Investigadores del CONICET alertan sobre los alacranes
Explican la influencia del clima en la problemática, y cómo las medidas preventivas permiten evitar las picaduras en un 90%. Eliminar las cucarachas del hogar no es la única solución ya que los escorpiones también consumen otros insectos y pueden pasar meses sin alimentarse.
Por Sebastián Alonso
(Agencia CTyS-UNLaM)
Dos pequeñas fallecidas en Córdoba. Un niño del barrio porteño de Palermo que soportó cuatro paros cardiorrespiratorios. Consultas que se multiplican en los hospitales y el encargado de un edificio de Recoleta que se dedica a “cazar” escorpiones. Durante el verano, el fenómeno de los alacranes encendió las luces de alerta en todo el país. ¿Se trata de algo nuevo?
Definitivamente no. La especie peligrosa para el ser humano llegó a Buenos Aires a principios del siglo pasado introducido accidentalmente por el hombre, y su población en superficie aumenta durante la primavera y el verano. Sin embargo, los investigadores del CONICET consultados remarcan la incidencia climática en este escenario y describen las características del animal. Conocerlo, argumentan, incrementa las posibilidades de paliar las consecuencias de sus picaduras.
“Durante esta época siempre hubo casos, pero el incremento de lluvias y la mayor humedad y calor de este año, generaron que la gente vea más alacranes”, explica, en diálogo con Agencia CTyS-UNLaM, Alda González, Investigadora del CONICET y especialista en Aracnología. Son animales nocturnos que en ambientes naturales se mantienen ocultos en lugares oscuros, entre escombros, leña, o la corteza de árboles. Las construcciones y la ocupación de espacios por las personas les permitieron colonizar el subsuelo de la ciudad. De allí al hogar, un solo paso.
Tityus trivittatus. Ese es el nombre del escorpión más riesgoso para los argentinos, que se puede encontrar en el centro-norte del país y en Capital Federal. Si bien otras dos especies han causado accidentes mortales en otras provincias, el resto, alrededor de 50 que han sido identificados en Argentina, no son perjudiciales para la salud.
¿Cómo distinguirlos? Aunque todas sus variantes poseen veneno para cazar su alimento, identificarlos es clave para saber cómo actuar. Según, Andrés Ojanguren, investigador del CONICET que trabaja en el Museo Argentino de Ciencias Naturales, “Tityus trivittatus se diferencia de Bothriurus bonaeriensis, la otra variante presente en el territorio porteño, por ser de color amarillo claro con tres líneas oscuras sobre su lomo y tener pinzas muy finas, mientras que Bothriurus es de color castaño oscuro, casi negro, y posee pinzas gruesas”.
En los últimos diez años se registraron al menos 50 muertes por esta causa en el país. La toxicidad del veneno afecta con mayor gravedad a los niños, en quienes la picadura es mucho más dañina. En diálogo con CTyS-UNLaM, Ojanguren explica que la dosis inoculada usualmente no llega a ser mortal en adultos por la baja relación entre la cantidad de veneno inyectado respecto a la masa corporal.
En cambio, la acción sobre el sistema nervioso de un chico es más efectiva, por lo que la sustancia, compuesta por agua, sales, proteínas, péptidos y pequeñas moléculas, puede llevar a la posterior afección al corazón y los pulmones, originando el temido paro cardiorrespiratorio.
Cuando activa su mecanismo de defensa y ataca, el escorpión levanta la cola sobre su cuerpo, inclinándola hacia adelante, y las contracciones de los músculos que rodean las glándulas de veneno causan la inoculación a través del aguijón, que se encuentra en el extremo de la cola.
“Impedir que ingresen al hogar”
Alda González, también docente titular en la Universidad Nacional de La Plata, asegura que es fundamental que los alacranes no penetren en las casas. Se deben cubrir sumideros y las rejillas con telas metálicas de trama fina, filtrar la salida de los desagües y evitar las hendiduras de las puertas y ventanas.
Comen cucarachas y otros insectos. Sin embargo, pueden estar meses sin alimentarse y, por eso, la fumigación no ofrece una solución completa. Ojanguren agrega que llevando a cabo las medidas preventivas podría reducirse “en un 90% los accidentes y el contacto con escorpiones”, ya que estos ya están definitivamente instalados en el subsuelo de la ciudad y sólo entran en contacto con lo humanos cuando accidentalmente abandonan sus refugios habituales.
Por otra parte, González explica que, si el escorpión se alimentó poco tiempo antes la picadura, “la disposición de veneno que tiene es baja y, por lo tanto, los riegos bajan, ya que la cantidad de sustancia inoculada será menor”. A su vez, aclara que hay zonas del cuerpo con una epidermis más gruesa y “esto retrasa la afección al vaso sanguíneo”. De esta manera, la gravedad no será la misma si el ataque se recibe en los pies o, por ejemplo, en el cuello.
Los primeros síntomas son fiebre, calor y dolor intenso en la zona. Al principio, la víctima siente fuertes dolores e hinchazón para, luego, manifestar agitación y salivación. La temperatura corporal varía y los músculos comienzan a sufrir espasmos. Finalmente, la respiración se dificulta y, en casos mortales, se produce la insuficiencia cardiorrespiratoria.
Al igual que se explicó desde el Ministerio de Salud de la Nación, frente a un caso, es sustancial recurrir rápidamente a un centro de toxicología e intentar, también, llevar al animal al hospital para que los especialistas apliquen el antídoto indicado. El tiempo transcurrido para aplicar el suero es clave para salvar vidas, y, en la medida de lo posible, debe ser menor a dos horas.