo el país. La naturaleza no sabe de fronteras, no distingue barrios, comunas, ciudades, partidos y provincias. Poner la vida por encima de la especulación inmobiliaria y electoral debería ser política de estado.
Los medios de comunicación, las entidades académicas estatales y privadas, en suma, los profesionales comprometidos con la sociedad de la que forman parte, tienen día a día la oportunidad de ser partes de la solución. Del problema ya lo son quienes pudiendo hacer algo no lo hacen. En su conjunto, por no decir en patota, producen un linchamiento. El silencio a coro también mata.
En la vida nos manejamos entre la memoria y las perspectivas. De la memoria rescato a un puñado de legisladores, muy pocos comuneros y periodistas y, en un lugar muy destacado, a la ingeniera hidráulica María Eva Koutsovitis que pone su persona por sobre la profesión.
Quiero tener la perspectiva de que alguien más escuche, vea y no calle. Me cuesta la esperanza. En esta inundable ciudad matan a pobres corazones. Quizás a alguien más le importe.
Para que no haya otra Marcha del silencio.
*Integrante de la Asamblea de Vecinos Autoconvocados Inundados de Parque Chas
Foto gentileza: Luis Rubén Poli.