“La verdad es la guía que tiene el corazón, para que el pasado no vuelva”
El 8 de diciembre se realizó un emotivo homenaje en memoria de los 12 desaparecidos de la Iglesia de la Santa Cruz a 34 años de sus secuestros.
foto: ParqueChasweb
Por Fernando Belvedere
Todos los 8 de diciembre se renueva el pedido de Memoria, Verdad y Justicia por los 12 desaparecidos de la Iglesia de la Santa Cruz del barrio de San Cristóbal, a fines de 1977.
Este año tuvo un especial significado, ya que es la primera vez que el acto se realiza con los responsables juzgados y encarcelados: “¿Tanto temor les tenían a estas madres para infiltrarse en su organización, secuestrarlas, torturarlas y asesinarlas? ¡Qué ilusos! Pensaron que estos pañuelos blancos se acabarían; al contrario, las inmortalizaron en su lucha. Hoy, gracias a estas tres Madres se los pudo juzgar, gracias a estas tozudas mujeres que volvieron con el mar para dar testimonio de los vuelos de la muerte”, expresó visiblemente emocionado Luis Bianco, hijo de Mary Ponce, secuestrada aquel 8 de diciembre de 1977 por un grupo tareas de la Esma.
Durante la ceremonia, Taty Almeida, Nora Cortiñas y Enriqueta Maroni, le colocaron un pañuelo blanco a la estatua de la virgen campesina embarazada, que fue bautizada como la Virgen de la Memoria, ya que el 8 de diciembre coincide su histórico día religioso con el fatídico secuestro del “grupo de los 12”.
El Padre Carlos, párroco de la Santa Cruz recordó que desde aquella fecha “hemos unido la Fiesta de María con la Memoria de los que fueron secuestrados y desaparecidos de nuestra parroquia. La memoria es un ejercicio que busca ‘conmovernos’ y desde ahí encendernos para vivir con más pasión nuestro ‘presente’ y con mayor esperanza nuestro ‘futuro’.”
Por su parte, Ana María Careaga, directora del Instituto Espacio para la Memoria e hija de Esther Ballestrino, otra de las madres secuestradas y arrojadas al mar en los vuelos de la muerte; expresó que “hoy se está atravesando, una etapa privilegiada, en la que los poderes del Estado se transforman necesariamente interpretando y reflejando el sentir de una sociedad que reclama vivir en dignidad, con Memoria, con Verdad y con Justicia.
“Les traigo el saludo y el cariño de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner quien me pidió que agradeciera a los compañeros que iniciaron la lucha en los momentos más difíciles”, dijo un emocionado Juan Abal Medina, flamante jefe de Gabinete Nacional, al finalizar la ceremonia.
La crónica de los hechos
El 8 de diciembre de 1977, secuestraron en la Parroquia Santa Cruz a Esther Ballestrino, la religiosa francesa Alice Domon, Angela Aguad, Raquel Bullit, Eduardo Gabriel Horane, José Julio Fondevilla, Patricia Cristina Oviedo, María Eugenia Ponce de Bianco y Horacio Aníbal Elbert.
Más tarde desapareció de su atelier Remo Carlos Berardo, quien también participaba de las reuniones de la Santa Cruz. Estaban juntando el dinero para publicar una solicitada reclamando por los detenidos desaparecidos. Dos días después, cuando iba a comprar el diario para ver la solicitada, fue secuestrada Azucena Villaflor. Al mediodía se produjo la detención de la compañera de Domon, Leonie Duquet. Todo el operativo estuvo a cargo de un Grupo de Tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada.
El marino Alfredo Astiz fue el principal responsable del operativo de secuestro y desaparición. Astiz se había infiltrado tiempo antes en el grupo de familiares con el alias de «Gustavo Niño», haciéndose pasar por familiar de un desaparecido.
Tras estar secuestrados en la Esma, los cuerpos fueron arrojados vivos al mar en los denominados “vuelos de la muerte”.
Alrededor del 20 de diciembre de 1977 comenzaron a aparecer cuerpos en la costa del Océano Atlántico, entre Santa Teresita y Mar del Tuyú, que fueron presurosamente enterrados como NN en el cementerio de General Lavalle, Provincia de Buenos Aires».
En 2005, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), informó que las identidades de los cuerpos NN hallados en el cementerio de aquella la localidad, pertenecen a tres fundadoras de la organización Madres de Plaza de Mayo: Esther Ballestrino de Careaga, María Ponce de Bianco y Azucena Villaflor de De Vincenti; al de la monja francesa Leonie Reneé Duquet y a la de la militante Angela Auad.
Hoy sus restos descansan en un pequeño jardín lateral de la Parroquia Santa Cruz.
En 2007, la Legislatura porteña declaró sitio histórico a la iglesia del barrio de San Cristóbal, en homenaje a las víctimas que fueron secuestradas y desaparecidas en el lugar por efectivos de la armada encabezados por el ex teniente Alfredo Astiz durante la última dictadura militar. El párroco de la Santa Cruz abrió las puertas del templo a los familiares de desaparecidos que durante la represión encontraron allí un espacio de contención y refugio.
Tal como quedó expresado el testimonio de sus familiares:
«Estas madres, incansables luchadoras que dieron sus vidas por sus hijos, no pudieron vencer a la muerte pero eran tan obstinadas que pudieron vencer al olvido. Y volvieron.»
«Volvieron con el mar, como si hubieran querido dar cuenta, una vez más, de esa tenacidad que las caracterizó en vida. La presencia de sus restos da testimonio de que no se puede desaparecer lo evidente.»